La Música y los cinco sentidos La Música y los cinco sentidos Edorta Kortadi Artículo publicado en MUSIKER (Cuadernos de Música de Eusko Ikaskuntza), núm. 10, págs. 131 137, con motivo de la Inauguración de la 26 Edición del Certamen Internacinal de Masas Corales de Tolosa (1994). Me siento muy honrado y halagado de ser el Pregonero de esta 26 Edición del Certamen Internacional de Masas Corales de Tolosa y de ser un eslabón más de esa cadena de intelectuales, historiadores, musicólogos y creadores de la música, que han intervenido desde el año 1969 en este acto de apertura de manera ininterrumpida, desde Jesús Mª de Arozamena (en 1969), hasta Fernando Argenta (en 1993). Pero sobre todo me siento muy contento y halagado por hallarme en mi pueblo de origen, al que amo entrañablemente y al que siempre me he sentido muy vinculado por razones familiares, de amistad y de cultura. Tolosa cuenta con una tradición musical arraigada y reconocida por historiadores y musicólogos de prestigio que me han precedido con acierto, y con muchos más méritos que los míos en esta tribuna. No podemos olvidar que al decir de los historiadores Federico de Zavala y Juan Garmendia Larrañaga ( ), Tolosa fue fundada en 1258 en las cercanías de Navarra y en la confluencia de tres ríos, el Oria, que le une con el Goierri y el Beterri; el Araxes y el Elduaien, que le ponen en comunicación con Navarra, por Alfonso X El Sabio, rey que además de sabio y propulsor de las ciencias y las artes, fue un gran promotor cultural y músico. El autor de las "420 Cantigas", creadas en loor a María y escritas en lengua gallega (¡lástima que no lo hubieran sido en euskara!), ha tenido tras de sí una larga lista de músicos, compositores, organistas, coros, orquestas y cantantes, que convierten a Tolosa en centro y núcleo de articulación cultural y musical entre Guipúzcoa, Navarra y el resto del País Vasco. Desde los Gorriti, los Mocoroa, los Balza y los Aizpurua, los Bello Portu y los Arteta, casi sin solución decontinuidad, nos podemos encontrar con músicos, compositores, cantantes y organistas tolosanos en casi todas las épocas y períodos históricos. Y es que los tolosanos pertenecen a un colectivo humano más amplio que es el vasco, caracterizado precisamente por su afición a la música y al canto humano. El gran crítico de arte Juan de la Encina, Ricardo Gutiérrez Abascae, aseguraba en su obra "La trama del arte vasco" editada en Bilbao el año 1919 que "a partir del último tercio del ochocientos es cuando verdaderamente comienzan a manifestar los vascos prurito de verter su espíritu en formas de arte. No se refiere tal deseo sólo a las artes plásticas; se refiere también a las letras y a la música. La música es por hoy la forma artística mejor sentida y gustada por los vascos. Y aunque muchas veces se confunde con ella el ímpetu físico de dar voces en cuerdas orfeonísticas, y al tenor con el artista, el sentimiento musical alcanza colectivamente en Vasconia, puntos de refinamiento superiores a los que hasta ahora ha podido marcar la comprensión de las demás artes" ( ) . Es posible que estas palabras de Juan de la Encina, hombre de gran cultura y sagacidad, y gran conocedor de las artes plásticas del País Vasco y de España entera, estén en lo cierto. El pueblo vasco, com lo demuestra este mismo Certamen Internacional de Masas Corales, penetra, goza y se identifica mucho más con las artes acústicas: la música, el canto, el bertsolarismo, que con las artes plásticas: la pintura, la escultura, la literatura, la fotografía, el cine y la danza; o que con las artes olfativas: la perfumería; o que con las artes táctiles: las artes amatorias; aunque quizás a Juan de la Encina, por mor del momento histórico en que vivió, se olvidó de citar las artes gustativas: la gastronomía, la enología, artes en las que los vascos del siglo XX están logrando altas cotas de desarrollo en el diseño de comidas y bebidas. La música, junto a la palabra humana y al sentido gutural probablemente es unade las manifestaciones culturales más profundas y primitivas del ser humano. La naturaleza toda y el ser humano inserto en ella, se encuentra desde sus orígenes inmerso en sinfonías de colores, de olores, y de sonidos. En este otoño caliente, casi californiano, oigo desde la ventana de mi estudio de la Universidad de Deusto en Donostia, donde escribo estas líneas, el canto de los pájaros en el estuario del Urumea, los kukus y sonidos de insectos y pajarillos, el ruido sordo y monónotono de las máquinas de Koipe, el sonido seco y veloz de los motores de los coches y automóviles, que se superponen unos a otros como en una sinfonía tecno urbana en la variante de la Plaza de Amara. El tren que corre raudo hacia Tolosa, ruge y pita. Todo eso es sonido, sinfonía pautada que puede ser transcrita por Luis de Pablo, Joaquín Pildain o el joven Enrique Ugarte. Y todo ello puede ser cantado y transmitido al gran público por un ochote, un cantante, un coro o una gran masa coral de gran prestigio. Pero la música tanto la instrumental como la vocal, exige grandes dosis y capacidad de saber escuchar al otro, de no encerrarnos en nuestro propio mundo. Me temo sin embargo que en la sociedad de la civilización tecno urbana en la que vivimos, hay cada vez más sordos transitando con auriculares de música "rock" o "country" por cualquiera de nuestras calles, hay cada vez más gente incapacitada para oír y para escuchar el sonido de la naturaleza y del ser humano vecino. Lo decía espléndidamente uno de los mejores escultores y escritores de arte del siglo XX, Jorge Oteiza, en su obra "Quousque tandem !" ya el año 1968: "La sensibilidad popular para comprender su situación se ha atrofiado hasta el extremo de que hoy nadie escucha, nadie entra en conversación, nadie entiende, nadie sabe ya ni leer si es que leer es un medio para enterarse, cuando alguien escribe para enterarse de algo, no entendiendo lo que se ha dicho con la mayor tranquilidad y en el más indiferente y distante de los mundos"( ) . Es más que cierto que sus palabras tienen mucho de razón pese a su cierto aire apocalíptico. Hoy hablamos todos menos, en casa y en la calle. Han desaparecido casi las tertulias, excepto alguna que sobrevive felizmente en Tolosa, y salvo las televisivas, que son una lata, porque siempre vemos y escuchamos a los mismos. No tenemos tiempo para la lectura, salvo para leer los cada vez más resumidos titulares y los abstracts y summaris de las primeras líneas del periódico. Y eso sí, todos vemos y seguimos los culebrones televisivos sudamericanos, aunque no lo confesemos, o nos divertimos con los últimos dimes y diretes de las campañas de nuestros próceres políticos. Tenemos los televisores y los "compact disc" a tope, pero no escuchamos al vecino. Escuchamos los ritmos y los sonidos afrocubanos más extraños, pero somos incapaces de degustar y valorar el silencio de la noche, la soledad del anciano, el ritmo trepidante del joven, los primeros pasos de un niño. ¿No será, como asegura George Steiner, que el núcleo de la cultura hoy naciente, la del ordenador y la de los códigos de la inteligencia artificial, nos van encerrando cada vez más en una sociedad más solipsista, en la que no es posible el diálogo, la confrontación, la escucha o la respuesta civilizada entre seres humanos?( ) . ¿Pero acaso es posible desarrollar una teoría de la creación artística y musical sin contar con la presencia del Gran Demiurgo?. ¿Puede haber una experiencia de la poesía, de la pintura, o de la música, que no presuponga la presencia de un sentido que, en última instancia, es trascendente?. Estas son algunas de las preguntas últimas y profundas que planea en su obra "Presencias reales" George Steiner y que yo se las brindo para su reflexión esta noche a todos ustedes. Pero volvamos a la música, que es el tema que hoy nos concierne, en relación con los cinco sentidos. Ciertamente hoy más que nunca la música, al igual que el resto de las artes plásticas o visuales, las artes gustativasy olfativas se han popularizado y socializado tanto, que sufren el peligro de su banalización y destrucción progresiva. Es bueno por una parte que en cualquiera de nuestras casas existan las Sinfonías de Mahler o de Mozart, los ritmos caribeños u orientales, pero no es menos cierto que cada vez oímos y escuchamos menos música en directo, y vamos penetrando en la civilización de la lata: la del "compact disc", el disco duro, el videodisco, el videoclip, el audiovisual todo en uno, que no tiene porqué estar reñido con la música y el sonido en directo. Todavía recuerdo el impacto emocional que me produjo cuando hace unos años en el Castillo de Salzburgo, una compañera de viaje reconocía emocionada haber escuchado allí por primera vez en su vida a una orquesta de cámara tocando la "Pequeña Serenata Nocturna" de Mozart. Están desapareciendo de nuestros pueblos, por falta de presupuestos ¡cuando ha habido más dinero!, nuestras bandas de txistularis y de música, nuestros coros, ochotes y orfeones, nuestros organistas y nuestros maestros de capilla o litúrgicos. Y yo los reivindico. Reivindico la buena música para todos y a todos los niveles, desde la música clásica al "rock" o "heavy metal", interpretados y escuchados con dignidad y con respeto por quienes quieran oirla. Y es que la música fundamentalmente se oye, vamos a oír o escuchar un concierto, aunque en menor medida también sea importante la vista. La acción de oír supone percibir los sonidos, aplicar el oído para oír. Escuchar supone prestar atención a lo que se oye. Y esto supone, por supuesto, grandes dosis de educación cultural y humana, saber hacer silencio, un hueco, un espacio en nuestro interior y un alto en nuestro camino. La música es un lenguaje auditivo que se da y se produce en un espacio y un tiempo prolongado, al igual que la danza, la arquitectura y la literatura y a diferencia de la pintura, la fotografía y la escultura que se dan y se producen generalmente en un espacio y tiempo único ( ) . Quizáspor ello, el hombre y la mujer tecno urbanos no encuentran una o dos horas en la civilización telemática y velocípeda en la que vivimos, para ir a un concierto, y ha incorporado la música y el sonido al momento de afeitarse, a la música ambiental del trabajo, con el fin siempre loable de "producir" más y mejor, al ritmo vertiginoso del automóvil, o a los espacios somnolientos televisivos. La música, más que oída o escuchada, se ha convertido, se está convirtiendo en la sociedad telematizada, en sonido de acompañamiento, en marcha enlatada, en ruido. Pero es que además la música requiere una educación sociohumana que debe producirse desde los primeros años y desde los primeros niveles educativos. Es bueno que los padres acompañen a sus hijos a conciertos, exposiciones, festivales de danza o de bertsolaris, teatros, e inicien y compartan aficiones y gustos. Es deber y obligación de los maestros, sacerdotes, pedagogos y monitores de todo género, y que hoy tanto abundan, iniciar a los niños y a los jóvenes en los lenguajes artísticos. Recuerdo a este respecto la experiencia inolvidable de nuestro gran escultor Eduardo Chillida y de su mujer Pili Belzunce cuando recién llegados de París e instalados en su casa de Hernani y casi sin un duro, invitaban a sus hijos pequeños a contemplar la tormenta, sus colores y sus sonidos como si se tratara de una sinfonía estremecedora de Mahler, o cuando el mismo Chillida, tras algunas buenas notas de sus hijos, les invitaba y premiaba con el magnífico espectáculo de ver amanecer, de contemplar y degustar colores, olores y sonidos en la playa de Ondarreta. Educación, tiempo de dedicación y silencio interior, son tres presupuestos indispensables que deben producirse en la familia, en la escuela/universidad y en la sociedad entera para que pueda generarse con un cierto decoro el hecho musical y artístico. Pero la música, aunque llega y penetra fundamentalmente por el oído, es una de las artes que engloba y afecta más profundamente al serhumano y a sus cinco sentidos. La música penetra por el oído, pero llega y ahonda en el corazón, en el sentimiento en el afecto del hombre y de la mujer, podríamos decir que sensorialmente afecta a todos sus sentidos. Quizás por ello la juventud busca en los ambientes musicales de gran sonido, una profundización en su "yo/ego" personal y colectivo. Quizás por ello no se puede comprender ningún espacio familiar, social, político y religioso en el que la música no esté presente y se manifieste de un modo significativo. El sentimiento estético del vasco, aseguraba el gran teórico Juan de la Encina, "necesita en efecto apoyo profundo en realidades concretas; pero esas realidades son para él a modo de soporte y estribos en los que apoya sus emociones que a las veces, son de índole musical (Arteta, Echevarría), y otras de condición arisca y dura y ponen en la realidad inmediata deformaciones patéticas y satíricas. Su subjetivismo, el henchimiento emocional de su espíritu, les exige el desbordamiento de las formas normales, de modo que el "realismo" de los vascos está siempre condicionado por la emoción" ( ) . Ciertamente, yo no sé, si como indica Juan de la Encina, los vascos somos más o menos emotivos que otros pueblos, o si la emoción de la que él nos habla es una de las características del arte y de los lenguajes artísticos de comienzo de siglo tal y como aparece en los idearios artísticos de Eugenio D'Ors y de "Aitzol", José de Ariztimuño, pero de lo que no tengo ninguna duda es de que la música, sobre todo la vocal, más que la instrumental, es uno de los lenguajes preferidos, más trabajados y elaborados entre los vascos. Este Certamen Internacional de Masas Corales es un ejemplo de lo que decimos. La música expresa los sentimientos, las emociones y los deseos más profundos del ser humano. La música es capaz de transformar y de elevar los sentimientos de las personas y de los pueblos. La música es capaz de convertirse en el símbolo y en expresión de todo un pueblo yun colectivo. Pero la música, ya desde la antigüedad clásica ha venido acompañada y conexionada, además, con otros lenguajes artísticos. Griegos y romanos acompañaban sus obras teatrales, sus farsas y bacanales con cantos de música e instrumentos. Durante la Edad Media y el Renacimiento, en el teatro popular y religioso, juglares, poetas, monjes y clérigos, mezclaban expresión corporal, representaciones plásticas y melodías, polifonías de marcado acento artístico. En tiempos más recientes, durante el Barroco, el Neoclasicismo y las Vanguardias artísticas, la música ha acompañado a la palabra, a la expresión corporal y al diseño arquitectónico y plástico, en las representaciones de ópera, en el teatro, en el cine, en el "happening" y en el "fluxus" ( ). Los lenguajes acústicos han venido así acompañados, imbricados o interseccionados con los lenguajes visuales y hasta con los gustativos. Difícil y rara es en este sentido una fiesta, banquete o celebración familiar vasca en la que la gastronomía y la enología, las artes gustativas, no se vean acompañadas de acordeones, guitarras o cualquier clase de instrumentos y sonidos. Otro tanto sucede con el teatro popular y político. Cantos, himnos y melodías acompañan por todas partes en calles y en polideportivos, a partidos y clase política, a fin de enardecer los ánimos, reivindicar la pertenencia al clan, y animar al voto desanimado o despistado político. Los medios audiovisuales modernos tienden por otro lado cada vez más a la interrelación e intersección de lenguajes, en que sonido, melodía, sinfonía, ópera, canción se imbrique y se plasme en imágenes plásticas, fotográficas o cinematográficas, en la que el espectáculo total envuelve al ser humano a través de sus cinco sentidos. Los grandes conciertos de "rock" han incorporado la luz, la expresión corporal, el teatro, el humo, los colores, los olores y hasta los fuegos artificiales y los artilugios escénicos en un espectáculo único. Las grandes firmas de videodiscos nospermiten ver y escuchar al unísono en nuestras casas, mientras saboreamos y olfateamos un magnífico Cardhu, la gran misa de Rosinni, o cualquiera de sus sinfonías, a través de espléndidas y cuidadas imágenes de las que no pueden gozar en los propios teatros más que unos cuantos privilegiados y unos pocos entendidos. Ciertamente los "mass media", los medios de comunicación además de banalizar las imágenes, cuando lo hacen con dignidad y con esmero, cumplen con algunas funciones educativas de gran calado y sentido. Ahí están para demostrarlo la vida y la obra musical de grandes autores llevadas al cine como la de Mozart y Salieri (Milos Forman), Chaikovski, Liszt y Mahler (Ken Russell), la vida de Bach (escrita por Ana Magdalena), "La nave va" de Federico Fellini, D. Giovanni (Joseph Losey) Ahí están para demostrarlo algunas de las magníficas retransmisiones por televisión, grabadas en cintas o microsurcos de conciertos, óperas, representaciones de danza y teatro, que puede uno contemplar desde su propia casa, centro cultural o universitario. La fibra óptica, la televisión de alta definición hace prodigios, aunque todavía está en la prehistoria y le cueste incorporar la tercera dimensión, los olores y el tacto mismo. Pero demos tiempo al tiempo, y no nos demos mucho tiempo a nosotros mismos. Hay mucho que hacer, que aprender, que investigar y que experimentar en torno a los cinco sentidos. Ya lo decía André Malraux, que el ojo y el oído, al igual que la boca es un eterno goloso, y hay que educarlo hasta el infinito. Educarlo en la belleza, que es efímera, rápida, caduca, cambiante, casi como la música, y como el sonido. Como ese sonido, cada vez más universal y más autóctono que escucharán y oirán ustedes estos días; como ese sonido que sale cada vez más perfecto y coordinado de la boca de jóvenes y niños de los cinco continentes que aportan cada uno su color, su sabor, su olor y su propio sonido. El mundo es cada vez más grande y más cercano. A través del sonido podemosllegar y conectar cada vez más con mundos alejados a los nuestros, pero podemos comunicarles también el nuestro propio, transmitirles nuestras vivencias, nuestras querencias, nuestros anhelos y deseos más profundos. Si Voltaire definió a este pueblo, al pueblo vasco, como a un pueblo que canta y danza a ambos lados de las montañas del Pirineo, no es menos cierto que este pueblo está llamado a cantar a coro y al unísono con el resto de los coros de Europa y del mundo entero, tratando de aportar lo poquito que es y que tiene y ofreciendo a los demás lo mejor de sí mismo. Que disfruten ustedes estos días con los ritmos, sonidos, melodías, polifonías del Universo mundo. Que detrás de esas voces de hombres, mujeres, jóvenes, adultos o niños perciban ustedes otros problemas y sonidos, más lejanos y a veces cotidianos, y que perciban sobre todo el gran sonido del Gran Demiurgo, del Eterno hacedor de la Música de las Esferas, de los espacios infinitos. Que tengan ustedes muy buenas noches, y que disfruten estos días con la música a través de todos los sentidos. NOTAS 1) ZAVALA, Federico. GARMENDIA LARRAÑAGA, Juan. Monografía Histórica de la Villa de Tolosa. C.A. Municipal de San Sebastián. 1959. ( ) 2) ENCINA, Juan de la. La Trama del Arte Vasco. Vascongada. Bilbao. 1919. p.4. ( ) 3) OTEIZA, Jorge de. Quosque Tandem...! Auñamendi. parágafo 165. ( ) 4) STEINER, George. Presencias reales. Ensayos Destino. Nº6. ( ) 5) CIRICI PELLICER, Alexander. Art, artista, societat. ( ) 6) ENCINA, Juan de la. op.cit. 35. ( ) 7) SUREDA, J. GUASH, A. Mª. La trama de lo moderno. Akal. Madrid. 1987. p.198. ( ) Edorta Kortadi Olano, profesor de Historia del Arte en la Universidad de Deusto San Sebastián
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