KOSMOpolita
Waldo Frank y “Virgin Spain”
ROSAS VON RITTERSTEIN, Raul Guillermo
Waldo Frank había nacido en 1.889 en el seno de una acomodada familia de la alta burguesía judía de Long Branch, en el estado norteamericano de New Jersey. En su persona se hacían uno los influjos de diversas áreas culturales, puesto que a su formación básica en los EEUU habíale sumado obligados1 estudios en Lausanne, en la Suiza de habla francesa, y contactos por todo el mundo intelectual del momento. Poco más adelante, y ya de regreso en su país, obtendría los dos títulos en Artes de Yale, en el año de 1.911.
Waldo Frank. Antes del viaje por España de 1.924 que daría origen a la obra que tratamos, la vida del autor había sufrido un decidido cambio, ocasionado no en su menor parte por la falta de atención que recibieron las dos primeras novelas de su serie “The lyric novels”: “City Block” y “Rahab”. Dicho cambio sería precisamente el que le llevara a intentar otro género, el del ensayo no ficcional en el cual llegaría a destacarse de allí en más.
Como sobre él afirmaba Lenka Franulic2: “La personalidad de Frank y su formación espiritual son extraordinariamente complejas e interesantes. Ama la cultura francesa y admira a España, a la cual ha consagrado la principal parte de sus actividades desde que estalló la guerra civil, trabajando a favor de la causa gobiernista. De raza judía, de educación francesa, de devoción hispana, de conformación norteamericana, y con una adhesión fervorosa a la América Hispana, en cuyo porvenir tiene gran fe, su personalidad tiene múltiples facetas, que le hacen abarcar un vasto campo de acción en sus actividades literarias.”
Es entonces, a partir del estudio cultural miliar “Virgin Spain”, que Frank se vuelve hacia el mundo hispanoamericano3 y al activismo político-social en el cual permanecería hasta principios de la década del ‘50 cuando, a la par con el retorno a las novelas, se inicia su ocaso como referente intelectual, de la mano con la nueva situación política imperante en su país durante la “Guerra Fría”. Nada reseña mejor esta última etapa que la acotación en su biografía editada hace tiempo por la Universidad de Delaware: “Once considered one of America’s premier intellectuals, Frank has since slipped into relative obscurity. Only in Latin America are his books still widely read” Más adelante, una vez derivada hacia otros rumbos intelectuales, la problemática contestataria de la primera mitad del siglo XX, el deslizamiento que menciona el párrafo precedente se cumpliría asimismo en el mundo cultural hispanoparlante, de una manera asaz injusta para con la obra frankiana.
El idealismo socialista4 del Frank de los primeros tiempos se ve enfrentado a una atrayente piedra de toque en esa España que comenzaba a ingresar a tumbos en el siglo XX, y ensayaba apenas la recuperación del drama centrado metodológicamente en 1.898 por medios tan curiosos como el sojuzgamiento militar del Rif, en tanto la amplia mayoría de su población permanecía analfabeta y con tasas de mortalidad propias de siglos pasados, bajo estructuras sociales y económicas incapaces de ponerse a la par con las generadas en el resto de Europa Occidental en ese mismo período de la historia.
Sumergiéndose entonces en esa realidad que se presentaba ante sus ojos en el país del Cid y el Quijote, don Pablos el Buscón y Felipe II, nuestro literato que por lo demás llegaría a publicar, aparte de su producción específicamente artística, dieciocho libros de historia social, habría de alcanzar una nueva visión, mucho más real, del drama y la comedia españolas, que es como él mismo las llama. En numerosas ocasiones, extranjero y ajeno, llegaría con percepción luminosa a adentrarse en el proteico cuerpo de España, a sentirlo y a vivirlo mejor que muchos otros, propios y extraños y, aunque no lo exprese de manera taxativa, en “España Virgen” late ya la intuición frankiana de la tragedia que se iniciaba por aquel momento5 en el cual dicho país, como él mismo lo afirma, estaba transitando “del sueño a la vigilia”: “En España apunta ya un deseo por desatar la unidad que la propia voluntad de Castilla creó. Sus átomos anárquicos, pero fecundos, se agitan para volver a comenzar de nuevo…”. Las posturas filosóficas de Frank acerca de lo que en España pudo ver son, por sí mismas, dignas de un libro de análisis y comentario; bastaría mencionar a modo de ejemplo lo que sostiene en cuanto a la función de cierto “poblachón manchego”, sobradamente conocido por virtud de vueltas y revueltas de la historia, y que los árabes alguna vez denominaron Magerit, para comprender mejor la profundidad de su pensamiento: “Madrid es una consumación y representa la España que ha anulado todos sus movimientos.
Su grandeza no es más que la terca voluntad de Castilla queriendo retener a España en un perfecto equilibrio de fuerzas, Madrid es la ciudad de los políticos, de los empleados del Estado y de los militares. Es una ciudad conservadora que quiere las cosas tal como son. De aquí salió la voluntad que reprimió a Barcelona, que explotó a Vizcaya y amordazó a Unamuno, que esquilmó a Andalucía y que fomentó la guerra de Marruecos. Es la ciudad del gobierno, una ciudad parásita, lo contrario de Londres y París, donde la grandeza vino primero y donde por esta grandeza tradicional gobernaron.” 6
El viajero siente muy cerca los gravitantes riesgos de eso que describe como la situación anárquica propia de una España desgastada y desencontrada en luchas seculares: “…ahora toda su energía está encerrada en su propia y voluntaria ecuación. Sus dualismos anárquicos no están muertos, están refrenados y neutralizados. El equilibrio es perfecto, y la energía sobrante, el español la gasta en sostener la ecuación. No hay energía ociosa por lo tanto… el español perfecto hace permanente el caos social de España.”7 Sería precisamente la ruptura inevitable de ese equilibrio del que habla Frank, la causa de que el deslizarse las tierras españolas del sueño a la vigilia se desviara en un larguísimo adentrarse en la pesadilla, durante la cual las energías que sostenían, siempre según Frank, esa construcción dedicada a neutralizar las disputas, se consumirían en nutrir a ese horroroso gigante que ya mucho antes había percibido Goya con su visión genial de artista. “Virgin Spain”, el título del libro, no es más que una construcción artística realizada por Frank sobre un párrafo del malogrado Ganivet en cuanto al dogma de la Inmaculada Concepción como símbolo de la vida de España. Tal vez hubiera convenido más hablar de una España nonata… Pero no es este nuestro tema. Profundizaremos, en el próximo artículo, sobre la percepción del autor en cuanto a los vascos y su pequeño país vertebrado por el Pirineo, esa cordillera que, para Frank, “Es una muralla de roca nevada que, a excepción del espacio que cae sobre los fértiles campos de Cataluña, forma el desierto de Aragón y de Navarra.”8 Tendremos nuevas muestras de su sorprendente visión y empatía con los lugares y las gentes a la par con cierta desubicación propia de cualquier viajero que por primera vez se encuentra con una realidad de la que no tiene conocimientos previos y se maneja “de oídas”. 1Debió abandonar expulsado el secundario en los EEUU a causa de una seria discusión surgida por haberse negado a tomar cursos sobre Shakespeare con un profesor que, según Frank, sabía menos que él de la materia que pretendía enseñar. 2Precursora del periodismo femenino chileno, Lenka Franulic Zlatar (1.908-1.961) pedagoga, escritora, traductora de inglés y periodista. Su libro ‘Cien Autores Contemporáneos’, editado en 1939, del cual hemos extraído la cita sobre Frank, fue considerado como una útil guía sobre los autores de esa época. Según José Donoso, “ ‘Cien Autores Contemporáneos’ proporcionó una especie de guía telefónica para los que sentían una inquietud insatisfecha frente a la literatura que ‘se llevaba’ en ese momento”. Conoció personalmente a muchos de sus biografiados, fue íntima amiga de “Pablo Neruda” y compartió su ideología. 3Con ocasión de su visita a La Argentina en 1942, Frank fue objeto de profunda repulsa por su condición de judío y socialista, de parte de cierto sector conservador que estaba sin duda muy al tanto de su obra aunque tal vez no la hubiera considerado con la merecida profundidad. En ese sentido, monseñor Franceschi, una de las personalidades más destacadas del activismo intelectual y social católico en el país escribiría dos artículos al respecto: “Latinismo, hispanismo y cristianismo” en “Criterio”, el 9-VII-’42 y “Persona no grata” en “El Pueblo”, el 2-VIII-’42, en los cuales se sostenía que la condición que hacía a Frank no grato no era un tema de orden racial, sino más bien espiritual… 4Del cual es un buen ejemplo el contraste que indica en estas líneas, dedicadas a la capital española: “El Madrid de los barrios bajos va en forma de abanico desde la plaza Mayor hasta la curva árida del río, sobre cuyas márgenes peladas se alzan las chozas humildes de los menesterosos. Al otro lado del río y de las chozas está el Palacio Real, fría joya de granito erguida sobre la miseria. Y lo que se ve desde el regio alcázar, allá abajo, donde los madrileños hambrientos lavan sus sábanas y cuelgan a secar sus camisas harapientas, no son más que irónicas banderas bajo la bandera de España.” (“España Virgen”, p. 269) 5Hablando de Cataluña, dice Frank al respecto: “Cuando la unidad de España fue poderosa, Barcelona constituyó una discordancia tónica, y ahora que la unidad española es débil, Barcelona es una amenaza.”, ó, algo más adelante: “Pero si Barcelona no es española, tampoco es francesa.” La Guerra iniciada en 1.936 se encargaría de demostrar cuánto de cierto había en sus palabras. 6 “España Virgen”, pp. 270/71. 7 “España Virgen”, p. 259. 8“España Virgen”, p. 120. Es curioso como a lo largo de los siglos, lo que más impresiona a los viajeros que visitan el Pirineo vasco sea esa imagen de desierto, falsa por supuesto pero arraigada en una abundante literatura que se retroalimenta y sirve a la vez para la calificación negativa del territorio, como en el caso clásico en extremo del medieval Aymeric Picaud, quien lo asocia directamente con los dominios yermos de la corte infernal y campo de cacerías de sus desagradables habitantes.