290 Zenbakia 2005-02-25 / 2005-03-04
El Athletic de Bilbao ha acumulado a lo largo de su historia un brillante palmarés: ocho campeonatos y siete subcampeonatos de la Liga; veinticuatro campeonatos y once subcampeonatos de la Copa; un campeonato y un subcampeonato de la Supercopa de España; y por último un subcampeonato de la UEFA. Nacido en 1898 con el nombre de Athletic Club, se constituyó definitivamente el 5 de septiembre de 1901 y al año siguiente consiguió el primer campeonato de España, inaugurando de este modo la galería de galardones que jalonan la amplia trayectoria deportiva de este club. A este triunfo se sumaron los campeonatos de 1903 y 1904, este último sin que disputara partido alguno, debido a la incomparecencia de los contrarios, a los que también se añadieron los subcampeonatos de 1905 y 1906. En el Campeonato de España de 1910 el Athletic volvió a repetir triunfo en San Sebastián, frente al Vasconia Sporting Club, que era el nombre bajo el que jugó este campeonato la Real Sociedad.
Durante 1910 dos novedades surgieron en el seno del Athletic y de la Real Sociedad. El primero, vistió el 9 de enero de este año por primera vez la camiseta rojiblanca frente al Sporting de Irún. Mientras, 11 del mes siguiente, el Rey Alfonso XIII concedió a la nueva Sociedad de Fútbol de San Sebastián, constituida oficialmente el 7 de septiembre de 1909, el titulo de Real. Con estas variaciones, sendos equipos vascos acometieron el Campeonato de Copa de 1910, marcado por la escisión que tuvo lugar dentro de la Federación Española de Fútbol y en la que ambos clubes se mantuvieron en el grupo de los rebeldes, pasando a formar parte de la Unión de Clubes. Los prolegómenos del Campeonato de Copa de 1910
Luis Izeta. La nueva temporada futbolística 1909-1910 dio comienzo para el Athletic cuando el 22 de octubre de 1909 presentó la alineación provisional de los equipos que constituían sus filas. En principio, se organizaron cuatro teams, y se dejaba la posibilidad de que aquellos socios que no estuviesen incluidos en ellos, se presentaran en el campo o se dirigiesen al capitán, solicitando un puesto en los equipos que se irían formando. Todos estos jugadores eran completamente amateurs y dedicaban al fútbol el tiempo que sus actividades cotidianas se lo permitían. Se les solía convocar los domingos para que asistiesen al campo de Lamiaco, a las diez de la mañana o a las tres y media de la tarde, con el objeto de jugar dos partidos de entrenamiento. Fuera de los campeonatos oficiales se organizaban liguillas entre varios clubes, o partidos de ida y vuelta con otro equipo que les servían de entrenamiento ante futuras competiciones.
Así, por ejemplo, el 7 de noviembre de 1909 se celebró en San Sebastián un partido entre el Athletic-Club y el flamante equipo que bajo el nombre de Club Ciclista había ganado el Campeonato de Copa de ese año. Este equipo era la Sociedad de Fútbol de San Sebastián, que había nacido oficialmente el 7 de septiembre de 1909, después de separarse del Club Ciclista. El partido que jugaron el Athletic y la Real sirvió para que el primero presentara su nuevo equipo para la temporada, al mismo tiempo que el segundo inauguraba su nuevo campo de Ondarreta. El Athletic iba desentrenado, puesto que como consecuencia de las lluvias caídas, no habían podido jugar los partidos que tenía concertados. Además, los donostiarras tenían deseos de sacarse la espina que en los últimos encuentros con los bilbaínos se les clavó, siendo vencidos la primera vez por seis goals a cero y la segunda por tres a cero. Eso sí, el Athletic recordaba, que en sus buenos deseos de fomentar la afición al foot-ball, no intentaba defraudar ilusiones creando desengaños y apatías que matasen a este sport, tan solo por esta razón había accedido a los ruegos del club de San Sebastián de jugar en esta ciudad el partido, puesto que en justicia les correspondía a los donostiarras ir a Lamiaco. El Athletic se hizo con la victoria en este partido y empezó a acuñarse el término de los invencibles para referirse a sus jugadores. Hubo quejas por parte de los bilbaínos ante algunas irregularidades que surgieron durante el partido por parte de los donostiarras, a las que se sumaron silbidos y palabras deshonestas que desde las gradas se lanzaban contra el Athletic. Los ánimos entre ambas aficiones comenzaban a caldearse en previsión de futuros combates.
Nada más comenzar 1910, la afición bilbaína ya estaba pendiente de cuál sería el estado del equipo principal del Athletic para hacer frente al Campeonato de Copa de ese año. Con motivo del encuentro entre el equipo bilbaíno con el Racing de Irún, organizado a instancias de este club guipuzcoano y que era considerado uno de los mejores a nivel del España, los paisanos del Athletic tendrían la ocasión de presenciar la labor de su equipo para formarse un juicio que les permitiera augurar el papel del club en el Campeonato de España. Después de una falsa noticia de que el Racing de Irún se había echado atrás para la celebración del encuentro, y de que este partido se aplazase por culpa del temporal reinante, la tan ansiada confrontación tuvo lugar el 2 de febrero con la victoria del Athletic.
De modo alguno se podía augurar gracias a este resultado que el Athletic ganaría el Campeonato de España ese año, pero para los aficionados era una señal del buen papel que su equipo podría desempeñar en dicho evento futbolístico. Mientras tanto, el Athletic, en un afán de preparación ante esta competición, tenía comprometidas hasta su inicio todas las fechas con distintos clubes de fútbol federados y también con equipos combinados, como aquel que jugó con un team formado por los individuos de nacionalidad inglesa que pertenecían a los diferentes clubes vascos. El Campeonato de Copa
A finales del mes de enero de 1910 se anunciaba que en marzo se celebrarían los matchs del campeonato de foot-ball de España en la capital guipuzcoana, y según las noticias que se tenían, iba a ser un gran acontecimiento deportivo, tanto por la cantidad como por la calidad de los clubes que iban a concurrir. Llegaban datos de Madrid, Barcelona y Vitoria, ciudades donde el fútbol era de los deportes preferidos, y cuyos jugadores gozaban de justa fama. También se tenían noticias del empeño que todos los clubes habían tomado para presentarse en condiciones de vencer, con el objetivo llevarse la copa y para que se jugara en su ciudad el campeonato al año siguiente. Así pues, podía comprenderse los trabajos que todos los clubes realizaban para conseguir formar unos equipos fuertes de juego y bien entrenados.
Antes se celebraba el campeonato de Copa en Madrid, aunque el vencedor del año anterior fuese de provincias. Esto apagaba muchos entusiasmos y con ello venía el olvido y la falta de afición, y, por consiguiente, la debilidad de los clubes de fútbol. Éstos tan solo daba fe de vida una vez al año y en tales condiciones que aumentaban la apatía y los desengaños. Sin embargo, la modificación de las bases del reglamento del campeonato, en las que se establecía que el club vencedor sería el encargado de organizar la competición en la provincia a la que había representado, dieron nuevos ánimos a los jugadores y surgió un amor propio, que estaba dormido por la práctica imposibilidad de arrancar al club de la capital de España la organización del evento deportivo. Como consecuencia de este renacer, los clubes de fútbol afanaban en preparar un equipo que les permitiese abrigar las esperanzas de triunfar. Y en estas lides se encontraba el Athletic-Club de Bilbao, que no quería que dijesen de él que no hacía cuanto podía, ni tampoco deseaba cargar con culpas que eran de la afición en general por la falta de apoyo que ésta prestaba al equipo bilbaíno. Para la Junta directiva del Athletic, nada mejor para poner en forma al equipo que organizar una serie de matchs dentro y fuera de Bilbao, sin dejar día festivo sin compromiso futbolístico alguno. El lema era, a no dormirse y a trabajar de firme.
A comienzos del mes de febrero se iniciaron en Lamiaco los partidos de entrenamiento del campeonato y con tal fin se les convocó a todos los jugadores correspondientes a los cuatro primeros equipos del Athletic. Además se advirtió al resto de los socios que no estaban integrados en estos equipos, que también se habían preparado los pelotones necesarios para que pudieran seguir con su entrenamiento habitual. Nada de dedicarse en exclusiva al campeonato, había que mantener la afición a jugar también entre las bases del club.
El día 2 de marzo dieron comienzo en Irún los partidos para la eliminatoria del campeonato entre el Sporting Club y el Racing Club, ambos de esa ciudad y que se saldaron con la victoria del segundo. Terminada esta eliminatoria, correspondía jugar al Racing de Irún contra el Vasconia Sporting Club de San Sebastián, nombre adoptado por la Real Sociedad para poder tomar parte en el campeonato. La razón por la que la Real jugara bajo otro nombre, fue que el reglamento que regía los Campeonatos Oficiales establecía que aquellos clubes que querían tomar parte en los mismos debían de estar inscritos en el Registro Civil. La Real no estaba registrada, por lo que después de recabar el apoyo del Vasconia Sporting Club, se presentó con este nombre a la competición. Tanto el Racing como el Vasconia jugarían sus correspondientes partidos en el campo de Ondarreta de San Sebastián. El equipo donostiarra consiguió el triunfo, por lo que sería el representante de Guipúzcoa en esta competición.
Por otra parte, en Bilbao había mucha expectación por los partidos que se celebrarían en San Sebastián a partir del 19 de marzo y que decidirían al Campeón de Copa de la temporada. Es más, el interés era mayor ese año que los anteriores, por la tirantez que reinaba entre el equipo donostiarra y el bilbaíno. Era tremendo el entusiasmo con que se esperaba el partido que enfrentase a ambos equipos, si se tiene en cuenta los de San Sebastián eran los actuales campeones de la Copa y que el último encuentro entre ambos equipos se saldó con el resultado 11-0 a favor de los bilbaínos. El Athletic, deseoso de hacer mucho y bueno por su afición, entrenaba a sus jugadores y preparaba un equipo con deportistas todos ellos muy conocidos desde hace mucho tiempo por el público bilbaíno, La polémica surgió porque algunos de estos jugadores vivían fuera de la villa y sus ocupaciones no les permitían compartir tan frecuentemente como sus compañeros los entrenamientos. La prensa madrileña decía que estos componentes del Athletic no podían considerarse como propios al vivir, casualidad, en Madrid.
Para satisfacer a la hinchada, el equipo bilbaíno preparó un partido con el objeto de presentar la alineación que jugaría en San Sebastián. Ningún equipo mejor contra el que jugar que el Sporting de Irún, de amplia y sobrada reputación y uno de los más fuertes de España. El partido se jugó el 13 de marzo, con la presencia de la aristocracia de Bilbao, así como de muchísimas distinguidas señoritas, deseosas de aplaudir a los footballmens que representarían a Bilbao en la capital donostiarra. El Ferrocarril de Las Arenas puso trenes especiales que paraban en Lamiaco y la concurrencia estuvo muy animada, a pesar del mal tiempo y de que se cobró la entrada al partido para recaudar fondos con los que sufragar los gastos del campeonato. El eleven del Athletic dio pruebas de su buena preparación y la lucha resultó empeñadísima, dada la extraordinaria calidad de ambos equipos, quedando empatados a dos goles.
Se calculaba que con toda probabilidad el día 19 de marzo se celebraría el partido entre el Athletic de Bilbao y el Vasconia de San Sebastián, dentro del Campeonato de Copa que estaba teniendo lugar. El entusiasmo en la capital vizcaína era tal, que se solicitaba de la Compañía de los Ferrocarriles Vascongados que pusiese para ese día un tren especial a precios económicos, tal y como había hecho en otras ocasiones. Seguramente, el número de expedicionario sería elevado, con el consiguiente e indudable beneficio para la compañía ferroviaria.
El Athletic salió el 18 de marzo por la tarde hacia San Sebastián para tomar parte en el Campeonato de Copa. Sin embargo, en contra de lo que se esperaba, este evento no tuvo la brillantez de años anteriores, como consecuencia de la escisión que hubo en el seno de la Federación de Clubes Españoles. Se acusaba de esta ruptura a la indigna campaña llevada a cabo por elementos de esta entidad y, sin saberse muy bien porqué, la cosa fue que en un principio no concurrían al campeonato de San Sebastián los equipos de Madrid, Barcelona y Vigo. Tan solo entrarían en liza por la Copa, el Coruña, el San Sebastián y el Bilbao. A pesar de su negativa inicial a tomar parte del campeonato, el Madrid acudió a la competición, mientras que el Coruña a última hora renunció a presentarse debido a dificultades imposibles de vencer.
Por lo tanto, se varió el orden en que se tenían previsto jugar los partidos y, después de un sorteo, el primero de los encuentros finales del Campeonato de España de Copa tuvo lugar el 19 de marzo entre el Madrid (campeón en 1905, 1906, 1907 y 1908) y el Bilbao (campeón en 1903 y 1904). La comisión organizadora pidió a un equipo inglés, con el que tenía apalabrado un partido, que le mandara para este encuentro y los que quedaban del campeonato, a uno de sus jugadores como referée, es decir, juez de campo, o árbitro como se les llama hoy día. Esta petición no pudo ser atendida, por lo que entonces se solicitó a la Federación Francesa que enviase un árbitro oficial. Los franceses accedieron y, por las referencias que se tenía, el designado reunía todas las condiciones necesarias y deseadas. Los precios del partido fueron: silla o tribuna, 3 pesetas; delantera de entrada general (asiento numerado), 1,50 pesetas; y entrada general, 1 peseta. El Athletic de Bilbao salio victorioso, se elogió mucho a este equipo y tampoco se regateaban alabanzas a los madrileños, que habían luchado en condiciones desfavorables, puesto que algunos jugadores habían llegado a San Sebastián dos horas antes de comenzar el partido. Al día siguiente jugarían la final el Bilbao y el San Sebastián, siendo verdaderamente enorme el interés que despertaba esa prueba.
Los de la Real Sociedad jugaron bajo el nombre Vasconia Sporting Club de San Sebastián contra el Athletic Club de Bilbao. Se pedía prudencia y serenidad tanto a los seguidores de uno como de otro equipo, lo mismo al público de preferencia como a los de la general. La constitución de los equipos era la siguiente: por Bilbao, Astorchía, Amann, Arsuaga, Grahan, Cammeron, Belauste, Hurtado, Iza, Burns, Veitch e Iceta; por el Vasconia, Bea, Arrillaga, Pérez, Irureta, Goitisolo, Echevarría, Saura, Lacort, Mac Guinness, Simmons y Prast. Llama la atención la presencia de jugadores ingleses en ambos equipos, sin que esto motivase comentario alguno por parte de las autoridades futbolísticas.
La tarde era completamente desapacible, fría y con un viento que dificultaba los movimientos a los jugadores. Además de las inclemencias del tiempo, el capitán del Athletic andaba bastante molesto por la actitud que parte del público tuvo para con el equipo de Bilbao durante el partido del día anterior con el Madrid, hasta el punto de llegar a negarse a jugar la final. Convencido por sus compañeros, accedió a tomar parte del partido. Después de un duro encuentro en el que ambos equipos se emplearon al límite de su resistencia, los bilbaínos salieron victoriosos con dos goles a cero sobre el Vasconia. Era unánime la opinión de que el Bilbao fue superior en todo momento ante el equipo donostiarra que acusó de falta de combinación entre sus forwards, a pesar de sus esfuerzos por igualar el marcador. Al finalizar el partido se produjo un conato de manifestación por parte de la afición donostiarra ante lo que se consideró un abuso por parte de los bilbaínos, ya que con motivo de los incidentes surgidos durante el partido con el Madrid, los jugadores del Athletic solicitaron del Gobernador Civil de Vizcaya protección para el partido del día siguiente. Éste a su vez, le transmitió la petición a su homónimo guipuzcoano, quien dispuso el envío de la Guardia Civil, a los que se unieron los miqueletes y la policía, sin que durante la final de campeonato tuviera lugar incidente alguno. Hubo algún conato de algarada contra los de Bilbao a la salida del encuentro, pero ante la aparición de los civiles, todo intento de manifestación quedó conjurado. Desde la prensa guipuzcoana se censuraba tanto la actitud de los bilbaínos, como la parcialidad del público donostiarra. Ante todo, el fútbol era un juego y sin parcialidad, los juegos dejaban de serlo para convertirse en vulgares motivos de odios y de discordia.
A pesar de estos sucesos aislados, buena prueba de la sana avenencia entre el Athletic y la Real fue el banquete que la noche de la final tuvo lugar para hacer entrega de la copa al equipo ganador. Los brindis con los que acabó la cena fueron una elocuente muestra del respeto mutuo que se tenían ambos equipos como camaradas de lucha y como hijos de un pueblo hermano. El entusiasta recibimiento del Athletic
El triunfo obtenido por el Athletic en San Sebastián despertó gran entusiasmo en Bilbao, especialmente entre los jóvenes y los amantes de los deportes. Todas las Sociedades de la villa prestaron su ayuda para que el recibimiento al flamante campeón de la Copa resultara brillante. El día 21, a la espera de la llegada del equipo a Bilbao, la villa se engalanó y en el Arenal se disparaban numerosos cohetes. Unas sociedades izaron las banderas, mientras que otras, colocaron colgaduras e iluminaciones. El equipo bilbaíno, se encontró a su llegada con el andén de los Ferrocarriles Vascongados abarrotado de gente. Al entrar el tren en la estación, la Banda de música de Garellano tocó un pasodoble y fueron encendidas antorchas. Cuando se apearon los jugadores, resonó una nutrida salva de aplausos, agitando los asistentes los sombreros y las gorras vitoreando al Athletic. El capitán del equipo abrió el estuche donde se guardaba la copa y mostrando el codiciado trofeo, lo llevó hasta la puerta de salida.
Poco después se puso en marcha la comitiva. En primer lugar abría paso un gran cartelón que decía ¡Viva el Athletic!, le seguía otro en el que se podía leer ¡Vivan los campeones! ¡Viva Bilbao, Aurrerá! Avanzaba detrás la Banda de música de Garellano, siguiéndola tres vehículos donde iban los campeones. En el primero, se llevaba la copa al descubierto para que todos los bilbaínos pudiesen verla y los tres coches iban rodeados por jóvenes de distinguidas familias bilbaínas, que llevaban antorchas encendidas. En todo el trayecto de Achuri a la Plaza del Mercado había numeroso público que aclamaba a los campeones. En la Juventud Vasca y Centro Vasco les saludaron con las banderas; a la puerta de El Sitio, un grupo de socios aplaudió; en la plazuela del Arriaga, llena hasta rebosar de gente, se detuvieron los coches, la Banda de Garellano tocó de nuevo y desde los balcones atestados se aplaudía y vitoreaba a los invencibles. Continuó la comitiva por el puente del Arenal y la Plaza Circular hasta la Gran Vía. Todo el trayecto hasta la calle de Rodríguez Arias, donde se hallaba la sede de la Federación Atlética que había prestado sus locales al Athletic para la conmemoración, fue una continua ovación. Cuando llegó la comitiva a la Federación, fue saludada con la bandera; después el capitán del equipo sacó la copa al mirador, siendo aclamado, y dando las gracias por el recibimiento dispensado, lanzó vivas a Bilbao, a la Federación Atlética y al Athletic. Con esto se dio por terminado un recibimiento como no se había conocido otro antes en Bilbao y al retirarse los jugadores hacia sus domicilios, fueron acompañados por sus amigos y compañeros del club. Para responder a la afición, el Athletic organizó un partido con el Sportivo del Astillero de Santander, en el que el equipo bilbaíno contaba con la misma alineación que jugó la final del campeonato de Copa. Con la victoria a favor del Athletic siete a cero, ante una nutrida concurrencia, se puso punto final al periplo del Campeonato de Copa de 1910.