27 Zenbakia 1999-03-26 / 1999-04-09

Gaiak

Vicente Goicoechea Errazti

SALABERRI, Sabin

VICENTE GOICOECHEA ERRAzTI Vicente Goicoechea Errazti Sabin Salaberri En 1890, cuando Vicente Goicoechea tomó posesión del cargo de maestro de la Capilla de la Catedral Metropolitana de Valladolid, la música del culto católico atravesaba un momento crítico. Marginada por los autores más relevantes, la música sagrada había caído en manos de profesionales de escasa solvencia o de diletantes sin formación alguna. El canto que se interpretaba en los templos se caracterizaba por el mal gusto y la baja calidad: "Juegos, gorjeos, insulsas repeticiones, cortes violentos, tremenda confusión, reminiscencias de óperas bufas hasta en los mometos más solemnes de los sagrados ministerios, ese era todo el bagaje musical de aquella infortunada época"( Marchedresan, A; La obra de Pío X en la restauración de la Música Sagrada. En "Música Sacro Hispana", junio de 1911, p.87). Desde su atril de la catedral de Valladolid, Goicoechea inició una honda labor de reforma, que tendría una amplia repercusión en todo el territorio peninsular. Sigue de cerca los movimientos restauradores de Solesmes y Ratisbona. Adquiere una valiosa biblioteca musical con las más recientes ediciones de los grandes autores de la polifonía clásica. No sin oposición, con calma y modestia pero con una tenacidad indomable, va introduciendo importantes modificaciones en el repertorio de la catedral, sustituyendo las irrelevantes obras de los autores en boga (García, Prado, Calahorra, etc.) por composiciones sólidas de grandes autores del XVI (Morales, Palestrina y Victoria) y del XIX (Eslava y Gounod). "Eran contados los casos de capillas y agrupaciones corales que ejecutaban estas obras" (Otaño, N: En Pensamiento Alavés, 3.8.1954) Considera de suma importancia la formación de responsables parroquiales, por lo que asume la instrucción musical del seminario, en el que crea una "Schola Cantorum" y establece la enseñanza del Canto Gregoriano y de la polifonía clásica, cosa entonces absolutamente inusual. Trabaja ademáscon los alumnos de la universidad vallisoletana, creando un orfeón con los estudiantes "vasco navarros". El más importante campo de actuación de Goicoechea es el de la creación. Lo era ya anteriormente. Pero en estos momentos comprueba la necesidad de un nuevo repertorio, musicalmente sólido y estilísticamente moderno. El año 1890 es decisivo en su actividad creadora: marca el paso de su época juvenil de los "Gozos" (había compuesto varios "Gozos" a diversos santos) a un periodo de mayor reflexión y madurez. Se confirma la personalidad artística del autor; se perfila cada vez con mayor nitidez su ideal en música sagrada. Las obras de Goicoechea se adelantaron más de diez años a la reforma de San Pío X. De estas fechas, anteriores a la restauración del "Papa Sarto" datan tres preciosas composiciones para la Navidad: los "Maitines", las "Kalendas" y los "Responsorias". Compuso también varios moteles: "O Cor, amoris víctima", "Ave, verum Corpus", "Tantum ergo" en Sol, etc. Con el paso del siglo se afirma la trayectoria de Goicoechea. Ya no se siente sólo en su trabajo de depuración; son muchas las voces que secundan la suya. Entre 1902 y 1904 compuso sus obras más celebradas: "Oremus pro Pontífice", que más tarde transformará en su popular "Ave María"; el salmo "Credidi", conocido en su versión del cántico "Benedictus"; su célebre "Misa en honor de la Inmaculada Concepción"; el grandioso salmo "Miserere" y el sentido responsorio "Christus factus est". También en este periodo compuso "la Nona", aunque la retocó y modificó más tarde. Llega así una fecha clave, 1904, año en el que San Pío X, recientemente consagrado Papa, publicó su célebre "Motu Proprio", estableciendo las bases para una radical forma de la música sagrada. Goicoechea llevaba 14 años empeñado en esta labor: se había adelantado al documento pontificio tanto en sus composiciones como en su labor pedagógica. Gozaba ya de gran prestigio y Valladolid se había convertido en el cenáculo musical del que irradiabatodo movimiento renovador de la iglesia española. Con Goicoechea colaboraban ya la sinfonista y el autor de óperas Vicente Arregui. Pronto se les unieron jóvenes de sólida formación: Nemesio Otaño, Julio Valdés, Marcelino Villalba, José M. Olaizola, Gaspar de Arabaolaza etc. En estrecha unión con estos maestros trabajarían sus amigos Francisco Pérez de Viñaspe, José Mª Vírgala etc.. Las ideas de este círculo reformista cuajaron en el primer Congreso de música Sagrada, celebrado en Valladolid en abril de 1907. El P.Nemesio Otaño llevó la voz cantante del congreso, pero a su lado, silencioso y eficaz, se movía constantemente el verdadero motor del movimiento: Vicente Goicoechea. Se decidió aplicar a nivel nacional lo que Goicoechea venía cumpliendo en Valladolid desde 1890. Destacó la asistencia de músicos vascos, atraídos, sin duda, por las figuras preeminentes de Goicoechea y Otaño. Como vehículo de estas inquietudes se fundó la revista "Música Sacro Hispana", que comenzó editándose en Valladolid, para trasladarse después su redacción a Bilbao y a Vitoria; "la paternidad de su nombre se debía al insigne maestro don Vicente Goicoechea. La humildad de aquel músico excelente no le permitió escribir en nuestra revista más que el título. Pero él supo dirigirla y encauzarla por los senderos del verdadero arte religioso español, con sus continuos consejos y sabias orientaciones. Él fue hasta su muerte el mejor censor de cada número" ("Música Sacro Hispana", agosto de 1907, p.72; abril de 1911, p.65). La reforma encontró muchas reticencias en el País Vasco. Nuestros coros tenían una reconocida calidad artística y técnica, pero su repertorio era, por lo general, detestable. Se resistían a modificar su trayectoria: a los coros populares les cuesta mucho tiempo y esfuerzo adquirir un repertorio y estilo, de ahí su resistencia a cambiarlos. Gracias al tesón de los convencidos, el ambiente fue adquiriendo poco a poco otro cariz, aunque la inercia fue grande. Fueron muchos los compositoresvascos que participaron en el primer tramo de aquella reforma religiosa. "Hace ya dos lustros que un mes tras otro van apareciendo bellas páginas de religioso..en el clasicismo impera Valdés. En lo escogido de la melodía se distinguen Urteaga y Beobide; campean en la sobriedad. M. Rodríguez (organista de Valmaseda) y Mocoroa. Notables son el herir las fibras del sentimiento los PP San Sebastián (Aita Donostia) e Iruarrizaga, los maestros Tafall, Iraizoz y Ugarte y los maestros catalanes Lambert, Sacho Marrado, Cumellas, Rodamilans y Romeu. Alguna vez nos ha honrado el insigne maestro Guridi. Ahora empiezan los jóvenes Usabiaga y Almandoz" (Benito, M, de; Orientaciones, Teoría y práctica. En "Música Sacro Hispana", septiembre de 1917, p.139) A partir del congreso de música de Valladolid, Goicoechea considera cumplidos sus objetivos y concluida su carrera. Sus discípulos han alcanzado la mayoría de edad. Él se escuda en un modesto segundo plano, aunque todavía colaborará activamente en la organización de los congresos de Sevilla y de Barcelona. Su salud es delicada. Sin perder contacto con sus "hijos espirituales en el arte", lleva una vida retirada. pero sigue trabajando: de su inspiración van brotando la "Salve Regina" en honor de Andra Mari de Ibabe, varias Misas "a capella" para Adviento y Cuaresma, la versión definitiva de la "Nona" para el oficio de la Ascensión; y diversos motetes. en plena madurez personal y artística, vuelca los ojos hacia J.S. Bach, cuya influencia es notoria en el "Te Deum". De sus últimos años son la lamentación "Cogitavi" y la "Misa de Requiem". Goicoechea goza de gran prestigio en la crítica especializada. "La crítica de todos los países está conforme en que las obras del Maestro Goicoechea son dignas de toda alabanza y que en ellas se encuentra todo lo que la música religiosa exige". ("Música Sacro Hispana", noviembre de 1909, p.53)."No sé que se haya escrito todavía una "Salve" más sencilla y más hermosa que ésta que nos acaba de ofrecerel maestro Goicoechea" ("Música Sacro Hispana", diciembre de 1909, p.65). "El "Miserere" de Goicoechea...basta por sí sólo para hacer célebre a su autor"( Corresponsal: Semana Santa en Vitoria en la S.I Catedral. en "Música Sacro Hispana", mayo de 1910, p.124). "El "Miserere" de Goicoechea es la obra más sólida que en estos años, en su género se ha escrito" ("Música Sacro Hispana", febrero de 1913, p.98). "El "Te Deum" es la obra religiosa más importante que se habrá escrito hasta el presente en el mundo" (Olaizola, J.M: "Madurez artística..."en "Tesoro Sacro musical", n.3, 1954, p.60). "Con cuanta razón el violinista Manén tan celebrado universalmente, dice de la "Misa de la Inmaculada Concepción", que es la única misa que le ha convencido" (El Rvdo.P. Otaño nos habla de D.Vicente Goicoechea, en "Pensamiento Alavés", 29.6.1954, p.8) "No obstante su constante empeño en esconderse en el atril", Vicente Goicoechea fue un jefe y un maestro. Un jefe humilde y un maestro callado, "más cuidadoso de ser que de parecer". Fue un hombre que ocultaba un espíritu inmenso bajo una apariencia modesta. Sentía mucho y hablaba poco. Sentía calor de su tierra vasca, que no dejaba de visitar cada verano; y la austeridad del paisaje castellano, que contemplaba a diario. De hondo convencimiento religioso, sentía con la misma profundidad la inmensidad del mundo sonoro; y sabía transcribir ambos sentimientos en el pentagrama. Apreciaba y derrochaba, además, el maravilloso don del afecto y la amistad. Hablaba poco porque no poseía una palabra capaz de expresar el insondable contenido de su mundo interior; quizá le frenaba el pudor de las gentes de su país natal. Tampoco necesitaba hablar mucho: su persona, su conducta, su obra, constituyen un discurso elocuente y exuberante, suficiente para descubrir su talante humano, artístico y religioso. Sabin Salaberri, profesor del Conservatorio de Vitoria