241 Zenbakia 2004-02-06 / 2004-02-13

Gaiak

Un posible origen de la txalaparta

AGUIRRE SORONDO, Antxon

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2004/02/06-13 Un posible origen de la txalaparta Antxon Aguirre Sorondo PRESENTACIÓN

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a TXALAPARTA es un elemento musical de percusión de la familia de la tobera y la kirikoketa. No se conoce su origen y por ende las teorías sobre su nacimiento son muchas, variadas y diversas: desde instrumento para llamarse entre caseríos, hasta sistema para avisar la apertura de las sidrerías, y otras más. Txalaparta. Fot. Víctor Charola.

La txalaparta se compone de una serie de tablas (generalmente dos) colocadas horizontalmente sobre unos elementos aislantes (antaño cestos sobre restos de las barbas del maíz), que al ser golpeadas con palos producen una serie de sonidos, generalmente sincopados. Su semejanza con otros elementos de percusión es evidente.

Como hemos dicho, el origen de la txalaparta está aureolado de leyendas, pero ayuno de testimonios históricos. Una de las hipótesis explica que nació en las sidrerías de la cuenca del Urumea, en Gipuzkoa, cuando algún sagardozale tuvo la ocurrencia de palotear sobre las tablas del lagar.

Dicen los txalapartaris que el sonido de los pequeños palos de fresno (makilak) percutiendo sobre las planchas de maderas, puede llegar a oírse en un radio de 5 km.

En esta misma revista, en su número nº 156 explicábamos cómo se fabrica hoy en día una txalaparta.

Pero retomando nuestra línea argumental nos preguntamos ¿cual fue el origen de la txalaparta?.

Uno de los musicólogos más entendidos en nuestro folklore popular Juan Mari Beltrán Argiñeta, decía (Euskonews nº 220):

“Aparece relacionada con dos tipos de actividad diferente: las celebraciones de finalización de los trabajos comunitarios (auzolan) y de boda, pero siempre dentro de un ambiente festivo”.

Otros creen que la txalaparta es un instrumento-musical relacionado con el trabajo, al igual que lo puede ser la tobera, emparentándola con los “bastones de ritmo” y los “pateadores”. Como comparación mencionan los bastones de ritmo malayos-polinesios. Mi teoría es que en el origen la txalaparta fue un elemento para avisar, para llamar, para enviar un mensaje.

Desde el año 1988 vengo realizando una encuesta etnográfica en Hondarribia sobre la vida tradicional de esta población, de acuerdo al programa ETNIKER de Euskal Herria. En el año 2003 el tema que abordé fue el de la pesca. Para ello entrevisté a diversos pescadores jubilados.

En una de estas entrevistas me comentaron que antaño los patrones iban de madrugada de casa en casa y desde la calle les gritaban a sus hombres que bajaran para salir a la pesca. Dos de mis informantes me indicaron que ellos habían oído que los patrones, antiguamente, para llamar a la mar a los que vivían en los caseríos (ya que eran labradores que cuando había faena salían a la mar), usaban la txalaparta. Cada persona tenía un toque, de forma que según cómo se tocaba sabían a quién avisaban. Otro de los que encuestados oyó esto mismo de boca de su padre Pedro Echeverría, fallecido con 63 años en 1976.

Esto me ha hecho reflexionar sobre el tema y presento aquí mis argumentos. ANTROPOLOGÍA DEL SONIDO Txalaparta en Pamplona, en las fiestas de San Fermín. Fot. G. E. Z.-1993.

El uso de golpear una superficie para avisar está aún en vigor en muchas culturas. Así tenemos en gran parte de Asia los gongs que llaman a la oración, conviviendo con el golpear a una campana para el mismo fin. Hemos visto gong de oración en Viet Nam, Myanmar, Camboya, Japón, China........ Campanas de oración en templos budistas de Tibet, hinduistas dedicados a Shiva en la India, o jansenistas de Japón, todo ello sin entrar en el mundo creencial cristiano (ver Euskonews nº 10)

En la plaza central o Plaza Dubar del pueblo de Bhakta Pur en Nepal donde se levanta el Palacio de las Cincuenta y Cinco ventanas, que es el Palacio Real, se encuentra el Templo de Batsala coronado por una enorme campana que se hace sonar todas las tardes para llamar a los fieles a la oración a la diosa Taleju.

En la India en los templos dedicados a Shiva, los devotos que acuden a pedir alguna gracia golpean la campana de entrada (según dicen para avisar a Shiva de su presencia) y proceden a realizar sus ofrendas y oraciones. Por eso a la entrada de todos los templos hay una campana.

En la visita a las ruinas de Anau (Turkmenistán) me contaron la siguiente leyenda. Dicen que existía en el centro de esta población una campana. Cuando había un peligro, o alguien necesitaba ayuda tocaba la campana. Una noche sonó la campana y cuando los vecinos con hachas y hoces acudieron a ver que pasaba encontraron a un dragón que señalaba insistentemente la montaña. Le siguieron y allí encontraron a otro dragón que se había tragado a un chivo y sus cuernos se le habían atravesado en el cuello y le hacían mucho daño. Los del pueblo le ayudaron y así salvaron al dragón. Al día siguiente volvió a sonar la campana y cuando salieron los vecinos encontraron a los dos dragones que les traían regalos de joyas y piedras preciosas. Con el dinero que con ello obtuvieron se construyó una mezquita y en recuerdo a los dos dragones se les dibujó en la fachada. Y es que efectivamente, y es lo que nos interesa en este caso, en muchos lugares de Asia hemos visto un hierro colgando en el centro del poblado. Cuando hay un peligro (fuego, un ladrón, etc.) el primero que se da cuenta toca este elemento (hace sonido en él) acudiendo entonces rápidamente toda la población. Se toca para avisar de un peligro.

En un entierro al que asistí en el pueblo de Twunte en Myanmar (antes Birmania) iniciaban el cortejo dos hombres que portaban una placa de bronce a modo de gong colgada de una caña de bambú. Era golpeada periódicamente con un martillo de madera, por el portador trasero, avisando a todo el pueblo del paso del entierro. Luego continuaban los sacerdotes budistas en fila, y a continuación de igual forma unas monjas, luego el féretro, portado por un buen grupo de jóvenes del pueblo y tras él la viuda, familiares y vecinos, ya sin orden alguno.

Pero acerquémonos más al tema de nuestro estudio. En Irán las puertas de las casas antiguas tenían dos aldabas: una aldaba “macho” de forma fálica y otra en forma redonda que es hembra. La aldaba macho tiene además un sonido mucho más grave que el de hembra. Cuando alguien tocaba la puerta tenía que llamar en la aldaba correspondiente a su sexo, de forma que si quien tocaba era varón le abría la puerta un varón y las mujeres de la casa se retiraban a la intimidad de la casa, y si era mujer le podía abrir alguna fémina de la casa. Se usaban las aldabas para llamar y a la vez indicar quién llamaba. Txalaparta en Pamplona, en las fiestas de San Fermín. Fot. G. E. Z.-1993.

Como curiosidad indicaremos que los actuales repartidores de botellas de butano en Egipto lo hacen en carritos tirados por burros y van constantemente golpeando con una llave una de las bombonas vacías. Este sonido (¡clin, clin, clin!) es indicativo para comerciantes y vecinos que pasa el butanero y recordamos al afilador, al mielero y demás vendedores ambulantes de nuestra zona.

Pero lo más semejante a nuestra txalaparta en el simondro que usan en las iglesias ortodoxas griegas. Cuando visité en templo de Agios Nikolao en Chipre en donde viven una docena de monjas, vi junto a la puerta una barra de hierro y otra de madera, colocadas horizontalmente, con sus correspondientes martillos, que les sirve para llamar a la comunidad a la oración. A estos elementos les llaman simondro. Nos dijo la monja encargada del simondro cómo ellas tienen varios tipos de toques o melodías, con distinto significado para la comunidad y nos mostró algunos. Por otra parte si se golpea sobre madera da un sonido distinto que si lo hace sobre la de hierro, con lo que las posibilidades de enviar mensajes distintos son infinitas. Estos simondros también los hemos visto en otros templos de Grecia. CONCLUSIONES

Según mi teoría nuestra txalaparta fue un instrumento para avisar a los pescadores y pasó en un momento determinado a ser usada como instrumento musical, al igual que ocurrió con otros elementos, recuérdese por ejemplo la botella de anís el Mono, el uso de las conchas marinas, o incluso de las cucharas en la música popular.

La pervivencia del uso de la txalaparta para avisar a los pescadores, fue en su momento un elemento constantemente repetido, y por ello pervivió. Ugarte anaiak en el Almadía Eguna de Burgui, 4-05-2002. Foto Gartxot Allende .

¿Y porqué no se usó la txalaparta como elemento para llamar a la oración como el simondro?. No lo hizo porque cuando entró el cristianismo entre nosotros ya estaba extendido el uso de la campana, elemento de bronce (caro) propio para el culto, aunque también lo hemos visto en barcos, trenes, y coches de bomberos. Si nos fijamos, curiosamente todos estos usos de la campana (fuera de los religiosos) son por motivos graves, de alarma o peligro. BIBLIOGRAFIA Aguirre Sorondo, Antxon. Usos y creencias mágicas en Euskal Herria de las campanas, campanillas y cencerros. II Congreso Mundial Vasco. Eusko Ikaskuntza. San Sebastián. 1988. Aguirre Sorondo, Antxon. Las campanas en la vida de las comunidades religiosas femeninas en Gipuzkoa. Eusko Ikaskuntza. San Sebastián. 1995. Aguirre Sorondo, Antxon. Las campanas, Euskonews. nº 10. 1998. Arozamena Ayala, Ainhoa. voz Txalaparta. Diccionario Enciclopédico Vasco Auñamendi. Tomo XLVIII. Editorial Auñamendi. San Sebastián. 1998. p. 86. Beltran, Juan Mari. Lan erritmoetatik musikara. Jentibaratz. Cuaderno de Folklore de Eusko Ikakuntza. nº 7. San Sebastián. 2001. p. 119-155. Beltran, Juan Mari. La txalaparta. Revista electrónica Euskonews nº 220. Eusko Ikaskuntza / Sociedad de Estudios Vascos. San Sebastián.28.07.03. Beltran, Juan Mari. Soinutresnak euskal herri musikan. Orain, S.A. San Sebastián. 1996.

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