193 Zenbakia 2002-12-20 / 2003-01-10

Elkarrizketa

Juan Carlos Eguillor: "A los jubilados les gusta el actual Bilbao, a mí no"

DIAZ DE MENDIBIL, Ismael

Entrevista: Juan Carlos Eguillor Juan Carlos Eguillor, dibujante "A los jubilados les gusta el actual Bilbao, a mí no" * Ismael Diaz de Mendibil Quedamos en el Ercilla, en pleno centro de Bilbao. Una buena ubicación desde la que pudimos observar los cambios experimentados por aquella ciudad que un día fué industrial, y que hoy compagina empresa y servicios con el ocio. Nuestro protagonista llegó puntual a la cita del Ercilla. Allí nos habló de sus proyectos, de su pasado alocado, de "Euskadi Sioux", de sus dibujos, de sus ilustraciones, de su humor particular e intransferible... Todo mirando a Bilbao, fuente de su inspiración, pero no el Bilbao actual que "me amuerma", sino aquel Bilbao industrial, cercano en el tiempo, olvidado para muchos, pero no para "el eterno dibujante de Bilbao", que es como se define Juan Carlos Eguillor ¿Quién es Juan Carlos Eguillor? Es una pregunta demasiado profunda para responderla adecuadamente. ¿Quién soy yo? Por encima de todo soy dibujante, soy el eterno dibujante bilbaíno, nacido en San Sebastián. Estudió periodismo, pero lo dejó por los lápices y sus trazos. Empecé a dibujar, y tuve mucha suerte. Dibujé en las mejores publicaciones, como eran "Triunfo", la revista "progre" por excelencia, o en el Correo Español. No estaba bien pagado como ahora, pero me hacía sentir una independencia indescriptible. Y en su dibujo, ¿qué papel ocupa el humor? Cómo te podría contestar, si está desapareciendo el humor en lo que hago. Me gustaría recuperar la espontaneidad que tuve antaño. Voy a intentar poner un ejemplo de lo que supone hacer humor, ahora y aquí. Muchos recordarán "Euskadi Sioux". Era una revista que se hizo en 1979, en un momento político, histórico, cultural, social... muy importante. Eran momentos muy boyantes, porque se pensaba que íbamos a construir un país para todo el mundo. Había muchísima energía y gente trabajando en la publicación como Bernardo Atxaga, Ivan Zulueta o Ameztoy. Allí estábamos los modernos, los progresde la época. Hace año y medio recuperamos aquella iniciativa con una exposición, y algunos me dijeron: ¿Por qué no recuperáis "Euskadi Sioux"? Le dí alguna vuelta a aquella proposición, pero me di cuenta que sería imposible hacerlo ahora, porque no obtendríamos ningún tipo de respuesta por parte de la sociedad. No tendríamos lectores. Fue una época muy buena con espectáculos provocadores de Karraka, la Otxoa... Ha pasado algo desde entonces, ahora la gente no sería capaz de reírse de cosas de las que nos reíamos en el 79. Como se suele decir, el horno no está para bollos. ¿Y usted cree que se pueden hacer chistes de algo tan serio y preocupante como la realidad de Euskadi? Yo creo que sí, porque el humor también desdramatiza. Todos los temas se deben poder tocar con el humor. Por muy negra y terrible que sea la situación, siempre hay que tener algo de esperanza. Sin embargo, en Euskadi parece que estamos en una agonía constante. ¿Este es un país excesivamente complicado o maravillosamente plural? Si no fuera tan complicado sería maravilloso. Lo maravilloso aquí se une a lo dramático, y eso es malo. En la época de la transición se percibía en la calle que la política era también algo de fiesta, se entremezclaban. Hoy en día, la política se mezcla con el ritual, la manifestación, el entierro... Había antes un espíritu más libre. De hecho, en breve dejaré Bilbao y volveré a Madrid, ya que quiero recuperar allí mis trabajos en el campo de la realidad virtual. Prefiero recrear la realidad virtual a tener que trabajar con la realidad cotidiana de aquí. Yo también me he quedado anclado en el pasado, en el Bilbao industrial, en el Bilbao de las chimeneas, donde hoy nos encontramos con el Guggenheim. Era un Bilbao duro y dramático, pero bello. Antes nos daba el ejemplo de "Euskadi Sioux", pero refrésquenos un poco más la memoria. Era un movimiento cercano a Euskadiko Ezkerra. No queríamos tomarnos en serio todo los que nos venía encima. Yo siempre he dicho que deberíamoshaber escrito un libro con el título "Cuando éramos abertzales", porque no éramos para nada patrióticos. Reflejaba el aspecto de fiesta que tenía entonces la política. Es más, la gente que venía de fuera se quedaba gratamente sorprendida de la vitalidad que transmitíamos aquí. Lo peor es que ahora no existe ninguna posibilidad colectiva de recuperar aquella espontaneidad e iniciativas. Aquello era una provocación, y te das cuenta que la sociedad actual no podría soportarlo. En su opinión, ¿hay que reírse de los políticos? Por supuesto, y hay que machacarlos, como nos machacan ellos. Lo suyo es la retórica del ataque, con lo que quiero pensar que cada día se alejan más de la sociedad. No sé si son estrategias de jugar al mus o al ajedrez, pero todas ellas son incendiarias. Para nuestra desgracia, aquí el debate político oculta todo, tapa muchas cosas, las del día a día, y al fin y al cabo, las más importantes. Con esta forma de hacer política, los políticos han agotado a la sociedad vasca. ¿Tenía y tiene amigos de muy diferentes ideologías? Sí. Me veo menos con alguna gente, pero tengo amigos muy diversos, aunque debo reconocer que cada vez es más complicado. Yo estoy con mucha gente que está amenazada y con guardaespaldas, pero hablamos con libertad. Eso sí, algunos de esos amigos tienen miedo, piensan que les pueden decir algo, o sencillamente, están tan agobiados que ya no entienden nada. Yo, en ese sentido, tengo la suerte de no encontrarme limitado. Es terrible, cuando estás con amigos, y percibes que hay cantidad de silencios y omisiones. Te callas por el otro, no por tí, cuando lo más higiénico es hablar, sin lugar a dudas. Cambiamos de registro. Dibujante, pionero en el arte multimedia en Euskadi, ilustrador infantil... Usted ha hecho un poco de todo. Aunque parezca lo contrario, las historias para mayores y los cuentos infantiles no son tan diferentes. Para mí ha sido muy grata la experiencia con los niños, ver su reacciones, conocer sus interpretaciones...,y es que los niños tienen mucha espontaneidad. Por lo que no es conocido es por ser caricaturista. Lo mío no es la caricatura. Si hago un esfuerzo, puedo hacer un dibujo que se parezca a determinada persona, pero no soy buen caricaturista. Pesco mejor en lo que dice el personaje que en lo que hace. Mi fuerte ha sido el humor coloquial. Los mejores chistes que he hecho siempre han sido basados en frases que he oído a alguien. Más que chistoso, soy irónico y maligno. Por cierto, ya llevamos un tiempo charlando, pero no le he preguntado algo importante. Ahí va: ¿De dónde es Juan Carlos Eguillor? Mire, el sábado pasado estuve en Donosti. Voy por allí, conozco a un montón de gente... pero no me quedo a vivir allí, de ninguna de las maneras. Prefiero Bilbao, y sobre todo el Bilbao que fué. ¿No le gusta el actual Bilbao? A mí no, a los jubilados sí, y yo todavía no quiero ser jubilado. Yo idealizo Bilbao, porque lo puedo hacer dibujando. Ahora mismo a mí Bilbao me amuerma, y muchas veces termino mirando escaparates por la Gran Vía. Igual, la edad tiene que ver algo con todo esto. Para mí el Bilbao de antes tenía más estímulos. Es una ciudad cada vez más satisfecha de si misma, la gente sólo te habla de lo bien que vive... Antes ni era tan limpia ni ordenada, pero era mucho más divertida. No hace falta que me lo recuerde, ya sé que soy un nostálgico. Las ciudades caóticas tienen más vida. Recuerdo un viaje que hice por los Estados Unidos en autobús durante cuatro meses. Cuando volvía de California, me di cuenta que algo me faltaba, algo echaba en falta. ¿Y qué era? La basura que se ve en cualquier rincón de Nueva York. La basura es vitalidad, es humanidad... ¿Y cómo es su Bilbao ideal? Mi Bilbao ideal es una ciudad en la que todo es posible, el horror y la maravilla. Todo el Universo en una ciudad, en Bilbao. A pesar de los políticos y su escepticismo, siempre tengo ideas para desarrollar en Bilbao, pero se quedan en eso, en ideas o en proyectos sobre un papel. Porejemplo, yo en la Alhóndiga haría una fábrica de libros, con chimeneas de donde saldrían letras. Un museo virtual, porque si en algún sitio tiene que estar la tecnología es en la biblioteca. Muchos de mis proyectos han sido locos o irrealizables, pero me han permitido seguir vivo. Ya sabe, prefiero morir en las Islas Caimanes que en una residencia de ancianos. ¿Y qué me dice del Guggenheim? ¿No me dirá que ha sido un desastre para Bilbao? No, ha sido un éxito. Me parece que el edificio de Gehry es un edificio muy interesante, eso sí, también me pregunto que ocurrirá con el tiempo. Lo que no me gusta de ninguna de las maneras es la falta de comunicación con la ciudad, es decir, con su arte y sus artistas. Es una franquicia, como podemos tener un McDonalds, pero, desde luego, mejor tenerlo que no tenerlo. Dicho esto, a mí me parecería más interesante un Arteleku en la Alhóndiga, algo que no van a hacer. La mejor definición que he oído del Guggenheim es la que dice que es como un platillo volante que, sin saber por qué, ha aterrizado en Bilbao. Los bilbaínos podemos dedicarle una canción al Puente Colgante, al Guggenheim no. Da igual que esté en Bilbao o en Milán, dese cuenta que el proyecto del Guggenheim estuvo circulando por multitud de ciudades europeas. Así que abandona Bilbao, y se marcha para una temporada a Madrid. Bilbao es una ciudad que no tiene memoria, y que tampoco le interesa. En otras ciudades se han rehabilitado y recuperado las zonas industriales, en Bilbao no. Las fabricas en la margen izquierda eran un paisaje impresionante, se podían haber recuperado, y por ejemplo, levantar un gigantesco aquarium. Aquel paisaje me marco para siempre. Ahora me marcharé una temporada de Bilbao, para alejarme de todo lo que hemos hablado. En Madrid quiero indagar en lo que nos pueden deparar la ciencia y la tecnología en este siglo XXI. Juan Carlos Eguillor nació hace 55 años en San Sebastián, una anécdota para alguien a quien los amigos le definen como "el donostiarramás bilbaíno que conocemos". Comenzó estudios de periodismo, pero los aparcó, para dedicarse al humor gráfico. Desde entonces sus trabajos han salido a la luz en publicaciones tan diversas como El País, Diario 16, El Correo Español, Egin o Triunfo. A su vez, Eguillor ha sido precursor y pionero de lo que conocemos como arte multimedia en Euskadi. Trabajador incansable en el campo de la realidad virtual, fué el creador del primer video por ordenador en el Estado, trabajo que realizó para la inauguración del Centro de Arte Reina Sofía, en Madrid. Ese precisamente será el próximo destino de nuestro entrevistado, ya que vuelve a la capital de España, tras un nuevo paréntesis en Bilbao. Ismael Diaz de Mendibill Fotografías del autor Euskonews & Media 193. zbk (2002 / 12 / 20 2003 / 01 / 10) Euskomedia: Euskal Kultur Informazio Zerbitzua Eusko Ikaskuntzaren Web Orria