163 Zenbakia 2002-04-19 / 2002-04-26

Gaiak

Esteban de Garibay y Zamalloa: su obra, su figura y su tierra

BAZÁN, Iñaki

Esteban de Garibay y Zamalloa: su obra, su figura y su tierra Esteban de Garibay y Zamalloa: su obra, su figura y su tierra Iñaki Bazán A finales de 1999 se conmemoró el cuatrocientos aniversario del fallecimiento del mondragonés Esteban de Garibay y Zamalloa, insigne genealogista y cronista oficial del reinado de Felipe II. Semejante efeméride no pasó desapercibida para los historiadores, como se constata a través de las diversas publicaciones aparecidas desde entonces: Discurso de mi vida (Jesús Moya, UPV, Bilbao, 1999), Las "memorias" de Esteban de Garibay y Zamalloa (José Ángel Achón, dir., Ayto. de Arrasate Mondragón, 2000), Esteban de Garibay. Un guipuzcoano en la Corte del rey Felipe (Jesús Moya, RSBAP, San Sebastián, 2000) y El historiador Esteban de Garibay (Iñaki Bazán, ed. lit., Eusko Ikaskuntza, Donostia, 2001). En este artículo pasaremos revista somera a los contenidos de esta última obra, dividida en cinco capítulos y dos apéndices: 1. A propósito de la fundación de Mondragón y la difusión de su fuero en Guipúzcoa: reflexiones sobre cronología y periodización del proceso de urbanización del País Vasco en la Edad Media, por el Dr. César González Mínguez. La fundación de la villa de Mondragón se inscribe dentro del proceso vertebrador del territorio llevado a cabo por el monarca Alfonso X el Sabio. En efecto, este monarca buscó fortalecer la frontera ante Navarra y potenciar la ruta mercantil Norte Sur, que ponía en comunicación a la Meseta con el Norte de Europa a través de los puertos del Cantábrico. Dentro del territorio guipuzcoano estimuló dos rutas: la que corría por el valle del Oria, con las nuevas villas de Segura, Villafranca de Ordicia y Tolosa; y la que lo hacía por el valle del Deva, con las de Mondragón y Vergara. Los privilegios posteriores concedidos por el propio Alfonso X a la villa buscarían potenciar su desarrollo industrial y comercial. En el primer caso ligado a la explotación del hierro y su transformación en las ferrerías. La actividadsiderúrgica en la zona estaba garantizada por sus importantes yacimientos e imprescindibles masas boscosas y cursos de agua. En el caso del aprovechamiento de los montes y ríos de los términos de Léniz, los vecinos de Mondragón contaron con la oposición de la nobleza rural (caballeros, escuderos e hidalgos) de la zona. Aunque esos términos pertenecían al realengo, la nobleza pretendía su privatización en su propio beneficio. Ante esta situación, Alfonso X declaró en 1280 que los «mios pobladores de Mondragon» se sirvan de ellos «en quantas maneras se pudieren dellas mejor servir, assi commo yo ge las di e ge las otorgue». Este hecho evidencia una serie de cuestiones de gran trascendencia: los intentos de la nobleza por erosionar el realengo, en su empeño constante por aumentar sus rentas y poderío; los intentos de la nobleza por paralizar el desarrollo de Mondragón, al obstaculizar su acceso a unos recursos necesarios para su actividad ferrona y agropecuaria; y la oposición de la nobleza rural a la villa de Mondragón y su carácter igualitario desde el punto de vista fiscal, por dificultar su asentamiento en ella al perder su status privilegiado. En cuanto a los privilegios ligados a la actividad comercial, se encuentra la autorización real de 1270 para comerciar con ganados, a pesar de las disposiciones en contra al amparo de la ley de cosas vedadas; o la exención del pago del portazgo en 1281 a los mercaderes de Mondragón en todas las partes del reino, con excepción de en Toledo, Sevilla y Murcia. Al hilo de esta exposición sobre el origen del fuero de Mondragón y su difusión, el profesor González Mínguez puso sobre el tapete la cuestión inacabada en la historiografía vasca del catálogo completo de villas y la duración del proceso urbanizador, especialmente en el caso alavés y guipuzcoano. Por ejemplo, se tiende a olvidar las villas de Villafranca de Estíbaliz y de Portilla de Ibda en Álava; se tiende a considerar que Icíar y Deva son dos villas diferentes, cuandose trata de una única que se traslada de un lugar a otro; y también se tiende a reivindicar al valle de Oyarzun dentro del privilegio del villazgo, cuando tan sólo era un valle aforado, no una villa, formado por una serie de poblaciones, al igual que ocurría en el caso del valle de Valderejo. Se incluye una interesante propuesta de periodización del proceso urbanizador en el País Vasco dividido en tres etapas: de principios del siglo XII al 1200; del 1200 al 1295; y del 1295 al 1375/1383. 2. Economía, sociedad y cultura en Arrasate en tiempos de Esteban de Garibay, por el Dr. José Antonio Azpiazu. En las obras del historiador mondragonés se encuentran reiteradas menciones elogiosas alusivas al nivel de vida, económico y cultural, de su villa natal. A primera vista podría pensarse que estamos ante un caso típico de chauvinismo, pero no, él sabía muy bien de lo que hablaba, porque desde la fundación de la villa las dos patas fundamentales de su economía (la actividad siderúrgica y la mercantil) habían contribuido a su prosperidad, alcanzando su cenit en el siglo XVI. El ejemplo de Mondragón, y de otros muchos más de la geografía vasca, pone de manifiesto que el País Vasco en lugar de corresponder a un modelo económico mediterráneo, con fuerte presencia de lo agropecuario, corresponde al nórdico, dado el fuerte peso de la industria y el comercio. Es más, la pujante industria del acero alcanzaba incluso a los propios campesinos, al involucrarlos en labores de transporte, carboneo o plantación de viveros de fresnos para confeccionar las astas de las picas o lanzas. La buena materia prima de las minas de Udalatxa junto con una mano de obra altamente cualificada de ferrones y cerrajeros, a los que les llovían encargos de todas partes fueron la base de un éxito que se resume en la siguiente frase: «Vencedora espada de Mondragón tu acero y en Toledo templada». Este acero de Mondragón, ensalzado por Garibay como de mayor calidad que el de Milán, era la estrella de los intercambios.Los vecinos exportaban grandes cantidades de este material, como Asencio Ibáñez de Artazubiaga y sus 700 barras de acero que envió en cierta ocasión a Nantes a través del puerto de Bilbao. De todas partes llegaban mercaderes en busca del preciado acero, pero sobre todo de la costa atlántica francesa, concretamente de Nantes. Tal era la afluencia de extranjeros que las autoridades eclesiásticas temieron por el contagio luterano de las gentes de la villa del alto Deva. Los comerciantes de Nantes traían ricos paños, con los que se confeccionaban lujosas ropas. También servían los productos industriales (acero, cerrajería, armas, ...) para subvertir las carencias de elementos de primera necesidad, caso del trigo y del vino, existentes en la villa. Pero a pesar de importar mucho, la balanza comercial era favorable a la villa gracias a sus exportaciones. En resumen, el nivel de vida del Mondragón que conoció Garibay era alto, como se constata en el vestir, en los retablos de las iglesias o en las casas, caso de las del arcediano Asencio de Jausoro, valoradas en unos 14.000 ducados. El nivel económico tenía su correspondencia en el cultural, con la presencia de importantes bibliotecas, como la del catedrático Báñez de Artazubiaga, Pedro López de Arcaraso o la del licenciado Mázmela y Otalora. Otra de las cuestiones abordadas por José Antonio Azpiazu es la del papel de las mujeres, más concretamente de las mujeres libres, aquellas que no estaban sujetas a la tutela de ningún varón, en la economía de la villa. Mujeres que llevaban sus propios negocios (tiendas, tabernas, panaderías, venta de carros de leña, ...) y sacanban adelante a sus familias, incluso preocupándose por la adecuada formación de sus vástagos. Es el caso de Catalina de Oleaga, que puso a su hijo como aprendiz de tenacero en una ferrería. Mujeres capaces de velar por sus propios asuntos ante los tribunales de Justicia, como Ana de Vergara ante la Real Chancillería de Valladolid. 3. La historiografía medievalvasca y su influencia en la obra de Garibay, por el Dr. Iñaki Bazán. La historiográfica de Garibay se asienta, en buena medida, sobre la obra de otros autores vasco navarros que le precedieron, entre ellos cabe destacar los nombres del arzobispo Rodrigo Jiménez de Rada, del canciller Ayala, del confesor real fray García de Eugui, del tesorero real López de Roncesvalles, del príncipe Carlos de Viana o del banderizo y cronista Lope García de Salazar. Dedica cierto número de capítulos de los XL Libros del Compendio Historial a revisar el valor como fuente de algunos de los referidos autores, concluyendo que la obra del príncipe de Viana es la que mayor verosimilad le merece, sin indicar que está basada en la del tesorero Roncesvalles. A otros los ignora en su comentario, pero luego son utilizados profusamente a lo largo del texto, caso del banderizo Lope García de Salazar y su leyenda histórica sobre la batalla de Arrigorriaga y el primer señor de Vizcaya. Para poder conocer a estos autores medievales que precedieron e influyeron a Esteban de Garibay se pasa revista a su vida y obra. Se incluyen igualmente los nombres de fray Diego de Ayala, Juan de Jaso y el conde luso de Barcelos, responsable de la primera versión escrita de la batalla de Arrigorriaga. Tradicionalmente se ha venido defendiendo que la teoría foral clásica se construyó en la Edad Moderna y que Esteban de Garibay fue el «primer campeón» de la misma, según Francisco Elías de Tejada, entre otros. Sin embargo, buena parte de esa teoría, sustentada en una serie de leyendas históricas, se construyó en la Edad Media, aunque luego quedaron perfiladas en el siglo XVI por autores como Zaldibia, Poza o Garibay. En este sentido, se pasa revista al proceso de construcción de las leyendas de la batalla de Arrigorriaga y del primer señor de Vizcaya, del vasco iberismo y del vasco cantabrismo en la Edad Media, y a los autores que contribuyeron al mismo. A renglón seguido se expone la postura de Garibay ante cada una deesas leyendas, pudiéndose comprobar que en unos casos fue muy crítico y nada crédulo, a pesar de achacársele ese sambenito, y en otros, no sólo las asumió, caso del vasco iberismo, sino que además les proporcionó mayor empaque y contenido, dejándolas perfiladas para la posteridad. 4. El alma de Garibay: perfil psicológico, a través de su autobiografía (una mentalidad de la Contrarreforma), por el Dr. Jesús Moya. Entre 1586 y 1598, aproximadamente, Garibay redactó sus memorias, que permanecieron inéditas hasta el año 1854, cuando P. Gayangos realizó una edición publicada por la Real Academia de la Historia. Incluía un apéndice sobre los Refranes vascongados, recogidos y ordenados por E. de Garibay y observaciones hechas a estos refranes por José de Aizquivel. Finalizando el siglo XX han visto la luz dos nuevas ediciones de esta autobiografía: una a cargo del propio Jesús Moya, bajo el título de Discurso de mi vida (Bilbao, UPV, 1999), y la otra a cargo de un equipo dirigido por José Ángel Achón y titulada Las "memorias" de Esteban de Garibay y Zamalloa (Arrasateko Udala, 2000). ¿Qué razón movió al ilustre cronista real a escribir sus memorias? Él mismo lo indica al comienzo de las mismas: «Escribiré a lo último un discurso de mi vida, por sus debidos tiempos y años, para que mis hijos leyéndole alguna vez, se esfuercen a oponerse con mayor ánimo a los estudios, cuya vía deseo que profesen, y no se canse(n) por ningún trabajo en ellos, viendo los muchos que a su padre costaron; pues esta vida breve de los hombres, llena de miserias y disgustos, ha de ser continua batalla sobre la tierra, según el capítulo 7 de Job». Estamos ante una obra destinada al consumo interno de la familia, para la educación de sus hijos, y en ella Garibay se desnuda, dejando entrever su postura ante diversas cuestiones, desde las religiosas hasta las políticas, pasando por otras de menor trascendencia, pero que igualmente muestran su percepción de las cosas, como su poco aprecio por el queso,al que tildaba de alimento ordinario y cuyo olor le ofendía. 5. La Provincia Noble. Sobre las raíces históricas de la "teoría foral clásica" y el discurso político de Esteban de Garibay, por el Dr. José Ángel Achón. El discurso político de Garibay, centrado en la nobleza de la provincia de Guipúzcoa, se sustenta en las leyendas históricas del vasco iberismo y del vasco cantabrismo. Leyendas que por otra parte no eran exclusivas de la tradición vasca, sino de la española en general. La virtualidad del discurso de Garibay, al igual que el del bachiller tolosarra Juan Martínez de Zaldibia, es la de vasconizar ese acervo cultural generalizado en su época. Resulta curioso que aún tratando ambos autores idénticas cuestiones y precediendo la Suma de las cosas cantábricas y guipuzcoanas (c. 1560) de Zaldibia a las obras de Garibay en unos años, éste lo ignorara por completo. Pero el mondragonés iría más lejos que el tolosarra al tratar de vasconizar la monarquía española de tiempos de Felipe II. Las características de la nobleza guipuzcoana son la hidalguía universal ancestral y la limpieza de sangre. En la racionalización del proceso de extensión de la hidalguía a todos los naturales de Guipúzcoa resulta clave la política real de fundación de villas a partir de 1200, cuando la provincia se incorpora a Castilla. La Corona buscaba con esa política fundacional la fidelidad de la población (máxime en zonas de frontera con el reino de Navarra), captar rentas y cristianizar. Para atraer gentes a estas nuevas villas se les ofrecían condiciones ventajosas, caso de Tolosa, por ejemplo: «que fuesen libres e quitos asi commo lo eran en sus solares». Aquí se alude a dueños de solares, con toda probabilidad no sujetos a la autoridad señorial, que el monarca deseaba encuadrar en el marco villano, garantizándoles el mantenimiento de su anterior situación de libertad y haciéndola equivalente con el status de hidalguía. Este fenómeno se haría extensible en el último tramo del siglo XIV ala práctica totalidad de las villas guipuzcoanas y a comienzos de la siguiente centuria ya se mencionaba que la provincia era tierra poblada según el fuero de hidalguía. Con el tiempo, y sobre todo en época de Garibay, el discurso político de las autoridades de Guipúzcoa se centró en defender que la condición hidalga fue anterior a la acción real y que los privilegios reales dados a raíz de la fundación de las villas no fueron sino un reconocimiento de una situación previa. Respecto de la limpieza de sangre como característica inherente a la nobleza guipuzcoana, Garibay propone como ejemplo su propia genealogía. Sus memorias, además de ser una lección moral para sus hijos, eran al mismo tiempo, por lo que se refiere a los dos primeros libros, un certificado de autenticidad de su linaje, dejando bien patente la ausencia de cualquier ascendiente (judío, moro o converso) que perturbara la posesión de esa hidalguía ancestral. Es decir, él mismo acreditó a sus hijos la ejecutoria de hidalguía que tantos otros vascos demandaban al tribunal de la Real Chancillería de Valladolid cuando cambiaban de residencia para demostrar su hidalguía de linaje. Los guipuzcoanos fueron muy susceptibles contra cualquier factor externo que pudiera enturbiar la posesión de esa nobleza. A este respecto Garibay trae a colación el caso del judío vitoriano Gaón, matado en Tolosa en tiempos del monarca Enrique IV, cuando apareció en la provincia exigiendo el pedido. En el Apéndice 1 encontraremos Una descripción histórico geográfica de Guipúzcoa recogida en Los XL Libros del Compendio Historial de Esteban de Garibay, por el Dr. Iñaki Bazán. A continuación y como conclusión, en el Apéndice 2: Bibliografía. Obras de Esteban de Garibay. Obras sobre Esteban de Garibay, por la Dra. Lucía Alberro. Iñaki Bazán, Euskal Herriko Unibertsitatea y presidente de la sección de Historia y Geografía de Eusko Ikaskuntza Euskonews & Media 163.zbk (2002 / 4 / 19 26) Eusko Ikaskuntzaren Web Orria