138 Zenbakia 2001-10-05 / 2001-10-11

Elkarrizketa

Jose Maria Satrustegi: "La paz como motivo de guerra significa ampliar la espiral"

LARREA, Koldo

Elkarrizketa: Jose Maria Satrustegi Jose Maria Satrustegi, etnólogo, antropólogo, escritor y académico de Euskaltzaindia "La paz como motivo de guerra significa ampliar la espiral" * Traducción al español del original en euskera Koldo Larrea Desde la pequeña localidad navarra de Arruazu, su pueblo natal, el etnólogo y antropólogo vasco Jose Maria Satrustegi observa reflexivamente la situación que atraviesa el mundo después de ese 11 de septiembre de 2001, día en que Estados Unidos padeció el mayor y más sangriento atentado de la era moderna. Para este sacerdote, que en noviembre cumplirá 71 años, el ataque no significa sino un hecho más dentro de la situación desequilibrada de una sociedad en decadencia, en la que las personas viven preocupadas por el tener y no por el ser, y en la que la economía se ha erigido en el valor principal, relegando a la persona a un último plano. Una persona que, según su testimonio, no vale nada para esa minoría que maneja los hilos del poder económico. ¿Cómo vivió el ataque contra Estados Unidos? Me enteré por los medios de comunicación; concretamente por televisión. No parecía real sino los efectos especiales de una película. Parecía increíble que unos edificios de esa envergadura pudiesen desplomarse de esa manera. Se asemejaba a ciencia ficción. La monstruosidad de los aviones estrellándose, de la gente lanzándose desde las torres... Resulta desconcertante que se pueda llegar a tal atrocidad. Después de que quedara confirmada tal masacre, ¿llegó a pensar que ya se había establecido en el mundo un antes y un después, que algo podía cambiar a partir de ese momento? Cambiar de mentalidad, no, porque en la línea en la que vamos puede haber muchas sorpresas. Hubo una enorme organización, una gran precisión... Estaba todo muy preparado, como si hubiese una potencia detrás del atentado. En cuanto a la catástrofe en sí, tal como está nuestra sociedad, no será el último ataque. De este tipo, posiblemente sí, pero la desestabilización puedevenir por cualquier lado. El mundo está en una situación en que unos pocos acaparan todo el poder económico y manejan los hilos de una mayoría. El dinero no va a solucionar todo. El mundo no puede seguir así, en este desequilibrio. Se produce más que nunca y hay más miseria que nunca. No podemos continuar de esta manera. Estamos inmersos en una crisis de valores. Nuestra civilización es decadente. La base está ahí. Ojalá no ocurra nada. Pero cada día mueren de hambre millones de personas y el mundo parece impasible ante esto, pasividad que contrasta con un derroche de medios, como los destinados a la estación espacial, por poner un ejemplo. Un millonario y desorbitado coste que podría solucionar muchos problemas de la humanidad, como el del hambre, al que me acabo de referir. De sus palabras se desprende un profundo pesimismo. No soy pesimista sino realista. Yo trabajo con datos, no con opiniones. Estamos ante un cambio muy profundo. Está en marcha y se va a producir. Eso es irreversible. Los pueblos que han desaparecido no lo han hecho porque los hayan eliminado otros. Han sucumbido y han dejado paso a otros. En una sociedad decadente, que carece de valores, en la que todo está a merced de los intereses económicos, la persona no vale nada. Es el final. Porque cada uno recoge lo que ha sembrado. La hecatombe va sucediendo. Lo dije hace veinte años y se me reía la gente. Una generación que está por debajo del índice de nacimientos que necesita para su continuidad, crea un hueco. Haremos casas pero no las llenaremos. Europa es un continente decadente y está abocado al final. Se trata de una cultura en decadencia que tiene cercano su final. Voy a poner un ejemplo. Hace un mes, estuve en Armenia. En los siglos XVIII y XIX, perdió por invasión de Turquía dos tercios de su territorio. Allí el genocidio llegó al exterminio total. Hoy los turcos han destruido todos los monumentos más antiguos, milenarios muchos de ellos. Son tragedias impresionantes. No están dejando nadade una cultura antigua. Hasta los cementerios los están levantando. No quieren que quede ni una huella cristiana. Y ¿qué cultura estás aportando? Ninguna. Lo de Europa no tiene por qué ser como esta tragedia pero ya está en marcha. ¿Qué se puede esperar de la gente que se ha hecho hedonista, que sólo piensa en el dinero y en el disfrute? Nada. Dentro de esta crisis, Estados Unidos habla de una acción de paz frente al terrorismo, que algunos interpretan como venganza, frente a ciertos sectores islámicos que llaman a la guerra santa. En el fondo, ¿no asistimos a otra forma más de globalización? El hombre es un misterio insondable. Me abstengo de hacer un juicio de valor. Aunque sí que en esta situación existe un ingrediente de mucho peso: la religión como arma de proselitismo de la propia guerra. Realmente, todo es marear la perdiz. Es hablar de cosas accidentales. La paz como motivo de guerra significa ampliar la espiral. La base de la paz es la justicia. Pero los gobernantes no se preocupan por alcanzar la justicia sino por objetivos económicos. ¿Qué opinión le merece ese nuevo término de globalización? Existen dos formas de entenderlo. Una, que me parece que es la que intentan imponer, avanza hacia poner fin a lo diferencial, hacia una economía global en la que unos pocos, una minoría domina sobre una mayoría. Me quedo con la otra, con la de un mundo global en el que todos somos hermanos de todos, en la que el ser humano está al servicio del ser humano, en la que no se da prioridad al tener, como ahora, sino al ser. Un mundo global humanista, no materialista. Este fenómeno puede ser un peligro para la pervivencia de los pueblos, incluido el vasco, aunque ¿existe el pueblo vasco como tal? El pueblo vasco existe. Somos todavía. Pero, por desgracia, es fruto de lo que le rodea. Antes, nos sentíamos radicados, contentos con nuestra manera de ser. Poseíamos un sentido moral por encima de las leyes. Por desgracia, hoy en día, es un pueblo menos idealista, más materialista.Nos ha podido el dinero. Uno de los rasgos que da solidez a un pueblo es el idioma. ¿Se puede entender un pueblo sin una lengua propia? Sí, claro. Alguien puede sentirse de un lugar, parte de un pueblo, y no hablar su idioma. Aunque no cabe duda de que el idioma, el euskara en nuestro caso, es como la carne de un pueblo. Se forja a través de los siglos, de un cúmulo de experiencias que brotan al hablarlo y ya es sentimiento, un rico sentimiento. Sin embargo, los lingüistas aseguran que, de las cinco mil lenguas actuales, sólo sobrevivirán quinientas. Esto me hace recordar lo que un día me comentó un científico norteamericano, que no tenía antepasados vascos y que, por tanto, no puede ser acusado de chovinista. Me aseguró que el euskara sería una de esas quinientas lenguas que sobrevivirán. Pese a ello, ¿desaparecerá algún día el euskara? ... Espero no verlo y punto. Creo que no. Para terminar, formule un deseo. La globalización como la gran familia humana. Jose Maria Satrustegi nació en la localidad navarra de Arruazu, como él mismo dice, un "lejano" 15 de noviembre de 1930. Cursó sus estudios en el Seminario de Pamplona. Se ordenó sacerdote en 1955. Pertenece a la Academia de la Lengua Vasca, de la que fue secretario general durante catorce años. Asimismo, forma parte del Instituto Americano de Estudios Vascos, de Buenos Aires, y es académico de honor de la Academia Lingüística Internacional de Armenia. Reconocido etnólogo y antropólogo, y prolífico escritor, a lo largo de su vida ha publicado veinticuatro títulos y mil cien artículos. Entre sus obras, se pueden destacar "Mitos y creencias", "Comportamiento sexual de los vascos", "Solsticio de invierno", "Euskal texto zaharra", "Ekaitza" y la más reciente "Mattin Mottela". Fundador de "Fontes Linguae Vasconum", a él también se debe la creación de los "Cuadernos de Etnografía y Etnología de Navarra". Fotografías: Koldo Larrea. La foto en blanco y negro está publicada en ARGIA (1992ko hemeroteka: Jose Maria Satrustegirielkarrizketa) Euskonews & Media 138.zbk (2001/10/5 11) Eusko Ikaskuntzaren Web Orria