716 Zenbakia 2017-02-01 / 2017-03-01
El 2 de diciembre del 2016 se presentó en el Museo de Ciencias Naturales de la Facultad de Ciencias Naturales y Museo de la Universidad de La Plata (Argentina), el libro “Diseño visual y conocimiento científico” de la diseñadora Silvia Fernandez.
El trabajo hace referencia a la tarea de María Laura Pedroni (mi hija) como integrante de equipos de cinematografía científica en Argentina y en Italia y en el que el film “La enfermedad de Chagas. Una tragedia evitable” (1989) fue su participación más destacada. Un film multipremiado, producido por el Departamento de Cinematografía Científica de Bologna, que marcó la época de oro de la cinematografía científica italiana.
La presentación se realizó en el Auditorium del Museo , ante numeroso público y contó con la participación de la Directora del Museo Geol. Silvia Ametrano, que dio la bienvenida, de la periodista especializada en Diseño Carolina Muzi, que tuvo a su cargo el análisis del libro, de la exposición de la autora y del cierre donde se habla de la forma en que se gestó el libro.
No era la primera vez que el Museo de Ciencias Naturales acogía una obra de Maria Laura, En el año 2007 bajo el auspicio de la Cátedra Libre de Pensamiento Vasco de la UNLP, se inaugura la muestra “Talampaya, tierra que se vuelve roca, polvo, arena” con fotografías de Adrián Gilardoni y textos de Patricia Estrada, muestra que permaneció en las salas del Museo hasta Marzo del año 2008.
Exposición de Silvia Fernandez con un marco donde se observan al Dr. Lucio Morettini del Reparto de Cinematografía Científica de Bologna, al Dr. Gonzalez y a María Laura.
Y en este Diciembre de 2016 el Museo generosamente, nos abría nuevamente sus puertas. En este caso, tal como lo expresa la autora en su libro, con la intención de “reflexionar sobre la importancia del diseño visual en la gestión de conocimiento, orientar la especialidad en la formación de diseñadores y proponer puentes entre el diseño y la comunidad científica. Esta gestión de conocimiento científico, indispensable para una sociedad que se promete el saber como motor de desarrollo, María Laura (Maritxu) la ejerció con capacidad y sensibilidad desde la perspectiva gráfico-científica hasta donde los tiempos político-sociales y personales, se lo permitieron”.
Si bien todo esto habla de la personalidad de mi hija y su trabajo, me interesa contar aquí, de un modo muy sencillo y probablemente nada científico, la forma en que se gestó este libro.
Una tarde de octubre, hace ya dos años, su amiga y compañera de estudios, María Teresa Reca, me invitó a una reunión en su casa, donde estaría presente Silvia Fernández que fuera profesora de ambas en la Carrera de Diseño y Comunicación Visual de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Nacional de La Plata.
Allí supimos de un trabajo de investigación que estaba realizando sobre el tema “Mujeres en el Diseño Argentino” con vistas a ser publicado como libro. Una de las diseñadoras elegidas era mi hija. El interés de la autora era conocer su labor en la etapa transcurrida en Italia entre los años 1986 y 1992 y de la cual no tenía mayores detalles.
La propuesta, convocante: la única profesional que se había acercado a la ciencia a través del diseño. Cuando María Laura nos dejó, María Teresa Reca y yo tratamos de rescatar su labor, sus cuadros y especialmente la documentación que hacía referencia a su carrera. María Teresa, con un amor y un rigor profesional increíble, compiló todos sus trabajos. Yo resguardé sus pinturas y sus documentos. Teníamos la sensación de estar protegiendo su memoria. Fueron días difíciles para las dos.
Cuando Silvia Fernandez nos convocó o mas bien convocó nuestros recuerdos, sentimos que esa convocatoria iba más allá de lo específico del tema. Iniciamos la tarea convencidas de que la búsqueda nos iba a permitir rescatar una imagen alejada del apremio del dolor de los últimos años. Muchas cosas intuidas, imaginadas y dejadas de lado ante la necesidad de cubrir otras exigencias, nos ayudarían a revalorizar una actividad poco difundida. Pero habían pasado más de veinte años y ella ya no estaba.
Desconocíamos el destino de aquel Reparto de Cinematografia Científica de Bologna del que formó parte, tan lejano ahora en tiempo y distancia. La primera labor fue encontrar un referente de aquella época que pudiera completar la información que teníamos.
Sabía que Diego González, un físico con el que compartió su tarea seguía en Europa. Encontrarlo no sería fácil. Viejas cartas, algunos nombres y trabajos y muchos correos electrónicos dirigidos a los Diego González que podían ser, siempre con la misma pregunta y la esperanza de una respuesta cierta.
El “espero que seas el Diego González que busco. Soy Martha la mamá de María Laura” fue la frase repetida una y otra vez. Finalmente un trabajo sobre Física Acústica presentado en un Congreso en Venecia me llevó hasta él. Una tarde, antes de Navidad, la respuesta tan esperada llegó:
Si, soy yo, Diego. Maria Laura representa para mi la más bella persona que se cruzó en mi vida y todavía mucho más; así la tengo en mi corazón. Me parece fantástico que esta diseñadora escriba sobre María Laura. Yo les puedo dar toda la información que necesiten para reconstruir ese período de la Cinematografia Científica italiana que culmina con la realización del film sobre la enfermedad de Chagas (por otro lado el film más premiado de la Cinematografía Scientífica de Bologna)
Martha González Zaldua cerrando el acto. Fotografía: Adrian Guilardoni
¡Lo habíamos encontrado! Tanto para él como para nosotras fue el mejor regalo de Navidad que pudimos tener.
A partir de allí todo fueron ¿coincidencias? ¿casualidades? Personas de las que no teníamos noticias aparecieron en ese universo que hasta ahora parecía vacío.
De un modo increíble se completaron datos, se encontraron fotografías, estudios, gente que la conocía aquí y en Italia y que guardaba partes de su historia personal y profesional.
Se fue desandando un camino que llevó a Silvia Fernandez a Bologna para entrevistar a Diego y a todas nosotras a tener una fluida comunicación con quienes hacía tiempo no veíamos y habían sido parte importante de ese período de su vida. Con gran generosidad, Diego facilitó un valioso material atesorado por el. Y así corroboramos datos, algunos olvidados, otros, poco conocidos. En algún momento sentimos que era Maritxu quien nos guiaba. Y muchas preguntas tuvieron respuesta. Llegaba el momento del hacer.
Se analizaron documentos, películas, hasta una tesis doctoral. Junto a ello la fuerza de la historia oral. Aquello que se dice y no se escribe y que da color a los textos mas académicos. En suma aquel rompecabezas inicial disperso pero intuido fue tomando forma.
Silvia Fernandez naturalmente fue la principal protagonista. Depositaria de tan rica información, fue dando sentido a ese caudal de datos, donde finalmente la experiencia italiana completó el cuadro.
La imagen rescatada fue la de la María Laura de siempre, alegre, luchadora, generosa, creativa y por momentos feliz. Debo decir con total honestidad, que tanto Silvia, como María Teresa, Diego y yo, creemos que Maritxu fue quien nos indicó el camino. Este libro es como un regalo que ella nos hizo. Su intención: ser recordada de esta manera.
En ocasión de reunirnos en Buenos Aires con sus amigas, “las chicas de Maritxu” como las bautizó una de ellas, con María Teresa contamos como se había desarrollado el trabajo, haciendo especial mención de Diego Gonzalez.
Ese mismo día al regresar a mi casa, me esperaba un mensaje de Diego anunciándome que había llegado de Italia. Después de más de veinte años de ausencia estaba en La Plata y quería verme. Nos reunimos y fue como cerrar un círculo.
Conmovidos y asombrados hablamos de todas las cosas que nos habían pasado y supimos que nada de lo ocurrido se debía a casualidades o coincidencias.