468 Zenbakia 2009-01-09 / 2009-01-16

KOSMOpolita

Entre los papeles del desván

OYANGUREN, Pedro



En estos días se termina de imprimir en Santiago el libro Almácigo, después de más de un año de investigación y recopilación de documentos por Luis Vargas Saavedra. Publicado por ediciones de la Universidad Católica, no saldrá a la venta al público porque su impresión está financiada por diversas empresas privadas, por lo tanto serán entregados a bibliotecas e instituciones. Solo podrá ser comercializado en dos años más. Son los escritos inéditos de Lucila Godoy Alcayaga, conocida como Gabriela Mistral, la primera mujer poetisa en ganar el Premio Nobel de Literatura en el año 1945.

A fines del año 2007 llega a Chile gran parte del material que tenía su albacea y amiga Doris Dana en Estados Unidos. Gabriela Mistral publicó 375 poemas y en este libro son 275 más y queda aún una cantidad sin publicar. Los temas tocados en éste trabajo corresponden a la segunda Guerra Mundial, la invasión a Polonia y la Guerra Civil Española.

Este trabajo no ha estado exento de críticas, pues se consideran trabajos sin pulir o terminar, o bien parte de otros. Suponen algunos que esta publicación es como doblar la mano a las intenciones de la autora que no quiso darlos a conocer por la razón que fuera.

Lucila nace en el norte chico de Chile, en el pueblo cordillerano de Vicuña en 1889 y murió en Nueva York en 1957. Su padre las abandonó a los pocos años de nacer ella, lo que explica la profunda relación con su madre Alcayaga, notoria en sus escritos y explica en parte la relación que ella establece con los ancestros de su madre.

Dedicó todos sus primeros años a la enseñanza, luego tuvo cargos diplomáticos y desde entonces continuos viajes entre América y Europa.

Mural a la poetisa Gabriela Mistral, realizado por Fernando Daza el año 1971. En los pies del cerro Santa Lucía, donde Don Pedro de Valdivia funda la ciudad de Santiago en 1541.

En la página 141 de este libro Almácigo, en la parte dedicada a la Guerra, viene la sorpresa para los vascos, tanto de Euskadi como de América, cuando se encuentra en la lectura de estos trabajos inéditos a uno de los símbolos más importantes y querido de éste pueblo: El Árbol de Guernica.

Retoño del Árbol de Guernica plantado en 1931 en la cumbre del cerro San Cristobal, a los pies de la Virgen del Cerro en Santiago.

Inauguración en la entrada de Euzko Etxea de Santiago del retoño del Árbol de Guernica, 28 Oct. 2008. Árbol de Guernica

Volverá a ser verde y ancho

el roble, el roble nuestro.

Mordido de la metralla,

no del rayo de los cielos,

volverá a brotar contadas

una hoja por cada Euskaro

y será a la semejanza

nuestra y tierno.

Mientras, andamos errantes

sin criar roble en otros suelos,

con un gajo sollamado

que se aprieta contra el pecho.

Volverá a ser en Euskadia

el abra, el árbol y el ruedo

del corro de manos dadas,

y el himno al Dios verdadero,

confesado y silencioso

como la encina sin viento.

Los heridos y aventados

y los que a mitad de ruta

dizque se quedaron muertos,

todos volveremos, todos,

el árbol, al ruedo.

Mientras tanto parecemos

casa en noche de saqueo.

Y desvariados que dicen

en refrán “Guernica” y “fuego”.

Sigue entero y da, mascado

en un brote verde

un sabor de salmuera que resbala

si lo muerden niño o viejo.

Y con él, caído el sol,

comulgan y esperan ellos.

Mientras tanto caminamos

tocando a puertas de acero

de los que han la libertad

y siguen sordos y ciegos.

Crece con nuestras fés

y voluntades y tuétanos.

Crece al día y a la noche

aunque le den pez y fuego

y aunque zumben su despojo

alguaciles y patán ebrio.

Mientras tanto le rezamos

sobre el jergón a dos leños:

el de Cristo y el de Ignacio

entrecruzados y ardiendo.

Por islas, por archipiélagos,

al asar pez y catar

vino bárbaro tenemos

sobre nosotros la sombra

del buen roble que da silbo y oreo.

Cortados como la sarta

y la madeja,

escupidos en la noche tártara

partida del bombardeo,

cada uno caminó

cargando flor y madero

cortado de él y llevándolo.

Mientras que cortamos el aire,

en la lengua sin orígenes

decimos el Padrenuestro

y el roble allá lo corea,

fiel, hirviendo y recto.

Gabriela Mistral

Placa del nuevo retoño en Euzko Etxea con el 2º verso del Gernikako Arbola de Jose Maria Iparragirre.