279 Zenbakia 2004-12-03 / 2004-12-10
De niño aprendí infinidad de canciones en la Ikastola, en las reuniones familiares, en las celebraciones y en las fiestas. Este fin de semana he tenido la oportunidad de disfrutar de un buen ambiente en un pueblito de Álava con Mirari y mi familia. Entre otros temas de conversación, salió el del aprecio que tuve y tengo aún a Loli, una andereño de parvulario. Andereño Loli es una de esas personas que te marcan en la vida. Una de esas personas inolvidables y queridas, por todo lo que ha enseñado.
Ella fue la que me enseño la canción que algunos de vosotros también conoceréis: “Astotxoak, gure astotxoak; astotxoak, arrantzarik ez...” Y os animo a dar el salto del corazón humano al corazón animal. Y más en concreto al corazón animal de nuestro personaje de hoy, es decir, al fondo del corazón del Asno de las Encartaciones.
Y es que como dice la canción, hemos estado a punto de perder otra especie autóctona de Euskal Herria Y, una vez más, si no hubiera sido por la labor de los amantes de nuestros animales, estaríamos hablando de un desaparecido.
Será hace un par de años que sentí por primera vez uno de esos momentos de placer que disfruta este animal casero. Imaginándoos la forma de nuestro personaje, no podéis ni imaginaros el gusto con el que recibe el frote de la mano humana en el interior de sus orejas. Parecen quedar hipnotizados. Y como cualquiera de nosotros que ha disfrutado del placer del roce, nuestro burrito volverá a pedir más en el mismo momento que dejamos de tocarle.
El tacto de su piel es muy agradable. A mí personalmente me encanta. ¿Y la cara de bueno que tiene? Dicen que el perfume ha de venir en frasco pequeño. Y así puede que sea también en el caso del Asno de las Encartaciones, tan precioso como pequeño.
Su origen, como lo indica el nombre, está en las Encartaciones de Bizkaia aunque aún pueden encontrase ejemplares en el Noroeste de Alava. Era utilizado por nuestros ancestros para las labores de trabajo en el campo. Como animal de carga para llevar al caserío la hierba recién cortada; para acercar al fuego de casa la leña cortada en el bosque; para bajar “a la calle” la leche momentos antes ordeñada, etc.
Todavía hoy en día, de cuando en vez, se puede ver a estos animales en su trabajo que hace un tiempo era habitual, pero la modernización de la herramienta y la mecanización han relegado a segunda fila a los animales del caserío. Antes también acostumbraban a acompañar al rebaño de ovejas que cambiaba de los pastos invernales a los de verano y viceversa. Y todo esto, un animal que no levanta más de 120 cm. hasta la cruz de la espalda.
Es de color castaño oscuro fuerte y bajo la escápula llega a tener una raya o listón negro. Este color oscuro lo pierde o se le va aclarando según las zonas: morro, alrededor de los ojos, bajo la tripa y patas. El morro y circulo de los ojos llega a ser de color blanco. Otra curiosidad son sus orejas de pequeño tamaño. Pequeñas, comparadas con las otras razas asnales. Suele ser un espectáculo observar a este animal junto a otras especies de razas autóctonas de Euskal Herria como la oveja latxa y el perro pastor vasco en Atxondo, Bizkaia, alrededor de los días de San Juan; en el momento que se les lleva a los pastos.