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2003/09-26/10-3 Desde la emocion vasco-espa?ola Arantxa Ugartetxea Arrieta, pedagoga
Durante mi estancia en la ciudad de São Paulo en Marzo de este año, he tenido el placer de ser invitada por el departamento de Filología Española de la Facultad de Letras correspondiente a la Universidad Pública de esta ciudad (U.S.P), para hablar en cuatro ocasiones a diferentes grupos de estudiantes y profesorado sobre la cultura vasca y su mas genuina representación lingüística: el “euskara” como parte integrante en la actualidad de las lenguas vivas dentro del estado Español y Francés. La acogida ha sido extraordinaria. Nuestra lengua y el proceso de supervivencia de la misma ha suscitado curiosidad y admiración académicas, junto con deseos de saber mas sobre la misma. Crear una actitud gnoseológica positiva y emocionada hacia nuestra cultura ha sido el interés principal de la intercomunicación experimentada como una real corriente de agua fresca imparable, en las muy saludables horas compartidas en una de las universidades mas importantes de este país llamado Brasil:
Queridos alumnos, alumnas, profesores, profesoras, compañeros todos en la vida. Lo que voy a comentar hoy aquí, a pesar del título de la comunicación, tiene mucho que ver con todos nosotros. Pienso que sin ninguna pretensión especial puedo decir sencillamente que nos mueve la misma emoción y por lo tanto nos estamos con-moviendo en este momento por la actitud unificada que experimentamos al instalarnos en el deseo de escuchar y razonar juntos.
Escapa a nuestra condición limitada ser conscientes, muchas veces, de que mas allá de deseos personales estamos conectados históricamente en redes relacionales, como pertenecientes a la especie humana que somos, y que actos como este pueden ser un momento fantástico de “sincronías” congruentes aunque aparentemente nos consideremos fenómenos independientes pero que de ninguna manera ello niega las interdependencias que se dan en el origen que es ni mas ni menos que esa especie humana a la que pertenecemos. Lo mas extraordinario de estas interdependencias resulta ser que en ocasiones son sorprendentemente inimaginables. Y es en este espacio que trasciende el recinto que nos limita en el que la emoción hoy nos coloca.
Quiero comentar con vosotros y con vosotras esta mi emoción vasco-española en tierras brasileñas desde el ejercicio de la palabra en este espacio vivo del campo de las “letras” que esta Universidad Pública de São Paulo me brinda. Para ello voy a intentar sacar mi vida del contexto sagrado que una cierta intimidad personal siempre protege y profanar de una manera pedagógica, por lo menos ese es mi deseo, mi realidad vasco-española. Es mi deseo que sea un acto creador, así lo quiero considerar y como tal echaré mano de la espontaneidad de la que gozo y de la libertad de expresión que me dais la oportunidad de experimentar. Quiero desacralizar un poco mi vida porque es una manera de salvar las distancias y conversar “con” vosotros. Universidad Pública São Paulo (Brasil). Facultad de Filología Española. Durante la conferencia en una de las aulas, profesorado y alumnado.
Y es que quiero una vez mas, desde la profanación personal, experimentar la transformación y el progreso para ser como decía Paulo Freire “mas” en algo. De alguna manera quiero realizar de nuevo el viaje vasco-español en tierras de São Paulo. Esta comunicación-conversación contiene sesgos emocionales inevitables por mi propia condición limitada que sólo desde el compartir es posible vislumbrar. Espero que entre todos veamos con mas luz la realidad que nos ha tocado en suerte, desde la palabra que vivenciamos en entornos de diferentes expresiones lingüísticas para así encontrarnos en el conocimiento cada vez mas lúcido del maravillosos mundo de las letras.
Todos y todas estamos irremediablemente ligados a concretísimas referencias personales. Para percatarnos de ello es suficiente con dar rienda suelta a la memoria y a las ideas que permanentemente atraviesan nuestra propia cotidianidad. La primera universidad de la palabra que de manera viva nos incorpora al mundo de las letras es el propio entorno familiar y esta universidad será el referente origen durante toda nuestra vida. Yo nací en la ciudad de Donostia-San Sebastián (País Vasco Sur) en abril del año 1942, en plena posguerra (la guerra civil española ocurrió en los años 1936-39) y bajo la dictadura militar del Gral. Franco. Mi lengua materna y paterna era el Euskara (vasco). Pero desde los seis años en adelante, sin recordar muy bien como ocurrió, formaba ya parte de la escolarización en lengua castellana, lengua esta única oficialmente reconocida dentro del Estado Español, en donde en los primeros años de la dictadura estaba prohibido hablar el euskara socialmente. Al mismo tiempo que infinidad de expresiones culturales de nuestro pueblo se veían limitadas y restringidas con el único argumento de que la única lengua cultural del estado español era y debería seguir siendo el castellano. En el país vasco norte, es decir al otro lado del Pirineo y atravesando la frontera Franco-española, el Estado Francés marcaba y sigue marcando en la actualidad, a las tres provincias vascas que se encuentran en su territorio, cual ha de ser la lengua dominante y oficial. Se trata del Francés.
Así pues dos lenguas poderosas, el francés y el castellano, pertenecientes a los correspondientes estados políticamente (no natural ni culturalmente) configurados, intentan constantemente sobreponerse oficial y socialmente a la ciudadanía vasca y vasco-parlante causando en nuestro entorno cultural la diglosia correspondiente. Si bien es necesario aclarar que gracias a los inmedibles esfuerzos por rescatar nuestra lengua en la posguerra española a partir de los años 60, con la creación finalmente de las Ikastolak (escuelas vascas), en prácticas de auténticas militancias culturales, hemos llegado profesional y académicamente al reconocimiento de la oficialidad, gracias a la existencia de una mayor democracia y ciertos poderes autonómicos. Esto en lo que se refiere a la parte sur del país, es decir la que está en territorio español: Alta Navarra (capital Pamplona); Vizcaya (capital Bilbao); Guipúzcoa (capital San Sebastián); Álava (capital Vitoria). Porque en lo referente al sector norte de la parte francesa no existe todavía el reconocimiento oficial: Lapurdi (capital Bayonne); Benapar (capital St. Jean Pied-de-Port); Zuberoa (capital Mauleon).
Las palabras familiares y las primeras palabras pronunciadas por nosotros y nosotras están cargadas por auténticas lecturas biológicas y culturales. Por eso me atrevo a decir que la adquisición de mi palabra vasca y española está cargada del sesgo y la sabiduría de la emoción original que cada una de ellas sustenta. Emoción que de ninguna manera es pasajera porque se asienta en las diferentes historias culturales a las que corresponde cada una de las expresiones lingüísticas. Posteriormente, como es natural, matizada, enriquecida y transformada en los diferentes entornos culturales que me ha tocado vivir.
Es precisamente la emoción el regazo que acoge o rechaza las diferentes cátedras de la palabra experimentadas en el tiempo y los diferentes espacios que me han caído en suerte. Podría decir que es ella, la emoción, la que realmente hace realidad de manera fructífera o no las experiencias lingüísticas en el desarrollo del conocimiento personal. Y ante esta realidad tengo que reconocer que la emoción generadora matriz es la de mi propio origen vasco. Pero esta emoción y sabiduría que yo siento como indestructible es y ha sido transformada. La magia de la transformación está precisamente en el camino recorrido, en cómo se recorre el camino. Almuerzo con el profesorado en el comedor universitario.
Al hilo del camino recorrido vislumbro con nitidez suficiente como hace unos 31 años llegaba yo a tierras Colombianas con otra amiga mía para colaborar en la fundación de un colegio cooperativo. Este colegio está situado en el departamento de Santander en la ciudad de Barbosa. Teníamos bajo nuestra responsabilidad también la alfabetización de adultos en el pueblo. Aquel hablar castellano, acogedor; la hospitalidad y el cariño con el que fuimos recibidas los iba integrando yo de una manera nueva y natural en la convivencia colombiana. Enseñar en lengua castellana se convirtió desde aquella nueva situación afectiva, en la real transformación interior que precisaba para de un modo agradable comprender desde mi propia emoción que también el castellano formaba parte indispensable de mi forma de ser, ahora ya de manera mas pedagógica e integradora.
Tuve también la oportunidad de participar en un cursillo sobre el método de alfabetización de Paulo Freire (era así como le llamaban). Durante el desarrollo del mismo experimenté con mas claridad que otras veces, la importancia de la palabra del alumno, la extraordinaria importancia de ese universo de palabras en el que nos expresamos en la cotidianidad, y sobre todo el derecho a la palabra de cada cual. Siendo ésta la base o raíz del método que progresivamente se va elaborando en esa relación insustituible entre profesor y alumno. Algo comenzaba a cambiar en mi vida aunque todavía no sabía muy bien de que se trataba.
Experimenté el método y me experimenté a mi misma cuando un buen día y dentro de la clase correspondiente, una campesina descubrió de pronto que sabía leer. Este descubrimiento que era equivalente a sentir ese “yo también puedo leer y escribir”, me hizo reflexionar sobre mi propia situación y preguntarme ¿qué tiene esta pedagogía que devuelve la capacidad de poder a las personas? Y ¿yo?... Había en mi vida una asignatura pendiente: la alfabetización en vasco. Desde aquella experiencia sentí el “yo también puedo leer y escribir en vasco” y cuando volví a mi tierra, estudié, saqué el título del euskara y comencé a trabajar en el ámbito cultural vasco en el que permanezco hasta el día de hoy. Ahora considero que ya están las dos lenguas integradas en ese espacio afectivo que las hace vivas y realmente expresivas.
Por eso a pesar de las circunstancias históricas de mi cultura tantas veces infravalorada con intentos de extinción por parte de los ámbitos de las lenguas poderosas, hoy puedo afirmar que también la lengua castellana la considero mía emocionalmente junto al entrañable euskara,(vasco) como si una conversación terapéutica hubiera mediado en las diferentes emociones de origen que las sustentan. El origen del euskara fue naturalmente tierno y el del castellano fue la exigencia impuesta, aunque también con algunos momentos de ternura que no hay por que negarlos. Dos emociones salpicadas de innumerables connotaciones histórico-culturales y personales.
Saber de los orígenes es fundamentalmente pedagógico, nos sumerge en la propia pluralidad, enseñándonos a respetar lo diferente, como parte integrante de nuestro bagaje emocional, sabiendo que nunca partimos de cero a la búsqueda de no sabemos qué. Prescindir o intentar matar la emoción original, supone prescindir o matar el origen del conocimiento. Hablar, conversar, escuchar, decir, comunicar, etc... son acciones humanas que conllevan una profundísima historia emocional causada por la luz del conocimiento lingüístico de las innumerables lenguas existentes en este planeta Tierra, transportándonos así mas allá de nosotros mismos, al gigantesco origen de la condición humana. Lo singular y lo plural están ambos en el origen. Universidad Pública São Paulo (Brasil). Facultad de Filología Española. Durante la conferencia.
Teniendo en cuenta que el pueblo vasco lo componen siete departamentos o provincias (cuatro dentro del estado español y tres dentro del francés), como no podía ser de otra manera por la propia diversidad natural que nos configura, además de la geográfica; gozamos de siete dialectos lingüísticos. Esta diversidad enriquecedora supimos transformarla en la década de los 70 en una lengua unificada, euskara batua, para poder integrarnos en la propia evolución lingüística necesaria y poder experimentar los procesos académicos y culturales de nuestro país dentro de un bilingüismo equilibrado. La unidad y la diversidad siempre están presentes en ese hablar de nuestro pueblo, como la expresión mas genuina de nuestra propia identidad. La propia diversidad está presente en este lenguaje unificado en donde la raíz y la estructura común sustentan las diferentes variedades que como aporte enriquecedor de los diferentes dialectos, resulta ser ese pié en tierra de las distintas expresiones territoriales que lo conforman.
En la actualidad estamos inmersos en un proceso de reciclaje lingüístico académico a través de los diferentes modelos A, B, y D puestos en práctica en el ámbito de la escolarización. En el modelo A se enseña el euskara como el conocimiento de una lengua mas, al estilo del francés o el inglés etc. En el B se procura el bilingüismo equilibrado desde la introducción del vasco de una manera progresiva a través del propio proceso de escolarización. Y en el D toda la enseñanza es en euskara. El porcentaje de los que desean una total escolarización en vasco ya está siendo mayoritario. Gozamos de la institución académica necesaria la “Academia de la Lengua Vasca” para todo este proceso lingüístico en el que nos encontramos involucrados y su puesta al día, es el trabajo cultural constante de una lengua que es la mas antigua de Europa y continúa paseándose por sus calles en la época de la mayor globalización cultural reconocida en la historia de la humanidad. Conservar los dialectos y experimentarnos como lengua unificada, son las dos vertientes que deseamos no perder cara al futuro próximo. Nuestra literatura es copiosa y cualificada como expresión fantástica de un pueblo que después de un silencioso y silenciado currículum sabe aflorar con una frescura y abundancia realmente creadoras.
Los años vividos en São Paulo fueron para mi una ratificación de mi origen vasco, de la adquisición enriquecedora de la cultura española y la integración afectiva y emocionada de esta lengua y cultura brasileñas. La búsqueda y la admiración de lo nuevo las pude hacer porque reconocía ya con mas claridad mis propios orígenes, y en esta nueva lectura del mundo mi abanico emocional se abrió y sigue abriéndose para vislumbrar, percibir y sentir nuevas sabidurías. Me encantaría que todos rescatáramos las palabras ocultas que viven en las cátedras pertenecientes a los diferentes currículum silenciosos y silenciados que han ocurrido y siguen ocurriendo en nuestras vidas, para emocionarnos juntos con los nuevos hallazgos y la sensación real de estar siempre siendo. Me encantaría saber que otras personas escriben o dicen desde su pupitre universitario las palabras sagradas que se han visto obligadas a silenciar para poder así vivenciar las emociones que se van sucediendo en el conocer y reconocer del conocimiento.
Si todos pudiéramos decir sería fantástico. Decir y hacer ¡claro!. Yo disfruté de esta oportunidad en las clases del profesor Paulo Freire durante los años que viví en São Paulo. El era un maestro excepcional en ese hacernos sentir el derecho a la palabra y la relación que natural y pedagógicamente sabía hacernos vivenciar entre el profesor y los alumnos y alumnas que formábamos parte de aquellas transformadoras clases en la Universidad Católica, la PUC. El respeto y la identificación naturalmente reconocidas de mi palabra vasca y de mi libre expresión en aquellas horas de clase, marcaron mi vida hasta el día de hoy, reconociendo en aquella relación profesor alumna la mas prometedora y emocionada experiencia educativa de mi vida. Era el bálsamo que faltaba en esa relación solidaria entre las diferentes lenguas que vivenciaba, quedando como marca imborrable aquella pedagogía emocional de Paulo Freire revestida de una extraordinaria profesionalidad.
Desde entonces con mas claridad que antes se que el derecho a la palabra es una fuerza imparable porque está en nuestro origen biológico que se hace expresamente humano en la conversación. Rescatar la tertulia, la conversación entre padres e hijos, en la pareja, entre amigos y amigas, en el trabajo, en la universidad, en la escuela, en la calle, en la política, en la militancia, en las creencias etc... es respetar el propio origen. Me ocurre con frecuencia que al oír otros orígenes lingüísticos me remito instintivamente al mío y al hacerlo irremediablemente me emociono, el día que no experimente esta emoción creo que estaré bajo la influencia de una catástrofe cultural y reducida a museo, fosilizando así parte de mi palabra. Universidad Pública São Paulo (Brasil). Facultad de Filología Española. Durante la conferencia.
La emoción del origen viaja con nosotros o también puede decirse que viajamos constantemente por la geografía emocional del origen humano. Por eso si queremos conocer las emociones de los demás debemos mirar sus acciones, y si queremos conocer sus acciones mirar su emoción. Aceptar a los demás es un hecho que ocurre en el espacio emocional y no en el de la razón. Los seres humanos nos encontramos en el deseo o en el rechazo, aunque es la razón la que da forma a la acción que el emocionar decide.
Vamos configurando nuestra forma de ser a través de conversaciones y maneras de decir y expresarnos, que no es otra cosa que un entrelazado lúdico que se realiza entre el lenguaje y la emoción, porque lo que nos traemos entre manos normalmente lo configuramos en la conversación, pues en ella es donde somos realmente humanos. En el fluir de una conversación pueden ocurrir cambios emocionales si cambiamos la conversación, teniendo en cuenta que estos cambios siempre ocurren dentro de los estilos culturales en los que vivimos o hemos vivido. De ahí que la carga emocional y semántica de cada cual está presente en la conversación haciendo de la propia tertulia una de las expresiones mas ricas del espacio relacional humano. En donde jamás existe ni espacio único, ni palabra única, ni lenguaje único, ni pensamiento único ni por supuesto una única emoción.
Conversando construimos realidades “con” los demás; nada es abstracto, sino un vivir juntos. El mundo no está hecho de antemano sino que se configura en la relación por eso el lenguaje puede conseguir trasformar las actitudes. De ahí la importancia de las minorías étnicas y lingüísticas porque nos abren nuevas perspectivas emocionales para discernir el mundo si sabemos cuidar pedagógicamente del proceso constructor, necesitado de una real armonía, fruto del deseo y no de la autoritaria exigencia. En la emoción se está o no se está. Es algo que se vive, implica acción. No la debemos confundir con los sentimientos, porque puede ocurrir que al querer buscar le expresión del sentimiento neguemos la emoción en la que nos encontramos. Podemos, por ejemplo, estar alegres y no saber expresar lo que sentimos.
Todo cambio lingüístico nos remite a un cambio cultural y este a su vez pasa por el cambio en el emocionar. Por eso cada vez que aceptamos la legitimidad lingüística de los demás, obtenemos la propia legitimidad experimentando en la práctica que somos legítimos mientras conversamos, escuchamos, nos emocionamos, nos relacionamos y convivimos.
La ciencia y el conocimiento no son neutrales porque tienen historia, y es la historia humana la que los conforma, somos los autores y hacedores de las grandezas y de los horrores, nada está determinado, todo participa de la posibilidad de poder ser de otra manera. La palabra es humana y nos humaniza, desde su origen vive ya universalizada en las diferentes formas de expresión de las diversas culturas. Negarla o ignorarla en alguna de sus formas supone un empobrecimiento que elimina consciente o inconscientemente infinidad de preguntas y respuestas.
Desde estas mis palabras deseo agradecer la oportunidad de comunicarme en este espacio brasileño. Por estas tierras he experimentado muchas veces aires libertarios y he podido expresarme en la lengua mas antigua de Europa, al mismo tiempo que ha despertado preguntas, admiración y deseo saludable de saber a quienes realmente representa. Es el euskara en si mismo ese gran tema generador de la pedagogía freireana que yo de manera consciente a veces y otras no tanto deseo experimentar en este ir y venir de tierras de América del sur, viaje enriquecido emocional y lingüísticamente por la lengua castellana y muy especial y afectivamente por este hablar brasileño que sutilmente invade mi sensibilidad invitándome a permanecer fiel a la “saudade”, considerándome ya con el permiso de vosotros y de vosotras, un poco brasileña. No quiero terminar esta comunicación sin expresar mi enorme admiración y respeto a todas esas voces indígenas portadoras de culturas milenarias que están intentando decir su palabra silenciosa y muchas veces silenciada. Desde mi condición cultural también milenaria les envío un abrazo emocionado.
Quiero terminar con las palabras que Jorge Bertolaso Stella en A lingua Basca (Separata da “Revista do Instituto Histórico e Geográfico de São Paulo” Vol.LI, página 19) nos muestra con esperanza y sensible belleza, en estos momentos en que continuamos sufriendo serias inhibiciones y reales represiones. Y al hacerlo me experimento una vez mas en la tan querida lengua brasileña en donde hace algún tiempo encontré escritas estas emocionadas palabras. Dice así:
“...repetimos as palavras do iluminado glotólogo e bascólogo Schuchardt: <" ><Bascos! Vós sois antigos, porém não velhos!. Eu vos saúdo, como quem saúda a aurora!>!
MUITO OBRIGADA! ESKERRIK ASKO!