Sergio RECARTE
Hace 70 años un bilbaíno asentó los cimientos del psicoanálisis en nuestro país. Ángel Garma y Zubizarreta fue el primer presidente de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA) en 1942. El pionero, el primero que tumbó a los argentinos en un diván.
La Gran Vía bilbaína vio nacer el 24 de junio de 1904 a Ángel Garma y Zubizarreta. Llegó a una familia de clase media alta y se crió rodeado del ambiente más refinado que se respiraba entonces en la capital vizcaína. Eso le permitió viajar de joven a Madrid para realizar sus estudios y compartir experiencias con una generación de ilustres nombres, que aún eran desconocido: Federico García Lorca, Salvador Dalí, Luis Buñuel, Severo Ochoa, entre otros. En los años veinte, Ángel Garma tuvo la oportunidad de ser alumnos de eminencias como José Ortega y Gasset, Gregorio Marañón o Santiago Ramón y Cajal, Con todos ellos llegó a cultivar una estrecha amistada.
Ángel Garma y Zubizarreta.
Esos mismos profesores le animaron a encaminar su carrera hacia la psiquiatría, por lo que Garma se trasladó a Alemania para diplomarse. Fue el primer miembro del Estado español en ingresar en la Asociación Psicoanalítica Alemana, mérito que consiguió tras la publicación de su obra La realidad y el ello en la esquizofrenia. Tras la llegada de los nazis al poder, Garma renuncia y regresa a España donde vivió con entusiasmo la II República. Junto a los intelectuales de la época firmo documentos en apoyo solidario a la causa obrera, pero al estallar la Guerra Civil decide ir a Francia, codeándose con la flor y nata del psicoanálisis francés. Pero el exilio en el país galo no pudo prolongarse mucho y, ante la inminente llegada de la II Guerra Mundial, cruzó el charco. Llega a Buenos Aires en 1938. Empezaba una nueva aventura.
El vasco Ángel Garma actuó como un imán entre sus colegas porteños. Garma tuvo el honor de ser nombrado el primer presidente de la Asociación Psicoanalítica Argentina. Todos ellos eran médicos, lo que orientaba a pensar en una clara relación entre psicoanálisis y medicina psicosomática. Pero su refugio en Argentina, como sucedió en sus pasos por Alemania, España y Francia se vió alterado. En la segunda mitad de los sesenta los intelectuales de Argentina tuvieron que adaptarse a un exilio exterior o interior.
Pero todos estos contratiempos no impidieron que la figura de Ángel Garma adquiriera el más alto estatus dentro del mundo del psicoanálisis. A medida que los años iban avanzando, Garma sintió más fuerte que nunca la llamada de su tierra vasca. En 1987 se celebró el Simposium sobre Diagnóstico en Psiquiatría en el marco del II Congreso Mundial Vasco, que contó con la presencia del psicoanalista bilbaíno. Dos años después visitó nuevamente Euskadi, pero Ángel Garma, como era su deseo, prefirió fallecer en Argentina, tal como había pedido su esposa. El deceso ocurrió en 1993.
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