Isusko VIVAS ZIARRUSTA, Universidad del País Vasco/EHU, Facultad de Bellas Artes, Departamento de Escultura
“El mar une las regiones que separa”, Alexander Pope
Este artículo cuyo título, subtítulo y texto vienen consignados en tres idiomas diferentes, parte de una síntesis que resume las cuestiones fundamentales que se han analizado en un estudio mucho más extenso que abarca esas tres ciudades del ámbito cultural vasco. Las cuales se caracterizan por la intensa relación histórica, geográfica, urbanística, cultural y estética que se ha generado entre el espacio construido y los frentes de agua; sean estos muelles y riberas, puertos o playas y en general bordes marítimos. Atendiendo también a las múltiples peculiaridades idiosincrásicas de nuestros territorio, y siendo una de ellas la idiomática, el estudio que mencionamos se ha desarrollado y redactado en los tres idiomas del País Vasco.
“El espacio del mar no está ya regido por la geometría sino por la significación”, Kosme Barañano
El objeto de análisis principal que se ha perseguido con este trabajo académico es la necesidad de poner en valor e investigar de modo científico, dentro de las ciencias humanas, y más concretamente de la antropología, la configuración significativa y simbólica del espacio urbano en los frentes de agua. En el ámbito del País Vasco (entendido como Euskal Herria y no como Comunidad Autónoma del País Vasco-CAPV) encontramos tres núcleos urbanos importantes que corresponden a villas y ciudades frente al mar o en bordes de rías y estuarios: Bilbao, Donostia-San Sebastián y Baiona. Nacidos en los frentes de mar o a la vera de rías de mareas, dichas poblaciones reconvertidas de facto y de oficio en capitales de provincia (Bilbao y Donostia-San Sebastián) o de subprefectura (Baiona), han marcado una fuerte personalidad característica del País Vasco litoral muy enlazada con la cultura marítima que puede reverberar en múltiples manifestaciones socioeconómicas y productivas como la pesca tradicional, el comercio y el transporte marítimo, la diversificación industrial costera y más recientemente actividades de ocio y turismo. Lo que tiene sus precedentes en las concepciones burguesas de ciudad moderna durante el siglo XIX y XX, así como sus gustos y preferencias estéticas.
El objetivo que hemos planteado no es tanto el repaso histórico de estas cuestiones intrínsecas a la vida de las comunidades humanas (en este caso de poderosa ascendencia marítima) sino la detección y consideración crítica de la imagen que todo ese devenir humano y urbano ha legado a nuestros paisajes urbanizados y antropizados, contemplados a día de hoy en el seno de una cultura viva. Imagen compuesta de retazos y fragmentos de actividades actuales y pasadas. Por lo tanto, todo ello nos ha ayudado a extraer modos de subsistencia pretéritos y a comprender porqué los asentamientos marítimos se han construido de una determinada manera (significativa y simbólica), con los profundos cambios y mutaciones que han acontecido en el ‘crono-topos’ espacio-temporal hasta las grandes aglomeraciones tras-fronterizas.
“La estética del mecanismo [...] contrasta con los ritmos profundos de la naturaleza estable tan diferentes, presentes pero sutilmente perceptibles. El discurrir de las aguas de un río o del oleaje, el paso de las aves o el movimiento de las personas o los buques”, Ignacio Español Echániz
Cuando hablamos de imagen urbana no podemos dejar de lado la estética asociada a unos puntos focales concretos de ver y de mirar el territorio circundante, para lo cual nos servimos de la cultura material tanto mueble como inmueble que se desprende de las formas de organización del territorio entendido como palimpsesto, como sedimento de memorias e identidades. Lo cual nos conduce a indagar, desde una apuesta interdisciplinaria, aspectos referentes al urbanismo en cuanto a herramienta técnica de ordenación y planificación, así como una aproximación a ciertas perspectivas de la geografía humana y básicamente la antropología urbana, llegando a profundizar hasta unas escalas inferiores pero igualmente paradigmáticas, sustentadas por la relevancia de la escultura pública en relación a las artes plástica en los escenarios urbanos; lo que a su vez remite inexcusablemente a la idea de monumento que también puede ser arquitectónico-histórico o de diversa naturaleza. Junto a ello, numerosos elementos significativos de cultura material marítima e industrial son actualmente ‘monumentalizados’ y ‘patrimonializados’ en el espacio público urbano, en la propia frontera entre su valor antropológico, estético y de embellecimiento urbano, extendiendo en alguna medida sus impregnaciones a las metrópolis conurbadas postmodernas.
La toma en consideración y valorización del concepto categórico de frontera es igualmente recurrente, funcionando como recurso metodológico de primer orden, en un análisis teórico que nos dota de instrumentos para poder entrelazar varios espacios liminares que abordamos y enfatizamos. En primer lugar los límites físicos entre la ciudad y el mar (bordes de agua), después los límites fronterizos históricamente vigentes y actualmente más difusos pero que aún se perciben culturalmente entre ambas orillas del Bidasoa y la bahía de Txingudi como charnela fluvial de la eurociudad vasca litoral; y por último, los límites que interconectan la vertiente antropológica con la esfera que nos descubre un mundo de objetos, de construcciones, de monumentos y de restos semi-arqueológicos o residuos patrimoniales que nos corresponde poner en boga por su carácter estético y su carácter ‘parlante’. Todos ellos constituyen ‘materiales culturales’ privilegiados que nos dilucidan planos e imaginarios rescatados simbólicamente desde ángulos vinculados a la etnografía del paisaje, lo que se ha materializado en el trabajo de campo.
Área metropolitana fluvial de Bilbao con espacios portuarios, industriales y vegas urbanas remodeladas (2010-2012).
Foto: Isusko Vivas
“Bilbao no puede ser comprendido sin explicar la trascendental importancia que en su configuración tiene el carácter navegable de la Ría sin apenas restricciones. Los puentes de la Ría de Bilbao son el cruce de la memoria sobre el cauce de la historia”, Iñaki Uriarte
Nos ubicamos en los ‘testimonios’, los ‘límites’, las ‘lecturas entre líneas’, los ‘intersticios’ y las ‘miradas artísticas’ a la ciudad, con la arquitectura, con los sistemas de comunicación, con la planificación urbanístico-territorial o con los elementos urbanos y las obras de arte público que contribuyen a crear escenarios donde la colectividad se mira y se manifiesta, reflejándose en el espejo lustroso de las aguas más o menos cristalinas. Esta es la ‘mirada versátil’ que proponemos, atendiendo a las disciplinas de creación de ciudad y sus intersecciones e interrelaciones, sin perder la perspectiva histórica, narradora de cambios más o menos trascendentes, lo que sintoniza con la recuperación de las memorias históricas de los lugares y el surgimiento de un nuevo imaginario estético en las márgenes de la Ría de Bilbao.
El sistema de funcionamiento de Bilbao está cada vez más relacionado con las demás ciudades vascas. Desde ese punto de vista las áreas metropolitanas, en vez de aglomeraciones tradicionales, pueden parecerse más a la idea de ciudad-región. Las áreas metropolitanas contienen una primera aglomeración y por extensión, una periferia de geometría variable que en casos puntuales como el País Vasco, tiende cada vez más a confundirse con todo el territorio de la Comunidad Autónoma. Euskal-hiria en su sentido más literal que metafórico se transformaría así en Euskal-metrópoli, con una concepción ‘global’ de la ciudad y el territorio, y los medios de comunicación que abarcan regiones transfronterizas.
Ya el arquitecto Ricardo Bastida en 1923 introduce una de las primeras reflexiones metropolitanas de la ciudad entendida como globalidad, junto con los transportes y comunicaciones, germen del posterior Plan de Enlaces de Bilbao impulsado por el entonces ministro de obras públicas Indalecio Prieto. Situó a Bilbao en la vanguardia de las propuestas urbanísticas al tiempo que se planteaba el concurso de Extensión de Bilbao en 1926, con el proyecto definitivo de Estanislao Segurola fechado en 1929. Después, tras la Guerra Civil de consecuencias catastróficas, la visión organicista del ‘zonning’ con Pedro Bidagor al frente de la Dirección de Arquitectura (1939-1969), se establece el mando centralizado en Madrid. De ahí se produce un salto temporal y cualitativo hasta el inicio de la actividad de las instituciones vascas, con la adquisición de las competencias urbanísticas en la década de 1980.
El marketing enfocado al desarrollo económico necesitará plasmarse simbólicamente en la industria, en la arquitectura paradigmática vinculada a arquitectos emblemáticos, o quizás también en la escultura pública y el mobiliario urbano. Junto a esas estrategias de marketing urbano, encontraríamos la creación de ciudad supeditada a una realidad territorial heredada del pasado, que proviene así mismo de una visión moderna de la planificación urbanística pero que se desplaza hacia la concepción post-moderna de la imagen y el diseño urbano, por la vía de la integración de lo monumental con el mobiliario urbano de carácter estético, o por la vía del exceso de elementos urbanos que no hacen sino ocultar la carencia soterrada de solvencia urbana supeditada a la carretera. Por otro lado, reverbera cierta ‘nostalgia del pasado’ que se recrea en el presente efímero (esculturas alegóricas, murales, imágenes de la industria), o se fosiliza para el futuro en forma de ‘anacronismo historicista’ o escultura monumental figurativa. Estos escenarios y contextos urbanos con su fenomenología particular, nos sirven como espacios y lugares de ‘ensayo’ para plasmar y reconocer cómo, partiendo de un observatorio determinado que constituye ese deslizamiento que decíamos desde la escultura hacia el mobiliario urbano, pueden intuirse si no entresacarse las estrategias que subyacen en el fondo, que son pautas de remodelación de la ciudad post-industrial, marítima y ribereña, que en nuestro caso afectan al entorno fluvial metropolitano de Bilbao.
Cuando estos procesos se amplifican con una visión unitaria e integradora de la ciudad, del territorio, de las conexiones y de la sociedad (incluyendo lo político y lo económico), surge lo que se denomina por ejemplo Euskal-hiria, sueño literario distorsionado en un territorio fluvial y transfronterizo, allí donde lo simbólico se manifiesta precisamente en la ‘muga’ como una especie de ‘mito de la frontera’ y donde parte del imaginario se convierte en símbolo. El modelo de rehabilitación de zonas emblemáticas mediante planes-proyecto arrastra una ingente cantidad de recursos que dificulta desarrollar de la misma manera otras áreas de la metrópoli. Y es que la competitividad de las ciudades ya no es geográfica, como en Bilbao, con el condicionante marítimo-portuario que atrajo antaño el masivo asentamiento industrial. La ciudad, pasa a ser ‘consumible’, como un producto de marca con carácter simbólico. Así que los puertos y sobre todo aeropuertos constituyen las ‘puertas de la ciudad’ y logotipos ‘auráticos’, que funcionan ‘quizás’ como puertas de la metrópoli. Las distancias dejan de ser territoriales para empezar a ser simbólicas; lo que en Bilbao ya sucedía de alguna manera con el binomio margen izquierda y margen derecha, y las rutas a Inglaterra con la ‘fiebre del hierro’.
Los nuevos paradigmas afectan a los procesos de planificación urbana, tendentes a vincular visiones grandilocuentes para proyectos de arquitecturas ‘ensimismales’. Seducción y ensimismamiento que producen un masaje mental hipnótico, fruto del cual las masas perciben el espectáculo urbano como representación de la vida en un gran escenario que es la ciudad. El propio Frank Gehry dijo, cuando tuvo la ‘inspiración revelada’ del espacio para construir el futuro Guggenheim, que el estar en la curva de un río en uso, intersectado por un gran puente y que conecta el tejido urbano de una ciudad considerablemente densa a la orilla de la Ría, con un lugar para el arte moderno, constituía su idea del cielo; lo cual ha precipitado igualmente unos cambios palpables en la percepción estética de una ciudad ‘bella en su fealdad’ (Oteiza).
Donostiako hiri-paisaiaren elementu esanguratsuak espazio urbanoak itsasoarekin talka egiten duen ur-fronteetan.
Foto: Isusko Vivas
“Euskal Herriaren historia ‘itsasoz’ eta ‘burdinaz’ egina baldin badago, Donostiaren historian itsasoak eskaintzen dituen aukera guztiak daude bilduta. Itsasorako eta merkataritzarako senak sorrarazi zuten Donostia, eta itsasoak eta merkataritzak tankeratu dute, mendez mende, donostiarren bizimodua”, Elena Legorburu
San Telmoko komentu-museoko paretetan José María Sert-ek margotutako dozena bat mihise handi ikusi daitezke; Gipuzkoako eta, batik bat, Donostiako historiaren eta kulturaren pasarteak imajinen bidez laburbiltzen eta haien esentzia sintesi eran ongi eskaintzen digutenak. Modu konkretuagoan, San Sebastián, Donostia hiriko zaindaria eta San Telmo, itsasgizonen patroi-zaindaria ere presente leudeke paretetako horietan margoetan, beste pasadizo batzuetan kultura komunaren ezaugarri sinboliko litzatekeen ikonografia argiro irudikatuz; legeen izenpetzeetan dakusagun ‘foruen herria’, ‘askatasunaren herria’ (Armadako ontziteriaren sorkuntza Pasaiako errege ontzitegietan), ‘adituen herria’ (Real Sociedad Bascongada de Amigos del País erakundea) eta ‘kontu zaharren herria’ (Zugarramurdiko sorginekin). Nahiz eta identitate-emaile liratekeen arketipo horietako batzuk erabat kontraesankorrak izan, guri dagokigun kasuan, itsas kultura eta estetikarekiko hurbiltasuna bikain ilustratzen dizkigute.
Natura-kultura binomioan hiria ere balegokeela kontu eginez, fenomeno urbanoak itsasoarekin edo ibaiarekin talka egiten duen muga-lerroetan egituratzen baita aipatu binomio kontraesankorra, urteen poderioz guztiz humano eta urbano bihurtua, ur-fronteetako paisaietan. Bertan edukiko luke agertokia itsasoari begiratzen dion arkitekturak, gure kasuan arkitektura bera beste elementu artistiko eta estetikoekin uztartuz (monumentua, eskultura eta hiri-altzariak). Horrek guztiak interpretazio kulturalari ere ateak zabal irekitzen dizkiola ahaztu gabe. Horrela, moilak, urmaelak, kaiak edota dikeak portuetako ohiko egiturak ditugu hiriaren eta uraren elkargunean mugarri artifizialak kokatuz. Bestetan, itsasadarraren presentziak espazio funtzionalak sortarazten ditu. Euskal Herrian, tipologia honetan bete-betean sartzen direnetatik Donostia, Baiona eta Bilbo azpimarratzen ditugu.
2013. urte honetan, han zuzen, 1813ko abuztuaren 31eko sutearen ondorengo hiriaren berreraikuntzaren 200. urteurrena oroitzen du Donostiak. Data honi atxikia, Udalak hiritar-aitorpena bultzatu zuen, etorkizuneko urteetan Gipuzkoako hiriburuak beregain hartu beharko dituen zenbait erronka azpimarratzen dituena. Bizi-kalitatearekin eta bizikidetasunarekin harremana duten egitekoak, biharamuneko Donostiaren aurpegia irudikatuko dutenak.
Izan ere, orografiak mugak ezartzen dituen moduan itsasoak ere limite sinbolikoekin jokatuz paisaiaren egituraketa baldintzatzen du kosta partean. Paisaiaren artifiziozko estruktura honetan pertsonarteak du eragin erabakigarria. Horrez gain, hiriaren trazaren finkapenak garrantzia handia du urarekin mugako eta limiteko espazioak ezartzeko unean. Bien bitartean, espazio horiek guztiak funtzionalak diren neurrian (portuak, badiak, pasealekuak...) ‘humanizatu’ beharra dago eta ‘humano bihurtze’ horretan parte hartuko dute toki bakoitzaren izaera berezituarekin erlazioa duten elementuak. Honela, elementu industrialak, aisialdirako balio dutenak, merkataritzakoak, kirolerako erabiltzen direnak, hiri-apaingarriak, ondartzetako zerbitzuak, monumentuak eta beste hainbeste agertu daitezke.
Lurraldetasunean espazio urbanoa eratzen doan heinean nola traza urbanoa itsasertzeraino iristen den ikustea kuriosoa gertatzen da, garai historiko desberdinetan, itsasoarekin edota ibaiarekin muga-lerro anizkoitzak sortuz. Honela konfiguraturiko paisaia urbanoek unean uneko hirigintzako teknika urbanistikoen berri ematen digute; baita estilo batzuk eta beste batzuk gustuko zituen jendartearen berri ere. Hor barneratzen da arkitekturaren eskala eta baita egunero bizi ditugun espazioetako konfigurazio sinbolikoa ere: monumentuen, eskultura publikoen eta hiri-altzarien eskala erabilgarriagoan, beti ere lekuan lekuko kulturen, gizartearen eta bere kezken edo nahien berriemaile (alderdi antropologiko-kulturalaren nagusitasunarekin); batez ere boterea sostengatzen duten klase pribilegiatuena (burgesak, udatiarrak, industrialak eta abar). Horietatik guztietatik hiri-ehunaren limiteetan kokaturik leudekeenak aukeratzen ditugu, itsas bazterreko eta ibaiertzeko espazioetan alegia. Beste batzuen ezaugarri material eta inmaterialak (koloreak, ehundurak, galdutako usaiak...) bizitza moduen aldaketen eta berregituraketen lekuko gisa gelditu zaizkigu (tradiziozko ofizioei eta, batik bat, arrantzari lotutako mundua, besteak beste), horrek guztiak ere birmoldatze urbanistikoetan eragin bortitzak dituelarik. Eta noski, era honetako ikerketa metodologiak denboraren ardatza ere eskatzen du, egitura-ardatz geografiko eta espazialaz gain.
Le paysage urbain - maritime sur les fronts d’eau à Baiona; le long pont sur l’Adour, le Réduit et des Allées riverains.
Foto: Isusko Vivas
“Cet espace de frontières, entre continent et milieu océanique, [...] au cœur du Pays Basque Iparralde (Lapurdi) Hegoalde (Nafarroa et Gipuzkoa) est un lieu de contacts, d’échanges de rencontres et de brassage (population, langues, influences culturelles)”, Pascal Clerc
La ville de Baiona acquit une importance spéciale au niveau de la construction et la structuration urbaine des fronts des rivières, en harmonie avec la configuration symbolique de l’espace urbain en référence aux phénomènes urbanistiques et esthétiques. La mémoire et l’identité des lieux, en rapport avec l’idée de patrimoine nous laissent un territoire devenu paysage (urbain), clairement manifesté avec toute sa personnalité dans les fronts d’eau à partir, d’abord, du commencement de la modernité et après, durant tout le XIXe siècle et le développement de la science urbaine, fortement liée sans possibilité de se séparer à l’évolution historique de la société jusqu’au début du XXIe siècle, comme nous l’avons vu dans les cas de Bilbao et Donostia-Saint Sébastien.
La vision de la cité du XVIIIe siècle à Baiona était complètement limitée entre l’ancienne muraille et la confluence des fleuves, avec des ponts de passage sur la Nive et l’Adour. Cité de port et ville frontière, Baiona était aussi une cité militaire qui accueillait le siège épiscopal de l’évêque. Montrant une régularisation du terrain semblable à celle de Pampelune, la butte dessinée par l’Adour (Aturri) et la Nive (Errobi) conforme les bourgs et la forme du ‘locus urbi’ à Baiona. Vers l’époque de l’Illustration, quelques idées d’expansion de la ville en direction à l’Adour furent promues mais plus ou moins immédiatement retirées, étant donné l’importance de la place militaire. La construction était uniquement permise de l’autre côté de l’Adour dans le ruisselet de Saint-Esprit, quartier historique de la juiverie (le ghetto juif) à Baiona. Une fois desséchée la vaste zone des marais au bord de la rivière (situation pareille à Donostia-Saint Sébastien), où il y avait autrefois des moulins de marées, quelques terrains furent urbanisés mais très conditionnés par l’introduction postérieure de la ligne courbée du chemin de fer.
Sur les cartes du XIXe siècle la Citadelle et des Allées de Paulmy apparaissent clairement; des promenades tracées au bord de l’eau (Allées Marines, Allées Boufflers) avec des arbres et des éléments de mobilier urbain, des monuments et sculptures. Espaces de large tradition dans les villes portuaires, ce phénomène a également été connu à Bilbao avec le Champ de ‘Volantín’ et d’autres exemples similaires. Dans le faubourg de Saint-Esprit (Baiona) une expansion urbaine plutôt géométrique fut planifiée, mais finalement très modifiée en 1863 par des rues diagonales nées à partir d’une nouvelle place centrale. Le résultat c’est que Baiona avait eu le même problème que Pampelune quand le Plan Martinet fut présenté vers l’an 1926, afin d’intervenir dans l’ancienne aire militaire. Exercice trop simple et sans aucun intérêt selon les experts, seulement pensé sur la base de la géométrisation du territoire et l’urbanisation de certains pâtés de maisons. Presque cent ans plus tard, au commencement du XXIe siècle on voit une vaste métropole extensive de la côte littorale jusqu’à l’arrière pays bayonnais, où la conurbation Biarritz-Angelu-Baiona est nettement intégrée. La structuration urbaine, symbolique, identitaire et esthétique de l’espace est autrement rechangée vers la construction du paysage post-moderne résignifié par des éléments qui font partie de la nouvelle urbanité.
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