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Antxon AGUIRRE SORONDO
Abordamos un caso curioso de la religiosidad popular cual es el habitual traslado de sitio de los templos. La tradición del cambio de lugar ha sido constante en toda la cultura popular de toda Europa, véase por ejemplo los abundantes casos recogidos en la cercana Bizkaia por la autora G. Arregi y como no podía ser de otra forma también aparecen en Gipuzkoa.
Contaba el que fue párroco de Arrate, Don Pedro Gorostidi, que la imagen de la basílica de Nª. Sª. de Arrate (Eibar) la halló milagrosamente una niña pastora de Mendaro, el año 1442. Como en muchos otros templos, pervive la tradición de su traslado impuesto por la voluntad divina: los vecinos de Eibar quisieron erigir el templo en la villa, junto a Azitain, pero lo que de día levantaban por la noche era llevado al lugar donde apareció la Virgen. Así un día tras otro, hasta que los eibarreses entendieron que se trataba de un deseo expreso de la Virgen que quería tener allí su templo.
Según la tradición, la imagen de Santa Marina apareció donde ahora está la ermita, y cerca de una fuente que aún existe. Los vecinos del lugar decidieron erigirle una iglesia en el cruce de los caminos que parten de Albiztur a Bidania, a Goyaz y hacia este barrio que entonces se llamaba Argisain y ahora Santa Marina (Albiztur). Comenzó la construcción, y durante los dos primeros días sucedió que, milagrosamente, todo lo que se construía en aquel punto era desplazado por la noche al lugar de la aparición. Interpretándose como designio divino, resolvieron edificar el templo en aquel emplazamiento.
Arrate. Foto: CC BY - jmendicute
De la ermita de Nª. Sª. de Zabaleta (Urretxu), según la tradición, cuando apareció allí la imagen de la Virgen los vecinos quisieron elevar la iglesia en su honor en un lugar más apropiado, por lo que comenzaron a edificarla junto al caserío Zabaleta (su solar lo ocupa hoy un depósito de aguas). Pero todo lo que construían un día lo encontraban a la mañana siguiente en el lugar de la aparición. Ello se consideró señal inequívoca de que la Virgen deseaba que allí se emplazara su santuario y así se hizo. En honor de este fenómeno —nos contó Pilar Aguinagalde, de 75 años, de la casa Taberna-berri— se hicieron algunas misas de campaña en el prado de Zabaleta.
Con referencia a la ermita de Nª. Sª. de Ezozia (Soraluze) Aita Barandiarán recogió una tradición oral a través del médico municipal, D. Carlos de Orueta, y que decía así:
Oiñ dala urte asko, milla urtiak akaso, Irigoin’go gizon bateri urte otxan Ama Birjinak eta eza otxan eitxeko eliza bat Irigoin’go soguetan.
Gizon ori azi izan toki on baten billa; baña Arritxa sogua begitxandu jakon paraje garbixa ta laua. Laguneri esan i otxan, da, danak konprome eresela, eki otxen biarrian Arritxa’ko soguan.
Egunaz eitxen ebena, gabian apurtuta topatzen i eben, da gañera arri da ol gustiak Ezozi’ra jatxita.
Urrengo goizian, jaso arrixok Arritxa’ko sogorra, ekiñ eitxen eliz ori, da gabian betikua: arri gustiak bera eruanda.
Aspertu zian ala ibiltzen, da Irigoin’go gizona gertau zan gabian zaintzeko.
Alaze, gabe erdixan ikusi i eban Ama Birjiñia zidarrezko jantzixakin da bei bikin arrixok Ezozi’ra jeisten, esanaz:
Aida txurita belegi,
Begira daguan orri
Begixa atara bei.Irigoin’go gizon ori begi bakarrakin gelditxu i zan, da ameiku gisaldik ero begixan ze o ze izan i dabe.
(Ahora hace muchos años, acaso mil años, al hombre de Irigoin —caserío de Placencia— se le apareció la Madre Virgen, y le dijo que hiciera una iglesia en los prados de Irigoin. Ese hombre empezó a buscar un buen sitio; pero el prado de Arritxa —caserío de Placencia— le pareció paraje limpio y llano. Se lo comunicó a sus vecinos, y hallándose todos conformes, acometieron el trabajo en el prado de Arritxa. Lo que construían de día, lo hallaban derribado de noche, y, además, todas las piedras y las tablas bajadas a Ezozi. A la mañana siguiente subieron estas piedras al prado de Arritxa, y empezaron a construir esa iglesia, y a la noche ocurrió lo que siempre: todas las piedras trasladadas abajo. Se cansaron de andar así, y el hombre de Irigoin, se quedó a hacer guardia de noche. Así, a la media noche vio a la Madre Virgen con traje de plata y que bajaba estas piedras con dos vacas a Ezozi, diciendo:
Aida blanca y amarilla
A ese que está mirando
Sáquele el ojo.Ese hombre de Irigoin se quedó con un sólo ojo, y unas once
generaciones de Irigoin han tenido algo en el ojo).
Ermita de Liernia, Mutiloa (Gipuzkoa).
También en Mutiloa ha pervivido la leyenda de que el lugar elegido para la construcción de la ermita de Nª. Sª. de Liernia fue otro, un poco más abajo de su actual emplazamiento, pero que lo que se edificaba un día al siguiente aparecía trasladado a este lugar.
En todos los casos la Virgen (o Santa Marina en Albiztur), tras su aparición en el lugar muestra su deseo de que se le edifique el templo en el sitio por ella señalado y no el que desea el ser humano. No solamente marcan el sitio con una aparición, sino contra toda otra opinión, se reafirman en que se les edifiqué el templo en ese mismo lugar.
Vemos como las tradiciones y leyendas son semejantes, dependientemente de la población.
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