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“Ayta jaunac eresten dau elia,
Ama andreac apaynquetan dau obia.”1
La naturaleza de los seles es triple. Ante todo, son lugares elegidos por ser adecuados para la ganadería. En segundo lugar, son zonas especiales y diferenciadas, pero, sin embargo, no son recintos cerrados. Por último, también tienen algo de normas y derechos, provenientes de las que antaño fueron la base de la organización de estas tierras.
Aunque en el pasado fueron importantes, hoy en día son una parte olvidada de nuestro patrimonio. En cualquier parte, en cualquier rincón, hace ya mucho que desapareció el nombre, la esencia y la razón de ser de los seles, pero esto no quiere decir, ni mucho menos, que no tengamos noticias sobre ellos, dónde, y en Legazpi. Sabemos que en su época había más de cuarenta seles en Legazpi,2 es decir, un sel por kilómetro cuadrado. Hoy en día, en cambio, al ascender a la cima de un monte o al mirar una fotografía aérea apenas se percibe alguno, no se ven muchos espacios grandes con forma redondeada.
Por supuesto, no somos los primeros en ocuparnos de los seles de Legazpi. Tenemos, entre otras, las publicaciones de Lasa (1964 y 1970), Ugarte (1976), Díaz de Durana (1998 y 1998b), Aragón Ruano (2001 y 2006) y Ugarte Garrido (1998 y 2003), de cuyas fuentes hemos extraído muchas de las informaciones para este trabajo, sin olvidar las aportaciones de Díez de Salazar (1985 y 1993) y Aierbe (1985 y 1995), ya que las colecciones de transcripciones de la Edad Media son un recurso valioso para nuestro empeño. Gracias y enhorabuena a todos ellos,3 ya que con su esfuerzo han facilitado notablemente el de los demás.
La época de los seles de Legazpi terminó para siempre, pero, por suerte y como ya hemos dicho, su rastro no ha desaparecido por completo. Por ejemplo, gracias al trabajo de Ugarte Garrido, hasta la fecha se conocen ocho centros de sel (mojones centricales) y, por tanto, sabemos la situación exacta de ocho de estos espacios, lo cual no es poco. Pero el rastro de los antiguos seles no se acaba ahí, ya que gracias a los antiguos escritos tenemos noticias de muchos otros y, en la mayoría de los casos, podemos adivinar su situación aproximada gracias a la onomástica.
Antes de continuar, para que no haya confusiones, hay que aclarar que cuando decimos en euskara korta queremos decir saroi y viceversa, ya que ambas palabras expresan el mismo concepto (sel). En relación con estas denominaciones, aclaremos que Legazpi está en el límite de la isoglosa de la palabra korta (en el sureste), ya que en Zegama se utiliza saroi, aunque también se conoce como korta.4
Asimismo, cuando hablamos de los centros de los seles, Legazpi se encuentra en el límite: en la zona de Altzania hay mojones centricales con una figura incisa en forma de estrella de ocho brazos,5 y aquí, al igual que en Oñati, de cuatro.6 En este sentido, hay que destacar que los seles se encuentran en grupos y no aisladamente. Precisamente, los de Legazpi no se encuentran aislados, ya que en los pueblos de alrededor (Oñati,7 las dos Parzonerías, Zegama, Zumarraga,8 Gabiria) también había seles.9
1. Los primeros indicios escritos de los seles de Legazpi son de 1384, año en que la localidad entró a formar parte de Segura.10 Sin embargo, gracias a un escrito del siglo XV, sabemos que en Legazpi ya había seles anteriormente. Nos referimos a los 17 que los habitantes de la zona entregaron al señor de Guevara, patrono del monasterio de San Miguel de Oñati. Como se informa en un texto de 1433, los seles que se enumeran fueron entregados por Legazpi al señor de Guevara y al monasterio de Oñati antes de 1384, antes de pertenecer a Segura por tanto.
Dolmen de Urietagaña.
Foto: Luis Mari Zaldua.
Digamos pues que, a pesar de que las primeras noticias son de 1305, el monasterio de San Miguel de Oñati estaba ya construido en 1190. Según Aierbe (1985: 518-524), el patronato de los Guevara era una realidad para el siglo XIII y en 1419 el monasterio ya era propiedad del señor de Guevara.11 Hay que tener en cuenta que las tierras de San Miguel que administraba el señor de Guevara llegaban hasta Legazpi. Por lo tanto, como dice el refrán, eliza zegienak aldarea, eta aldarea zegienak abadea (el que hizo la iglesia hizo el altar; y el que hizo el altar puso el cura).
San Miguel se encuentra entre las advocaciones de los primeros siglos cristianos. Jimeno Aranguren (2006: 291-293), entre otros, cree que en el siglo VIII el cristianismo llegó a los montes más altos junto con la aparición de San Miguel. No hay que olvidar que en el siglo X, con la reconquista, la advocación de San Miguel tomó fuerza, situación que se prolongó hasta el siglo XII.12 De todo esto concluimos que los orígenes del monasterio de Oñati se remontarían a antes del fin del siglo XII. Desde sus inicios, el monasterio de San Miguel tuvo una base económicoa, y no creemos equivocarnos al decir que algunos seles de Legazpi fueron parte de esa primera dotación. Con todo, de lo que estamos seguros es de que para el siglo XIV había seles en Legazpi y que, por lo tanto, ese primer testimonio es tardío, porque en Gipuzkoa las primeras noticias escritas sobre los seles son del siglo XI (Aralar, año 1025; Heziza zaval, Hezi caray).
Volvamos pues al texto de 1433. Segura quería que quienes vivían en los seles que el monasterio de San Miguel tenía en Legazpi, como vecinos de esta localidad que eran, pagaran impuestos. Decía que, en caso contrario, los que vivían en los seles del monasterio de San Miguel no podrían beneficiarse de los montes comunales. De hecho, el resto de los habitantes de Legazpi tenían que pagar impuestos a Segura. Al margen de las disputas entre los parientes mayores y las ciudades, está clara la complementariedad de los seles y los montes comunales, eran dos caras de la misma moneda.13
Al final, los habitantes de los seles tuvieron que pagar impuestos a Segura. Se liquidaban en Navidad y eran de dos tipos, ya que en algunos seles había caseríos con trigales y manzanales, además de huertos, y en otros sólo existían huertas. En esa época había viviendas o núcleos agrícolas en muchos seles y según los textos de Lasa (1970: 65), sin embargo, lo más probable es que unos años antes no hubiera más que cabañas en los mismos. De hecho, el texto de 1433 dice que los seles de Legazpi se entregaron al monasterio de Guevara para que se alimentaran los rebaños, pero no para construir caseríos, como de hecho sucedió. Así se ve claramente que en esa época estaba cambiando el uso de los seles. Pero ¿por qué?
2. En el siglo XV aumentó la población. La necesidad de alimentos creció y, por lo tanto, la agricultura floreció debido a la ampliación de los terrenos de cultivo, en detrimento de pastos, montes y bosques.14 Esto provocó conflictos por el uso de la tierra. Es sabido que las tierras de Legazpi son buenas para la siderurgia, pero bastante malas para la agricultura. Por eso, en 1412, los ferrones y los campesinos de Legazpi firmaron un acuerdo.15 Se limitaron las tierras para la agricultura y sabemos que se cultivaba avena, trigo, mijo, cebada y lino.
Está claro que en Legazpi se estaban empezando a roturar terrenos que hasta el momento se habían utilizado para la ganadería16. Esta actitud se fue generalizando a medida que avanzaba el siglo XV y, para ello, los señores llevaron a los campesinos a los seles, entre otras medidas, y como ya se ha dicho, porque había poca comida y aumentaba la necesidad de alimentos. De la misma manera, algunos dueños intentaron cerrar seles en Oñati en el siglo XV.17 Llenaron de árboles muchos seles y en otros construyeron caseríos.
Tal y como hemos explicado anteriormente, aun cuando durante conflicto de 1433 los habitantes de Legazpi proclamaron que habían entregado los seles al monasterio de San Miguel para la ganadería, para que pastara el ganado, al final se cumplieron los deseos de los señores y los campesinos se desplazaron a los seles y construyeron allí caseríos, por supuesto con sus correspondientes huertas.
Podemos decir, de acuerdo con Díaz de Durana (1998: 76-77), que además de cultivar trigo, mijo y verduras, los terrenos roturados se utilizaron también para plantar manzanales, robles y castaños, los dos últimos con vistas a la siderurgia, la armería y la industria naval.18 En cualquier caso, la información sobre los campesinos del siglo XV es testimonio de una población diseminada.
Hausterretza o kortarri de Beain.
Foto: Luis Mari Zaldua.
Volviendo al asunto del significado de las palabras, nos parece oportuno mencionar aquí el ejemplo de Oiartzun. Estamos hablando del Sel de pan de Olayz, en euskera Oguisaroe (1514). Antiguamente, había allí una construcción llamada “borda” para los pastores; en la primera mitad del siglo XV, en cambio, se convirtió en un caserío y los dueños se fueron allí a vivir porque las tierras eran más fértiles.19 De ahí el nombre, es decir, porque se cultivaba trigo.
En la segunda mitad del siglo XV, cuando los parientes mayores perdieron fuerza, las nuevas élites que se están formando en Gipuzkoa empiezan a mirar hacia los seles, sobre todo para las industrias del metal, la armería y la construcción naval.20 Volviendo a Legazpi, los seles que tenían los ferrones de Elorregi hacia 1524 se los compraron a los nobles de la zona durante la segunda mitad del siglo XV y principios del siglo XVI, como los Garibay de Oñati. De la misma manera, en 1478 los Elorregi compraron a los Garibay partes del sel Zuazola de Legazpi, además de otro en Udana.21
Las reyertas entre los ferrones y los campesinos de principios del siglo XVI seguían candentes en Legazpi. En 1527, el conflicto llegó de nuevo a la Chancillería de Valladolid, y los testigos informan del avance de los campesinos. Hay que decir que no todos los caseríos nuevos se construyeron en seles, también se levantaron en torno a las ferrerías, en 1531 por ejemplo.22 Según indica Ugarte (1976: 452), parece ser que en el siglo XV se establecieron muchas viviendas en los seles. Así, observese que Arrola, Korostarratzu, Lakiriola, Urtaza, Zabaleta y Zatui son caseríos construidos en seles.
Para terminar, diremos que en el siglo XVII había seles cerrados y con casas en Legazpi y Oñati. Los de Legazpi pertenecían a los palacios de Lazarraga de Oñati y Agirre de Gabiria. Lasa (1964: 171) no sabe a ciencia cierta cuántos seles había en Legazpi por entonces, pero advierte que se mencionan muchos seles cerrados.23
3. A medida que retrocedían los bosques y se roturaban terrenos, se redujo la cabaña vacuna. No es nada sorprendente, ya que el vacuno se adapta bien al bosque que les ofrece hierba, árboles, hojas y sombra. En cualquier caso, en el siglo XV las vacas y los cerdos pastaban sobre todo en el monte.24 ¿Cuántas vacas por sel? En nuestra opinión, una docena o dos como mucho. En resumen, lo que está claro es que a finales de la Edad Media el ganado vacuno aún tenía gran importancia en la sociedad local, no sólo para la economía, sino también en el ámbito de los usos y costumbres. Un buen testimonio de ellos son los versos de Milia Lasturko que hemos plasmado al principio.25
No tenemos información directa sobre Legazpi, pero gracias a Aragón (2006: 41) sabemos que en el siglo XVI (1555, 1562, 1563) en los seles de Zumarraga las cabañas estaban junto a las austerriça. En los seles se guardaba el ganado (busto de vacas en la mayoría de los casos), y el maizter (mayoral), que se elegía anualmente en la reunión del concejo, era el encargado de cuidarlo. El maizter designaba a los vaqueros para cuidar el ganado, quienes tenían que tener perros. Cuidaban el fuego de las cabañas, guardaban el ganado en el sel por las noches y por las mañanas lo llevaban a pastar con la ayuda de un mozo.
Hasta el siglo XVI había sobre todo vacas y cerdos en el monte, pero a partir del siglo XVII empezaron a aumentar los rebaños de ovejas. Hasta mediados del siglo XVIII todavía predominaban las vacas, pero, al parecer, a partir de entonces empezaron a destacar las ovejas. Se cambió el recorrido de abajo arriba del valle que se había hecho hasta entonces, porque los pastos del valle no eran suficientes para todas las ovejas, por lo que algunos pastores empezaron a utilizar los pastos junto al mar y de los montes del sur de la Provincia.26
Las ordenanzas de 1533 de Legazpi dicen que el ganado de los pueblos de alrededor sólo podía pastar en el monte del pueblo de sol a sol, y los de fuera de la Provincia, nunca; al igual que las ordenanzas de 1703. Por lo tanto, el ganado proveniente de más allá de 12-14 kilómetros no podía pastar en Legazpi. Hay que decir que, al contrario que en el este de Gipuzkoa, en Legazpi se cumplía la ordenanza de Gipuzkoa de 1547.27 Así, el ganado de Gipuzkoa podía pastar en cualquier sitio de sol a sol, siempre que fueran seles; no así en los viñedos, viveros, manzanales, huertas ni encinares.
Hausterretza o kortarri de Arratola.
Foto: Xabier Eskisabel.
Aragón (2006: 61) dice que normalmente el ganado de la zona estaba en el monte día y noche, al contrario que el de fuera, y que pasaba el verano y el invierno en el valle, subiendo y bajando.28 El investigador de Oiartzun denomina a este modelo trastermitancia. De hecho, los seles de verano e invierno están en el mismo valle. La diferencia, cuando la hay, parece que está más en las medidas que en la altura.
4. A continuación hablaremos sobre las hausterretza o kortarri, es decir, los mojones centricales de los seles. El conflicto de 1433 determinó que los seles de Legazpi tenían medidas concretas y que había que respetarlas.29 Parece que los seles tenían cuatro mojones en la parte exterior y el mojón centrical tenía incisa una figura en forma de cruz. Pero respecto a eso hay un dato tan importante como ese o más; el nombre vasco “austerraça” y lo que llevaba delante, la aclaración “foguera qu’es”.30 Que sepamos, es el primer testimonio escrito del nombre y la naturaleza del centro de los seles y, en nuestra humilde opinión,31 aclara qué eran: ‘el lugar donde estaba la ceniza’ (hausterre + tza).
Centrémonos ahora en las medidas. En el siglo XV habría dos tipos de seles en Legazpi, los de 6 gorabiles (los de verano) y los de 12 gorabiles (los de invierno).32 Como ya sabemos, un gorabil son 13,72 metros, así que los seles de 6 gorabiles tendrían 82,32 metros y los de 12, 164,64 metros. Aclaremos que un gorabil tiene normalmente 7 pies, y un pie, 0,28 metros. Sin embargo, los gorabiles mencionados en el escrito de 1433 tenían 10 codos y, por lo visto, cada codo tenía 10 pulgadas, menos el último que, en lugar de tener una pulgada, tenía cuatro dedos. Resumiendo, el radio de un sel de verano de Legazpi en el siglo XV era de 60 codos. La pregunta es cuánto medía cada uno de esos codos. En nuestra opinión, tendrían 9 pies, es decir, 2,52 metros, aunque en el texto no hay más aclaraciones.33 De hecho, se sabe que los seles de invierno de Legazpi tenían un radio de 151 metros, igual que los de Oñati. Así, si vamos a la zona de Álava, sabemos que los seles de Larrea (Barrundia) tenían un radio de 154 metros, como demuestra el de Leispar.34
Ya que estamos hablando de la zona contigua a Legazpi, digamos que las ordenanzas de Oñati de 1761 determinaban que había que medir los seles mediante 60 varas de 9 pies.35 Adaptándolo a las medidas actuales, los seles de Oñati tenían un radio de 151 metros, es decir, 60 varas x 9 pies x 0,28 cm. o, dicho de otra forma, 60 x 2,52 m. Como afirma Arregi (2001: 70), hoy en día tienen un radio de más de 150 metros, es decir, un área de unas 7 hectáreas. Hay más: la mayoría de los hausterretza de Oñati tienen una cruz encima y sólo uno tiene una figura de estrella de 8 brazos.
Volviendo al tema que nos ocupa, la delimitación que se llevó a cabo en 1749 en el sel de Beain aclara bastante el problema de las medidas de Legazpi. Transcribimos palabra por palabra lo que escribió un perito:36
“... que ha puestto en su centtro una / piedra cenizal que lebantta como dos pies de la / superficie de la tierra en sus quattro esquinas ha / puesto las quattro piedras nuebas que le hacen caja / a dicha piedra zenizal quedando dichas piedras an / tiguas en su ser y esttado donde estaban y dicha pie / dra nueba, zenizal pegante a la anttigua tiene / la distancia de un pie a la que se le hizo una / cruz en cima, y hauiendose informado dela / costumbre de la medida de los seles de estta villa / que pies tenia la perttica o bara le aseguraron / que dicha medida usada en dicha villa para la / medida de los seles se hallaua en la torre de / Elorregui de estta villa una raia que tiene seis / baras que componen diez y ocho pies y hauiendo / puestto una bara larga de los diez y ocho pies em / epezo a medir dicho sel tirando lineas desde dicha /... (...) ...en la medida acostumbrda en estta / dicha villa empezando desde la piedra zenizal / en treintta baras de la medida espresada...”.
Aclarado esto y volviendo al siglo XV, llama la atención que la competencia para resolver los problemas surgidos a raíz de las delimitaciones de 1433 la tuviera el abad del monasterio. Además, se le pregunta a la Provincia si los seles pueden estar unos encima de otros, con la intención de solucionar el problema del sel de Erdalaras, que llegaba hasta la casa “San Juan de Estella”. Segura decía que esa construcción estaba en otro sel (¿que no era del monasterio?).
A pesar de que en Legazpi no tenemos noticia de ello, vamos a mencionar un relato que recogió Lasa (1964: 163) en Oñati para finalizar esta sección, puesto que creemos que puede ayudar a comprender la naturaleza de los seles. Al parecer, el dueño del semental tenía derecho a apropiarse del lugar en el que estuviera el animal la noche de San Juan. El toro solía estar atado al mojón central del sel, para todas las vacas de la zona, lo que otorgaba al dueño del toro el derecho de propiedad.37
5. Ya hemos mencionado que en Legazpi llegó a haber más de 40 seles. En el texto de 1433 se enumeran 17,38 14 de verano y 3 de invierno.39 Con un poco de atención se puede ver que son muchos más los de invierno que los de verano. Asimismo, llama la atención que más de la mitad de los seles del monasterio de San Miguel están en la zona de Korostiaga —Arrolamendi— Lakidiolamendi,40, 41 en el norte de Legazpi. No hay que olvidar que en esos seles se construyeron muchos caseríos, como los ya mencionados Arrola, Korostarratzu, Lakiriola, Urtaza y Zatui.
Los seles que tenía el monasterio de San Miguel en Legazpi en 1433.
1. Elorregui, 2. Udanagoytia, 3. Ybarate, 4. Gorostarraçu, 5. Laquidiola, 6. Pagobacoyçaga, 7. Arrola, 8. Biçiola, 9. Arriçabala, 10. Olaverría, 11. Mayoyçurrarena, 12. Çatuyartebeetia, 13. Ançuolaras, 14. Oroyvia, 15. Erdalaras, 16. Urraça, 17. Areysgoyenaga.
Sin extendernos más, estos son los seles que se encuentran en Legazpi, como aparecen en su primera mención, junto al año y la fuente. Es muy posible que hubiera más, y tampoco sería de extrañar que alguno de los que mencionamos aquí estuviera repetido:42
Ameztegui (1547; Ugarte Garrido, 2003: 6), Anteigoisena43 (1494; Lasa, 1970: 65), Ançuolaras (1433; Díez de Salazar, 1993: 208), Ançuolaras-gotya (1483; Aierbe, 1995: 126), Areysgoyenaga (1433; Díez de Salazar, 1993: 208), Arratola (1401; Ugarte Garrido, 2003: 10), Arriçabala (1433; Díez de Salazar, 1993: 208), Arrola (1433; Díez de Salazar, 1993: 208), Arrupe44 (1483; Aierbe, 1995: 124), Bederatziiturrieta45 (1547; Ugarte Garrido, 2003: 15), Biain (1547; Ugarte Garrido 2003: 16), Biçiola (1433; Díez de Salazar, 1993: 208), Cortachipi (1556, LUA, C 166/13), Elorregui (1433; Díez de Salazar, 1993: 208), Eraunzabal (1843; Ugarte Garrido 2003: 22), Erdalaras (1433; Díez de Salazar, 1993: 208), Estrulaçia (1401, Aierbe, 1995: 29), Frantxikorta (1843; Ugarte, 1976: 470), Gorostarraçu (1433; Díez de Salazar, 1993: 208), Ybarate (1433; Díez de Salazar, 1993: 208), Illuntziaga (1401; Ugarte Garrido 2003: 29), Insusolaza (1520; Ugarte Garrido 2003: 29), Ireagoneta (2) (1814; LUA, C 865/13), Jandoain (1401; Ugarte, 1976: 468), Juanperezkorta (1547, Ugarte Garrido 2003: 32), Laquidiola (1433; Díez de Salazar, 1993: 208), Larrasoro (1483; Aierbe, 1995: 128), Mayoyçurrarena46 (1433; Díez de Salazar, 1993: 208), Olaverría (1433; Díez de Salazar, 1993: 208), Ollariaga (1507; Ugarte Garrido 2003: 44), Oroyvia (1433; Díez de Salazar, 1993: 208), Pagobacoyçaga (1433; Díez de Salazar, 1993: 208), Patrinasariz (1483; Aierbe, 1995: 128), Pikandiain (1430, Ugarte Garrido 2003: 47), Sarasola (1777; Ugarte Garrido 2003: 49), Tenuola (1483; Aierbe, 1995: 127), Trikuetxeta (1547; Ugarte Garrido 2003: 50), Udana (1483; Aierbe, 1995: 133, 135), Udanagoytia (1433; Díez de Salazar, 1993: 208), Uegoneta (1532; Ugarte Garrido 2003: 52), Urieta (1483; Ugarte Garrido 2003: 52), Urkidi (1614; Ugarte Garrido 2003: 52), Urraça (1433; Díez de Salazar, 1993: 208), Çabaleta o Cortamuno (1483; Aierbe, 1995: 127), Çatuyartebeetia (1433; Díez de Salazar, 1993: 208), Satuy (1580-1583; VETX, C 1138/5) y Zuazola (1478; Díaz de Durana, 1998b: 31).
En cuanto a los propietarios, antes que nada, recordemos que los de Guevara y los 17 del monasterio de San Miguel habían sido de los habitantes de Legazpi y que en el escrito de 1384 también se dice eso, que los habitantes de Legazpi tenían seles. Está claro que los seles cambian de propietario; de hecho, como queda recogido, en 1543, el conde de Oñati y el monasterio venden al ayuntamiento los 17 seles mencionados en el juicio de 1433.47 Esos señores de Oñati tenían más de 17 seles en Legazpi, y a finales del siglo XV los Guevara vendieron algunos de los seles del monasterio.48 Por otra parte, el sel Anteigoisena pertenecía al Monasterio de San Miguel en 1494 y, en 1553, también el sel Satuy y su casa. De la misma manera, en 1556, Lope Zabalo vendió al municipio el sel Corta-chipi.
Siguiendo con las ventas del siglo XVI, la viuda María Martínez Elorregi vendió el sel Muña Zurraga en 1556, y al año siguiente otro llamado Arrizabalaga (Gorostiaga). Por el primero le dieron 900 reales de Castilla. Gracias a Lasa (1964: 171) sabemos que hacia la mitad del siglo XVII los palacios Lazarraga de Oñati y Agirre de Gabiria tenían seles en Legazpi. Por no mencionar más testimonios, recordemos que en 1749 el ayuntamiento de Legazpi delimitó el sel llamado Beain.49 Además, sabemos que entre 1767 y 1772 el sel Insusolaza era del señor de Lazarraga. Así que el ayuntamiento y los señores (tanto los locales como los de fuera) han sido los propietarios de los seles de Legazpi. Por último, no tenemos información sobre los de Legazpi, pero en Oñati, la mayoría de los seles que han llegado hasta nuestros días pertenecen al duque de Sotomayor, es decir, a los herederos de los Lazarraga.50
Hausterretza o kortarri de Arratola.
Foto: Xabier Eskisabel.
6. Gracias a la toponimia podemos adivinar la situación de los seles, excepto dos o tres, y de nuevo, hemos de agradecer la aportación de Ugarte Garrido (2003). Además, como ya hemos dicho anteriormente, también ha encontrado cinco hausterretzas en Legazpi, gracias a lo que sabemos la situación exacta de cinco seles. También sabemos, gracias al kortarria de Arratola, en Oñati, que si el núcleo central estaba ahí, gran parte del sel estaba en Legazpi. No es sorprendente, porque esa es una de las características de los seles, estar por al margen de los límites de los pueblos, es decir, que no le afectan las límites entre dos municipios. En ese sentido, los seles se parecen a los megalitos. En Legazpi hay otros seles que están entre dos pueblos. Por ejemplo estos, además del ya mencionado: Pagobakoitzaga (Legazpi - Antzuola), Juanperezkorta (Legazpi - Antzuola), Estubiolatza (Legazpi - Gabiria), Trikuetxeta (Legazpi - Oñati), Frantxikorta (Legazpi - Oñati), Erdalarats (Legegazpia - Oñati), Jandoain (Legazpi - Oñati), Illuntziaga (Legazpi - Oñati) e Intsuntsolatza (Legazpi - Zegama).
Entre muchas preguntas nos preocupa la siguiente: ¿por qué son vecinos los seles y los megalitos? En Legazpi se encuentran ocho megalitos en la actualidad, uno de ellos en la límite con Oñati, y hay otros tres muy cerca de Legazpi, dos en Antzuola y el otro en Zerain. En total hay doce megalitos en las zonas megalíticas de Satui - Arrolamendi (5) y Brinkola - Zegama (7), es decir, cinco túmulos, seis dólmenes y una cista. De los cinco túmulos, cuatro están en Satui - Arolamendi.51 No hay que olvidar que no se han encontrado crómlech en Legazpi ni alrededores, ni menhires. En este sentido, hay una gran diferencia con respecto al noreste de Gipuzkoa.
Estos son los doce megalitos: Aizaleku (dolmen), Amutxanda (dolmen), Arratolagaña (dolmen, Legazpi-Oñati), Arrolamendi I (túmulo), Arrolamendi II (túmulo, Antzuola), Arrolamendi III (túmulo, Antzuola), Irumugarrieta (túmulo), Irumugarrieta II (cista), Jentiletxe (túmulo, Legazpi-Oñati), Oamendi (dolmen, Zerain), Urietagaña (dolmen) y Korostiaga52 (dolmen).
Todos estos megalitos están junto a uno o más seles. Es más, si nos fijamos un poco, nos daremos cuenta de que más de un megalito lleva el mismo nombre del sel junto al que está (Arratola, Arrola, Urieta). No es nada nuevo, José Miguel Barandiaran (1935: 397) hace mucho que advirtió esta cercanía. Pero analicemos más a fondo la relación entre los megalitos y los seles en Legazpi (ver cuadro 1).
Cuadro 1. Relación entre seles y megalitos en Legazpi53
Por lo tanto, más de la mitad de los megalitos se encuentra a 400 metros o menos de los seles, y cinco de seis a menos de 600 metros. Creemos, además, que no sería de extrañar que hubiese algún sel en Zerain más cerca aún del túmulo y la cista de Irumugarri, así como del dolmen de Oamendi.
No es sorprendente que haya esa media en Legazpi, ya que se corresponde con lo descubierto hasta hoy en otros lugares. En este sentido, no parece que en Legazpi hubiera megalitos dentro de los seles, aunque estuvieran al lado. De la misma manera, los megalitos siempre se encuentran encima de los seles y no debajo. Repetimos: no creemos que todo esto sea casualidad, ya que en otras partes de Gipuzkoa ocurre otro tanto. He aquí un ejemplo como testimonio de lo explicado.
7. La zona que compararemos con Legazpi es el noroeste de Gipuzkoa. Esta zona la delimitan los ríos Leitzaran y Oria por el este y el Bidasoa por el oeste. Al norte está el mar de Cantábrico y al sur (y al este) Nafarroa. En total tiene 320 kilómetros cuadrados54 y la componen catorce pueblos: Orio, Usurbil, Lasarte-Oria, San Sebastián, Hernani, Urnieta, Andoain, Astigarraga, Oiartzun, Pasaia, Lezo, Errenteria, Hondarribia e Irun.
Allí hay siete grupos de seles55 y, en total, hasta hoy se han descubierto 184 seles: Akola - Untzue (16), Jaizkibel (17), Oiartzun (49), Artikutza (2), Igeldo (18), Txoritokieta (6), Urritzaga - Aldura (16), Adarra - Mandoegi (58), Buruntza (2). Por lo tanto, la media de los seles es de un por cada 0,57 kilómetros cuadrados.56 Hay que destacar que de los 91 que hemos situado, 76 están en una franja de 0-500 metros.57 En 13 seles hemos encontrado su centro y todos los grupos tienen seles cercanos a megalitos, menos los de Buruntza. Digamos por último que las primeras menciones escritas de algunos de esos seles son del siglo XII.
En cuanto a los megalitos, en esa zona hay 70 en la actualidad.58 Está claro que es un territorio con muchos megalitos, al menos en comparación con la mayoría del resto de las zonas de Gipuzkoa. Según la Carta Arqueológica de 2002, en esa zona megalítica hay túmulos (4), dólmenes (29), crómlechs (30), cistas (2) y menhires (2)59, a veces reunidos en conjuntos megalíticos (3). La mayoría de los megalitos están por debajo de los 500 metros60 (65%), pero también hay unos cuantos entre los 600 y los 800 metros61 (28%). Hasta hoy no se ha encontrado megalitos en Irun, Lezo, Pasaia ni Lasarte-Oria. De hecho, se percibe un vacío en esa zona. Con todo, más de la mitad de los megalitos se encuentra en el eje Oiartzun – Hernani – Urnieta - Elduain. De paso, añadiremos que hay un poblado de la Edad de Hierro, justo en la cima del monte Buruntza. No hay megalitos cerca.
Hay 37 seles especialmente cerca de los megalitos y, en total, hemos podido localizar 55 seles que están bastante cerca de 70 megalitos.62 Las referencias de los seles que están junto a los megalitos son bastante exactas en la mayoría de los casos.
La media de la distancia que hay de 20 de los megalitos a los seles con mojón centrical conocido es de 355 metros. La distancia media entre los seles con caserío de los 33 megalitos más cercanos es de 733, pero si excluimos 8, se reduce a 423 metros. En tercer lugar, la media de la distancia entre los seles con testimonio toponímico y los 17 megalitos más cercanos es de 530 metros y, si quitamos uno, la distancia se reduce a 459 metros.63
Hausterretza o kortarri de Arratola.
Foto: Xabier Eskisabel.
En total, la distancia media de los seles a los 70 megalitos es de 539 metros, pero si quitamos 9 megalitos (12,85%) se reduce a 412 metros. Es más: el 30% de los megalitos se encuentra a una distancia de entre 0 y 300 metros de los seles y ese porcentaje se dobla si ampliamos la separación a 500 metros, ya que el 60% de los megalitos se encuentran a menos de esa distancia de los seles. Con todo, el 81% de los megalitos se encuentra a menos de 700 metros de lo seles.64
¿Y qué conclusión sacamos de esto? En nuestra opinión, que los mejores sitios cercanos a los megalitos han sido a menudo seles, nada más.65 ¿Los mejores para quién, para qué? Para los ganaderos, para guardar el ganado, en el sentido más amplio. Esto no quiere decir que los seles y los megalitos sean contemporáneos, pero, sin embargo, no creemos que en la época en que se construyeron los megalitos hubiera sitios mejores para la ganadería que los que más adelante se convirtieron en seles. Por lo tanto, creemos que algunos seles descienden de las zonas de pastoreo de la época de los megalitos, que algunas de esas zonas han sobrevivido en forma de seles. Lo que nos lleva a esta distinción: seles, proto-seles y pre-seles. Así, el rastro de los seles empieza al final de la Alta Edad Media y los proto-seles podrían ser de la época romana, aunque eso no está definitivamente comprobado.66 En tercer lugar, los pre-seles serían las zonas de pastoreo de la prehistoria que con el tiempo se convirtieron en seles. Por supuesto, no queremos decir que todos los seles estén en el mismo lugar en el que anteriormente hubo pre-seles, es decir, que muchos no proceden de los pre-seles, ni siquiera de los proto-seles, sino que son zonas que surgieron entre las dos etapas de la Edad Media.
8. Está claro que todavía sabemos muy poco del origen de los seles. Por eso es tan importante cuidar los últimos vestigios existentes e intentar encontrar nuevos. Aunque más de un estudioso ha investigado los seles de Legazpi y de otros lugares que hemos mencionado, todavía quedan muchas preguntas por responder. Las siguientes no son más que algunos ejemplos, que podrían formar un nuevo apartado: ¿cuántos seles había en Legazpi? ¿Todos los kortarri o mojones centrales tienen la misma forma? ¿Y cómo eran realmente los hausterretza o núcleos centrales en Legazpi? ¿Qué relación tenían los seles con las ferrerías de montaña? ¿Habrá alguna ferrería antigua en los seles?
Por si éstas fueran pocas, terminaremos con otra pregunta, en este caso, sobre la relación entre la Iglesia de Santa María de Legazpi y los seles. La iglesia se construyó en el siglo XV, se restauró en el siglo XVIII y a la hora de pagar esa reforma surgieron problemas. En ese contexto, un testigo que participó en el juicio dijo lo siguiente, palabra por palabra67: “Y que en tiempos antiguos y antes que huviese Yglesia en la dicha Villa de Legazpi el sitio a donde se halla fue sel de ganado de Segura. Y que despues de hauerse fabricado Yglesia...”. El texto continúa como sigue: “Y que esto selo oyo dezir a Bartolome de Lezea su padre que murio veinteycinco años poco mas o menos, y a tiempo tendria sesenta y ocho, y aquel asi habia oydo dezir a otros mayores”. No es imposible, de hecho es probable, ¿por que no? Pero, si fuera cierto, ¿cuál es el sel en el que se construyó la iglesia de Legazpi? ¿Es uno de los que hemos mencionado? Está claro que todavía tenemos mucho que aprender sobre la antigua organización territorial en general, y sobre los seles de Legazpi en particular. ¿Y qué es aprender más que conocerse a uno mismo?
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1 Versos de Milia Lasturko, de la primera mitad del siglo XV.
2 Ugarte Garrido dice que eran unos ochenta.
3 Qeremos dar las gracias a Manu Arregi y a su hermano, a Xabier Eskisabel, a Josu Garaialde, a Jon Lizaso, a Xabier López de Munain y a Jose Luis Ugarte Garrido por su colaboración.
4 De la misma manera, en Urbia existen los topónimos Perusaroi y Erdikosaroi; en Oltza, Saroizarra, y en la Parzonería menos también tenemos saroi (Eriberrizarobea / Elurzurissaroa). Por otra parte, junto con Kortaegi y Kortaberri, en Segura están Saroea y Saroebide, y en Idiazabal, aunque aparece korta (Kortazabal), predomina saroi (Saroizarra...). Por último, en Zumarraga y Urretxu sólo tenemos korta. En cuanto a Álava, en Asparrena tenemos Azkasaroi, Pisadasaroi, Saroizar y Sarotxo en la cordillera Aratz-Umandia, cerca de Altzania. En Donemiliaga, en cambio, están Saroitxu y Saroizar, pero se encuentran junto a Laskorta, exactamente en Narbaxa-Axpuru. En el mismo sentido tenemos en Entzia - Iturrieta gorta (Lexargorta) y en Barrundia -korta (Monchencorta, Larrea). Véase Zaldua (2006: 73-77).
5 Conocemos los de Otadimendi (Ugatzerreka), Larrebilgoikoa, Larrebilbekoa (Iramendi), Leotarangoikoa, Atxukoaldai y Talaigorrikoak.
6 Alkorta es la excepción, ya que los otros 27 kortarri que ha encontrado Manu Arregi tienen la figura de una cruz en la parte superior.
7 Ugarte enumera cerca de 100 seles (1976); en 2001 solo 40 conservaban su forma redonda, según Arregi (2001: 70).
8 Aragón Ruano menciona los seles Pagaola, Aseguinolaza, Zubiletagaina y Zubiletagoitia (en 1563) (2006: 42).
9 Es muy probable que en Zerain y Mutiloa también hubiera seles.
10 Díez de Salazar (1985: 91) transcribe un fragmento del escrito del siglo XIV: “ pero ponemos que todos nuestros bienes asy montes / e tierras commo seles e aguas e prados e pastos e yerbas que finquen para nos libremente para fazer d’ellos lo que quisiéramos syn parte del dicho conçejo...”.
11 Aierbe (1985: 524).
12 Jimeno Aranguren (2006: 310).
13 Cómo son las cosas; los señores Guevara de Oñati les cobraban los cerdos ezcurbeste y las terneras dardabey ehonteça por pastorear el ganado en los montes y seles. Quien desee más información sobre este tema puede consultar Aierbe (1985: 480-481).
14 Díaz de Durana (1998: 71-72).
15 Op. cit., 73.
16 Ugarte (1976: 453) dice que a partir de lo 500 metros es imposible el pastoreo de invierno F. Barandiaran (1955: 123), por su parte, sitúa el límite de la siembre entre los 450 y los 500 metros en Legazpi.
17 Arregi (2001: 73).
18 Díaz de Durana (1998: 76-77).
19 Op. cit., 81.
20 Como consecuencia de esta situación, en el siglo XV las ordenanzas de las villas de Gipuzkoa impedían la tala de bosques, especialmente en los seles. Díaz de Durana (1998b: 25).
21 Op. cit., 30-31.
22 Díaz de Durana (1998:78, 82).
23 Como fuente tenemos el tesmimonio de Lucas Balzátegui, escrito a efecto de poder cerrar, arar, sembrar y plantar árboles en los seles hacia 1655.
24 Aragón (2006: 43-44).
25 Transcribimos palabra por palabra lo que dijo Mitxelena sobre este texto (1990 [1964]: 78) : “Es probable que el v. 6 sea uno de los más antiguos testimonios de la costumbre de llevar animales vivos a la puerta de la iglesia mientras se celebraban los oficios por el alma del difunto, a manera de ofrenda aunque —por lo menos más adelante— se rescataran luego por dinero”. Quien quiera más información puede consultar, por ejemplo, Agirre (1991).
26 Aragón (2006: 43-44).
27 Op. cit., 47.
28 A mediados del siglo XX los de Brinkola y Teleriarte llevaban los rebaños de ovejas a pastar a lugares que habían sido seles. F. Barandiaran (1955: 132).
29 Podrían ser de dos contratos del siglo XIV.
30 Transcribimos aquí textualmente lo que indica sobre este juicio en el escrito de 1433: “E que los dichos seles e / cada uno d’ellos sean medidos desde la foguera qu’es dicho “auste / rraça”, en derredor, tanto quanto alcançare a las quatro partes, / segund la dicha medida, no pasando el río mayor, e...”. En 1749 ya se usaba la forma austarria, y no austerriça ni austerraça: “...no / ha enconttrado en dicho sel piedra cenizal ó central / llamada en idioma bascongado austarria ...”. LUA, C 158/16, Compromiso otorgado por esta villa [de Legazpia] y Juan Ascensio Echeverria y determinación arbitraria y amojonamiento de sel de Beain.
31 Véase la interesante aportación de Perurena (2007: 120-127) sobre este tema en su libro Dakiguna ikasten.
32 He aquí palabra por palabra lo que dice el texto de 1433: “...los seles de berano cada / uno de seis goravilles e cada gorabil de cada diez codos, e que / cada codo, desd’el primero fasta el postrimero, aya una pulgada, / e en fin del dézimo codo, en logar del xemendón nombrado en los / dichos contrabtos, aya una mano, sólo la palma de los cuatro dedos / syn el pulgar. E los seles de invierno, de cada doze goraviles, cada / gorabil de diez codos, cada codo con su pulgada, e el postrimero con / su mano de cuatro dedos, según dicho es.”
33 La explicación del escrito de 1433 es bastante peculiar. Parece que cada uno de esos codos medía unos 0,25 metros, por lo tanto, 6 gorabil de 10 codos (2,5 metros) no serían más que 15 metros.
34 Agradecemos esta información a Josu Samaniego.
35 “ejecutase con un palo o vara de nueve pies de largo, midiendo desde el mojón del centro a los extremos de la circunferencia sesenta palos, tirando superficialmente la medida en el suelo con el mismo palo o pertica...”. Lasa (1964: 162).
36 AML, 158/16.
37 Cf. Arregi (2001).
38 Hay otros tres anteriores que aparecen en 1401.
39 Obsérvese que fijarse en que el 17 es un número primo, es decir, que sólo puede dividirse por sí mismo (o por uno).
40 Nos hemos apropiado aquí del paradigma de organización territorial de Legazpi que utiliza Ugarte Garrido (2003).
41 F. Barandiaran (1955: 123) recuerda que la mayoría de los caseríos están al oeste del Urola (junto al río).
42Es decir, que dos nombres se refieran al mismo sel. Sin embargo hay una par que nos hace dudar: Anteigoisena / Areysgoyenaga.
43Lasa (1964: 165) también lo menciona con el nombre de Anteisgoenaga.
44En la misma página se puede leer el topónimo Arrupecortaçabala.
45También recoge el nombre de Kortazar.
46Podría ser Muynyçurraga de 1483 (Aierbe, 1995: 132).
47Aragón Ruano (2001: 46).
48Ugarte (1976: 463).
49Precisa que sólo era “medio” sel o, como mucho, “tres cuartos”. LUA, 158/16.
50Arregi (2001: 70).
51Ver Altuna & Apellaniz & Rodríguez Ondarra (1964).
52Información proporcionada por Iñaki Gaztelu del grupo Hilarriak. Puede ser que alrededor haya más megalitos.
53Tomando de base un radio de 150 metros desde el megalito hasta la esquina del sel.
54El 16,15% de Gipuzkoa.
55Al ordenar los seles en grupos o estaciones también hemos tenido en cuenta que haya megalitos en las cercanías. Estas son las ocho estaciones: Orio-Igeldo, Jaizkibel, Oiartzun, Urritzaga-Aldura, Txoritokieta-Santiagomendi, Akola-Untzue, Oindi-Mandoegi y Buruntza.
56En los montes de Urumea, en cambio, es de 1,05, ya que hay 40 seles en 38 kilómetros cuadrados.
57Entre los 500 y los 800 metros, en cambio, sólo hay 15. Hay 12 entre los 0 y los 100 metros.
58 Son el 28,2% de los que se han localizado en Gipuzkoa. En la Carta Arqueológica de 2002 se recogen 276 zonas megalíticas en Gipuzkoa, pero sólo consideramos 248.
59Estos datos se podrían concretar más. En nuestra área de trabajo hay 168 megalitos. La mayoría, más del 80%, son cromlechs y dólmenes. Hay nueve estaciones megalíticas en zonas limítrofes, dos de las cuales se hallan entre Gipuzkoa y Navarra.
60Destaca el grupo que hay entre los 200 y los 400 metros (50%).
61Por encima de los 800 metros sólo hay un megalito (832 m) y a menos de 100 metros no se ha descubierto ninguno, de momento.
62Por lo tanto hay cuatro seles diferentes cerca de cinco megalitos.
63Las distancias a los seles que se encuentran más cerca de los megalitos como segunda opción son las siguientes: 17 tienen mojones centricales y la distancia es de 549 metros; 33 tienen caseríos y la distancia media es de 1006 metros. Por último, hay 20 con topónimo conocido y su distancia media hasta el megalito más próximo es de 1079 metros.
64El 87% de los megalitos están a una distancia de entre 0 y 900 metros de los seles. El 13% restante se encuentran a una distancia de entre 1800 y 2300 metros de los megalitos. Más exactamente, el 11,5 % de los megalitos se encuentran a una distancia de entre 1800 y 1900 de los seles.
65Ugarte (1976: 452) habla sobre “microclimas diferentes”.
66Hablamos de las dataciones de Gorostarbe y Mendabio. Véase Agirre Mauleon et al. (1995 eta 1996) así como Zaldua (1996).
67Le debemos la información al archivero Xabier López de Munain. He aquí la referencia de la fuente: 1703-1707, Legazpi. “Sobre la contribucion que el concejo de Legazpia solicita a Juan Antonio de Arteaga para la reparacion de la iglesia parroquial de Santa María de dicha villa. Juan antonio de Arteaga, caballero de la Orden de Santiago, patrono de la iglesia parroquial de Santa María de la villa de Legazpia contra el concejo de Legazpia”. Archivo Histórico Nacional (Madrid). Agrupación de Fondos Consejos Suprimidos. Consejo y Cámara de Castilla. Consejo de Castilla. Salas de Justicia. Escribanía de Cámara de Ayala. 3516/exp., 3º informe. 5 volumen / 347 páginas.