|  Aunque ya prepara una nueva obra, esta mujer, americana de 
 nacimiento y vasca de corazón, ha publicado "Rebelión 
 contra La Guipuzcoana", una novela histórica que recoge 
 la gran labor realizada a finales del siglo XVIII por esta compañía 
 vasca que disfrutó de un verdadero monopolio comercial con 
 Venezuela. Por debajo de este libro, late la aspiración de 
 su autora de recuperar la memoria histórica vasca, factor 
 éste que se ha convertido en uno de los motores de su vida.
   -Como escritora, 
 ¿considera que en estos tiempos sigue existiendo la literatura 
 o que simplemente se trata de un mercado más en el que escribe 
 y publica cualquiera, hasta quien no sabe escribir?Esto siempre ha pasado. Desde la invención de la imprenta, 
 se ha disparado el comercio del libro. Se puede escribir, publicar, 
 pero al final sólo unos pocos quedan. El libro oportunista 
 tendrá un valor porque la gente lo lee. Sí creo que 
 hay literatura. Me gustaría hacerla en euskara pero no lo 
 sé. Por tanto, la hago en el mejor castellano que puedo utilizar. 
 Y me preocupa utilizar un buen lenguaje, que mi lector conozca los 
 giros, el modo de hablar de los venezolanos. Busco los refranes 
 de ese país, porque son sintéticos y expresan una 
 filosofía. No sé si lograré hacer literatura 
 pero desde luego lo intento. Busco dar un giro bonito a las ideas 
 y que los diálogos tengan un sentido más allá.
 -Su, llamémosle, 
 especialidad es la novela histórica ¿Puede ser este 
 género la mejor manera de tergiversar la historia?La historia en sí misma se puede modificar. De hecho, lo 
 han hecho. La historia oficial de España no es la historia 
 real de España. Respecto a Euskadi, existe una oficial y 
 una real. Los novelistas en este campo encontramos un filón. 
 Por un lado, está la falta de documentación, de bibliografía. 
 Por otro, tienes el paraíso perdido. Puedes inventar un mundo. 
 En mi caso, soy muy rigurosa con los datos que doy. Cuando hago 
 el guión, siempre a mano, caso la novela en tiempo real, 
 la cronología, que es lo único real de la historia.
  -Pero 
 reconocerá que, a esa base histórica, se le añade 
 una parte fantasiosa. Por tanto, ¿puede haber por parte del 
 autor una intención de manipular la mente del lector, para 
 que confunda lo histórico con lo que no lo es? En mi caso, no. Lo que hago es recrearme en ese tiempo pasado dentro 
 de un rigor cronológico, de datos históricos. Yo, 
 como Campión, le doy un toque vasco a nuestra historia, porque 
 creo que no lo tenemos. Por ejemplo, la Real Compañía 
 Guipuzcoana de Caracas es un hecho histórico vasco importantísimo, 
 pero se ignora. Por tanto, escribir una novela sobre un tema de 
 este tipo, teniendo los datos históricos, es bueno. Quien 
 me lea puede darse cuenta de que conozco los mundos sobre los que 
 escribo. Percibirá también que soy, no nacionalista 
 vasca, sino vasca simplemente, y que escribo desde mis claves vascas. 
 Interpreto la historia vasca desde esas claves.
 -Es decir, a través 
 de sus novelas busca recuperar la memoria histórica.Sí, claro que sí. Somos lo que fuimos. Somos herederos 
 de nuestros antepasados. Buscar lo que ellos hicieron en un momento 
 dado, que fue bueno para el país, es lo que hacen los ingleses, 
 de donde viene la gran novela histórica. Se recrean en aspectos, 
 como la historia marítima, medieval, en los que fueron campeones 
 en su día. Nosotros, como pueblo pequeño que somos, 
 tenemos también nuestros hitos muy importantes: la Real Compañía, 
 las pesquerías de Terranova... Ver a nuestros antepasados 
 acometer esas empresas es importante. Rompe con esa idea que nos 
 ha reflejado como un pueblo aldeano, con la de que el euskera era 
 un idioma que no servía. Somos un pueblo que, desde Roma, 
 ha podido hablar tres o cuatro idiomas. Y, que, además de 
 sobrevivir, que no es poco, hizo cosas importantes como las mencionadas, 
 que demuestran una industrialización. Con la Real Compañía 
 tuvimos un monopolio, puro y duro, que hoy se vería como 
 un capitalismo feroz, pero que en su momento sirvió para 
 recuperar una economía deprimida del pueblo vasco. Aquellos 
 vascos fueron a Venezuela con tres barcos y llegaron a tener 78 
 armados en corso, con cañones. El rey de España los 
 solicitó para defender Cuba del peligro inglés. Lograron 
 desterrar el contrabando en Venezuela, que estaba en manos de ingleses 
 y holandeses. El saber de eso, y de un modo cómodo para el 
 lector, supone un trabajo tremendo para mí de recogida de 
 datos. Todas mis novelas tienen detrás una bibliografía 
 importante.
 -En esta encrucijada 
 de novela y de historia, con cuál de los dos géneros 
 se queda? ¿Cuál prefiere?No lo sé. A veces la novela es una historia y la historia 
 una novela. Me quedaría con la novela pero... Soy una gran 
 lectora de novelas y una gran estudiosa de la historia. En el fondo, 
 novela e historia me resultan inseparables.
 -Tal vez, porque, 
 en el fondo, ¿todo es aventura?Pues sí, es una aventura mental. Lees los documentos de La 
 Guipuzcoana y te creas una aventura. A mi padre, abogado, le tocó 
 ser archivero. Una fundación, denominada Bulton, le encargó 
 la búsqueda de los archivos de La Guipuzcoana en Puerto Cabello. 
 Allí los encontró, documentos del siglo XVIII. Hizo 
 un catálogo de los tres mil hombres que componían 
 La Guipuzcoana, incluidas todas sus secciones: la marinería, 
 oficiales, médicos, barberos, cocineros.... En ese trajín, 
 le ayudé. Los nombres de mi novela están sacados de 
 ese catálogo. La Compañía Guipuzcoana en Venezuela 
 posee un reconocimiento porque ese país, pobre, no era nada 
 y supuso mucho para él. Venezuela no era más que una 
 provincia pobre que para el rey de España no tenía 
 nada, no tenía ni oro ni plata. A raíz de la implantación 
 de La Compañía, del monopolio de cultivos, Venezuela 
 se potenció como un país que acabó siendo la 
 cuna de la independencia americana. Y quemó etapas muy rápidamente. 
 En 1730 se instaló la Compañía, en 1777 se 
 creó la Capitanía General de Venezuela, tres años 
 después hubo un primer movimiento libertario. Y finalmente 
 llegó Simón Bolívar, a partir de 1810.
 
 -Regresando a 
 nuestro continente pero continuando en el pasado, ¿ha sido 
 manipulada la historia vasca desde todos los sectores, como en un 
 intento de monopolizarla?Sí, claro que existe esa manipulación. El mayor problema 
 es que no ha habido archivos. En el mundo sajón, por ejemplo, 
 ser bibliotecario da lustre, es prestigioso. En el mundo latino, 
 esto no sucede. No hay archivos preparados para la investigación, 
 ni catalogación del material de archivo, no se ofrece un 
 préstamo fácil de los documentos, el Archivo de Indias 
 en Sevilla ha estado cerrado. Claro, España no ha disfrutado 
 de libertad. Ha tenido un Primo de Rivera y un Franco y en las dictaduras 
 no progresa las investigaciones ni las ideas propias. Todo eso hace 
 que haya una historia oficial, la que conviene al dictador de turno. 
 Y así no se posee una historia con un despliegue de conceptos, 
 como la tiene Gran Bretaña. Su sistema hace que el investigador 
 pueda acceder a fuentes importantes. Ahora Internet ha facilitado 
 todo esto, pero diez años atrás.... Ha habido una 
 manipulación de la historia por dos motivos: no había 
 libertad para expresar un criterio diferente al oficial y no había 
 un orden bibliotecario y archivístico que permitiese el trabajo 
 del investigador.
 -Ha dejado claro 
 que España ha creado una historia oficial. Pero, a finales 
 del XIX, cuando cobró auge el nacionalismo vasco, ¿no 
 se produjo una invención de la historia vasca?No lo sé. Lo que hay es un intento muy fuerte de recuperación 
 de la memoria histórica; del euskara, que se moría; 
 de nuestra música, que también se moría. Al 
 pobre Sabino Arana, que todo el mundo le cayó encima, no 
 sé por qué, recuperó partituras de txistu. 
 Lo que se llama nacionalismo es un intento de recuperar la memoria 
 de un pueblo, de reivindicar su personalidad histórica, que 
 los vascos la hemos tenido muy rica y tan potente que hemos podido 
 sobrevivir a Roma y a dos estados nacionales tan poderosos como 
 España y Francia. Hemos sobrevivido a toda esa presión 
 política, policial, estatal. Estos primeros nacionalistas, 
 entre los que está Campión y esa pléyade de 
 navarros como Iturralde y Suit u Olóriz, se dedica a la novela 
 histórica. Hubo un romanticismo que ahora nos puede parecer 
 cándido pero que ha resultado admirable porque veníamos 
 de la nada en esta materia.
 -Se ha referido 
 antes al reino de España y su mero interés en América 
 por el oro y por la plata. Este continente acogió también 
 un intenso movimiento migratorio vasco. Tal corriente migratoria 
 ¿se convirtió a la larga en otra forma de colonización 
 por el poder que adquirieron los vascos en algunos países?No lo veo así. Si se hicieron ricos después de dos 
 generaciones, eso es otra cosa. Pero en el primer exilio vasco, 
 el correspondiente a las guerras carlistas, la gente que sale de 
 nuestro país es gente que huye. Los jóvenes no querían 
 someterse al servicio militar, que por primera vez era impuesto. 
 Las condiciones en que estos vascos llegan a América son 
 casi miserables. Después, los del exilio del 36 -yo soy hija 
 de ese exilio- eran gentes perseguidas por su ideología, 
 por Franco y por los alemanes después. Llegaron a América 
 desnudos, no tenían papeles que respaldasen su nacionalidad 
 ni dónde caerse muertos, carecían de un lugar donde 
 vivir. No los llamaría colonizadores, ni mucho menos. Sin
  embargo, 
 fueron muy listos... en Argentina, Uruguay, Venezuela, Estados Unidos. 
 Estos países recibieron una emigración honesta, dispuesta 
 a trabajar, organizada en familias. Por eso, vieron que era gente 
 que no iba a dar problemas. Era una emigración de lujo. Los 
 100.000 o 200.000 exiliados de Euskadi en la Guerra Civil eran profesionales, 
 es decir, tenían una cualificación. Y como ya existían 
 centros vascos, como el Laurak Bat y el Euskal Herria de Montevideo, 
 ayudaron mucho a esta gente. En Argentina se publicó un decreto 
 que permitía la entrada en ese país de la gente vasca 
 sin obligación de ningún tipo, sin tener que pasar 
 esa cuarentena a la que se debía someter los demás 
 emigrantes. Los vascos que llegaban no tenían que pasar esa 
 humillación. Hasta existía un fondo de esos centros 
 para ayudar económicamente a los vascos que tenían 
 más dificultades para colocarse. -En la actualidad, 
 ese movimiento migratorio se está produciendo a la inversa. 
 ¿Estamos siendo colonizados los vascos?Un pueblo no puede mantenerse intacto, al margen de lo que le rodea. 
 Ahora está llegando gente ecuatoriana, buena gente, que, 
 si viene a trabajar, significa un aporte bueno. Igual que si viene 
 desde Extremadura. Lo que tienen ahora que hacer es adaptarse al 
 modo de ser vasco. Como hicieron los vascos que emigraron a América. 
 Es muy bueno que venga gente a nuestro país pero también 
 es muy bueno que esa gente sepa que está en un país 
 que tiene una lengua y unas tradiciones propias, y que el modo de 
 convivir con eso es conocer esa realidad. No se puede venir de Extremadura, 
 instalarse en Bilbao y seguir pensando que se está en Extremadura. 
 Eso es lo que no se puede hacer.
 -Entre tantos 
 movimientos de poblaciones, bajo sus pensamientos laten dos términos: 
 añoranza y amor. ¿Qué significado tienen estas 
 dos palabras en su vida?La primera la tengo como parte de mi ser. Yo añoro, añoro 
 Argentina, añoro Uruguay, donde viví trece años. 
 De ese tiempo, que fue magnífico, sólo recuerdo el 
 día que partí. En el 56 llegué a Venezuela 
 y me tuve que hacer al modo de ser venezolano. Estudié allí, 
 tuve mis hijos allí. Para Venezuela, tengo todo mi agradecimiento 
 y cariño. Escribir esta novela fue un modo de enfrentarme 
 a mi nostalgia venezolana.
 -¿Y amor?El amor es el gran motivo que nos mueve a los seres humanos. Una 
 gran aventura del corazón y de la mente. Los seres humanos 
 nos movemos por amor, y por odio también, que es la contrapartida 
 del amor. En "Rebelión contra La Guipuzcoana" el 
 amor resuelve los dramas de los protagonistas.
 -En esa aldea 
 global hacia la que parece que avanzamos, ¿quedará 
 algún hueco para la añoranza y el amor, para el sentir 
 en definitiva?Hay cosas buenas en la globalización. El hombre es hermano 
 del hombre. La Unión Europea se inició en una unidad 
 de pueblos pero ha terminado siendo un foro de estados. No sé 
 qué pasará con las economías pero los pueblos 
 tienen que estar presentes. Existen rebeldías. Los vascos 
 podemos aportar algo al mundo. Ese espíritu de empresa, que 
 es parte del país, nuestra cultura, nuestra forma de crear 
 una familia... Todo eso es aportación al mundo. Y el mundo 
 va a aportar mucho al pueblo vasco también. Hemos estado 
 muy sometidos, a un aspecto concreto, a ese imperio español, 
 a ese estado español tan militarista y tan agobiante. Y hemos 
 salido adelante. También lo haremos con la globalización.
  -Pero 
 ¿existe todavía el pueblo vasco o ya hay que hablar 
 de pueblos vascos? Sí existe. Somos un pueblo sin estado. Aunque Manuel Irujo 
 hablaba de los pueblos vascos. Y claro es real esta pluralidad. 
 Está Navarra por un lado, Lapurdi, Behenafarroa y Zuberoa 
 por otro y las Vascongadas. Navarra sigue enconchada. Pero lo que 
 nadie puede ignorar es que hay un hecho vasco. No se ignora desde 
 el mundo europeo ni desde el mundo americano. Sin embargo, se nos 
 trata a todos igual cuando hay un caso de violencia, la de ETA. 
 Entonces, desde algunos sectores, el pueblo vasco aparece reflejado 
 enteramente en esa violencia. Deberían ser más consecuentes 
 quienes así nos juzgan. Por desgracia, para algunos sólo 
 somos pueblo vasco para la violencia.
 -Ante tal situación, 
 defina qué es esa Euskal Herria que, en la historia política, 
 como estado, nunca ha existido.Euskal Herria es la tierra de los vascos. Es un nombre muy bonito, 
 me encanta. Define mejor nuestra posición actual, nuestros 
 territorios divididos por diferentes administraciones: Iparralde, 
 Vascongadas y Navarra. Ya con las guerras carlistas, los exiliados 
 llamaban a esta tierra Euskal Herria. En las canciones de Iparraguirre 
 aparece este nombre en diversas ocasiones. De todos modos, tenemos 
 muchas cosas que superar. Pero ahora estamos en esa encrucijada, 
 divididos en tres partes.
 -Dentro de esta 
 división, ¿cómo se siente en Navarra, en la 
 Navarra que usted ha calificado de "enconchada"?Muy bien. Me sentí bien cuando llegué y estaban peor 
 las cosas. Con esta idea romántica, voy paseando por Navarra 
 y la veo ¡tan vasca! En su geografía, en su arquitectura, 
 en su arte, en su gente, en su modo de comportamiento, incluso en 
 su modo religioso. Nunca me he sentido extraña. Políticamente, 
 sí, hay una barrera. Pero me he sentido muy bien. Al caminar 
 por las calles de la Vieja Iruña, recordaba la historia de 
 los reyes de Navarra, veía sus iglesias románicas... 
 Incluso todo esto en realidad apoya mi tesis. No me he sentido extranjera 
 jamás.
 -¿Por qué 
 eligió Navarra para vivir?Porque me casé con un navarro, con Peio Irujo. Él 
 tenía aquí a su madre y a sus hermanas. En Venezuela 
 nos planteamos regresar. No sentíamos vascos y no podíamos 
 seguir tan lejos. Así que decidimos venir y en Alzuza encontramos 
 un paraíso. Pero, insisto, me siento muy a gusto aquí, 
 porque, al margen de las ideas políticas, que son horribles, 
 me siento muy vasca. Si estoy a solas con mi pensamiento, veo a 
 los reyes de Navarra, veo un pueblo que tuvo la genialidad de crear 
 un reino, de defenderse en pleno camino de la formación de 
 dos imperios, como Francia y España. Su historia es preciosa, 
 como Navarra.
 -¿Desea 
 morir en ella?Sí. Nos tocó conocer mucho a Jorge Oteiza, que vivía 
 muy cerca. Él hablaba siempre de la necesidad de un cementerio 
 en Alzuza porque él quería morir en este pueblo. Él 
 lo ha conseguido. Yo quisiera llevar el mismo camino.
  -Su 
 nuevo proyecto se sitúa en época de la Convención. 
 Profundiza en cómo se vivió en tierra vasca la Revolución 
 Francesa y sus nuevos conceptos: igualdad, libertad y fraternidad. 
 Más de dos siglos después, ¿se han conseguido? Siguen siendo una utopía. No hay igualdad. No hay más 
 que mirar a Europa, a África y América Latina. Fraternidad 
 posiblemente haya más de la que siempre ha habido. Esta Europa 
 que se ha lanzado a la calle gritando "Guerra no", me 
 pareció magnífica. En este sentido, hemos avanzado 
 un poquito más. Estos ideales de la Ilustración no 
 se han cumplido pero lo importante es que estén ahí, 
 que el hombre los siga teniendo como ideales y que trabajemos por 
 ellos.
 -Entre tanta utopía, 
 formule la suya a modo de abierto cierre.Tengo muchas. Cuando eran mis hijos chiquitos, lo importante era 
 que llegasen a ser hombres de bien. Se cumplió. Ahora estoy 
 en la crianza del cuarto. A ver si lo consigo. Es una utopía 
 personal. Me gustaría una Europa de los pueblos, donde el 
 pueblo vasco tuviese su entrada, donde se pudiese resolver los problemas 
 sin miedo a represalias. Una Europa de los pueblos, con Euskal Herria 
 dentro, integrada. Más que una utopía lo veo como 
 una necesidad. Después de esto, no creo que fuéramos 
 a ser más felices ni más ricos, pero seríamos 
 más nosotros.
 
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| Arantzazu 
 Amezaga Iribarren  Buenos Aires, Argentina, 21 de enero de 
 1943. Licenciada en Biblioteconomía y Archivos 
 en la Universidad Central de Venezuela. Trabajó 
 como bibliotecaria en el proyecto de J.F. Kennedy 
 La Alianza para el Progreso, así como para 
 otras bibliotecas públicas y privadas. 
 Fundó el Servicio de Biblioteca, Archivos 
 y Documentación del Parlamento Vasco. Ha 
 publicado los siguientes libros: Chispas de Felicidad. 
 Cuentos para niños; La mujer vasca. Entrevistas; 
 Pasajeros de la libertad. El Alsina; Homenaje 
 a Francisco de Abrisketa; Bustiñaga; Vicente 
 Amézaga. Nostalgia; Manuel de Irujo, un 
 hombre vasco y Veinticinco cartas para una guerra. 
 Ganadora de varios premios, amena conferenciante, 
 colaboradora en diarios y revistas vascas, así 
 como en varios documentales. Reside en Alzuza 
 desde 1972. Casada con Pello Irujo en 1965, es 
 madre de 4 hijos y abuela de varios nietos.
 |  |  |  Fotografías: Koldo 
 Larrea
 
  
 Euskonews & Media 219. 
                zbk (2003 / 07 / 18-24)
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