"Es muy difícil definirse uno mismo. Es más, creo que
tienen que ser los demás los que debieran de definir a uno. Pero
ya que tengo que hablar de mí mismo, tan sólo diré una palabra:
pianista. Es decir, Joaquín Achúcarro es un señor que está loco
por el piano, y hace música por y para el piano".
-Liverpool, 1959. Sí, 3 de mayo.
-¿Qué le viene a la memoria? El día que gané el concurso internacional.
-¿Qué supuso para usted aquel premio? El principio.
-Unos años antes había tocado junto a la Orquesta
de Bilbao. Ése fue su debut. Sí, pero fue bastantes años antes del concurso.
La primera vez que toqué con la Orquesta de Bilbao fue en
el concierto de la Filarmónica en 1946. Aún lo recuerdo.
Interpreté el "Re menor" de Mozart. Fue el 20 de
mayo.
-A día de hoy, ¿cómo se ve? Me acabo de ver como un pianista, como un loco por el piano
y por la música.
-Los premios, la crítica, el apoyo del público
¿Se siente satisfecho con lo hasta ahora conseguido? He tenido mucha suerte, desde luego. Las cosas han ido bastante
bien, pero eso no quiere decir que uno se pueda ni fiar ni confiar.
El ganar un partido no supone que el siguiente se vaya a ganar.
Se puede perder exactamente igual. Es decir, al final de cada concierto,
si las cosas han ido bien, uno está muy feliz, pero inmediatamente
estás pensando en el siguiente obstáculo.
-Cada vez que Joaquín Achúcarro se pone delante
del piano, ¿en qué piensa? En hacerlo lo mejor posible. También depende de si
estoy a punto de dar un concierto ante un auditorio o de si simplemente
estoy en mi casa estudiando una obra. En ese caso, estoy más
relajado, pero no por ello menos atento. La vida gira entorno a
todo esto. Es una profesión que amo, y constantemente pienso
en la música que quiero hacer.
-En cuanto a la piezas que interpreta
Uno nunca sabe lo que va a pasar la próxima vez.
El encanto de esta profesión, por decirlo de alguna manera,
es el peligro, el vivir en la cuerda floja. Nada te garantiza lo
que va a venir después, aunque lo hayas hecho muy bien el
día anterior.
-¿Fue
Joaquín quien eligió a la música o viceversa? La música estaba en el aire mucho antes de que Joaquín
naciese, de manera que probablemente fue Joaquín el que se
acercó a la música.
-¿Su familia tuvo algo que ver en esa decisión? La familia era muy musical. Yo oía música
en casa siempre, era como una especie de cosa natural que estaba
en el aire.
-Los compositores que admiraba de joven
Los sigo admirando todavía.
-¿Podría citar algunos? De Bach a Bartok pasando por Mozart, Beethoven, Schubert,
Schumann, Chopin, Debussy, Ravel, Brahms, Scriabin, Rachmaninov,
Albeniz, Granados, Falla
Todos esos grandes compositores.
-¿Qué opina de la música actual y de
los jóvenes pianistas? Dar una opinión general sería englobar demasiado.
En este momento hay una oferta musical enorme tanto en discos como
en conciertos, auditorios
La gente joven que estudia música
se ha multiplicado, casi centuplicado de lo que yo conocí
en mi juventud. El público también. Cada vez asiste
más gente a los conciertos y también ha aumentado
la venta de discos. El panorama ha cambiado completamente de cuando
no existía más forma de hacer música que aprenderla
uno mismo y después interpretarla lo mejor que se pudiera.
Ahora ya es simplemente no saber qué escoger. En las grandes
capitales hay un concierto aquí, otro allá, una opera,
un ballet
Uno tiene que pensar a dónde ir. Eso es una
buena cosa, creo yo.
-También ocurre que esa gran oferta ha favorecido
aspectos como el espectáculo y el virtuosismo, conceptos
que para algunos va en contra del propio espíritu artístico. Sí, pero yo creo que es bueno. Al fin y al cabo,
de eso se trata el espectáculo, de llevar la música
a cuanta más gente posible.
-¿Y qué opina de la enseñanza? No sé cual es el sistema de conservatorios actual.
Tengo entendido que es un poco engorroso y excesivo. No sé
si se prevé hacer los diez años de piano en cinco,
por ejemplo. En mi tiempo se podía hacer. Pero no lo sé.
Confieso que tendría que estar mucho más enterado
de lo que pasa, pero no lo estoy. Mi actividad ha consistido en
enseñar en la escuela Metodista de Dallas, donde sí
sé lo que quiero hacer y cómo ayudar a mejorar a los
jóvenes que vienen a estudiar conmigo. Por otra parte, como
jurado, participo en varios concursos donde me doy cuenta de lo
que mencionaba usted hace un momento: que el virtuosismo y la perfección
están a la orden del día.
-Si tuviera que elegir un concierto
No, no tengo que elegir gracias a Dios. Tengo un repertorio
de unos cincuenta, y todos me gustan.
-¿Un lugar significativo en el que haya tocado? Todos los lugares han significado mucho, sea Berlin, Nueva
York, Londres, París, Roma, Madrid, Bilbao, Rio de Janeiro,
Johannesburgo, Ciudad del Cabo, Singapur, Australia, Buenos Aires
Montones de sitios donde he estado y donde volvería encantado.
-¿Se lleva bien el tener que ir de un sitio para otro,
sin tener apenas tiempo para descansar? Afortunadamente los aviones te llevan de un sitio para otro
en poco tiempo, de lo contrario sería imposible llevar esta
vida.
-A veces le ocurrirá que no sabe donde está. A veces sí, pero normalmente sí sé
donde estoy. Hay veces que me despierto por la noche y no sé
dónde estoy, pero no es frecuente.
-Ya que ha mencionado los sueños, ¿a qué
suelen estar vinculados los suyos? Cuando
estoy dormido casi siempre sueño cosas angustiosas. O estoy
perdiendo un tren, o llego al lugar del concierto y resulta que
no es ahí sino en otro sitio y no puedo llegar, o que tengo
que tocar una obra que no he visto nunca. La verdad, sueños
de gran felicidad no suelo tener.
-Por lo que cuenta parece ser una persona bastante perfeccionista. No sé. Quizás forme parte de esta profesión.
Sé que los instrumentistas de cuerda muy frecuentemente sueñan
que tienen que dar un concierto de piano. Alguna vez en sueños
me he visto con un clarinete en la mano.
-¿Autodidacta? Cualquier artista tiene que ser autodidacta a partir de
un momento de su vida. A todos nos enseñan unas bases técnicas,
teóricas y artísticas, pero luego cada pintor desarrolla
su manera de pintar, y cada pianista desarrolla su forma de tocar
el piano. Cada violinista tiene su golpe de arco preferido o su
tipo de fraseo. Es una de esas cosas misteriosas que se llama el
alma humana. Cada uno es una personalidad individual y única.
-¿Alguna manía? No, tocar el piano. Había quien decía que
las costumbres de los demás al resto les parecen manías.
Tal vez la mía sea apagar luces que no sirven. Luces encendidas
que no iluminan a nadie me molestan muchísimo. Me parece
un despilfarro de energía, como también a la hora
de tocar el piano hay que economizar energía. Quizás
eso es una cosa que va con la otra: ahorro de energía para
cuando haga falta.
-Conseguir de alguna manera el equilibrio. Sí.
-¿Es fácil? No lo sé. Es lo que hago.
-Si no hubiera sido pianista
Hubiera sido pianista.
-No concibe su vida sin el piano. No, no creo. Hay muchas cosas que me hubiera gustado hacer,
pero el piano siempre se lleva la primacía. Me hubiese encantado
navegar, o ser arqueólogo. Sin embargo, soy pianista.
-¿Qué le gustaría dejar como legado? Nada. No se me ocurre pensar que la posteridad se vaya a
ocupar de mi legado. Simplemente estoy haciendo lo que estoy haciendo
muy a gusto, y todo lo demás que venga por si solo.
-¿Qué supone para usted tocar en Bilbao? Tocar en casa. Tocar ante la gente que me ha conocido. Una
gran responsabilidad como de costumbre. Siempre. Que no digan "éste
ya está en decadencia". Como cuando al principio decían
"éste no va a llegar nunca a nada". Ha habido gente
que lo ha dicho en Bilbao. Aquéllos se equivocaron. Ahora
el problema es que no digan que estoy acabado.
-La relación con el público es indispensable. Claro. Tocamos para el público. No se concibe arte
sin público. Cualquier artista está trabajando para
alguien. Todo el trabajo se hace para algo, en nuestro caso para
el momento del concierto o del disco. El momento de entregar lo
que uno estaba elaborando.
-Si le menciono a Rubinstein
Un compositor que estuvo tocando el piano hasta los 91 años.
-Le han llegado a comparar con él. Me honra enormemente. Para mí ha sido un dios.
-¿Alguna
clave para ser un buen pianista? Lo que sí tiene que haber es un talento o una disposición
natural. Luego muchísimo trabajo, no creo que hay otra cosa.
Con talento y sin trabajo no se llega a ninguna parte. Con trabajo
y sin talento, tampoco. Yo creo que las dos cosas. Lo que se llama
talento es uno de esos conceptos vagos y elusivos que nadie sabe
muy bien qué se dice. Talento, personalidad, estilo
Todas esas palabras que tanto utilizamos, si uno se pone a desmenuzarlas
no sabemos qué quieren decir. Por lo tanto, el talento no
sabemos muy bien lo que es, pero tiene que haberlo.
-¿Es algo innato? Supongo que sí. Parte del talento es desarrollar
una capacidad de trabajo. El aumentar el número de horas
de concentración, poco a poco. Todo poco a poco.
-Con el tiempo, ¿se ven compensadas esas horas de
dedicación? El público no lo sabe, ni tiene por qué saberlo.
Simplemente es una persona que compra un billete, se sienta en una
butaca y ve lo que le dan. Cuando uno compra una aspirina no tiene
por qué saber cual es la organización de la casa Bayer
ni la composición química o la distribución
del producto. Sólo tiene que tomarse la aspirina y se le
quitará el dolor de cabeza. Ése es el público.
-Ante un momento de frustración
No hay más remedio que hacer de tripas corazón
y aguantar.
-¿Es difícil sobrevivir en el mundo de la música? En este momento es mucho más fácil que hace
unos cuantos años. Hoy en día hay una cantidad de
salidas para los buenos músicos y profesionales. Pero sí
pasa, sobre todo en el mundo del concierto, que la competencia es
a matar. Es como la ley de la selva. El mal músico lo tiene
muy difícil.
-Parece ser un mundo individualista. Esto es individualista, desde luego. Lo que hago yo es individualista.
-¿Y cuando se toca al lado de una orquesta? Sigue siendo individualista, lo que pasa que es que hay
que ponerse de acuerdo con la orquesta. En realidad el trabajo es
el mismo: construir una interpretación.
-Un deseo. Llegar como Rubinstein a los 90 años y seguir tocando.
Joaquín
Achúcarro (Bilbao, 1932)
Su primer concierto lo dio con apenas 13
años, pero la fama internacional le llegó
a través del Concurso Internacional de
Liverpool, que ganó en 1959. Mediante aquel
galardón pudo tocar con la Orquesta Sinfónica
de Londres. Desde entonces, ha actuado en 58 países
junto a 202 orquestas, entre ellas la Filarmónica
de Berlín, Filarmónica de Nueva
York, Sinfónica de Londres, Sinfónica
de Chicago, Filarmónica de Los Angeles,
Sinfónica de Dallas, Ciudad de Birmingham,
RTE Dublin, Yomiuri de Tokio, etc. En 1992 el
Gobierno de España le concedió el
Premio Nacional de la Música, y cuatro
años más tarde recibió la
Medalla de Oro de Bellas Artes. En el año
2000 la UNESCO le nombró artista por la
paz. Ha grabado varios discos y desde 1990 imparte
clases de piano en la Universidad Metodista de
Dallas. El año pasado la editorial Alpuerto
presentó Joaquín Achucarro desde
el piano, biografía en forma de diálogo
en la que también participa el profesor
y pianista Luciano González Sarmiento. |
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Fotografías: http://www.achucarro.com,
Estibalitz Ezkerra
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Euskonews & Media 209. zbk (2003
/ 05 / 09-16) |