La sociedad civil y el movimiento social han creado durante estos últimos años nuevos modelos de organización global. El presente texto describe la evolución de la sociedad civil a nivel global en los últimos años, y la sitúa en el momento histórico actual.
I. El nuevo mapa geopolítico y "el fin de la
historia"
El término de la guerra fría a finales de los años
80 provocó profundos cambios en el ámbito de las relaciones
internacionales. El mundo, que hasta entonces giraba en torno a
dos polos (la Unión Soviética y los Estados Unidos
de América), pasó a estar en manos de uno solo, como
consecuencia de lo cual nuevos equilibrios políticos fueron
formándose, desde Cuba hasta Europa del Este.
De
igual modo, el avance tecnológico y la libre difusión
de los movimientos de capital se expandieron a todo el mundo -mediante
el fenómeno que conocemos como globalización- y cambiaron
radicalmente las relaciones económicas internacionales. Tal
como pretendían los EEUU, y contando para ello con la ayuda
del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial (a través
de las políticas conocidas como "Consenso de Washington"),
la ideología neoliberal llegó a todos los rincones
del planeta.
La caída del comunismo como sistema de organización
social y la expansión del capitalismo llevaron al intelectual
liberal Francis Fukuyama a anunciar el "fin de la historia",
en la cual el único modelo de organización económica
posible era el capitalismo, y el único sistema político
aceptable la democracia liberal. Por otro lado, se pensaba que,
en aquel contexto histórico, la función de la globalización
consistía en difundir a todo el mundo estos dos sistemas.
Así, la esperanza de que el final de la guerra llevara a
unas nuevas relaciones internacionales basadas en la solidaridad
fue poco a poco desvaneciéndose, ya que el núcleo
duro del capitalismo global (Norteamérica, Europa y Japón)
no estaba dispuesto a distribuir de un modo más justo las
riquezas y el poder que había ido acumulando durante siglos.
El ejemplo más claro lo constituyen las normas multilaterales
de comercio aprobadas en 1994, a partir de las cuales se creó
la Organización Mundial del Comercio, y donde los países
más ricos impusieron sus intereses sobre las necesidades
de los países más desfavorecidos.
En los años 90, sin embargo, la elite global se encontró
con dos obstáculos en su camino. El primero tenía
su origen en el propio capitalismo global y apareció cuando
la crisis financiera y la decadencia de los países hicieron
peligrar todo el sistema. La primera crisis tuvo lugar en Méjico
en 1994; posteriormente hubo otra más dura en Asia (Thailandia,
Indonesia, Malasia), en 1997, que afectó incluso a la Federación
Rusa y a Sudamérica. Más tarde llegaría la
crisis económica de Turquía, y, por último,
en el año 2000, explotó la crisis argentina, que hizo
tambalear aún más las ya débiles economías
sudamericanas.

El segundo obstáculo con el que se encontró el capitalismo
global fue la aparición de un movimiento de protesta de nivel
mundial. En muchos países, las manifestaciones locales contra
el modelo económico neoliberal venían produciéndose
desde hacía tiempo, especialmente durante las épocas
de crisis. Pero el movimiento de protesta que surgió a finales
de los años 90 tenía una extensión mundial,
como enseguida veremos.
II. El movimiento contra la globalización neoliberal
El origen de los movimientos de protesta de nivel mundial hay que
localizarlo en Seattle, en el año 1999, cuando tuvieron lugar
las masivas manifestaciones contra la Organización Mundial
del Comercio. Praga, Washington, Ginebra, Niza, Estocolmo, etc.
fueron escenario de sucesivas protestas contra la globalización
neoliberal. En numerosos países la aparición de este
movimiento ha abierto un profundo debate en torno al proceso de
globalización que permite discutir racionalmente sobre sus
aspectos positivos y negativos.
A finales de los años 90, poco antes de la creación
del movimiento contra la globalización neoliberal, en la
élite global se respiraba un ambiente tremendamente optimista.
El crecimiento económico, impulsado especialmente por Internet
y las nuevas tecnologías de la información, llevaba
a pensar en un ciclo económico expansionista que no tendría
fin, y sus defensores aseguraban que la globalización terminaría
con la pobreza.
Pero la realidad era muy distinta, puesto que las diferencias entre
el mundo rico y el mundo pobre eran cada vez mayores, y la calidad
de vida de la gente sumida en la pobreza empeoró enormemente
en Sudamérica, Asia y África. Mientras, la élite
económica y sus portavoces (el Fondo Monetario Internacional,
el Banco Mundial y la Organización Mundial del Comercio)
no se cansaban de repetir que la globalización aportaría
beneficios a todos, tanto al mundo desarrollado como al subdesarrollado.

En los últimos cuatro años, el debate en torno a
la globalización ha dado unos pasos cualitativos muy importantes,
y hoy día son pocos los que derrochan el optimismo que se
desprendía en la década anterior. Se acepta que la
globalización puede aportar beneficios, pero sus aspectos
negativos resultan tan evidentes que ya no se intenta ocultarlos
como se venía haciendo.
El movimiento contra la globalización neoliberal ha madurado
en los últimos años, y ha entendido que el verdadero
reto para crear un modelo de globalización basada en la solidaridad
consiste en reflexionar y proclamar alternativas viables. Por ello,
los movimientos sociales de todo el mundo organizan desde el año
2001 el Foro Social Mundial, que tiene lugar en Porto Alegre (Brasil),
bajo el lema "Otro Mundo Es Posible". Cabe mencionar también
que el movimiento contra la globalización neoliberal ahora
se hace llamar "movimiento social para la justicia global".
Por otra parte, los movimientos sociales convienen en que para
poder construir un mundo nuevo es necesario poner definitivamente
fin al imperialismo, motivo por el cual el principal tema de debate
del Foro Social Mundial de este año ha sido el conflicto
con Irak, poniéndose de manifiesto que un posible ataque
no sólo sería totalmente injustificado, sino que además
alteraría por completo las relaciones internacionales y daría
comienzo a una nueva era de política unilateral dirigida
por los Estados Unidos de América.
III. ¿Hacia una nueva era de política unilateral?
Los atentados del 11 de septiembre han sido para el presidente
norteamericano George W. Bush la excusa perfecta para implantar
en las relaciones internacionales una nueva doctrina basada en la
superioridad militar de los EEUU y que, en nombre de la defensa
del interés nacional, le otorga el derecho a intervenir en
cualquier país, incluso si para ello tiene que vulnerar las
normas internacionales y los mandatos de las Naciones Unidas.

George W. Bush asegura que para proteger la civilización
es necesario atacar a Irak, pero la realidad demuestra justamente
lo contrario: que la guerra contra Irak aniquilará la civilización
y abrirá una nueva era en la que los EEUU se alzarán
como un poder hegemónico mundial. La declaración de
la guerra, aun contando con el visto bueno de las Naciones Unidas,
supondría el fin de la era basada en el multilateralismo,
porque todo el mundo sabe que esta guerra carece de toda justificación.
La sociedad del planeta entero sabe que la resistencia contra la
guerra forma parte de la lucha para construir "Otro Mundo Posible";
por eso se manifestaron millones de personas en todo el mundo el
15 de febrero alzando sus voces en contra de la guerra, en la que
ha sido la mayor movilización de la historia en contra de
la guerra, y, al mismo tiempo, la mayor manifestación que
haya habido jamás por una civilización basada en la
paz. Es imposible adivinar qué dinámica seguirán
estas movilizaciones en los próximos meses, pero sin la menor
duda tendrán una importante influencia sobre el "Movimiento
Social para la Justicia Global".
Mikel Insausti Muguruza,
Responsable de Política Comercial
Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) - Brasil
Argazkiak: Mikel Insausti |