La andadura de la Sociedad Civil Global: de Seattle a Bagdad
* Traducción al español del original en euskera
Mikel Insausti Muguruza

La sociedad civil y el movimiento social han creado durante estos últimos años nuevos modelos de organización global. El presente texto describe la evolución de la sociedad civil a nivel global en los últimos años, y la sitúa en el momento histórico actual.

I. El nuevo mapa geopolítico y "el fin de la historia"

El término de la guerra fría a finales de los años 80 provocó profundos cambios en el ámbito de las relaciones internacionales. El mundo, que hasta entonces giraba en torno a dos polos (la Unión Soviética y los Estados Unidos de América), pasó a estar en manos de uno solo, como consecuencia de lo cual nuevos equilibrios políticos fueron formándose, desde Cuba hasta Europa del Este.

De igual modo, el avance tecnológico y la libre difusión de los movimientos de capital se expandieron a todo el mundo -mediante el fenómeno que conocemos como globalización- y cambiaron radicalmente las relaciones económicas internacionales. Tal como pretendían los EEUU, y contando para ello con la ayuda del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial (a través de las políticas conocidas como "Consenso de Washington"), la ideología neoliberal llegó a todos los rincones del planeta.

La caída del comunismo como sistema de organización social y la expansión del capitalismo llevaron al intelectual liberal Francis Fukuyama a anunciar el "fin de la historia", en la cual el único modelo de organización económica posible era el capitalismo, y el único sistema político aceptable la democracia liberal. Por otro lado, se pensaba que, en aquel contexto histórico, la función de la globalización consistía en difundir a todo el mundo estos dos sistemas.

Así, la esperanza de que el final de la guerra llevara a unas nuevas relaciones internacionales basadas en la solidaridad fue poco a poco desvaneciéndose, ya que el núcleo duro del capitalismo global (Norteamérica, Europa y Japón) no estaba dispuesto a distribuir de un modo más justo las riquezas y el poder que había ido acumulando durante siglos. El ejemplo más claro lo constituyen las normas multilaterales de comercio aprobadas en 1994, a partir de las cuales se creó la Organización Mundial del Comercio, y donde los países más ricos impusieron sus intereses sobre las necesidades de los países más desfavorecidos.

En los años 90, sin embargo, la elite global se encontró con dos obstáculos en su camino. El primero tenía su origen en el propio capitalismo global y apareció cuando la crisis financiera y la decadencia de los países hicieron peligrar todo el sistema. La primera crisis tuvo lugar en Méjico en 1994; posteriormente hubo otra más dura en Asia (Thailandia, Indonesia, Malasia), en 1997, que afectó incluso a la Federación Rusa y a Sudamérica. Más tarde llegaría la crisis económica de Turquía, y, por último, en el año 2000, explotó la crisis argentina, que hizo tambalear aún más las ya débiles economías sudamericanas.

El segundo obstáculo con el que se encontró el capitalismo global fue la aparición de un movimiento de protesta de nivel mundial. En muchos países, las manifestaciones locales contra el modelo económico neoliberal venían produciéndose desde hacía tiempo, especialmente durante las épocas de crisis. Pero el movimiento de protesta que surgió a finales de los años 90 tenía una extensión mundial, como enseguida veremos.

II. El movimiento contra la globalización neoliberal

El origen de los movimientos de protesta de nivel mundial hay que localizarlo en Seattle, en el año 1999, cuando tuvieron lugar las masivas manifestaciones contra la Organización Mundial del Comercio. Praga, Washington, Ginebra, Niza, Estocolmo, etc. fueron escenario de sucesivas protestas contra la globalización neoliberal. En numerosos países la aparición de este movimiento ha abierto un profundo debate en torno al proceso de globalización que permite discutir racionalmente sobre sus aspectos positivos y negativos.

A finales de los años 90, poco antes de la creación del movimiento contra la globalización neoliberal, en la élite global se respiraba un ambiente tremendamente optimista. El crecimiento económico, impulsado especialmente por Internet y las nuevas tecnologías de la información, llevaba a pensar en un ciclo económico expansionista que no tendría fin, y sus defensores aseguraban que la globalización terminaría con la pobreza.

Pero la realidad era muy distinta, puesto que las diferencias entre el mundo rico y el mundo pobre eran cada vez mayores, y la calidad de vida de la gente sumida en la pobreza empeoró enormemente en Sudamérica, Asia y África. Mientras, la élite económica y sus portavoces (el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y la Organización Mundial del Comercio) no se cansaban de repetir que la globalización aportaría beneficios a todos, tanto al mundo desarrollado como al subdesarrollado.

En los últimos cuatro años, el debate en torno a la globalización ha dado unos pasos cualitativos muy importantes, y hoy día son pocos los que derrochan el optimismo que se desprendía en la década anterior. Se acepta que la globalización puede aportar beneficios, pero sus aspectos negativos resultan tan evidentes que ya no se intenta ocultarlos como se venía haciendo.

El movimiento contra la globalización neoliberal ha madurado en los últimos años, y ha entendido que el verdadero reto para crear un modelo de globalización basada en la solidaridad consiste en reflexionar y proclamar alternativas viables. Por ello, los movimientos sociales de todo el mundo organizan desde el año 2001 el Foro Social Mundial, que tiene lugar en Porto Alegre (Brasil), bajo el lema "Otro Mundo Es Posible". Cabe mencionar también que el movimiento contra la globalización neoliberal ahora se hace llamar "movimiento social para la justicia global".

Por otra parte, los movimientos sociales convienen en que para poder construir un mundo nuevo es necesario poner definitivamente fin al imperialismo, motivo por el cual el principal tema de debate del Foro Social Mundial de este año ha sido el conflicto con Irak, poniéndose de manifiesto que un posible ataque no sólo sería totalmente injustificado, sino que además alteraría por completo las relaciones internacionales y daría comienzo a una nueva era de política unilateral dirigida por los Estados Unidos de América.

III. ¿Hacia una nueva era de política unilateral?

Los atentados del 11 de septiembre han sido para el presidente norteamericano George W. Bush la excusa perfecta para implantar en las relaciones internacionales una nueva doctrina basada en la superioridad militar de los EEUU y que, en nombre de la defensa del interés nacional, le otorga el derecho a intervenir en cualquier país, incluso si para ello tiene que vulnerar las normas internacionales y los mandatos de las Naciones Unidas.

George W. Bush asegura que para proteger la civilización es necesario atacar a Irak, pero la realidad demuestra justamente lo contrario: que la guerra contra Irak aniquilará la civilización y abrirá una nueva era en la que los EEUU se alzarán como un poder hegemónico mundial. La declaración de la guerra, aun contando con el visto bueno de las Naciones Unidas, supondría el fin de la era basada en el multilateralismo, porque todo el mundo sabe que esta guerra carece de toda justificación.

La sociedad del planeta entero sabe que la resistencia contra la guerra forma parte de la lucha para construir "Otro Mundo Posible"; por eso se manifestaron millones de personas en todo el mundo el 15 de febrero alzando sus voces en contra de la guerra, en la que ha sido la mayor movilización de la historia en contra de la guerra, y, al mismo tiempo, la mayor manifestación que haya habido jamás por una civilización basada en la paz. Es imposible adivinar qué dinámica seguirán estas movilizaciones en los próximos meses, pero sin la menor duda tendrán una importante influencia sobre el "Movimiento Social para la Justicia Global".


Mikel Insausti Muguruza, Responsable de Política Comercial
Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) - Brasil
Argazkiak: Mikel Insausti


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