No hemos llegado en el momento más adecuado a la cita.
Todavía le están instalando los muebles nuevos; y,
por si eso fuera poco, su hijo está con gripe. Con todo,
Garbiñe nos dedica su tiempo afablemente, ofreciéndonos
una taza de café. Tan pronto como empieza la entrevista para
Euskonews, demuestra que tiene bien ganada su "fama".
Es decir, que aun siendo magistrada no se esconde ante ciertas cuestiones.
Y se explaya sin irse por las ramas, con la seguridad del que contesta
para mejorar las cosas. En ese sentido, muchas personas que ocupan
cargos de mucha menor responsabilidad deberían aprender de
ella, pues mientras ellos se encogen de hombros ante los temas digamos
"delicados", Garbiñe, haciendo honor a su nombre,
se llena de coraje, demostrando que es una experta en el juego limpio.
- De pequeña,
¿qué quería ser?
Magistrada quizá no; pero desde bastante joven supe que quería
estudiar derecho.
- ¿Y qué
injusticia vio a su alrededor para querer ser abogada?
Injusticia general. Yo nací en una familia de clase trabajadora
y me parecía que en nuestra sociedad no todo el mundo vivía
igual y que algunos tenían más oportunidades que otros.
Y por eso, el derecho me pareció una vía adecuada
a fin de contribuir a esa igualdad.
- Esa imagen idílica
de la justicia, dícese de la mujer con los ojos vendados,
que en una mano sostiene una espada en alto; y en la otra, sujeta
una balanza que le ayuda a hacer un juicio imparcial de las cosas.
¿Ha tenido influencia en usted?
A esa imagen, si te soy sincera, nunca le hecho demasiado caso,
por mucho que en una época se utilizara mucho. Para empezar,
la justicia no es ciega, de ninguna manera; y además, no
debe serlo. Los jueces, por otro lado, no pueden ser nunca neutrales.
La Constitución dice que los poderes públicos debemos
velar por la libertad e igualdad de todos los ciudadanos; y para
ello aplicar una serie de principios. Por tanto, no podemos ser
neutrales.
- Entonces, si
usted fuera la justicia, ¿cómo se definiría
a si misma?
Yo soy la objetividad, pero no la neutralidad.
- Yo veo a la
justicia como si fuera un gran y poderoso elefante que llega a menudo
tarde al lugar del delito....
Es verdad que a veces llega tarde, pero es debido a su maquinaria
pesada. Sin embargo, no hay que olvidar que la justicia no hace
acto de presencia para que no ocurra un delito, sino a posteriori.
También es cierto que la justicia, aunque funcione bien,
necesita su tiempo con objeto de saber cómo han ocurrido
los hechos, para luego tomar sus decisiones.

- La balanza de
la justicia a menudo se suele nivelar con dinero para pagar un delito.
¿Es eso justo?
A mi me parece correcto pagar un delito con dinero. Si no, ¿cómo
se paga? ¿Con la privación de libertad de la persona?
Lo que pasa es que todo el mundo debería tener la oportunidad
de pagar un delito por medio de una fianza; pero, desgraciadamente,
no es así.
- En nuestra sociedad
las decisiones de los jueces suelen estar en el ojo del huracán.
No obstante, no se conoce cuál es la forma de llegar a ser
juez. Cuéntenos.
Hay dos modos de ser juez : por un lado, por medio de una oposición
ordinaria y de su defendensa delante de un jurado; y por otro, por
medio de los "terceros y cuartos" turnos, que son oposiciones
en las que se eligen a juristas de prestigio o profesores de universidad
para que ejerzan de jueces. Luego, dentro de la carrera judicial,
como ocurre en el Consejo General del Poder Judicial, funcionan
los escalafones. Ahí, existen tantos intereses políticos
en juego que, por desgracia, se acaban imponiendo los criterios
políticos por los cuales las designaciones se realizan "a
dedo".
- Y en su caso,
¿qué camino siguió?
¿A usted cuál le parece?
- El primero.
Pues cree bien. Después de realizar la oposición ordinaria,
me convertí en juez, y luego, por mor a la antigüedad,
magistrada.
-
La seguridad se ha convertido en un tema candente en el mundo occidental.
Sin embargo, se habla muy poco sobre las desigualdades que se están
creando. No tener trabajo o casa, ¿no es eso una desigualdad?
¡Ése es el quid de la cuestión! La necesidad
de seguridad nos indica que tenemos que protegernos, y eso incluye
hacerlo de los demás. Pero en la práctica la seguridad
se asocia con la policía y los bienes de la justicia; como
si la seguridad no fuera de todos, sino de unos pocos: de los que
tenemos un estatus económico, y no de los que no lo tienen.
Así que, en la práctica, la susodicha seguridad no
hace sino proteger nuestro modo de vida económico, únicamente
ofreciéndonos protección material. A consecuencia
de eso, podemos comprar y vender seguridad, por mucho que esa compra
venta excluya a una buena parte de la sociedad.
- A la gente le
venden que no vivimos seguros; y que en la búsqueda de una
mayor seguridad, además de justicia, hace falta mano dura...
La pregunta es: ¿Qué hay que hacer para que no haya
robos? ¿Detener a todos los que tienen mala pinta, aspecto
sospechoso, borrachos y drogadictos? ¡Venga, ya! Si nos blindamos
así, cada vez nos harán falta vallas mayores. "Mientras
esa gentuza esté entre rejas, estaréis seguros",
se le dice a la gente.
- ¿Es que
piensan reinstaurar la "Ley de vagos y maleantes" de tiempos
de Franco?
Vete a saber. Pero la gente tiene que reaccionar. Porque, en definitiva,
esa supuesta seguridad no arregla el problema, habida cuenta de
que el número de delitos no disminuirá mientras no
se examine qué subyace detrás de esta problemática.
- Solemos asociar
la pobreza con la criminalidad.
Así es, muy a mi pesar. Tenemos que recordar que la pobreza
es la mayor causa de la criminalización, pero no así
de la delincuencia; es decir, por mucho que no lo sean, tildamos
y tratamos a la mayoría de pobres como delincuentes. El problema
es que hay muchos otros delincuentes a los que no criminalizamos
: los delitos económicos, delitos informáticos, delitos
contra el medio ambiente, etc.
- Ya que menciona
eso, y a raíz del desastre ecológico provocado por
el hundimiento del petrolero "Prestige", ¿es posible
hacer justicia medio ambiental?
Se puede hacer mediante indemnizaciones, pero no sólo de
mano del armador. Si se prueba que existe responsabilidad civil
por parte del Estado, también tendrá que pagar los
daños causados a los damnificados. No obstante, el dinero
no puede subsanar todos los daños. Y por ese motivo hacen
falta dos cosas : toma de conciencia y tiempo.
- Después
de la justicia, la palabra reconciliación sale frecuentemente
a la palestra. Pero, ¿hasta qué punto es real?
Es muy difícil. Ante un pleito civil o administrativo la
gente siempre cree que tiene razón, sea cual sea el asunto,
además. Si gana el caso, es porque la razón era suya;
y si lo pierde, porque el juez se ha equivocado. De todos modos,
la cultura de la reconciliación está yendo a más.
Y en ese cometido, en los abogados recae la responsabilidad de aconsejar
a sus clientes y zanjar un asunto por medio de un acuerdo.
Por otro lado, a la hora de aplicar el código penal, es decir,
cuando hay víctimas de por medio, es mucho más complejo;
incluso teóricamente. En esos casos nunca se consigue la
reconciliación, en tanto en cuanto lo que la gente suele
pedir es venganza. En mi opinión, sin embargo, la pena nunca
tiene que buscar la venganza, sino reinsertar. Además, castigando
al culpable a la víctima no se le devuelve lo que ha perdido.
Pero bueno, parece que ese punto de vista es cada vez más
minoritario en nuestro entorno.

- Otra de las
cosas que se le achacan al sistema judicial es condenar a alguien
sin pruebas.
Más que sin pruebas, yo diría que con pruebas equivocadas.
¿Y un tribunal cómo logra éstas? Pues, muchas
veces por medio de los testigos, quienes, bien por mentir, o al
menos por no decir la verdad, pueden hacer equivocarse al jurado,
quebrantar la presunción de inocencia y dictaminar así
la culpabilidad del acusado, aunque en realidad sea inocente. Al
mismo tiempo, es muy complejo que en un proceso se complete el puzzle
que determine lo que realmente sucedió y lo que es más
difícil, demostrarlo.
- Eso parece una
razón a todas luces suficiente con objeto de derrocar la
pena de muerte.
¡Desde luego que sí! Si una persona se pasa veinte
años de prisión injustamente, se le puede indemnizar;
pero para un condenado a muerte, supone el fin. Por tanto, la pena
capital carece de sentido. Asimismo, es cruel y, por si fuera poco,
por medio de ella no se consigue ningún objetivo : no tranquiliza
a la víctima y no reduce el número de delitos.
- Ustedes los
jueces, a la hora de tomar decisiones, tendrán que dejar
a un lado las emociones y regirse por la racionalidad.
Sí, pero no crea. En algunos casos las emociones también
inciden en nuestras decisiones. Cuando la ley va en contra de los
marginados, por ejemplo, por supuesto que te conmueves, pues sabes
que lo han hechos forzados por la necesidad. Es más, sabes
que si su vida ya era mala, la pena no va a hacer más que
empeorarla. Así que cuando no se puede tomar una decisión
propicia al respecto, nuestro "corazón" tiene mucho
que decir. Al hilo de eso, me viene a la mente una frase de un juez
amigo mío, que decía lo siguiente : "Cuando sé
que la justicia no puede hacer nada, tengo que recurrir a la piedad".
Incluso, además de tener mucha lógica, la piedad ha
ayudado muchas veces a avanzar al Derecho.
- ¿Por
ejemplo?
Esa ley surgió en la Francia del siglo XIX, cuando una mujer
robó pan para que sus hijos pequeños, presos de la
hambruna, pudieran comer. Su caso consiguió conmover al juez
y dijo que no podía castigar a aquella madre. Esa misma ley,
a su vez, se ha aplicado en nuestros días para casos de conciencia,
como es el caso de los insumisos. También ha tenido mucho
que ver a la hora de suprimir la pena capital o de denunciar la
situación de los esclavos cuando la esclavitud estaba vigente.
- Habrá
algunos temas sobre los que le costará dictaminar más.
No crea. No hay un tema concreto que me cueste más. La dificultad
suele provenir de otro lugar, de cómo organizar la justicia.
Y en ese sentido hay un tema que me preocupa en especial : mantener
nuestra independencia, que está en peligro. Para que se haga
una idea de cómo están las cosas, le digo que hasta
los jueces más conservadores están preocupados por
el cariz que está tomando el asunto. Parece como si nos quisieran
meter a todos en el remolino del pensamiento único. Y parece
que este año van a seguir por los mismo derroteros.
-
Jueces dependientes. ¡Menuda contradicción!
¡Y tanto! En ese aspecto, me parece vergonzoso lo que la juez
Ruth Alonso ha tenido que soportar, pues no ha hecho sino cumplir
la ley : dejar en libertad a los presos que tenían tres cuartas
partes de la condena cumplida. Pero no sólo ha sido ese caso.
Otro ejemplo es el haber expedientado a tres magistrados de la Audiencia
Nacional por haber dejado libre al supuesto narcotraficante Santamaría.
Pero el verdadero motivo, a mi entender, fue que estos tres magistrados
manifestaron su desacuerdo ante varias decisiones tomadas por el
juez Garzón contra la llamada "izquierda abertzale".
- Usted ha manifestado
que los jueces "aceptan las presiones del gobierno para evitarse
problemas"
Y así es, porque ese tipo de decisiones, al fin y al cabo,
no son más que avisos para los demás. Muchos jueces
quieren evitarse problemas y, en consecuencia, tienen la tentación
de decir amen.
- Y usted, ¿ha
recibido alguna vez presiones o percibido trabas a la hora de realizar
su trabajo?
Sí que las he tenido. Pero no tan graves como las que ha
sufrido Ruth Alonso. Aunque la mayor presión suele ser la
apertura de expediente, lo peor suele ser el que se ponga en duda
el prestigio de cada uno, como si fuera un delincuente. Y eso está
ocurriendo cada vez más en varios medios de comunicación,
como son las "entrañables" tertulias radiofónicas.
- No está
bien visto que un juez dé su punto de vista sobre determinado
tema. Usted, no obstante, suele hacerlo. Pero ¿dónde
está el límite para que no le abran un expediente?
No sé muy bien dónde está el limite, habida
cuenta de que es una línea fina y cambiante, sobre todo cuando
se critica al gobierno. Hace 3 años varios magistrados publicamos
un documento en la prensa condenando la política penitenciaria
del gobierno y pidiendo que los presos cumplieran condena en su
lugar de procedencia. Pues bien, aunque no nos inhabilitaron, sí
que nos expedientaron. De todos modos ustedes los periodistas creen
que los jueces estamos muy limitados para dar nuestra opinión,
pero no es para tanto. Muchas veces se nota que se autocensuran
a la hora de preguntar.
- ¡Vale!
¿Qué opinión le merece el auto abierto por
el juez Garzón para ilegalizar las actividades de Batasuna?
No puedo dar mi opinión, ya que no sé de qué
pruebas dispone Garzón en el sumario para paralizar la actividad
de Batasuna. Así que no puedo hablar del tema. En caso de
que haya pruebas concluyentes, por supuesto, sería lícito
que implementara la ley. Pero, por otro lado, después de
leer el auto escrito por Garzón sobre la limpieza étnica,
puedo decir que no tiene base jurídica. A mi entender, lo
que ocurre aquí, por muy grave que sea, no es limpieza étnica;
de ninguna manera, además.
- Otro tema candente:
el gobierno va a cambiar el código penal para que los presos
condenados por terrorismo, en caso de no renunciar a la violencia,
cumplan íntegramente sus condenas, sin posibilidad de acogerse
a beneficios penitenciarios. ¿Qué piensa de eso?
Resulta fácil responder: eso va en contra de la Constitución,
llana y simplemente, porque niega a la persona la posibilidad de
reinserción. Eso no hace más que evidenciar aún
más el fracaso del sistema carcelario. En segundo lugar,
según los expertos, cuando el preso ha cumplido 15-20 años
entre rejas, su persona se desestructura, perdiendo los valores
y la noción de la realidad. Eso va claramente en contra de
la dignidad de la persona. Es más, históricamente
las condenas se han reducido precisamente por esa razón.
- Entonces, ¿qué
se quiere lograr manteniendo a una persona encerrada durante 40
años? En definitiva, no es más que una cadena perpetua
para que, cuando sean unos abuelos, salgan de la cárcel totalmente
"reinstertados"?
Atemorizar a la sociedad para obtener resultados políticos.
Parece como si en el mismo saco quisieran meter a emigrantes, pobres
y delincuentes. En esta discusión han asociado seguridad
con miedo, dado que es el miedo lo que a la sociedad moderna le
hace sentirse débil. Y en estos momentos, a consecuencia
de la intoxicación informativa impulsada por algunos medios
de comunicación, ciertas ideologías están bajo
sospecha.
- Con el problema
de la violencia no se ve el final del túnel.
La violencia es muy grave y siempre hay que condenarla, por supuesto.
Pero políticamente no me preocupa, en la medida en que todos
estemos de acuerdo contra ella. Lo que de verdad me inquieta es
la falta de diálogo; y también el espectáculo
lamentable que están dando los partidos políticos,
como si vivieran en una torre de marfil e interpretando la realidad
acorde con sus intereses; y todo para obtener "tajada"
electoral. Pero claro, esa tendencia a la confrontación es
un juego muy peligroso y mientras no se llegue a un acuerdo en el
sentido de aceptar que el único responsable de la violencia
es el que la utiliza, no podremos avanzar hacia ningún lado.
-
Haciendo referencia a otro tipo de violencia, siendo mujer y magistrada,
¿cree usted que los casos de malos tratos contra la mujer
van a más? O ¿es porque ahora se denuncian más?
Parece que es porque se denuncia cada vez más. En ese sentido,
la implicación de los medios de comunicación está
ayudando mucho a sacar a la luz el problema de la violencia doméstica.
Y ése es un primer paso importante, al que debería
seguir otro igualmente clave : abogar y lograr que el respeto que
todas las personas merecen cale en nuestra sociedad.
- Sin embargo,
a pesar de ese deseo, se están sucediendo una serie de decisiones
judiciales sorprendentes. Como el caso de un juez que ha estimado
"comprensible" que un hombre amenace a su mujer con un
hacha, porque es "por amor"...
No hay nada que pueda justificar eso. Y además ha sido un
invento del juez, porque la ley no recoge nada parecido. Ni siquiera
es enajenación mental transitoria.
- Entonces, ¿cuántas
palizas tiene que sufrir una mujer para que el ataque se convierta
en delito?
Hombre, lo que tiene que hacer es denunciar. Y a fin de facilitar
ésta, existe un procedimiento efectivo a seguir a nivel policial
y judicial. Pero claro, muchas mujeres sostienen que tras denunciar
los malos tratos, las investigaciones a las que las someten son
muy humillantes. Se les investiga más a ellas que al supuesto
agresor.
- En los casos
de agresión sexual, la idea de que "algo habrá
hecho esa" pervive todavía hoy.
Sí, y no solamente entre la gente de a pie, sino también
entre los policías y los jueces. La típica excusa
de : "¡Es que con esa minifalda iba provocando!".
Está claro que nos falta una cultura de la víctima
y tenemos que ir formándola, poco a poco.
- Políticamente,
¿dónde se sitúa?
(Nos mira firmemente a los ojos, y tras una pausa) No tengo reparo
en decirlo : yo me considero de izquierdas. Pero también
es cierto que me encuentro decepcionada, en el sentido de que la
izquierda, desde mi punto de vista, se ha metido en la ola de la
derecha, aceptando la cárcel como un sistema de castigo,
y lo que es peor, pidiendo cada vez más prisión. Pese
a eso, creo que la izquierda debe jugar un papel clave a fin de
resolver los problemas de nuestra sociedad y de nuestro mundo. Empezando
por impulsar la cultura de la igualdad y la libertad.
- Como usted apuntaba
anteriormente, la cárcel no reinserta.
No, porque no están preparadas para eso. No se ponen medios
para ello. Mire, ¿cómo es posible que entre tanta
droga en la cárcel? ¿Qué se consigue? Pues
que si no pueden salir físicamente de allí, que lo
hagan pasándoselo "medio idos" bajo el efecto de
las drogas. Pero es que así, además de arrebatarles
su libertad, también se les quita su dignidad humana. Es
por eso que, antes de replantearse un nuevo sistema penitenciario,
habría que hacer cumplir lo que dice la Constitución
: reinsertar, y poner los medios para ello. Está bien que
a alguien que ha cometido un delito se le enseñe que ha obrado
mal. Pero no es suficiente.
- Entonces, ¿qué
podría hacerse?
Por ejemplo, dar a los presos todo tipo de facilidades para que
estudien, dándoles un montón de materias a elegir
y que aprendan de diversas maneras. Recapitulando : menos represión
y más educación, como en todas las demás áreas.
- ¿Y con
respecto a la sociedad?
Considero necesario lograr un acuerdo social, grande y profundo,
en el que todos los colectivos tengan su lugar, en el que la vida
sea posible para todos, en las calles, fuera de la seguridad de
nuestras casas, junto a los demás.
Garbiñe
Biurrun Manzisidor
Garbiñe Biurrun Manzisidor (Tolosa, 1960)
Licenciada en Derecho y Magistrada del Tribunal
Superior de Justicia del País Vasco, donde ejerce
en el Área Laboral. Es miembro de la plataforma
"Jueces para la Democracia" y profesora asociada
del Derecho del Trabajo de la Facultad de Derecho
de la UPV-EHU.
A pesar de que la gente piensa
lo contrario, a la hora de aplicar la ley, "los
jueces y magistrados también utilizamos el corazón",
asegura Garbiñe, mujer carismática donde las haya,
que, por mucho que su trabajo esté en Bilbao,
sigue viviendo en Tolosa.
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Beñat Doxandabaratz
Fotografías del autor
-
Euskonews & Media 198. zbk (2003 / 02 / 7-14) |