Los jóvenes y la salud mental en Euskadi
* Traducción al español del original en euskera
Alexander Barandiaran

T enemos la lógica tendencia a asociar los jóvenes con la salud mental, puesto que consideramos que la juventud es sinónimo de vida, fuerza, salud y energía. Bien, se preguntarán ustedes, ¿cuál es entonces el problema? Modifiquemos ligeramente el título, y hablemos sobre la "falta de salud mental". Pero, ¿acaso se da esta falta entre los jóvenes? Pues sí, y en mayor medida de lo que imaginamos. De modo que parémonos a pensar un rato sobre este tema. ¿Qué nos sugiere el término salud mental? ¿Estar o sentirse "bien"? ¿Y qué supone el estar "bien"? ¿Sentirse sano? O, dicho de otra manera, ¿no padecer dolores ni sufrimientos? Cuando se trata de dolores "físicos" resulta más fácil saber si gozamos o no de salud -aun cuando buena parte del dolor físico sea subjetivo-, pero ¿qué pasa en los casos en que el sufrimiento es psicológico?

Esta realidad puede ser analizada desde diversos puntos de vista, cada uno de los cuales nos conducirá a una conclusión diferente. Pero dejémonos de interpretaciones y centrémonos en la aportación de la ciencia. Desde el punto de vista patológico, la salud mental se mide en función de las carencias patológicas. ¿No quiere esto decir que la ausencia de patologías refleja un buen estado de salud mental? ¿Dónde se sitúa entonces la línea divisoria? La mayoría de los estudios realizados sobre la salud mental adoptan este criterio para analizar el estado de la salud mental de los jóvenes, y, según se desprende de los resultados, entre un 15 y un 30 % de los jóvenes sufren algún tipo de patología. Las investigaciones desarrolladas en Euskadi arrojan también resultados muy parecidos. ¿Y cuál es la situación del resto de los jóvenes (del 70-85%)? ¿Se puede pensar que al no estar "enfermos" gozan de una buena salud mental? En la investigación sobre la salud mental que llevé a cabo para la elaboración mi tesis, pude observar claramente que en el caso de estos otros jóvenes no se podía hablar de bienestar. Obviamente, no se pueden generalizar los resultados obtenidos a la luz de dicho estudio, pero bien es cierto que aclaraba muchos aspectos. A pesar de tener en cuenta los distintos tipos de patologías, al concebir la salud mental de una forma amplia incluí otros campos más, como por ejemplo los hábitos ligados a la salud, tales como el alcohol y las drogas, la calidad de vida y los factores sociales, el nivel de bienestar, el estrés, etc. Los resultados me demostraron que sobre todo los jóvenes presentaban varios síntomas de estrés, aun cuando ellos se mostraran convencidos de tener una alta calidad de vida, en vista de lo cual, a la hora de realizar una valoración sobre la salud mental, y teniendo en cuenta que un 50% presentaba síntomas de estrés, manifesté que la salud mental de la mitad de los jóvenes no era la adecuada. Evidentemente, el estrés está fuertemente vinculado con la falta de salud mental, como bien podremos comprobar con más claridad en el futuro.

En mi opinión, gozar de salud mental no significa únicamente carecer de patologías. De hecho, al llegar a este punto a uno le asaltan varias dudas, como si estuviéramos fallando en algo. Es de suponer que una de las finalidades de nuestro modelo social, y que desde mi punto de vista debería ser la más importante, es garantizar tanto el desarrollo de todas las capacidades del ser humano como su propio bienestar (que siempre se da en el seno de un grupo). En general, creo que andamos bastante bien en lo que respecta al bienestar material, ya que defendemos el eslogan de que vivimos en la sociedad del bienestar. Asociamos la "enfermedad" con la falta de bienestar; no obstante, el bienestar mental es una condición mucho más resbaladiza a la que no le prestamos demasiada atención. Pero son muchas las personas que padecen ese sufrimiento subjetivo, cuyos efectos no se perciben a primera vista pero que están ahí, incorporados en nuestra vida cotidiana. Por lo que he podido comprobar en mi experiencia psicoterapéutica, algunos solicitan ayuda externa. ¿Es que están "enfermos"? Desde luego que no. No tienen ninguna patología; simplemente, no se sienten bien, mantienen una lucha con su yo o con otras personas, y no por capricho precisamente. Nuestro modelo de vida tiene una considerable influencia en sus vidas. Sé que el conflicto forma parte de la propia vida. Y que todo conflicto tiene su parte creativa y positiva, pero también otra parte negativa. Y puedo asegurar que esa parte negativa no garantiza que ninguna manera que se goce de una buena salud mental.

En lo que respecta a los jóvenes, mucho me temo que si nuestra sociedad mantiene el rumbo actual, nos resultará cada vez más difícil conservar la salud mental (si analizamos los motivos que causan la muerte de los jóvenes en el mundo, veremos que los suicidios están a la cabeza). No sólo afirmo que los casos que producen efectos físicos irán en aumento, sino que además tendremos cada vez más casos originados por el estrés. Ya es hora de que echemos el freno y nos detengamos a recapacitar sobre nuestra situación actual y a considerar hacia dónde vamos. Ya es hora de que decidamos qué es lo realmente importante para las personas. Ya es hora de que pensemos en las personas en su integridad, de trabajar y luchar por la salud mental de todos. Concedámonos una oportunidad.


Alexander Barandiaran, profesor de Mondragonn Unibertsitatea


Euskonews & Media 196. zbk (2003 / 01 / 24-31)

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