La importancia del aporte vasco en la constitución de la Argentina (2 de 2)
La importancia del aporte vasco en la constitución de la Argentina
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Gonzalo J. Auza

Gonzalo J. Auza"Andando por la ciudad no sé si estoy en Buenos Aires o en Bilbao: empiezo a ver los nombres de las calles y son todos vascos". El Lehendakari José Antonio Ardanza manifestó así su experiencia en la capital de la Argentina en una conversación informal con Carlos Zaballa, consejero de la Fundación Vasco Argentina Juan de Garay. La impresión subjetiva muchas veces da cuenta de una realidad difícil de transmitir con criterios objetivos. No resulta sencillo objetivar el aporte arrollador que los vascos han realizado a esta nación.

Los vascos... pero, ¿quiénes son los vascos en este país? Formular esta pregunta es entrar en una zona problemática. En un país de inmigración como la Argentina, ¿cómo identificar a los miembros de una determinada colectividad, sobre todo si se han integrado de manera tan profunda en la población, mezclándose con otras razas y nacionalidades? ¿qué criterios deberían utilizarse para identificar como vascos a personas que en su sangre llevan muchos otros componentes y que pueden portar o no un apellido de ese origen? ¿debería considerarse como vasco un individuo que tiene apellido italiano pero que el mayor porcentaje de su familia es de origen vasco? Del mismo modo, ¿debería considerarse vasco a una miembro de una familia con apellido de ese origen y que se reconoce a sí mismo como tal, pero que lleva generaciones en América y su familia se ha mezclado sucesivas veces con miembros de otras colectividades? ¿es igualmente vasco un descendiente de los inmigrantes del 1700 de otro cuya familia tiene origen en la inmigración política del siglo XX?

Estas son algunas de las problemáticas fundamentales que se presentan a la hora de discriminar la colectividad vasca en la Argentina respecto del resto de la población. Al intentar hacer este análisis hay que tener en cuenta lo que Narciso Binayán Carmona indica en la introducción de su libro Historia Genealógica Argentina como justificativo para no analizar a los vascos como un colectivo separado: "son de la casa". Y por eso cualquier análisis implica tomas de postura previas –en parte arbitrarias- frente a las preguntas anteriores: identificar a los vascos por el apellido sin importar el aporte de otras sangres, lo que habilitaría una investigación perfectamente posible; identificar a los vascos como a cualquiera que tenga algún aporte de sangre vasca sin importar su porcentaje, una postura que también habilitaría una estimación posible pero con mayor margen de error; o establecer un porcentaje mínimo de sangre vasca para considerar como vasco a un individuo, lo que acarrearía innumerables problemas metodológicos para un análisis amplio sobre el total de la población –por ejemplo discriminar a los inmigrantes más antiguos de los más modernos, que en muchísimos casos están mezclados desde hace tiempo-.

Algo que es claro es que ninguna de las tres posibilidades que habilitan las posturas mencionadas ha sido trabajada hasta el momento con el rigor científico-metodológico necesario y con el alcance suficiente.

Los argentinos con apellido vasco
Los vascos en la Argentina. Familias y protagonismoLa Fundación Vasco Argentina Juan de Garay ha recogido -a través del trabajo de investigación realizado para la obra Los vascos en la Argentina. Familias y protagonismo- la existencia de alrededor de 10.000 apellidos vascos en Argentina, muchos de los cuales están extintos actualmente en Euskal Herria. Si se acepta como vasco a cualquiera que porte un apellido de ese origen sin importar el porcentaje de sangre, se puede estimar el total de vascos multiplicando la cantidad de apellidos existentes por un número determinado que se establezca de miembros vivos de cada familia.

El método parece sencillo tomando los datos de la Fundación Juan de Garay como valiosos y con un margen de error relativamente pequeño, después de una investigación de varios años y con un alcance nacional; pero los investigadores no acuerdan sobre cuál debería ser el factor de multiplicación. Los genealogistas Narciso Binayán Carmona y Félix Martín y Herrera -conocido heraldista, ex presidente del Instituto Argentino de Ciencias Genealógicas y tal vez el decano de los genealogistas locales- consideran difícil estimar ese factor y no creen prudente enunciar una cifra. Carlos Zaballa, consejero de la Fundación Juan de Garay, por su parte, señala en particular que la reducción progresiva en la cantidad de hijos por familia hace dificultoso estimar el factor de multiplicación, aunque este método sea "el más repetido". Zaballa tiene en cuenta que el estándar normal de 12 o 14 hijos por matrimonio en el siglo XIX se ha reducido enormemente en el siglo XX.

Juan Cruz Jaime, Responsable de Genealogía de la Fundación Juan de Garay sostiene, en cambio, que ese número puede estimarse. Dice que si se tiene en cuenta que en cada familia conviven tres generaciones vivas, que las ramas se multiplican con el paso del tiempo alejándose de la fecha de arribo del primer vasco (en el trabajo de la Fundación se consideran todos los apellidos incluso los que existen desde la época de la conquista) se podría establecer un factor de multiplicación de 360. Esto daría una cifra de 3.600.000 personas de origen vasco en la Argentina, que corresponde prácticamente al 10 por ciento de la población total (que es, según el censo de 2001, de 36.223.947 habitantes).

El factor de multiplicación puede parecer alto, pero lo cierto es que hay muchísimas familias que superan holgadamente ese número de miembros vivos. Por nombrar sólo algunas de las que han realizado encuentros de descendientes últimamente: 1100 Alberdi se reunieron en Coronel Suárez, provincia de Buenos Aires, en febrero de 2001; y 700 Amuchastegui se encontraron en Córdoba en octubre de 2001. Otras fiestas familiares de años atrás también han alcanzado cifras altas, como es el caso de la de los Ayerza, que se realizó hace aproximadamente 20 años y que reunió a 550 integrantes de ese clan.

Los argentinos con algún porcentaje de sangre vasca
Otra posibilidad para identificar a los vascos es considerar a cualquiera que tenga algún aporte de esa sangre en su familia, aunque fuera mínimo. Esta sería la hipótesis de máxima entre todas las posibles, aunque el criterio tiene sus particularidades. En primer lugar hay que considerar que la gran mayoría de la población criolla argentina (todos los que desde alguna rama de su familia descienden de los primeros pobladores y de los conquistadores) tiene sangre vasca en algún porcentaje, que puede ser mínimo y corresponder a un ancestro de numerosas generaciones atrás en su árbol genealógico.

Además hay que considerar a todos los descendientes de vascos de todas las corrientes inmigratorias: los del 1700, los de fines del siglo XIX y la inmigración política del siglo XX (este último segmento es porcentualmente mínimo respecto de los números totales y conserva mayoritariamente el apellido, con lo que quedaría englobado en el criterio de estimación por apellido).

La población criolla argentina asciende -según Binayán Carmona- a los once millones de individuos. Todas estas personas están –en mayor o menor medida- emparentadas entre sí y pueden descender por distintas ramas de los mismos ancestros. Según la tesis de este autor, existe una realidad fundamental de la América española y de la Argentina criolla: "todo el mundo está emparentado". Es decir que "a partir de un reducido núcleo de personas de la época de la conquista, la población se ha ido multiplicando con el resultado de abarcar a millones". Tanto la clase alta como la clase baja de origen criollo provienen de un mismo punto de partida: la poca sangre blanca que existía a fines del siglo XVI y principios del XVII en estas latitudes.

Este estudioso realiza un análisis profundo e interesantísimo sobre la constitución y crecimiento de la población criolla y postula que existen veinte antepasados troncales principales: es decir que el total de esa población desciende de veinte personas ubicadas temporalmente en los primeros años de la conquista. Entre esos veinte antepasados troncales hay siete que podrían clasificarse como vascos, pues, o son con claridad vascos de nacimiento, o bien tienen ese origen familiar, fueron casados con vasca o algunos de sus hijos de los cuales desciende el tronco fue casado con vasco: Juan Vizcaíno Agüero, Perutxo de Aguirre, Juan Gregorio de Bazán, Juan de Guevara, Domingo Martínez de Irala, Mateo Leal de Ayala y Hernán Mejía Mirabal.

Si se acepta el postulado y se tiene en cuenta que hay once millones de criollos actualmente, de cada uno de los antepasados troncales descenderían alrededor de 550.000 personas. De este modo y teniendo en cuenta la descendencia de siete de esos antepasados existirían 3.850.000 personas con alguna pizca de sangre vasca por su antigua ascendencia, a los que habría que sumar las inmigraciones sucesivas posteriores.

Los descendientes de los vascos de primera inmigración, llegados alrededor del 1700, deberían entroncarse con los criollos, pues es muy difícil distinguirlos dentro de ese cuerpo, al que renovaron completamente. Este entroncamiento sirve para bajar el error estimado en el cálculo de descendientes de los veinte antepasados principales, porque el porcentaje de la progenie de los vascos arribados en el 1700 sobre el total criollo es considerablemente alto (aunque no hay números precisos publicados).

Las personas que descienden de la inmigración de fines del XIX, en cambio, sí podrían calcularse. Binayán Carmona realizó ese cálculo en el año 1970 y llegó, con una óptica muy conservadora, a la cifra de 1.500.000. Proyectando ese número a la actualidad según el crecimiento vegetativo de la población en estos treinta y dos años (1,4 por ciento para el período 1970-1999 y 1,1 por ciento estimado para el período 2000-2015) la estimación daría un total de descendientes de vascos arribados a fines del siglo XIX de 2.320.000 personas, lo que representa un 6,4 por ciento de la población total argentina.

Sumando las dos cifras anteriores se alcanza el número de 6.170.000 personas con algún porcentaje de sangre vasca, que corresponden al 17 por ciento de los habitantes de la Argentina. Este porcentaje es significativamente alto; sin embargo, entre ambos números habría que restar un porcentual de error y por parentescos cruzados (pues todos estos grupos están interrelacionados) que es prácticamente imposible de estimar.

Los argentinos con un porcentaje mayoritario de sangre vasca
Si se tomara el criterio de un porcentaje mínimo de sangre para identificar a los vascos, para comenzar habría que discriminar los distintos grupos según la distancia del parentesco con el vasco nativo entroncado en su árbol genealógico.

Así podrían diferenciarse los descendientes de la primera inmigración (íntimamente integrados en el tronco criollo) y los descendientes de la segunda inmigración (fines del XIX), que son argentinos de no menos de segunda generación, pero "más puramente vascos" por porcentaje de sangre. Estos últimos deberían considerarse conjuntamente con los inmigrantes políticos del siglo XX para estimar los vascos más "recientemente llegados".

Binayán Carmona dice que estos colectivos pueden distinguirse claramente: "Podemos diferenciar dos grupos completamente distintos: los que vinieron antes y los que vinieron después y desde 1800 hasta 1848 hay un bache en que no viene nadie".

El grupo de los recientemente llegados correspondería -según la estimación conservadora de Binayán Carmona ya señalada- al 6,4 por ciento de la población. Aunque un porcentaje mínimo de ese total forme parte activa de las instituciones vascas, es claro que las Euskal Etxeas en la Argentina son integradas principalmente por personas de este segmento, quizá con la única excepción de la Fundación Vasco Argentina Juan de Garay, en la que participan muchos descendientes de los vascos "más antiguos", llegados cerca del 1700.

En todos los casos el porcentaje de sangre es un criterio ciertamente arbitrario: en Argentina hay casos de tercera o cuarta generación que ni siquiera saben que su apellido es vasco y hay otros que llevan diez generaciones en América, conservan el apellido (que evidentemente se mezcló mediante los sucesivos casamientos con otras razas y nacionalidades) y tienen perfecta conciencia de su origen étnico.

Otros criterios
Un criterio no considerado aquí sería identificar a quienes se "sienten" vascos, lo que reduciría el número enormemente, pues todos se han integrado en la sociedad argentina aunque hagan gala de su origen. Es curioso que este criterio sea utilizado a veces por los estudiosos, en tanto parece una modalidad poco científica de clasificación.

Tampoco se ha considerado provechoso establecer el número de vascos nativos que viven en la Argentina, pues es bajísimo frente a las cifras que surgen de los criterios clasificatorios mencionados antes.

¿Cuál es la segmentación más correcta de los vascos?
Lo cierto es que entre todos los especialistas consultados no hay acuerdo sobre cómo realizar un corte que segmente a los "verdaderamente vascos" según la presencia de apellido o porcentaje de sangre (del mismo modo que sucede con la mayoría de las otras colectividades de la Argentina).

Binayán Carmona, por ejemplo, opina que "hasta cierto punto es arbitrario realizar un corte" para definir de modo total una filiación étnica. Según la opinión de Félix Martín y Herrera, desde otra posición, la definición es una cuestión problemática, pero cree que "para ser vasco es necesario tener –a lo sumo- el tercer apellido vasco". Se pone como ejemplo a sí mismo: "Yo tengo mucha sangre vasca pero no es una proporción tan preponderante como para ser considerado vasco. Desciendo de vascos, pero...". Y considera importante tener en cuenta la importancia de las mujeres, que aportan la sangre, pero no el apellido: "Ahora se ha cambiado el criterio, se ha hecho más amplio, porque el avance de la mujer es notorio en todas partes y se le da más importancia que antes, cuando era muy relegada. Antes valía más la varonía, pero ahora también tiene valor el segundo apellido o el tercero, siempre que se use, sobre todo en los documentos".

Félix Martín y Herrera.

Para profundizar la controversia que se puede generar alrededor de este tema, Binayán Carmona sostiene que "la población inmigratoria del siglo XIX se ha mezclado menos de lo que se cree", aunque no existan estudios que puedan ratificar o refutar esta hipótesis.

Es necesario tener en cuenta, para concluir, que existe un cálculo de Ildefonso Gurruchaga de 1944 (publicado en Anuario Baskonia en 1956) que establecía la población vasca en alrededor del 8 ó 9 por ciento del total. Es una cifra muy cercana a la aportada actualmente por la Fundación Juan de Garay. Si la estimación de Binayán Carmona, que da un 6,4 por ciento, se considera conservadora (en parte porque sólo cuenta los descendientes de los llegados a fines del siglo XIX) y la que surge de integrar todas las corrientes inmigratorias, que da un 17 por ciento, parece demasiado alta, el 10 por ciento estimado por la Fundación parece una proporción razonable.

Las cifras varían, pero la coincidencia es generalizada respecto de la contribución fundamental de los vascos a la constitución de la Argentina. A pesar de que su número quizá no supere el diez por ciento de la población, todos los estudios que analizan su actuación en las esferas pública y privada y su aporte esencial a la cultura argentina los ubican en un lugar destacado.

Nuevas investigaciones son necesarias para profundizar estos estudios. En particular se destaca la exigencia de realizar una indagación profunda y sistemática sobre los censos de los años 1869, 1895 y 1914, de modo de conocer con certeza el número de inmigrantes de origen vasco de fines del 1800 y comienzos del 1900. Esto es particularmente importante porque las cifras que se consideran para realizar estudios actuales son estimaciones, en tanto las personas arribados a la Argentina en ese período sólo están identificadas como "español" o "francés" en los registros de arribo.

Del mismo modo parece necesario realizar estudios sistemáticos sobre universos acotados –como corporaciones profesionales, egresados de universidades, miembros de diversas instituciones, etc.- de modo de obtener proporciones del aporte sobre el total de esos cuerpos, que puedan utilizarse para calcular el porcentaje total de la población vasca o, como mínimo, para sistematizar los conocimientos sobre la importancia relativa de los vascos en los diversos campos del desempeño social.

Todos los estudios podrán contribuir a la objetivación de esa vivencia subjetiva permanente del observador atento: en la Argentina, los vascos son de la casa.

REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS:

Por si desean agregar las referencias adjunto los datos de los libros citados en el texto:

  • Binayán Carmona, Narciso, Historia Genealógica Argentina, Buenos Aires, Emecé, 1999.
  • AAVV, Los Baskos en la Nación Argentina, Buenos Aires, La Baskonia, 1916 (hay otra edición de 1919).

Gonzlo J. Auza, gonzalo@juandegaray.org.ar
http://www.juandegaray.org.ar/fvajg/docs/Gonzalo_J_Auza

Euskonews & Media 183.zbk (2002 / 10 / 11-18)

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