La pintura y la fotografía son artes visuales, y el cine es un arte audiovisual. Aún así para preparar una película es bueno imaginarse la misma, visualizarla, por medio de dibujos . Con la fotografía sabremos como queda la imagen para el espectador , y que luz elegiremos a la hora de expresar cinematográficamente lo que queramos expresar una vez desarrollado y desglosado el guion.
Sólo que aquí no hay una película, aunque no se excluye esa posibilidad. Tenemos localizaciones, como pueden ser el gran Bilbao postindustrial, una terraza de Venecia, y personajes que cobran mayor o menor protagonismo en la medida que reiteren su presencia en los cuadros de Lourdes, como ese camarero fantasmagórico —trasunto de Munch— perteneciente a la obra fotográfica del autor veneciano decimonónico Tomaso Filippi.
La pintura es un arte plástico. Y si es de calidad es arte. Una de las formas de calibrar dicha calidad es apreciar si de antemano en la pintura se ve reflejado lo que previamente quería expresar en este caso la pintora: Lourdes. A veces sujeto activo, y otras sujeto pasivo en sus obras, pero sujeto al fin.
Y en este caso sí podemos hablar de arte. Y por un motivo de lo más indefectible. Esta “Secuencia imaginada” son una serie de cuadros que conformarían una secuencia imaginada (y cada uno hasta en 3 escalas diferentes) ilustra la parte teórica de la tesis doctoral de Lourdes. Y no sólo supone la parte práctica de una investigación años a concebida, sino que encima cada obra por si misma es un cuadro en si mismo como cualquier cuadro que no este sujeto a una secuencia, y que por tanto haya de ser representado como una secuencia imaginada o no pero secuencia.
Y desde luego, rememorar el gran pasado industrial de Bilbao en relación con el presente turístico veneciano es un gran logro de imaginación ya que donde prima la actividad secundaria (industria) no prima la terciaria (servicios como el turismo). Y el camarero espera silente a que le encarguen la comanda.
Ramuntcho Robles Quevedo
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