Unas mujeres ya ancianas y unas instalaciones académicas desangeladas (de un colegio que estuvo muy bien organizado, era acogedor y con estilo propio).
Las primeras: maestras y/o viudas, hijas y hermanas de republicanos. Ahora con vida tras tanto sufrimiento.
La edificación, de Izarra: un colegio privado muy exclusivo que sucumbió a la mala administración, y al deterioro académico privado signo de los tiempos (desaparecido como el navarro Lecarotz).
La diferencia estriba en que las mujeres no decidieron ser encerradas en la ominosa cárcel de mujeres de Saturraran durante y con posterioridad a la Guerra Civil, víctimas de monjas sin escrúpulos; agentes represivos que no dudaban en ir más lejos todavía...
El colegio perdió alumnado, y quebró. Oferta y demanda. Signo de los tiempos.
5 fotos de mujeres ex presas en Saturraran: 3 mostrando fotos, y 2 posando con cestos que habrán llevado rosas rojas con las bellas (para los turistas) piedras de la playa de Saturraran al fondo.
Al colegio le falta algo, le falta vida, le falta alumnado.
Un cartel
Una cancha vacía, sin tablero.
Una tele abandonada en una habitación con cortinas colgando.
Habitaciones sin habitar. Gran soledad.
Una piscina vacía (en Izarra entrenaban algunos de las mejores promesas de la natación del estado español).
Un butacón donde nadie se sienta.
2 fotos de ventanas.
Exterior abandonado.
Virgen ante la que ya no se persignan.
Todo muestra de decadencia.
Y en el fondo, ambas agrupaciones de fotos expresan lo mismo, pero en orden diferente.
En las primeras, mujeres esperanzadas que procuran olvidar, y abogan por la buena educación para evitar sucesos como la Guerra civil o Saturraran como cárcel.
Izarra desaparecida: nuevo colegio, o alumnos a otros colegios... para educarse para el futuro.
La educación y la renuncia a la excesiva acumulación de capital evitan guerras; las aulas vacías producen tristeza.
Solidaridad para evitar la pena.
E imágenes para no olvidar lo que olvidar no se deba.
Ramuntcho Robles Quevedo
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