Patxi Buldain

Pintura

Patxi Buldain nació en Pamplona en 1927. En 1948 se exilia a Francia, tras desertar del ejército, y se instala en la localidad de Lille donde conoce las obras originales de autores como Manet, Cèzanne, Matisse, Rouault...

Tras trasladarse a París se instala en Montmartre y convive con la bohemia francesa. Conoce a Alber Camus, a Jean Paul Sartre y a un Picasso en todo su esplendor con el que llega a compartir espacio en una exposición colectiva. Pensionado por el Gobierno francés para estudiar Bellas Artes acude también a la academia de la Grande Chaumière y en 1961 le es otorgado el diploma de honor de las Bellas Artes. Patxi Buldain decide regresar a España en 1969, donde es un perfecto desconocido mientras las grandes galerías europeas se han disputado el honor de colgar sus óleos y mostrar sus esculturas durante veinte años.

Se instala en Huarte, una localidad cercana a Pamplona y ahí desarrolla intensamente su trabajo hasta hoy. Difícil de encasillar en ninguna tendencia, Buldain es un pintor que expresa con un estilo propio, un estilo que produce un fuerte impacto en el espectador de sus cuadros. Ha sido definido como un pintor y escultor aislado, no imitativo, e inédito. Lo que define la totalidad de su obra es su libertad creadora, no sujeta a ninguna regla y en constante evolución en la que siempre se aprecia una visión humana de las cosas. Se trata de una comunicación del hombre para el hombre en la que el ritmo lo marca el color, la forma y la línea.

“Patxi Buldain y la vanguardia en la pintura”

Patxi Buldain es un resistente de la pintura. Alguien que ha estado en el lugar justo y en el momento adecuado y ha sabido beber de las fuentes de las Vanguardias artísticas... pero sin perder la sed para seguir descubriendo.

Esta pequeña exposición de 12 cuadros sirve para dar una idea al espectador de la progresión estilística de Patxi Buldain (Pamplona, 1927), dado que los cuadros seleccionados están en un espacio temporal que abarca desde “Extremadoras” (1957) a “La pluma del poeta” (2003). Y sigue en activo.

Siguiendo la dirección de derecha a izquierda y de arriba abajo voy a comentar los 12 cuadros para dar una idea más cabal de la fuerza expresiva de Buldain (cuando es necesaria) o de la sutileza (cuando el tema o el enfoque lo requieren).

Gente del barrio (2000). En este cuadro, de un minucioso puntillismo posible gracias a inyectar acrílico, muestra una escena costumbrista. La mayor novedad estriba en el modo de representar.

Hombre andando en invierno (1997). En esta plancha aplica el acrílico en trazos, combinando colores primarios con colores complementarios. El material elegido le facilita la representación de los copos de nieve.

Círculos (1985). Esta obra es una de las primeras que realiza con chapa de zinc. En ella se ve una celosía de chapa de zinc de un diseño que atrae la atención del espectador sobre lo que pueda haber detrás de la misma. La celosía, celosamente inserta en una conjunción de círculos que se cierran entre ellos, como en una suerte de espiral policroma.

Los sueños de la razón (1980). Pintura que representa figuras de pesadilla en colores primarios y complementarios. Reminiscencias del grupo COBRA (formado por pintores de Copenhague, Bruselas y Ámsterdam) que deformaban adrede sus figuras para imitar la simplicidad de los dibujos infantiles.

La pluma del poeta (2003). Delicada chapa que representa un junco como pluma, y una escultura (en la tradición de Moore y Baltasar Lobo) como la musa que inspira al poeta, con puntillismo merced al metódico trabajo de inyectar con jeringuilla. El resultado es sutil, ya que el numen representado tan sólo llega en momentos de plena inspiración.

Paisaje con flor en bosque (2002). Paisaje sugerido de manera sutil llevando a la máxima expresión las técnicas de Delaunay.

Mujer de amarillo (1978). Muy expresivo cuadro, en la línea de Francias Bacon, pero con más fuerza dado que no destaca los rasgos faciales.

El payaso (1990). Anónimo, tras mucho maquillaje, de la persona que hay tras todo payaso tan sólo vemos sus risibles acciones, y no el ser humano. Con fuerza, muy próximo.

Extremadoras (1957). Mujer de perfil, como estatua. Cuadro que mezcla el sentido totémico del cubismo, con la fuerza del expresivismo más acendrado en su altivez y distanciamiento. Y sin embargo, delicado.

Doble fiesta (1996). Plancha inspirada en los trípticos medievales, o en imágenes como las de “Las muy ricas horas del Duque de Berry” en el que se representan personajes de un mismo motivo separados en cuadritos pero sin embargo unidos con el trazo grueso y envolvente de Buldain. En esta obra se percibe que ha experimentado más, ya que el formato es totalmente diferente.

Los hermanos del barrio (1987). Con estética parietal troglodita, jugando con gamas de amarillo. Personajes muy tradicionales que recuerdan al mito del Golem de Praga, atribuido al alquimista alemán  Alberto Magno (luego hecho santo).

Las marionetas (1975). De la época de La mujer de amarillo. Y esto no lo digo por la proximidad de fechas, sino por la estética de las figuras y por gris jaspeado que sirve de fondo para las mismas.

Los grabados con zinc, grabando con ácido clorhídrico y agua oxigenada, para después pintar la plancha con óleo, son una viva muestra del dominio técnico de Buldain.

Y por salud los realiza en el jardín, ya que la acumulación de gases que emanan de las obras durante su ejecución no es buena para la salud de nadie.

El efecto conseguido, y la persistencia del trabajo de Buldain, auguran muchas más novedades y hallazgos técnicos de este veterano y activo pintor navarro.

Ramuntcho Robles Quevedo

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