Jesús Héctor TREJO HUERTA
Trabajo presentado en el Primer Congreso Internacional de Etnohistoria Americana. Realizado en el 2010 en la ciudad de Taxco, México.
Para documentar la existencia de amplias y fuertes redes al interior de la comunidad vasco novohispana y demostrar cómo fue que estas llegaron a articular los intereses económicos y políticos de las provincias vascas con los de la ciudad de México, introduciremos al análisis una tercera institución: la Real Sociedad Bascongada de los Amigos del País, primera sociedad económica en la península ibérica.
En 1773 la Bascongada creó la categoría de socio “benemérito”, reservada para todo aquel interesado en participar en el proyecto ilustrado del Seminario de Bergara, pero que por residir fuera de las provincias vascas no podían acudir a las juntas; estos socios contribuirían anualmente con una cuota de 7 pesos anuales.1 Gracias a extensos trabajos como el de Torales Pacheco se ha llegado a conocer la identidad de los cerca de 540 socios novohispanos que ingresaron bajo esta categoría y que se encontraban asentados a lo largo y ancho del territorio novohispano, siendo las ciudades del norte y centro del país las que mayor presencia vasca tenían.2
En este sentido, podemos asegurar que la distinción entre criollos y peninsulares era poco relevante cuando se apelaba al paisanaje, ya que sin importar el lugar en el que se hubiera nacido, todos eran considerados beneméritos, aportaban sus cuotas y les era entregada una patente que los avalaba genéricamente como socios de la Bascongada. Con esta medida, se logró que los vínculos de parentesco y paisanaje reforzaran su identidad y sentimiento de pertenencia consolidando sus redes de influencia y capacidad de negociación, con lo que se dejó atrás gradualmente el lastre que representaban las categorías sociales del antiguo régimen que se cimentaban en el lugar de origen o nacimiento.
Para abordar las relaciones entre beneméritos mexicanos y las provincias vascas, citemos el caso de Ambrosio de Meave, quien se destacó como uno de los más notables benefactores de la comunidad vasca en nuestro país. Este personaje, en su calidad de vicerrecaudador y comisionado de la Bascongada, realizó una de las más arduas labores de difusión, colección y administración de los recursos destinados a dicha Sociedad. Los capitales que Meave se había encargado de colectar y crear para beneficio de esta, fueron dos muy importantes: uno de 14,000 pesos y otro más de 12,000. El primero de estos corresponde a una contribución extraordinaria convocada por Meave para fundar dos cátedras en el Seminario de Bergara. El segundo corresponde a un legado que este dejó en su testamento para beneficio del mismo Seminario.3
Ambrosio de Meave.
Óleo en tela. Siglo XVIII. Anónimo. Museo del Colegio de San Ignacio de Loyola, “Vizcaínas”.
En lo que respecta al primer capital, el mismo Meave lo colocó en manos de la Archicofradía de Nuestra Señora de Aránzazu, de la ciudad de México para que en calidad de patrona, los colocase en calidad de censo irregular a algún paisano que atravesara por dificultades económicas.4 Poco tuvo que esperarse para su colocación pues para el 30 de enero de 1781, la Cofradía entregó este capital a Ramón de Goicoechea5, quien desde 1773 se había matriculado como socio benemérito6 y que tiempo después, sería nombrado vicerecaudador de la Bascongada. Cabe destacar que la Cofradía manejaba dicho capital diez años antes de que fuera nombrada formalmente comisionada de la Bascongada en México.7
Meave como buen hombre de negocios, buscó beneficiar a sus paisanos novohispanos y simultáneamente al Seminario de Bergara; para ello, prestó los 14.000 pesos a un plazo de 5 años; en un plazo de 2 décadas, el pago de los intereses igualaría al capital principal y simultáneamente se lograría auxiliar económicamente a los vascos novohispanos. Desafortunadamente Goicoechea murió en medio de una grave crisis económica en 1804, ocasionando que la hacienda de Querendaro, propiedad que había quedado como garantía del pago de dicha cantidad, fuera rematada para pagar a sus múltiples acreedores.8 No obstante, por el exceso de deudas que pesaban sobre la finca, muchos perdieron sus capitales, incluidos aquellos 14.000 pesos que habían sido colectados para beneficio del Seminario.
Existió un segundo capital de 12.000 pesos que el señor Meave había legado en su testamento para que después de su muerte, ocurrida el 1 de Octubre de 1781, se impusieran también como censo irregular y cuyos réditos se destinarían a la fundación y dotación de dos cátedras en el Seminario. Para proceder al cumplimiento de dicha testamentaria, todos los bienes de Meave fueron depositados en Manuel de Goya y José de Ayarzagoitia, quienes actuaron como sus albaceas.9 Ambos señores debían cuidar que se cumplieran una a una, las cláusulas expresadas en dicho testamento, incluyendo el pago de los intereses generados dicho capital.
Todo parece indicar que a causa de los conflictos internacionales que aquejaban a España, a Goya le fue imposible comunicarse con la Bascongada para consultar el destino de tal legado, por lo cual procuró que fuera prestado a alguien de confianza, a un socio benemérito que tuviera plena conciencia de la finalidad patriótica que perseguía tal dinero. Para ello, Goya lo otorgó al benemérito Juan Antonio de Perón, avecindado en Zacatecas.10 Es importante destacar que Perón figuraba desde 1776 en los registros de la Bascongada.11
En lo que se refiere al manejo que Goya hizo de los bienes dejados por Meave, se sabe que este no realizó satisfactoriamente sus obligaciones como albacea, por lo que se le requirió en varias ocasiones, depositara lo adeudado:
...habiéndole estrechado con varias providencias de embargo, hizo cesión de bienes en esta Real Audiencia y quedo debiendo a la testamentaria de Meave 117 mil y más pesos, sin que haya esperanza de poderse cobrar, por las muchas deudas y los ningunos bienes que dejó.12
Desafortunadamente, Goya murió a los pocos días de habérsele citado por el Juzgado General para la exhibición de aquella cantidad y al no existir un testimonio escrito donde se especificara que el dinero prestado a Perón correspondía a aquel legado destinado al Seminario, este se perdió irremediablemente.
Existió un tercer capital que, aunque no estuvo relacionado con Meave, nos permite evidenciar una vez más el sistema de redes económicas que operaba entre los vascos: Blas de Echandía, recaudador de la Bascongada y canónigo en Valladolid. Dispuso un legado de 3.000 pesos que al ser impuesto a censo irregular generaría intereses que se destinarían a sufragar una beca para algún alumno en el Seminario de Bergara. El albacea de Echandía entrego dicho capital a Antonio de Basoco, vicerrecaudador de la Bascongada, quien a su vez, los puso a disposición de la Cofradía el 29 de octubre de 1792.13
Hay que recordar que desde el 1791 ya se habían formalizado las relaciones entre las dos instituciones vascongadas. De tal manera que el cobro que la Cofradía hizo de los intereses de dicho capital aparece perfectamente documentado hasta 1842, año en que la mesa de la Cofradía finiquitara cuentas con el Seminario de Bergara. Es digno de mención el que dos de los cinco beneficiados con este préstamo, eran socios beneméritos: Francisco Guizarnotegui y Mateo Palacios.14
Deudor | Años | Monto pagado |
Francisco Guizarnotegui | 1792-1796 | 576.2 |
Juan de Lama | 1797 | 100.0 |
Juan de la Peña Madrazo | 1797-1804 | 1,011.03/4 |
Mateo Palacios | 1804-1823 | 2,705.00 |
Casas de Portacelli | 1823-1842 | 2,787.4 |
Total de intereses generados | 1792-1842 | 7,179.63/4 |
Los procedimientos financieros empleados por Meave y Echandía son un claro ejemplo de cómo los vascos del silgo XVIII, orientaron sus esfuerzos e instituciones en primer lugar a la autoprotección y asistencialismo económico de su comunidad. Los motivos por los cuales la Bascongada nunca desaprobó las disposiciones de Meave son sencillas: el ambiente intelectual hispánico transitaba de un modelo de antiguo régimen hacia otro de tintes modernos y progresistas, donde la Bascongada se había posicionado como una sociedad económica de vanguardia. En este sentido, es importante citar algunos fragmentos del elogio fúnebre dedicado a Meave y que fue publicado en los Extractos de la Real Sociedad en 1782:
...este era el teatro a donde le destinaba la providencia para ejercitar sus virtudes, para adquirir otras nuevas, para perfeccionar los conocimientos prácticos el uso de la razón, para adquirir grandes cualidades a esfuerzos de sus talentos y laboriosidad por medios honestos y nobles y finalmente para distribuirlos en beneficio común con la mayor generosidad y acierto... ...la providencia le hizo depositario de muchas riquezas, que repartió con mano liberal a los verdaderos necesitados y en esto brilló con mucha particularidad su discernimiento y juicio... ...nuestro ilustrado gobierno hace mucho tiempo que tiene colocada su atención en este punto y vemos con mucha satisfacción emplearse los caudales piadosos en fomentar el trabajo útil y dar socorro a las verdaderas necesidades... ...las ideas de Meave: dejaron ver en medio de mil preocupaciones vulgares el verdadero modo de ser liberal y de emplear la beneficencia con ventajas del común y de los individuos, los establecimientos piadosos, el socorro de las huérfanos, de las viudas, de los artesanos, a quienes tal vez faltaba ocupación, el fomento de las artes y manufacturas. Así no era menester que los necesitados le buscaran, el mismo busca las necesidades y se adelantaba a socorrerlas. ...muchas familias de clase distinguida a quienes una calamidad o un acaso había precipitado en la miseria, cuando ignoraban a quien recurrir en su desgracia, se vieron socorridos sin conocer la mano benéfica que les había proporcionado el alivio. Para dejar una prueba nada equivoca de esta verdad, consignó en su testamento un legado de doce mil pesos para imponerse en beneficio del Seminario. La Sociedad y el Seminario no fueron los únicos objetos en que empleo su genio amigo de hacer el bien; el extendió sus beneficios a todas las partes donde creyó que se necesitaban. Por eso procuraba dirigirlas a parajes donde se distribuyeran con fruto, se socorrieran las verdaderas necesidades y se lograra el fin a que el mismo las destinaba. Este le parecía a Meave el mejor medio para establecer el verdadero equilibrio entre la opulencia del rico y la miseria del hambriento, desterrar el ocio y la desidia y no privar de su justo socorro a los que verdaderamente lo necesitan. Su religión y ferviente celo por el culto divino podrían suministrarme abundante materia para alargar este discurso y aun para formarle de nuevo. ...prueba de esto son las ...muchas fundaciones piadosas, testimonio de que en Meave fue la religión el sólido fundamento y basa de las demás virtudes.15
En cuanto a las expresiones empleadas en el elogio, consideremos dos lecturas. En primer lugar, consideremos que el proceso de construcción de la cultura vasco novohispana tuvo que transitar y conciliar un origen étnicamente singular, en el que la idea de hidalguía le confería un halo de exclusividad pero que también debía adaptarse a la dura realidad socioeconómica novohispana. El resultado fue la creación de una red en la que la asistencia e interconexión económica eran indispensables; es por ello que no debe extrañar que solo los réditos que esta produjese, fueran enviados a la Bascongada.
En segundo lugar, consideremos la gestación de una nueva corriente cultural que conciliaba los dos extremos de la dicotomía tradición-modernidad que dio como resultado una “ilustración cristiana”, que sin lugar a dudas, dejó profundas huellas en la comunidad vasco novohispana del siglo XVIII. Expresiones como “destinado por la providencia”, “...el uso de la razón”, “...con mucho discernimiento y juicio”, “...nuestro ilustrado gobierno” y “...en Meave fue la religión el sólido fundamento de las demás virtudes”, son evidencia absoluta de una conciliación entre fe y razón en el seno mismo de la Real Sociedad Bascongada, lo cual nos permite afirmar que Meave concilió algo más que los intereses de los vascos peninsulares y novohispanos; con su obra, concilió dos tradiciones aparentemente opuestas.
En cuanto a la implicación modernista de la categoría de “benemérito”, podemos apreciar dos aspectos: Esta categoría significó un primer paso hacia un orden social regido por la civilidad, al permitir que cerca de 540 socios, tanto criollos como peninsulares, se reunieran en ella. Consecutivamente, quedó demostrado que para fines culturales, patrióticos, asociativos e ilustrados, entre los vascos novohispanos las categorías sociales propias el antiguo régimen (criollos y peninsulares) no eran realmente trascendentales cuando se aludía al sentimiento de paisanaje y solidaridad que siempre caracterizó a los vascos.
En cuanto a los casos particulares de algunos socios beneméritos, el tránsito de la tradición a la modernidad se efectuó de manera diferida, pues mientras en el marco de la crisis monárquica española, hubo socios que apoyaron las reformas liberales, hubo otros que abiertamente apoyaron al régimen realista. En este sentido, es fundamental apuntar que el socio benemérito también era considerado como buen patriota; formaba parte de una nuevo tipo de hombre, uno interesado en las ciencias, avances políticos y tecnológicos; pero que también podía tener determinados intereses económicos, políticos y religiosos que bien podrían determinar la postura que tomaría ante la crisis monárquica española.
Para estimular el análisis histórico sobre esta comunidad, quiero destacar la postura colectiva que la Cofradía y los socios beneméritos avecindados en la ciudad de México, tomaron respecto a la invasión francesa ocurrida durante la Guerra de Convención francesa pues de acuerdo a los registros de la corporación mexicana, las cuotas anuales de los beneméritos, sufrieron una drástica disminución después de 1790, para extinguirse lentamente hacia 1796.
Recolección de las cuotas de los socios beneméritos por parte de la Cofradía, 1790-1796 |
||||
Año de la recaudación | Recaudador | Socios regulares que contribuyeron | Socios que adeudaban cuotas | Nuevos socios |
1790 | Basoco, Goya y Eguía | 98 | 7 | - |
1791 | Cofradía de Aránzazu | 81 | 24 | - |
1792 | Cofradía de Aránzazu | 72 | 33 | - |
1793 | Cofradía de Aránzazu | 59 | 46 | - |
1794 | Cofradía de Aránzazu | 51 | 54 | 4 |
1795 | Cofradía de Aránzazu | 25 | 80 | - |
1796 | Cofradía de Aránzazu | 0 | 105 | - |
De acuerdo con el señor Joseph de Palacio y Romaña, tesorero de la mesa de la Cofradía, después de 1796 los comisionados no consideraron conveniente proceder a la colecta por falta de los impresos que se debían entregar a los beneméritos de la ciudad de México. Aunque el citado argumento del señor Palacio es bastante corto, la causa que seguramente llevó a esta decisión, fue más compleja dado que el ejército francés invadió por aquellos años las provincias vascas, ocupado a su paso el edificio del Seminario de Bergara, lo cual, efectivamente había provocado la interrupción de dichos impresos; sin embargo, la mayor preocupación de la Cofradía como comisionada y encargada de la recolección de las cuotas en México, debió ser la posibilidad de que al enviar los capitales de los beneméritos, estos terminaran en manos del ejército invasor. Aunque aún no se ha encontrado testimonio escrito de que los recaudadores difundieran dicha noticia entre los socios beneméritos, es muy probable que estos de manera discreta e informal, comunicaran a los beneméritos sobre las duras circunstancias por las que pasaba el Seminario, con lo que se explicaría por qué a partir de 1796 ya no hay registro de recolecciones de cuotas, ni de envíos de dinero a la península ibérica.
Para concluir este breve texto, cabe reflexionar que siempre que se habla de vascos novohispanos, lo más común es relacionarlos con las minorías encumbradas en el poder socioeconómico. Se les ha abordado desde diversas perspectivas: como “elites”, “minoría selecta” y “capa alta"; sin embargo, al interior de su comunidad, este grupo ha contado con una serie de particularidades étnico-culturales, que pasaban por alto para la administración del reino y se diluían dentro de la categoría generalizante de español. Es por ello que aunque se han dado algunos avances en el estudio etnohistórico de los grupos “españoles”, hay que considerar que respecto a su presencia, diversidad, religiosidad, cultura y organización, aún falta mucho por decir.
Froldi, Rinaldo. “Apuntaciones críticas sobre la historiografía de la cultura y de la literatura españolas del siglo XVIII” en: Nueva revista de filología hispánica T. XXXIII N.1 1984.
Garate Arriola, Justo y Tellechea Idígoras, José Ignacio. El colegio de las vizcaínas de México y el Real Seminario de Bergara. Vitoria-Gasteiz, 1992.
Gárate Ojanguren, Montserrat. “Circuitos financieros del capital novohispano S. XVIII-XIX. Las remesas de los amigos bascongados”. En IV Seminario de historia de la Real Sociedad Bacongada de los Amigos del País. Donostia; RSBAP 1994, Tomo I.
Garritz, Amaya (coord.). Los vascos en las regiones de México, siglos XVI-XX. 6 tomos, U.N.A.M. 1996.
Garritz, Amaya. “El Colegio de las Vizcaínas en México”, en Euskonews, número 72.
Lange, Frederique. “¿Estrategas o patriarcas?. La aristocracia empresarial zacatecana a fines del siglo XVIII- principios del siglo XIX”, en: Nuevo Mundo Mundos Nuevos, DOI: en curso de atribución. Editor: EHESS.
Lhande, Pierre. La emigración vasca. San Sebastián, Auñamendi, 1971 T.2.
Luque Alcaide, Elisa. “Asociacionismo vasco en la Nueva España, modelo étnico-cultural” en: Los vascos en las regiones de México, siglos XVI-XX. T. II. Coord. Amaya Garritz. UNAM. 1996.
Luzuriaga, Juan de. Paraninfo celeste, historia de la mystica zarza, milagrosa imagen y Prodigioso Santuario de Aránzazu, de religiosos observantes de nuestro seráfico Padre San Francisco en la Provincia de Guipúzcoa de la región de Cantabria. Impreso en Madrid por Juan García Infanzón, Año de 1690.
Romandía de Cantú, Graciela. “Los bordados” en: Los vascos en México y su colegio de las vizcaínas. Segunda edición. Integración Editorial, 2006. México.
Torales Pacheco, Josefina María Cristina. Ilustrados en la Nueva España. Los socios de la Real Sociedad Bascongada de los Amigos del País. Universidad Iberoamericana, México 2001.
Trejo Huerta, Jesús Héctor. La Real Sociedad Bascongada de los Amigos del País y el proyecto vasco novohispano de la Archicofradía de Nuestra señora de Aránzazu. 1791-1850. Tesis de licenciatura en Etnohistoria presentada en la Escuela Nacional de Antropología e Historia, ENAH. 2007.
Vargas Lugo, Elisa. “Los tesoros artísticos” en Los vascos en México y su colegio de las vizcaínas. Segunda edición. Integración Editorial 2006. México.
Zaballa Beascoechea, Ana de. “Mentalidad e identidad de los vascos en México, siglo XVIII. Una aproximación a su estudio” en: Los vascos en las regiones de México, siglos XVI-XX T. II. Coord. Amaya Garritz. UNAM. 1996.
Fuentes documentales:
Archivo Histórico “José María Basagoiti Noriega” del Colegio de San Ignacio de Loyola, Vizcaínas. Fondo: Real Sociedad Bascongada de los Amigos del País.
Archivo General de la Nación, Ramo: Bienes Nacionales.
Museo del Colegio de San Ignacio de Loyola, “Vizcaínas”.
1 Existe una descripción pormenorizada de los nombres, residencias, procedencias y ocupaciones de cada uno de los socios beneméritos en: Josefina María Cristina Torales Pacheco, Ilustrados en la Nueva España. Los socios de la Real Sociedad Bascongada de los Amigos del País. Universidad Iberoamericana, México 2001. pp. 395-423.
2 Idem.
3 Trejo Huerta. Op. cit., p. 75.
4 AHCV, R.S.B.A.P. 2-IV-4, N.C. 10531.
5 Idem.
6 Torales Pacheco. Op. cit., p. 408.
7 Contrariamente a lo que menciona la historiadora Montserrat Gárate Ojanguren en su artículo: “Circuitos financieros del capital novohispano S. XVIII-XIX. Las remesas de los amigos bascongados”. En IV Seminario de historia de la Real Sociedad Bacongada de los Amigos del País. Donostia; RSBAP 1994, Tomo I. p. 323.
8 Archivo General de la Nación. Bienes Nacionales, Vol. 1802, Exp. 3.
9 Hay que señalar que el señor Goya había sido recaudador de la Bascongada en México durante el periodo en que lo fue el señor Basoco en: AHCV, R.S.B.A.P. 2-IV-4, N. C. 10522-10523.
10 AHCV, R.S.B.A.P. 2-IV-4, N. C. 10676 bis.
11 Torales Pacheco. Op. cit., p.417.
12 AHCV, R.S.B.A.P. 2-IV-4, N.C. 10686-10702.
13 AHCV, R.S.B.A.P. 2-IV-4 N. C. 10637-10638 y 10541-10544.
14 AHCV. R.S.B.A.P. 6-I-22. “Libro de cuentas de la Real Sociedad Bascongada”.
15 Elogio póstumo de don Ambrosio de Meave. Extractos de 1782. Citado en: Garate Arriola, Justo y Tellechea Idígoras, José Ignacio. El colegio de las vizcaínas de México y el Real Seminario de Bergara. Vitoria-Gasteiz, 1992. pp. 84-92.
16 Como lo plantea Frederique Lange, en “¿Estrategas o patriarcas?. La aristocracia empresarial zacatecana a fines del siglo XVIII- principios del siglo XIX”, en: Nuevo Mundo Mundos Nuevos, DOI: en curso de atribución. Editor: EHESS. p. 4. Consultado el 18 de diciembre de 2009.
17 Rinaldo Froldi. “Apuntaciones críticas sobre la historiografía de la cultura y de la literatura españolas del siglo XVIII” en: Nueva revista de filología hispánica T. XXXIII N.1 1984. pp. 59-72.
18 A.H.C.V. “R.S.B.A.P.”, 6- I-22. “Libro de cuentas de la Real Sociedad Bascongada”.
La opinión de los lectores:
comments powered by DisqusEn Euskonews nos interesa su opinión. Envíenosla!
¿Quiere colaborar con Euskonews?
Arbaso Elkarteak Eusko Ikaskuntzari 2005eko Artetsu sarietako bat eman dio Euskonewseko Artisautza atalarengatik
On line komunikabide onenari Buber Saria 2003. Euskonews
Astekari elektronikoari Merezimenduzko Saria