Funciones del arte para el Bilbao contemporáneo

Iskandar REMENTERIA

Un nuevo proyecto para la ciudad

Desde finales de la década de 1980, el espacio público de Bilbao comienza a gestionarse por las políticas públicas de acuerdo con el cambio económico causado por la desindustrialización de la ciudad. Así, en la transición a una economía de servicios, la función del arte y la cultura será comprendida por las instituciones públicas como un nuevo motor de reactivación económica.

En este sentido, como primer gesto institucional de amplio espectro situamos el malogrado Centro Cultural para la Villa de Bilbao en la Alhóndiga (en adelante CCAB); un proyecto presentado en 1987 por el candidato a la alcaldía por el Partido Nacionalista Vasco (en adelante PNV), José María Gorordo y que formó parte del programa con el que fue elegido, solicitando en 1988 la colaboración del artista Jorge Oteiza para su construcción. Puede consultarse el siguiente artículo, escrito asimismo para Euskonews, para saber más sobre este proyecto y su relación con acontecimientos vinculados a la política cultural en Bilbao y País vasco.

Oteiza y el arte en el espacio público

Desde una perspectiva artística y vital los años 1958-59 suponen para Oteiza un punto de inflexión. En el pico de su carrera como escultor al ganar en 1957 la Bienal de Sao Paulo da por concluido su Propósito experimental escultórico y asegura abandonar la producción de esculturas en su laboratorio. Desde entonces, el espacio público de la ciudad se convierte en una cuestión urgente de reflexión y acción. Oteiza reflexionó acerca de los distintos modos de colaboración entre el arte y la arquitectura defendiendo una íntima integración entre ambos saberes disciplinares donde la obra de arte entendida como objeto debe desaparecer en favor de una proyección netamente espacial en la que la sensibilidad del artista ha quedado traducida como espacio arquitectónico capaz de proveer aquella función “política y existencial” de la que el artista dio cuenta mediante sus piezas escultóricas en el laboratorio. Un tipo de arte con una función una función emancipadora, liberadora, para la ciudad, cuya finalidad es formar sujetos libres en sus modos de pensar y sentir el mundo; un gran proyecto que, mediante la colaboración con la arquitectura y la transformación de las estructuras pedagógicas (pudiendo ser el CCAB un ejemplo de la síntesis de ambas líneas de actuación), pudiera erigirse como la herramienta de una renovación cultural en el País Vasco, definida por Oteiza ya a comienzos de 1980 como “utopía y fracaso político del arte contemporáneo”. En opinión del artista, éste fue un fracaso propiciado por la falta de compromiso de las instituciones públicas y su colaboración con una función “espectacular” desarrollada por artistas arte que orientan la construcción de los espacios urbanos hacia una utilidad simplemente decorativa contra la cual el escultor siempre se reveló al considerar que implicaba un ciudadano domesticado y dócil para el poder.

“Esta nueva educación para la imagen no se improvisa, y el nuevo analfabetismo estético de toda la sociedad en general ya está frenando las posibilidades de acceso, de participación y cambio en la nueva cultura, desviándola a una infracultura para el consumo masivo (en música, teatro, cine, televisión, pedagogías, artes): puesto que no se aprende (no se enseña) a imaginar con imágenes, a las imágenes se las priva de imaginación, se las mutila, para su rápido consumo y su comercio”1.

Es en este sentido, Oteiza remarcaba la importancia de una educación estética del ciudadano al mismo tiempo que denunciaba esa función “espectacular” llevada a cabo por artistas y arquitectos que, en colaboración con los poderes públicos, tienden al olvidar o ignorar la función “política” del arte, emancipadora, en favor de la trayectoria personal del artista o de distintos intereses económicos. Por el contrario, la idea oteiciana de colaboración con las instituciones públicas dirigida a la potenciación de la educación estética del sujeto supone concebir al arte como herramienta que, al operar responsablemente, sitúa su verdadera finalidad en la libre construcción del ciudadano. De este modo advertimos cómo, para Oteiza, la finalidad de esta función “política y existencial” del arte no consiste en una utopía de transformación de la realidad, sino en la de los sujetos que, después, incidirán en la realidad, transformándola.

Fracaso del CCAB y devenir del arte en el espacio público

El fracaso del CCAB se localiza en un momento que podríamos calificar de gozne en la historia reciente de Bilbao. A partir de entonces la ciudad —y su imagen— comienza a suponer en sí misma un “sector de futuro”, y el discurso emancipatorio de la Modernidad es adoptado por las políticas públicas y su promoción como pretexto para nuevas estrategias de mercado, por lo que se habría producido hasta la actualidad una suerte de desplazamiento de los valores que acompañaban dicho discurso. En el proyecto del CCAB podría incluso advertirse una paradoja funcional, por cuanto pretendía albergar funciones del arte aparentemente contrapuestas: por un lado, aquella que erigía el gran cubo de cristal y acero como símbolo de la ciudad construida para la atracción de nuevas economías y, por otro, aquella estela del proyecto político de la Modernidad que se extinguía2 en la figura de un Oteiza ya octogenario. No obstante, el hecho de que un político como Gorordo contara con un artista como Oteiza para un proyecto de esta índole cuestiona la supuesta necesidad de un único modelo de colaboración entre la administración pública y el arte para la ciudad, concretamente el que ha seguido la ciudad de Bilbao hasta la actualidad y que inevitablemente tipificamos simbólicamente con la figura del museo Guggenheim.

Las negociaciones entre el ente americano y la administración pública se produjeron inmediatamente después3 a la cancelación del CCAB llevada a cabo por la Consejería de Cultura del Gobierno vasco. Oteiza criticó duramente al proyecto del Guggenheim y distinguió dos grandes modelos culturales, el promovido por el “político”, por un lado, y el “revolucionario”, por otro: “el político, ya sea en la izquierda, en la derecha o en el medio, está en contra de la cultura, le incomoda el artista, el escritor, el pensador imaginante, mientras que el revolucionario es siempre con la cultura”4. Desde este esquema, Oteiza consideraba que la responsabilidad de la administración pública para la potenciación cultural de un país pasaba por llevar a cabo una política fundamentada en las potencialidades (“políticas” y no “espectaculares”) del arte cuya finalidad “revolucionaria” suponía brindar a los ciudadanos las mejores herramientas para esa tarea que es el construirnos a nosotros mismos, hecho que en opinión del escultor atemorizaría soterradamente al “político”.

Nuevos planes estratégicos para la ciudad

Cabría preguntarse a cuál de estos dos grandes grupos podríamos adscribir el modelo que ha seguido la ciudad de Bilbao mediante el mencionado “efecto Guggenheim”. Desde el uso del arte, el modelo estratégico se ha fundamentado en la construcción de arquitecturas emblemáticas del star system que ocupan zonas específicas de Bilbao, como Abandoibarra. Como apoyo a esta transformación urbanística de ciertas zonas de la ciudad se añade otra estrategia basada en la colocación de obras de arte escultóricas en el espacio público, que ocupan estas zonas de la ciudad no sin cierto abigarramiento, como en el caso del perímetro del Museo Guggenheim. Una construcción estratégica de imagen de la ciudad para su competición en el mercado global, donde el arte parece cumplir aquella función “espectacular” que Oteiza denunciaba.

Fotograf?a: Fundaci?n Metr?poli

“Transformación industrial”, imagen empleada por A. Vegara en su presentación.
Fotografía: Fundación Metrópoli

Recientemente se han presentado algunas líneas de actuación posibles que pretenden enfocar el futuro de la ciudad desde el punto de vista de las políticas públicas las cuales supondrían una nueva fase. En la sesión del 13 de diciembre de 2010, el Consejo Cívico del Ayuntamiento de Bilbao se reunió junto al sociólogo, arquitecto y presidente de la Fundación Metrópoli, Alfonso Vegara, y al ex consejero de Economía del Gobierno vasco, Pedro Luís Uriarte.

Vegara presentó la ponencia “Diagnóstico Estratégico y Opciones de Futuro de Bilbao” (que puede consultarse en la web del Ayuntamiento de Bilbao), la cual contendría los materiales para la toma de decisiones estratégicas en el Consejo Cívico. A juicio del arquitecto, la construcción de ciudades es un “sector de futuro” en el que las urbes son definidas como “motores de la economía global”. Según los “componentes de excelencia” y “prioridades de futuro” Vegara indica que, en relación a las urbes europeas referenciales, Bilbao es una ciudad con “déficit crítico” en lo que denomina la “economía del conocimiento”. En este sentido, tras la “revolución urbana”, que ha supuesto la transformación urbanística, infraestructural y de gestión en Bilbao durante los últimos años tipificándola como “nodo de excelencia urbanístico”, en estos momentos

“la máxima prioridad es hacer de Bilbao un nodo de innovación de la nueva economía global [...] ese punto neurálgico estaría apoyado por una serie de estrategias basadas en mejorar la masa crítica para el desarrollo de actividades innovadoras, el fomento de la formación, retención y atracción de talento, el fomento del turismo en sus diversas modalidades, así como para aumentar la masa crítica de la población flotante, la oferta de vivienda para clases creativas, la Alta Velocidad Ferroviaria, la conectividad interna y exterior de Bilbao, la sensibilidad ambiental y las eco-tecnologías, el equilibrio entre los diferentes barrios de la ciudad y el fomento del arte y las nuevas tecnologías”5.

Fotograf?a: Fundaci?n Metr?poli

“Transformación urbana”, imagen empleada por A. Vegara en su presentación.
Fotografía: Fundación Metrópoli

Llevar a cabo estos objetivos supondría la “revolución del conocimiento”, aunque para ello Vegara asegura que es necesario redefinir la escala operativa de la ciudad para llegar a ocupar un puesto referencial en el “Orden Económico Internacional”, estrategia que denomina Bilbao Next y que integraría territorialmente gran parte de Bizkaia. Como vía de transición hacia la economía del conocimiento Vegara presenta una posible operación denominada “Bilbao DC” (Bilbao distrito del diseño y distrito digital), que plantea convertir la zona central de Bilbao “en el parque tecnológico más innovador de Europa”. Por otro lado, Vegara propone una hipótesis centrada en los barrios de la ciudad que denomina “corazones de barrio”, cuyo principal objetivo sería “inyectar nueva vida y buscar un mayor equilibrio De este modo, el “corazón de barrio” constaría de:

“un espacio urbano para la convivencia, para impulsar el comercio de barrio, que sean también nodos de mayor densidad social donde pueda haber símbolos de identidad específicos en cada uno de los barrios, y para que se promuevan actividades en el espacio público”6.

Relacionados a Bilbao Next, Vegara plantea varios ejes de innovación. Uno de éstos imagina Bilbao como ciudad en la que intersecan el mundo del arte y la tecnología, una hibridación que supondría un sector de futuro, otorgándole una ventaja competitiva en el ámbito del diseño, como producción de “objetos industriales sofisticados”. Algo que según el sociólogo podría representar una gran oportunidad para que Bilbao pudiera llegar a ser capital mundial del diseño en 2014.

Fotografía: Fundación Metrópoli

“Transformación del conocimiento”, imagen empleada por A. Vegara en su presentación.
Fotografía: Fundación Metrópoli

A modo de conclusiones

Ante estas estrategias volvemos a cuestionarnos si las necesidades de la lógica económica global implican un único modelo de desarrollo en el que los aspectos relacionados con el arte, la cultura y el conocimiento se erigen como nichos de mercado. Si estas cuestiones se convierten, fundamentalmente, en artículos de mercado o “sectores de futuro”, ¿qué ciudadanía podemos esperar, teniendo en cuenta la tendencia expoliadora que el mercado global está ejerciendo en todos y cada uno de los sectores en los que se desarrolla y de los cuales se nutre?

Reconocemos la continuidad de una tendencia global que parece haber adoptado ciertos aspectos del discurso moderno de la emancipación como elemento regenerador del sistema de producción de capital. En este sentido, parece producirse una inversión de medios y fines: la finalidad del arte, que en el proyecto político de la modernidad lo entendieron algunos artistas como emancipación del sujeto (proyecto fracasado), se reformula perversamente como semblante de una estrategia que esconde su verdadera función de legitimación del poder establecido.

De hecho, podríamos incluso advertir que el propio ciudadano es un medio que sirve a estos fines. Un grave problema teniendo en cuenta que la lógica actual del mercado no repara en los medios para obtener el mayor rendimiento de sus fines. La tarea, por tanto, aún abierta, es aquella que nos obliga a redefinir en nuestra época una función “política” del arte que, en oposición a aquella que domestica nuestras conciencias, encuentra en el espacio de la ciudad y en la relación con los demás las vías para que el ser ciudadano pueda constituir un fin en sí mismo.

1 OTEIZA, Jorge. Instituto Vasco de Investigaciones Estéticas en Fuenterrabía, s/p, fecha estimada: 1968. Archivo FMJO.

2 Una vez finalizada la tesis doctoral titulada Proyecto no concluido para la Alhóndiga de Bilbao. La estética objetiva de Jorge Oteiza como método de investigación, así como el documental que sobre el mismo tema fue realizado a partir de imágenes de archivo y entrevistas a once agentes vinculados a este proyecto y a Jorge Oteiza, el investigador está en estos momentos desarrollando un proyecto audiovisual sobre algunos artistas vascos que desde comienzos de la década de 1980 redefinieron el legado del proyecto político de la Modernidad heredado a través de la figura de Oteiza adaptándolo a los nuevos tiempos.

3 No obstante, existen otras opiniones que aseguran que las conversaciones con Guggenheim se produjeron durante el proceso de la Alhóndiga, suponiendo un argumento más a favor de la cancelación del proyecto de Gorordo.

4OTEIZA, Jorge. Diario vasco, 17 septiembre de 1993.

5VEGARA, Alfonso. “Diagnóstico Estratégico y Opciones de Futuro de Bilbao” en el Acta de la sesión... Op. cit. p. 120.

6VEGARA, Alfonso. Op. cit. p. 157.

 

Fotografía portada: Del libro de Jorge Oteiza, “La ley de los cambios”

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