Fuente: Auñamendi Eusko Entziklopedia
Secundino Esnaola.
Antes de cumplir siete años cantaba como tiple en el coro de la iglesia parroquial, y del organista de la misma, Juan Leturia, recibió aleccionamientos de solfeo. Por entonces conoció e hizo amistad con Nemesio Otaño, que a la sazón tenía ocho años. A los catorce, mediante una beca, enviaron a Secundino a Salamanca, a estudiar Humanidades; siete años permaneció en la ciudad nombrada sin sentir la menor vocación mas sí una intensa afición musical y, como contaba: “Arañaba en el canto llano y dirigía a los tiples”. En 1900 alcanzó una sochantría en San Vicente de San Sebastián, dotada con la cantidad de tres pesetas con cincuenta céntimos, pero el cargo llevaba inherente la obligación de terminar la carrera sacerdotal. Merced a gestiones que llevó a cabo su maestro de canto José Sotero, quedó exento de la obligación de referencia. Con el organista de San Vicente, Bonifacio Echeverría, cursó Esnaola armonía y contrapunto, y no tuvo más profesores.
En 1906 nombraron a Esnaola profesor de solfeo y canto de la Academia Municipal de Música de la Bella Easo. De 1903 a 1906 hizo triunfar al Orfeón en reñidos concursos y en años posteriores amplió su repertorio y lo convirtió en coro mixto que le permitió abordar las más grandes obras sinfónico-corales.
Compuso diversas obras corales, todas ellas interpretadas por el conjunto de su dirección y que engrasan los repertorios de todos nuestros orfeones, ellas son: Dos berceuses vascas, Peccantem, Salve, Praisku Txomin, Euskal Saltxa, Gabon, Pello Joshepe, Canción de cuna, Neska zarra, Praisku galtza zarreta, Adiyo, Deun Ageda, Dringilin dron, Loa loa, Eusko izkuntza, Artzai txirula, Matxintxo, Amak ezkondu ninduen y Rapsodia vascongada.