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Berta MORENO
“Está por escribirse todavía la biografía de Felipe Gorriti, el libro que le coloque en el lugar preeminente que le corresponde en la Música española del siglo XIX. Se puede anticipar que en el campo de la música religiosa no hay quien le supere [...]”. La lectura de este texto escrito por Antonio Labayen en 1959 fue una de las causas que me llevó a dedicar varios años a investigar la figura, biografía y trayectoria musical de este compositor navarro. Mi intuición inicial de que las palabras de Labayen seguían vigentes fue confirmándose a medida que fui descubriendo los motivos de interés que abarca el estudio sobre este autor, entre los más reseñables: su trabajo como maestro de capilla, su labor pedagógica y, por supuesto, su música. Lo que surgió como una curiosidad hacia un compositor local terminó fructificando en una tesis doctoral recientemente publicada (Felipe Gorriti. Compositor, maestro de capilla y organista, Pamplona, Gobierno de Navarra, 2011).
Felipe Gorriti y Osambela.
La trayectoria de la educación musical de Felipe Gorriti y Osambela (Uharte - Arakil 1839 - Tolosa 1896) ejemplifica bien cuáles eran las posibilidades de formación para un compositor en su época. Fue aquel un momento de transición en el que la educación musical estaba todavía centralizada en gran medida en las capillas de las iglesias, pero en el que también comenzaron ya su andadura nuevos centros de enseñanza musical dependientes de instituciones civiles (conservatorios, escuelas). Así, su padre, León Gorriti, secretario-organista de su pueblo, le instruyó en los primeros conocimientos de la música, aunque en seguida debió comprender que el talento del niño merecía una atención especial, ya que le envió con tan solo 11 ó 12 años a Tafalla para formarse con el maestro de capilla José Preciado. Más adelante, Felipe pasó a estudiar Piano y Armonía con Mariano García, que trabajaba como compositor e instrumentista en la Catedral de Pamplona. También recibió las enseñanzas del organista y maestro de capilla de Santa María de Tolosa, Cándido Aguayo, y en 1855 se matriculó en el Real Conservatorio de Madrid, donde estudió Órgano con Román Jimeno y Composición con Hilarión Eslava, que aquel año estrenaba la cátedra. Gorriti gozó siempre de la consideración del maestro burladés y al finalizar sus estudios, sin haber cumplido los 20 años, obtuvo la medalla de plata en el concurso anual que organizaba el Conservatorio.
Poco después de finalizar sus estudios, en 1859, ganó por oposición la plaza de maestro de capilla y organista de la parroquia de Santa María de Tafalla. A partir de entonces comienza a adquirir cierta fama, atrayendo a discípulos de los pueblos del contorno, entre los que se encontraban Apolinar Brull, de San Martín de Unx, y Calixto Barcos. Gorriti se integró rápidamente en la vida de esta ciudad y contrajo matrimonio con Eugenia Izu. En esta ciudad navarra nacieron también tres de sus hijos: Mª Felisa, que murió con tan solo tres años y medio, Felipa Santiaga Segismunda (conocida familiarmente como “Segis”) y Silvino que murió en Uharte-Arakil con cuatro años de edad. Tuvo todavía otras dos hijas en Tolosa: Elodia y Silvina, aunque esta última murió con pocos días. En Tafalla, además de dirigir la capilla de música y escribir algunas de sus mejores obras (Surge propera, Misa de Requiem, sonatas y otras obras para órgano, etc.), el compositor organizó la todavía incipiente banda de música.
En 1867 quedó vacante la plaza de organista y maestro de capilla de Tolosa (Gipuzkoa) por renuncia del que había sido su profesor, Cándido Aguayo. Gorriti consiguió esta plaza por oposición y desempeñó este cargo hasta su muerte en 1896. En la parroquia de Santa María contaba para la interpretación de sus obras religiosas con una capilla formada por 28 músicos entre cantantes masculinos e instrumentos de cuerda y viento, número nada despreciable si tenemos en cuenta la precaria situación de las capillas de música españolas a mediados del s. XIX. Así mismo, en Tolosa se dedicó a la dirección de la banda de música y a la enseñanza, contándose entre sus discípulos músicos destacados como Vicente Goicoechea o Eduardo Mocoroa.
La mejor muestra de la fama y el nivel adquiridos por el maestro de Uharte-Arakil la encontramos en sus éxitos conseguidos en los concursos de composición de la Sociedad Internacional de Organistas y Maestros de Capilla en París, cuyo jurado estaba constituido por compositores tan reconocidos como Dubois, César Franck, Guilmant o Lefévre-Niedermeyer. Gorriti se presentó, a partir de 1881, en siete ocasiones a estos concursos y obtuvo cuatro primeros premios y tres primeras menciones1. Al obtener consecutivamente cuatro de estos premios durante el año 1882, el jurado resolvió que podía continuar tomando parte en los concursos solamente a título honorífico. Para hacernos una idea de la importancia de estos concursos, diremos que entre los galardonados estuvieron organistas tan reconocidos como Boëllmann o Pierné.
Tras estos éxitos internacionales, su fama se incrementó notablemente. Sin embargo continuó su existencia humildemente en Tolosa, al servicio de la parroquia, hasta su muerte, el 12 de marzo de 1896.
Su catálogo se compone de unas 240 obras, la gran mayoría de ellas religiosas. De entre su producción hay que destacar la Misa en Do, compuesta para la inauguración en 1885 del nuevo órgano Stolz Frères de Santa María de Tolosa; la Misa en Re para voces blancas, para la inauguración del órgano del convento de Santa Clara, de monjas de clausura; los conocidos como Miserere “Viejo” y Miserere “Grande”; el motete Sub tuum proesidium (premiado en París); Ecos de Andía, composición escrita para un concurso de orfeones en Pamplona; Agur Jesusen Ama, famosísima canción dedicada a la Virgen; los Cinco versos sobre el Magnificat y la Marcha fúnebre para órgano (ambas premiadas en París); etc.
Gorriti acompañando al armonium a cuatro cantores.
La música de Gorriti fue reconocida en su tiempo a escala nacional e internacional, y actualmente goza de prestigio entre los intérpretes, en especial directores e integrantes de coros y organistas. El estudio de sus composiciones nos muestra un interesante momento de la música religiosa española en el que confluyen la influencia del estilo operístico italiano (en especial Bellini), el romanticismo centro-europeo, la escuela organística francesa, la influencia de la música folklórica y la reforma de la música religiosa.
Además, el músico de Uharte-Arakil destacó por su gran habilidad como improvisador y por su dominio de la técnica del órgano, instrumento para el que compuso las primeras obras románticas españolas, por lo que podemos afirmar que contribuyó decisivamente a su difusión.
Por otra parte, su trabajo como maestro de capilla dentro del marco de la sociedad de su tiempo, nos muestra cómo, a las distintas facetas que habitualmente comprendía este trabajo (compositor, profesor y organista), se añadían otras ajenas al ámbito religioso que tradicionalmente (por ejemplo, director de la banda local o profesor de la academia de música).
Por último, los ecos de su labor pedagógica han llegado hasta nuestros días a través de los “discípulos de sus discípulos”; en este punto, no hay que olvidar la difusión de su obra realizada por Javier Bello-Portu, alumno de Eduardo Mocoroa, que a su vez fue el discípulo predilecto de Gorriti.
En definitiva, se trata de una de las figuras fundamentales de la música religiosa y organística española del siglo XIX.
1Octubre de 1881, 1ª mención con “Plegaria” para gran órgano; noviembre de 1881, primer premio con “Sub tuum proesidium” para soprano o tenor y órgano; marzo de 1882, 1ª mención con “Inviolata”, motete para tres voces mixtas y órgano; mayo de 1882 1ª mención con “O salutaris” para solo de soprano o tenor, con acompañamiento de órgano; junio de 1882, primer premio por unanimidad y con felicitación del jurado, con la “Marcha fúnebre” para gran órgano; agosto 1882, primer premio, con “Cinco versos para el Magnificat”; julio 1883, primer premio con el “Sanctus” a cuatro voces mixtas y órgano.
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