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Villa Ortiz Basualdo

Martha GONZÁLEZ ZALDUA

Mar del Plata está unida a Europa desde su concepción como balneario de élite. Considerada la Biarritz argentina, guarda curiosamente la misma distancia de Buenos Aires, que París de las playas labortanas.

Villa Ortiz Basualdo

Pasillo.

Hacia 1907 ya era una ciudad con una vida social intensa que se iniciaba en diciembre y finalizaba en marzo. Sus protagonistas, los miembros de una clase social de fuerte poder económico con usos, costumbres y educación, provenientes de una Europa a la que viajaban con frecuencia.

Como tantos otros integrantes de esa sociedad , Ana de Elía de Ortiz Basualdo (hija de Angel Elia García de Zúñiga e Isabel de Alzaga Cabrera), mandó construir en 1909, su villa veraniega en la naciente ciudad.

Esta mujer que enviudó muy joven de Manuel Ortiz Basualdo Dorrego, era extraordinariamente culta, poseedora entre otras cosas, de una biblioteca personal sobre simbolismo francés, lo que la muestra adherida a ideas estéticas poco comunes para su época y su género.

Louis Dubois y Paul Paters fueron los elegidos para llevar a cabo la obra, en una Buenos Aires donde estaban de moda los arquitectos franceses. Dubois y Pater ya habían trabajado para la familia Ortiz Basualdo y junto a tres obreros enviados desde Europa se hicieron cargo de la tarea.

La villa, de un exterior anglo-normando, acusa en su interior una fuerte influencia francesa. La decoración y amoblamiento de sus salas de recepción, música, lectura, oratorio, palco de música y dependencias familiares se deben a la creatividad del arquitecto Gustave Serrurier. Fue asimismo, la primera vivienda de la ciudad que contó con ascensor.

Se cree que fue Luis Ortiz Basualdo, quien estando en París, quedó fascinado por el estilo de los muebles vistos en la sucursal de la firma Serrurier-Bovy, que el arquitecto belga, con el objeto de dar mayor difusión a sus creaciones, había abierto en el número 54 de la rue de Tocqueville.

Villa Ortiz Basualdo

Sala.

Entusiasmado, Ortiz Basualdo viaja a Lieja para conocer L’Aube, la residencia del diseñador, dotada del mobiliario que tanto le había impresionado. Sin reparar en costos, encarga para la villa de Mar del Plata una réplica de lo que Serrurier había creado para su casa.

Los muebles y demás elementos de decoración, llegaron al puerto de Buenos Aires tras una larga travesía y fueron trasladados a su destino final: la residencia de verano de una familia de origen vasco.

El primer Ortiz Basualdo que llega a nuestras costas es Manuel, nacido en Otxarán, Vizcaya el 2 de junio de 1769, hijo de Juan Antonio Ortiz de ese mismo pueblo y de Josefa Basualdo, de Azpeitia, Guipúzcoa.

Radicado en Buenos Aires, se vincula desde 1790 al fondeadero y puerto de la colonia, dedicándose a actividades comerciales, entre ellas la de agente marítimo. Ocupa importantes cargos en la Administración de Gobierno del Virreinato, donde se desempeña como Regidor, Alcalde y Alférez Real.

Villa Ortiz Basualdo

Escalera.

El 2 mayo de 1796 se casa con María de la Cruz de Segurola y Lezica, hija de Francisco de Segurola y Oliden, de Azpeitia, Regidor y Alcalde de Buenos Aires y de María Josefa Bernarda de Lezica y Alquiza, de origen vizcaíno. Forman así, una extensa familia cuya influencia será notoria en la vida de la incipiente sociedad porteña. Son los descendientes de este primer inmigrante, los que mandan construir la villa de Mar del Plata.

Contrariamente a lo que pueda pensarse Gustave Serrurier no conoció la ciudad de su último trabajo, ciudad que se fundaba cuando él iniciaba sus estudios de arquitectura en Lieja, Bélgica.

La villa, como tantas otras de la Mar del Plata de ese tiempo, se construyó mediante el uso de planos que junto con los materiales y piezas de decoración, se enviaban por barco hasta Buenos Aires y en el entonces ferrocarril del Sud llegaban a destino.

La tradicional y señorial casona es un testimonio de la arquitectura y de las costumbres de una época. Su escalera central de roble y hierro forjado, sus lámparas, sus vitrales, su mobiliario, nos permiten asomarnos a un pasado de lujo y esplendor.

Villa Ortiz Basualdo

Sala de música.

Sin embargo, no fue fácil su conservación. A lo largo del tiempo estuvo amenazada por litigios familiares y problemas sucesorios. Los descendientes de quienes la construyeron no se ponían de acuerdo respecto de su destino final.

Hasta se llegó a pensar en su demolición ante el avance de una ciudad que crecía con demasiada prisa. Su ubicación privilegiada en lo alto de la loma que mira al mar, la hacía sumamente apetecible a quienes pensaban ya en un paisaje solo poblado de altos edificios

El Arquitecto Horacio Goyeneche docente de la Cátedra de Historia de la Arquitectura e Investigador de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de Mar del Plata, trabajó en la primera etapa de la segunda restauración de la villa, entre 1980 y 1983. La primera se había llevado a cabo en 1919.

Firme defensor del patrimonio cultural de la ciudad, destacó la importancia que tuvo en esta tarea la Sra. Teodelina de Alvear y Ortiz Basualdo, quien fuera la última moradora de la casa.

Villa Ortiz Basualdo

Balcón interior.

Teodelina era hija de Federico Carlos de Alvear y Felisa Ortiz Basualdo Elía. Poseedora de una vasta cultura, tuvo la oportunidad de conocer en su vida a personalidades de la pintura, la música y la literatura. Según sus propias palabras, descubrió el art noveau a los ocho años, en una reunión en París, donde su padre era embajador.

Era una mujer encantadora y todos los veranos invitaba al Arquitecto Goyeneche a tomar “un coctel” para contar historias de la casa y dialogar sobre arte.

Mantuvieron durante muchos años una relación muy cordial, que se inició cuando el Arquitecto Goyeneche tuvo la posibilidad de trabajar en la restauración de la casa, una tarea que otros finalizaron y que fue fuente de sus mayores ilusiones e inquietudes.

A fin de que la mansión y su interior fueran preservados en el tiempo, la Sra. Alvear, decide su donación en 1980, a la Municipalidad de Mar del Plata. Pero en la donación impone ciertas condiciones:

La misma se haría efectiva cuando ella falleciera. Hasta tanto, tendría derecho a utilizar un piso de la casa, en realidad el que fuera siempre su piso, ya que tradicionalmente los miembros de la familia se reservaban un espacio para sí.

Villa Ortiz Basualdo

Detalle de vitrales.

Otra de las condiciones tal vez la más importante, fue de que la casa solo debía dedicarse a fines culturales.

Realizó de este modo, lo que se llama técnicamente, una donación con cargo.

En esto estuvo bien asesorada por la familia Mitre que donó de la misma manera, “Villa Mitre” otra de las mansiones de la ciudad. Y personalmente, creo que el Arquitecto Goyeneche tuvo también que ver en esta decisión.

Las obras de restauración iniciadas en 1980 fueron lentas, pero permitieron la conservación del exterior e interior, acondicionando la villa para alojar lo que es hoy el Museo Municipal de Arte “Juan Carlos Castagnino”. A su muerte la casa pasó definitivamente a ser propiedad del municipio.

Gustave Serrurier, referente, junto a Victor Horta y a Henry van del Velde del Art Noveau en Bélgica, muere en 1910. En 1918 la firma que había creado cierra sus puertas. Durante la primera guerra mundial se pierden piezas de gran valor y desaparecen también los ebanistas que las realizaban.

Villa Ortiz Basualdo hoy Museo Castagnino

Villa Ortiz Basualdo hoy Museo Castagnino.

Aquella Villa L’Aube, que un Ortiz Basualdo visitara, fue modificada sin miramientos y no hace mucho en La Cheyrelle, otra de sus obras importantes, una colección de mobiliario de silex, se dispersó por litigios sucesorios. Corrían la misma suerte que el Castillo de la Chapelle, en Serval, que fuera morada del célebre arquitecto.

De este modo la Villa Ortiz Basualdo queda como el único conjunto original completo en el mundo, de este diseñador que renovó el concepto de las artes aplicadas.

Mar del Plata es entonces depositaria de un enorme legado cultural, iniciado por los descendientes de un inmigrante vasco, que no imaginó la trascendencia que tendría la construcción de una villa veraniega en las lejanas costas bonaerenses.

Artífice de ello fueron dos mujeres; Ana Edelmira Elia de Ortiz Basualdo, que la mandó construir y Teodelina de Alvear y Ortiz Basualdo cuya tenacidad e inteligencia permitieron conservarla.

Fuentes:
Arquitecto Horacio Goyeneche En cursiva sus comentarios.
Sra Ada Biondelli.
Museo Municipal de Arte “Juan Carlos Castagnino”. Muestra sobre los cien años de la Villa Ortiz Basualdo. Enero-Febrero 2010.
Fotografías gentileza del Sr. Oscar Lardizabal. Diario La Capital de Mar del Plata.

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