Edificios y funciones concejiles en las villas vascas y la relación con sus murallas (II/II)Escuchar artículo - Artikulua entzun

Aitor GONZÁLEZ GATO
Fotografía: Aitor GONZÁLEZ GATO

:: Edificios y funciones concejiles en las villas vascas y la relación con sus murallas (I/II)

 

Cárceles

Las cárceles tenían que ser necesariamente lugares fuertes, donde los malhechores estuvieran a buen recaudo. En consecuencia, siendo las murallas de piedra, no es de extrañar que se aprovechase una de sus torres para ser usada como cárcel. Pero cuando no era así, igualmente se construían estos edificios muy cerca de las puertas de la muralla; proximidad que se buscaba de un modo intencionado pues, al ser estos lugares de intenso tránsito de personas, los que por allí pasaban necesariamente habrían de ver la amenazadora cárcel, que convencería a muchos de la conveniencia de cumplir con las leyes y ordenanzas municipales. Lo veremos nítidamente en todos los ejemplos que a continuación presentamos.

Sabemos que la de Bilbao se encontraba en un torreón pegante al Portal de Zamudio. Esta cárcel ya es citada el 28 de mayo de 1.488, fecha en que se hace una “Hordenança que ninguno salga de la cárçel syn licencia de jues10.

Entre 1.491 y 1.494 la Villa de Elgóibar levanta su cárcel. Se hallaba intramuros, próxima a la Puerta de la Villa. El lugar además servía para el público escarmiento, pues era una especie de plaza donde también se ubicaba la picota11.

La Villa de Portugalete (V) al menos desde 1.494 poseyó su cárcel en la torre del preboste, situada a escasos metros de la Puerta de Salazar (ambas, torre y puerta aun conservadas), desde donde los villanos salían al puerto.

Bermeo ya poseía su cárcel en junio de 1.498, fecha en que se hace una cuenta de los gastos para dicho edificio12. Ángel Zabala afirma que dicha prisión debía estar “cercana al portal de nuestra Señora del Remedio, a juzgar por los nombres y la colocación que tuvieron las calles Carcellona y Matalobos13. Este edificio aun existía en diciembre de 1.745, pues en la foguera realizada en dicha fecha se cita como “Cárcel bieja14.

Por su parte, la Villa fronteriza de Fuenterrabía poseía, junto a la Puerta de Santa María, una torre llamada el 12 de enero de 1.495 “de la Guardia” y que debía servir de cárcel. El 16 de julio de 1.731 se recomendaba “deshacer la torre de la cárcel antigua para aprovechamiento de la piedra” refiriéndose a la de “la Guardia15.

La Ciudad de Orduña poseía su propia cárcel en uno de los torreones de la muralla, citada como tal en las ordenanzas de 1.499. La prisión estaba en la segunda planta (la primera era usada como Ayuntamiento) y cumplió su función hasta bien entrado el siglo XX16.

También a finales del siglo XV tenemos noticias de la existencia en Zumaia (Gipuzkoa) de la torre del Preboste, torre que según Martínez Kleiser formaba parte de la muralla. Podemos suponer por tanto, que en ella se ubicaba la cárcel, pues como se sabe una de las funciones del preboste era la custodia de los presos17.

Carnicerías

“En el último cuarto del s. XV, los comerciantes y representantes de los oficios de algunas villas se plantean empresas de mayor envergadura que la de mejorar sus propios locales de fabricación, almacenaje y venta de productos. La sociedad urbana en pleno ve necesario construir ciertos edificios, en su mayor parte de carácter público, que beneficiarían y sanearían la actividad comercial; nos referimos en especial a “la casa de matar reses”, a las “lonjas” y cualquier otro edificio de utilidad pública en este sentido económico y comercial, construidos todos ellos en espacios públicos”18.

Muchas de estas carnicerías como veremos, se situarán cerca de las puertas, donde el espacio es comunal, y por tanto el Concejo puede permitirse erigir un local de abastos municipal. Recordemos que la Villa alavesa de Laguardia poseía una Puerta de las Carnicerías, que lógicamente toma el nombre de este tipo de establecimientos que muy cerca se ubicaban.

Puerta de carnicerías, Laguardia
Puerta de carnicerías, Laguardia.

De nuevo vamos a la Villa de San Sebastián, en cuyas ordenanzas de 1.489 se prohíbe matar reses desde la iglesia de Santa María “hasta el portal de la carnicería”. Así, según Beatriz Arizagala calle de Zurriola sí podemos situarla en el plano con precisión, era la situada en el límite Este de la población, junto a la muralla del mismo nombre y limitando con el río Urumea; según Serapio Mújica la “casa de matar reses” se construyó en dicha calle (...) pero próxima al mar para que de noche la “crexiente” se llevara todos los desperdicios; se cree que dicho matadero se hallaba junto al muro de la Zurriola19.

Sabemos que en la Villa de Plencia (V) existía un local de esas características al menos desde el 21 de mayo de 1.788, fecha en que se cita una casa que se está construyendo “pegante a la Plaza pública y muralla que existe a la carnicería” y junto a la Puerta de Santiago. A principios del siglo XIX se denominaba “matadero de reses”, sustituido entre 1.880 y 1.881 por un edificio dedicado a “matadero y despacho de carnes frescas”, que es el que ha llegado a nuestros días, aunque ahora con la función de ser mercado de abastos, y que en todo caso es un buen testigo de la carnicería municipal que en su día hubo allí20.

Otros usos

Este apartado lo hemos reservado para exponer otros usos que se le dan a la muralla, en los que puede intervenir —o no— el Concejo, pero que por no ser oficios concejiles en su sentido estricto, no caben incluirlos en los otros apartados. No obstante veremos cómo al igual que los ejemplos arriba citados, alguno de los que siguen también buscan su proximidad física a la muralla, como un intento de reafirmar el origen y realidad puramente “urbana” del hecho relacionado con la misma. Veamos.

Puerta de Santiago, Plencia  
Puerta de Santiago, Plencia.
Vayamos de nuevo a la pintoresca Villa de Plencia. En ella, su Cofradía de Mareantes de San Pedro hace una junta ordinaria el 14 de noviembre de 1.694 “en la portada de hacia el arenal (...) así bien cofrades de dicha Cofradía que en esta dicha portalada en donde se suelen juntarse y darle su parecer a los que son convocados21.

La costumbre de hacer junta en los arenales es relativamente corriente, así lo hace también la Cofradía de Mareantes de la Villa guipuzcoana de Deva en 1.489; y si además se hace cerca de una puerta de la muralla (como en el caso plenciano) el acto quedará revestido de una “carta de naturaleza” como hecho puramente urbano.

Veamos otro ejemplo. El 28 de noviembre de 1.671, se escritura una carta de obligación de obra, mediante la cual Vicente de Arrien se compromete con el Ayuntamiento de la Villa de Durango (V) a realizar unas escaleras, una balconada y un tejadillo en la Puerta de la Cruz, para que desde dicho balcón las autoridades del Concejo puedan ver con mas ornato las corridas de toros que se celebraban en el arrabal22.

Nótese que no solo los ediles eligen como nuevo “balcón” una de las puertas de la Villa, sino que desde él, durante las fiestas, mercados y corridas de toros, la municipalidad estará “por encima” de los demás habitantes, en su sentido literal y figurado.

Pasemos ahora a Vitoria. En el siglo XV “la calle donde residían los judíos estaba totalmente aislada del resto de la población, ya que por su parte trasera todas las casas estaban cerradas por tapias, en tanto que por la fachada principal corría la muralla que cerraba la población de Vitoria por el Este, y en la que tan solo se abría una puerta. Esta puerta constituía, pues, el único acceso posible a la judería, lo que al mismo tiempo que el aislamiento, favorecía la seguridad de la población hebrea”23. Inteligente forma de usar la muralla, que junto con algunas “tapias” aislaban a ese grupo de población, con lo que el Concejo se aseguraba —al menos en principio— cierta paz interior en la urbe.

Con el paso del tiempo, la muralla, es bien sabido, deja de tener importancia para la población intramuros, pues la ve como algo inútil y que “encorseta” el urbanismo. Pero el Concejo no lo ve así, y no son pocas las veces que a de velar por su cuidado, considerándola un objeto susceptible de beneficiar a la comunidad. Ésta sin embargo, vista la aparente inutilidad de la muralla, la usará como vertedero. Así, el 7 de julio de 1.488, dos vecinos comunican al Concejo de Bilbao “que ellos, por sy e como vezinos e por todos los vezinos que son por los varrios de fasa la parte de Santiago, fasían alinpiar e se alinpiaban asy la carcava como lo çierto del Portal Nuevo desta villa, e porque avían muchas presonas que ende echaban estiércol, basuras e otras suziedades en manera que se perdía la salida de la villa fasa la Arena por el dicho Portal Nuevo...” por lo que el Concejo prohíbe que se tire allí mas basura.

Prohibición que tuvo que repetir el 23 de octubre de 1.495. Así “ordenaron e mandaron que por quanto esta villa, graçias a Dios, es mucho poblada e de poco espaçio e largança e todos los veçinos de la dicha villa suelen faser e echar e echan basura e tierra e otras cosas semejantes en los (...) portales e salida de la dicha villa e los que tienen las casas sobre la çerca (...) por donde se fasen las salidas e entradas de la dicha villa, donde deberían estar muy limpias, se hasen muradales en grand mengua e deshonestidad de la dicha villa” por lo que ordenan limpiarlo todo “por tener limpia la dicha villa e salidas della e la nobleçer24.

Vemos cómo, ante el aparentemente inútil muro defensivo, este se usa como vertedero, ya que el entorno de ellos queda libre de todo uso (no se puede edificar, ni abrir puertas...). Solo el Ayuntamiento sigue valorando la muralla, que debe quedar limpia para el correcto uso de sus salidas, y para “ennoblecerla”.

Puerta de Santiago, intramuros, Plencia
Puerta de Santiago, intramuros, Plencia.

Lo mismo ocurre en la Ciudad de Orduña, donde en 1.597 se dice (en cuanto a las traseras de la calle Burgos) que “cerca de los muros de la Ciudad había un pedazo de solar que no servía de otra cosa sino de echar en él inmundicias25.

En definitiva, con el tiempo serán los propios vecinos quienes, por su cuenta y riesgo, usen el espacio circundante a la muralla como estupendo vertedero donde deshacerse de sus inmundicias, lo que intentan prohibir o reglar los concejos, la mayoría de las veces infructuosamente.

Conclusiones

Hemos visto cómo la muralla tiene varios usos prácticos, totalmente útiles para la vida de la ciudad, al margen del uso militar y simbólico, concepto este un tanto abstracto, y que sin ejemplos prácticos que lo demuestren , no llegamos a aprehender.

Los casos expuestos, no difieren de lo acontecido en otras villas del resto de España: forman parte de la mente y cultura colectivas del hombre (a los mismos problemas, las mismas soluciones) y de la evolución de cualquier urbe. Al margen de particularidades locales, que siempre las hay, las líneas maestras son las mismas.

Teniendo en cuenta que la muralla —ya lo hemos visto— facilitó tanto la vida de nuestras ciudades, nos apena todavía mas que nos hallamos desprendido con tanto desapego de lo que un día cumplió funciones básicas, que, de algún modo, nos ha llevado a ser lo que somos.

Notas

* El presente artículo carece de apartado bibliográfico, por considerar el autor que ya está suficientemente representado en las notas. A ellas remitimos al lector interesado.

10 VVAA: Ordenanzas Municipales de Bilbao (1477-1520), p. 59. Nº 70 de la colección Fuentes documentales medievales del País Vasco. Edita Eusko Ikaskuntza, 1996.

11 BAB, p. 195.

12 BAB, p. 150.

13 Ángel Zabala y Otzamiz: Historia de Bermeo, p. 67. Bilbao, 1928.

14 Archivo Foral de Vizcaya: Fogueras de 1745, registro 2, folio 84v.

15 Pía Alcaín y Mercedes Arteaga: La muralla medieval de Hondarribia y las fortificaciones de las villas de realengo guipuzcoanas, pp. 748 y 757 (notas 57 y 58). Actas del V Congreso de Arqueología Medieval Española. Junta de Castilla y León, 2001.

16 J. Ignacio Salazar: ob cit, pp. 60 y 191.

17 Miren Ayerbe Irizar: Algunas consideraciones acerca del recinto amurallado de Zumaia, pp. 54-55; en: Zumaia 650 urte. Conferencias. Ayuntamiento de Zumaya, 1999.

18 BAB, p. 187.

19 BAB, pp. 134, 182, 185, y 187. Así mismo: C.M. Fernández Antuña: Arquitectura pública en San Sebastián: las antiguas carnicería y pescadería. En: revista Ondare. Artes Plásticas y Monumentales, nº 17, pp. 255-262 (1998).

20 J. Aitor González Gato: ob cit, pp. 80 y 96.

21 J. Aitor González Gato: ob cit, p. 54.

22 Mª Dolores del Monte Fernández: Arquitectura civil en la Villa de Durango en el s. XVII: reedificación de la Torre del Cantón de la calle del Medio e intervenciones en los portales del Olmedal y de la Cruz, pp. 397 a 405. Revista Ondare, nº 19. Eusko-Ikaskuntza, 2000.

23 Cantera, citado por Roberto Lorenzo Pérez de San Román: Apuntes sobre la evolución de las fortificaciones de la Villa de Vitoria (1181-1431), pp. 85 a 114 (cita en p. 109, nota 33). Revista Sancho el Sabio, nº 16, 2002.

24 Ver nota 11, pp. 60 y 89.

25J. Ignacio Salazar: ob cit, p. 88.

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