Mari Carmen MARÍN, Diputada Foral para los Derechos Humanos, el Empleo y la Inserción Social ( EA)
El 10 de diciembre de 1948 es una fecha histórica para la humanidad. Ese día la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó la Declaración Universal de Derechos Humanos y desde entonces, año tras año, esa fecha se ha convertido en un día para la celebración, pero también para la reivindicación, aunque es preciso reconocer que para muchas personas tanto de Gipuzkoa, como del resto del mundo puede ser un día más, quizás el primero, en el que sus derechos humanos sean vulnerados.
Para reconocer la vulneración de éstos, es preciso conocer cuál es el significado real de los mismos, máxime cuando vivimos en una sociedad en la que los derechos humanos se han convertido en una especie de muletilla de los discursos políticamente correctos. Al igual que otros conceptos como solidaridad o democracia, los derechos humanos sufren también el desgaste de ser excesivamente utilizados en la retórica, especialmente en la internacional y escasamente aplicados en su justo término, lo que conlleva que para muchas personas, los derechos humanos como concepto se hayan visto vaciados de contenido. Por ello a mi entender es vital, dotarles de contenido real, tanto en plano teórico como especialmente en su versión práctica y este es el concepto que pretendemos desarrollar desde el Departamento para los Derechos Humanos, el Empleo y la Inserción social de la Diputación Foral de Gipuzkoa.
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Foto: aliveinbaghdad. |
Creo que el gran logro de la Declaración Universal radica en que se reconoce por primera vez en la historia, en un texto internacional, que todas las personas, hombres y mujeres del mundo, somos iguales en dignidad y derechos. Así pues los derechos humanos son inherentes a toda persona, independientemente de su condición. Esos derechos hacen referencia a dos ideas fundamentales: por un lado, los derechos que establecen un espacio de autonomía y de libertad del ser humano frente al poder político, más conocidos como los derechos civiles y políticos; y por otro lado, los derechos que en cambio, exigen la intervención del poder político para la garantía de esa dignidad más allá de las libertades formales, como son los derechos económicos, sociales y culturales. Ambas ideas están directamente relacionadas con el devenir histórico de los derechos humanos y con las luchas sociales que han ido enriqueciendo y completando el propio concepto. Su primera versión encumbró la libertad individual a la categoría de valor y derecho fundamental de todo hombre. Posteriormente, el auge del movimiento obrero y la socialdemocracia, así como el triunfo del socialismo en la Unión Soviética, dotaron de nuevos contenidos a los derechos, que más tarde conoceremos como los derechos económicos, sociales y culturales, donde se encuentran reconocidos el derecho al trabajo, a la salud, a la educación o a la vivienda. Más recientemente, se ha establecido la denominada tercera generación de los derechos humanos, conocidos también como los derechos de la solidaridad, como el derecho a la paz, al alimento, al desarrollo o a un medio ambiente saludable entre otros.
Gipuzkoa no es un territorio ajeno a los derechos humanos. Al contrario, cuenta con grandes avances en su cumplimiento y hoy podemos decir orgullosos que disfruta de una calidad de vida y desarrollo jamás conocidos. Sin embargo es evidente también que tenemos retos pendientes. Uno de los fundamentales en materia de derechos humanos se ciñe al sufrimiento de todas las personas y familias cuyos derechos han sido vulnerados dentro del conflicto político y a las cuales, a todas, debemos expresar nuestra solidaridad y reconocimientos más sincero. Reconocimiento del sufrimiento provocado por ETA y todos los que junto a ella, y haciendo caso omiso al clamor de nuestra sociedad, siguen extorsionando, persiguiendo y violando los derechos más elementales. Así como, del sufrimiento provocado por el terrorismo de Estado, la tortura, el incumplimiento del derecho penitenciario, la judicialización de la vida política o el cierre de medios de comunicación, como algunas de las muestras más evidentes de que el Estado no ha sido, ni sigue siendo, el garante de los derechos humanos de todas las personas.
Sin embargo, el Departamento para los Derechos Humanos, el Empleo y la Inserción Social apostó desde el inicio de esta legislatura, por ir más allá del conflicto político, de manera que éste no nos cegase e impidiese la visión de todo el espectro de los derechos humanos. Porque no todo es conflicto político, debemos ampliar la concepción de los derechos humanos, superando una visión de los mismos ceñida a las libertades fundamentales, e interiorizar una comprensión más global en la que los derechos económicos y sociales no son sólo tan importantes como los derechos civiles y políticos, sino que en muchos casos, son los que garantizan un ejercicio real de estos últimos. Desde el convencimiento profundo en la indivisibilidad e interdependencia de todos los derechos humanos, no me he cansado de repetir desde que asumí mi cargo de Diputada Foral que es vital la promoción y defensa de todos los derechos humanos y para todas las personas.
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Foto: Famoreira. |
Desde nuestro Departamento Foral entendemos que los derechos civiles y políticos por sí solos, no permiten el ejercicio de una ciudadanía plena. Ello supone que las políticas sociales, entre otras, deben ligarse directamente a la defensa y promoción de todos los derechos humanos, también de los económicos y sociales. Por ello, el reto fundamental de los derechos humanos en Gipuzkoa hoy, radica en intentar relacionar todas las políticas públicas a los derechos humanos, y especialmente las políticas sociales. El desarrollo de Gipuzkoa debe concebirse, como una continua ampliación de las oportunidades de todas las personas que hoy la conformamos, asegurando así el respeto de todos los derechos y por lo tanto, el desarrollo máximo de nuestras capacidades, desde la premisa de que todas y todos tenemos los mismos derechos y además todas y todos somos susceptibles de desarrollarnos.
Por otro lado, en una sociedad globalizada que se nos presenta muchas veces de manera tendenciosa como insegura es fundamental desde una perspectiva centrada en los derechos humanos y el desarrollo pleno de todas las personas, reflexionar sobre la seguridad. Desde el 11 de septiembre, no pocos gobiernos han agudizado, al calor del miedo al terrorismo internacional, su tendencia a recortar los márgenes de autonomía de la ciudadanía aplicando recortes en las libertades civiles, aumentando el poder del Estado a cambio de una supuesta mayor seguridad. La sociedad se ve así, abocada a un falso debate entre seguridad y libertad, como si de un juego de suma cero se tratase.
Ante esta tendencia no podemos más que remitirnos a los derechos humanos, a todos desde su universalidad e indivisibilidad y apostar como he planteado anteriormente por una concepción más integral de éstos, pero también por una interpretación más real de la seguridad. El mundo de hoy es más inseguro que el de ayer, no tanto por el terrorismo internacional, sino por el aumento de la desigualdad y ausencia de acceso a oportunidades reales de desarrollo. Porque la inseguridad de miles de personas de nuestro planeta, pero también de Guipúzcoa, no está tan ligada a la violencia y amenazas directas, como a la inseguridad en la alimentación, en el empleo, en su identidad, en su medio ambiente... hoy el planeta, pese a disponer de mayor número de oportunidades y recursos para el desarrollo, tiene más personas presas de pobreza que de conciencia, y más torturadas por el hambre que por los estados.
Lejos pues, de ser canalizadoras de caridad, entiendo que las políticas sociales en Gipuzkoa deben colaborar con el resto de poderes públicos en la tarea de restituir la ciudadanía y la seguridad a todas aquellas personas que de facto, la han perdido o les ha sido arrebatada. Por complicada que sea esta tarea, entiendo que los derechos humanos sólo se irán convirtiendo en realidad, en la medida en que cada hombre y cada mujer de Gipuzkoa disponga de oportunidades reales para el ejercicio de todos sus derechos y el cumplimiento de sus deberes.
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