Xabier ETXEBERRIA, Profesor de Ética en la Universidad de Deusto (Bilbao)
Expondré mi opinión sobre este polémico tema poniendo sobre la mesa los diversos argumentos a favor de la prohibición que se han ido aportando y confrontándolos con diversas consideraciones.
1. Un argumento decisivo del Gobierno francés es el de salvaguardar la laicidad del Estado, laicidad que a su vez garantiza la pluralidad religiosa de la sociedad civil y el que ninguna confesión religiosa se imponga a los ciudadanos desde la utilización de la fuerza estatal. En última instancia la laicidad es vista como una estrategia para proteger la libertad y autonomía de las personas. Exige en concreto que el Estado, en todas sus esferas, por tanto, también en la educativa, asuma vigorosamente una postura neutral respecto a cualquier religión, no imponiendo él, ni permitiendo que otros impongan, ningún aspecto de ninguna de ellas.
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Foto: Old Shoe Woman. |
- Si se da significado religioso al pañuelo que llevan las mujeres musulmanas que siguen su tradición, entonces puede parecer lógico que se prohiba llevar ese signo en las escuelas públicas.
- Lo que pasa es que lo que propiamente habría que prohibir en una laicidad no dogmática, es el proselitismo, no la mera presencia de símbolos religiosos en personas que no representan al Estado, aunque estén en instituciones públicas. Pero el Estado francés interpreta que si se trata de “signos ostentosos” se daría de algún modo ese proselitismo, esa visibilización excesiva. Y como entiende que el pañuelo lo es, lo prohibe. Aquí hay ya una primera ventaja comparativa para aquellas confesiones religiosas que tienen símbolos que pueden considerarse no ostentosos, como una pequeña cruz, que podrían llevarse sin problemas. Lo que da una primera sospecha sobre la inequidad de la medida de prohibición.
- El Estado francés, preocupado por mantener esta equidad, pasa a prohibir no sólo el signo ostentoso musulmán, sino todos los signos de igual ostentación, sean de la religión que sean (cristiana, judía, hindú, etc.). Lo que pasa es que, también aquí, hay una cierta trampa. Porque en algunas religiones esos símbolos juzgados ostentosos son sentidos como obligatorios (una buena adolescente musulmana tradicional piensa que debe llevar el pañuelo obligada en conciencia por fidelidad a su fe), mientras que en otras son considerados voluntarios (se puede ir sin ningún símbolo, como pasa a la mayoría de los cristianos). Esto es, a quien vive como obligación en conciencia el portar el símbolo, la prohibición de portarlo en las escuelas públicas le pone en un dilema grave: o quebranta su deber de conciencia o renuncia a la escuela pública, a la que en principio tiene derecho (y de la que tiene necesidad, si no dispone de medios económicos para buscarse otra oportunidad).
- El Estado francés puede decir que para eso están las escuelas privadas de inspiración religiosa, en las que sí podría llevarse el símbolo en cuestión. Lo que pasa es que, en Francia, para ciertas confesiones como la cristiana o la judía eso no es problema más que para una minoría (que en general no siente la obligación de portar los símbolos “ostentosos”); la mayoría, es cierto que con coste económico –lo que no es justo- puede acceder a escuelas de su confesión religiosa. Pero resulta que la mayoría musulmana no puede acceder más que en un número ínfimo a escuelas musulmanas, porque casi no las hay. Con lo que se ven abocadas a la paradoja de que, si quieren llevar el pañuelo, tienen que acudir a colegios católicos.
- Como puede verse, la referencia a la laicidad es en sí interesante, pero asumida con inflexibilidad puede tener efectos de grave inequidad, como entiendo es el caso. ¿No podría más bien defenderse una laicidad moderada en la que lo que se pide únicamente es no hacer un proselitismo explícito y en la que se plantea una convivencia, también en los ámbitos públicos, de símbolos diferentes? De lo contrario, la postulada laicidad no se convierte tanto en condición de posibilidad del ejercicio privado y civil de las diversas confesiones religiosas, cuanto en estrategia de discriminación.
Foto: Jane M Sawyer (souldestine@cox.net).
2. El segundo argumento en juego es el de la libertad y autonomía de las personas, en concreto de las adolescentes musulmanas.
- El Gobierno francés entiende que debe asegurar el que todas las personas se sientan libres para llevar o no llevar los símbolos religiosos que sean. Entiende igualmente que hay un importante sector de adolescentes musulmanas que desearían no llevar el pañuelo, pero que lo llevan por una presión insuperable que sufren por parte del entorno familiar y social que tiende a vivir una versión fundamentalista del islam. Si el propio Gobierno impone el que el pañuelo no se lleve en las escuelas públicas, facilita que estas adolescentes hagan lo que desean hacer sin los graves costes de enfrentarse a quienes les presionan.
- El argumento es en sí importante. Porque desde los derechos humanos hay que defender que ninguna mujer musulmana debe sentirse externamente obligada y contra su opinión a llevar prenda alguna. Por un lado, el Estado está entre otras cosas para garantizar que esas coacciones no se den. Por otro lado, si cabe hablar de que llevar el pañuelo está justificado, eso será porque la persona lo lleva porque lo quiere llevar.
- Lo que pasa es que también este argumento tiene sus graves limitaciones. La primera de ellas es que así se consigue que la adolescente que no desea llevar el pañuelo deje de llevarlo en las horas escolares, pero no que deje de llevarlo fuera de ellas, con lo que la ganancia es notablemente discutible. ¿Sirve eso para afianzar progresivamente la posibilidad de que la adolescente se quite definitivamente el pañuelo? ¿O más bien alimenta una autonomía a medias, que necesita del apoyo del poder?
- La segunda de las limitaciones tiene que ver con el propio método en sí. Es contradictorio tomar una medida para proteger la libertad de unas personas –las adolescentes que quieren quitarse el pañuelo-, negando la libertad a otras –las adolescentes que quieren llevarlo-. En este sentido, el Estado está obligado a buscar estrategias que no sacrifiquen la libertad de unos a la de otros.
- Estas estrategias podrían pasar por permitir la convivencia de símbolos religiosos diversos, tratando de que se lleven voluntariamente. Para ello sólo se tomarían medidas legales contra quienes ejercen presiones ilícitas sobre otros. Pero para los demás se trataría de educar en la autonomía y de darles los apoyos sociales y educativos que precisaran, para que luego cada uno/una hiciera lo que le pareciera conveniente. De nuevo, pues, pueden encontrarse razones para ir en contra de la prohibición.
Foto: Emily Roesly (mensatic@comcast.net).
3. El tercer argumento que se ha aducido es el de la igualdad de género. Aquí el pañuelo no tiene tanto un significado religioso, cuanto un significado social: el de expresar una desigualdad y una inferiorización de la mujer respecto al varón. Habría que prohibirlo precisamente porque expresa una violación de los derechos de la mujer. Si la premisa es cierta, la conclusión debe imponerse con total fuerza moral. Pero cabe matizar la premisa.
- Por supuesto, si la mujer lleva el pañuelo forzadamente, eso mismo expresa ya una violación de sus derechos. El que lleve el pañuelo voluntariamente es condición necesaria para su legitimidad moral, pero hay que ver también si es suficiente.
- Para ello tenemos que adentrarnos en el significado en sí del símbolo para ver si expresa esa dominación. Puede hacerse un primer acercamiento estableciendo una comparación entre pañuelo que cubre el cabello, velo que cubre la cara y burka que cubre todo el cuerpo. Parece que es difícil negar que el burka en el marco de Afganistán visibiliza y afianza el arrinconamiento forzado de las mujeres en la vida privada familiar y su sumisión al varón. En este sentido es condenable y hay que buscar estrategias adecuadas para enfrentarse a ello. La significación del pañuelo es en cambio bastante más ambigua: según los contextos y la voluntad de la mujer no necesariamente tiene esa significación de dependencia. De hecho, en mis contactos con movimientos a favor de los derechos de los inmigrantes me he encontrado con mujeres musulmanas activistas plenas (nada relegadas a la vida privada) que desean portar el pañuelo. Esto es, habría que ser cuidadosos en la interpretación del símbolo, al menos en los entornos europeos como el francés –lo digo porque es lo que conozco-, y dar la voz privilegiada y autónoma a las propias mujeres.
- Esto es, interpretar desde fuera un símbolo complejo que es vivido de modos diferentes, es delicado. No es que tengamos que inhibirnos siempre ante las costumbres de otras culturas. Cuando consideremos que violan grave y claramente los derechos de sus miembros tendremos que intervenir con modos acordes con los propios derechos. Pero siempre desde la prudencia en la interpretación.
- El Gobierno francés, de hecho, ha aceptado esto, pues no se ha metido en argumentar que el pañuelo quebranta la igualdad de hombres y mujeres. Si lo hubiera visto así, tendría que haberlo prohibido no sólo en las escuelas públicas, sino en todos los ámbitos, privados y públicos. Porque lo que es discriminación, inferiorización y violencia contra la mujer no puede permitirse en ningún lado. Esto es, el debate sobre la relación entre pañuelo y equidad de género ha sido más bien un debate social (y sigue siéndolo).
4. El cuarto argumento en juego (el más latente) es el de la identidad colectiva. En los países no musulmanes el pañuelo puede pasar a tener una significación de afirmación identitaria frente al otro no musulmán, legítima si respeta los derechos humanos en el marco de la multiculturalidad e interculturalidad.
- Pues bien, hay razones para pensar que un determinado sector de musulmanas en Europa comienza a dar al pañuelo, incluso de modo viviencialmente prioritario, esta significación.
- Eso asusta ciertamente a quienes tienen miedo de la multiculturalidad, y especialmente miedo de la multiculturalidad que incluye lo musulmán, por las conexiones que se hacen con el fundamentalismo (utilizando generalizaciones abusivas).
- Desde aquí, algunos entienden que, en el fondo, aunque sea latentemente e incluso inconscientemente, lo que se busca es debilitar la visibilidad de lo islámico. Por tanto, la medida supuestamente generalizada de prohibir todo símbolo religioso ostensible estaría en realidad encaminada a ello.
- Aparte de que esto sería, de nuevo, discriminatorio, ¿se combate con ello el fundamentalismo o se refuerza? Hay razones para pensar que puede reforzarse.
En conclusión, desde la lógica argumental presentada habría que permitir la presencia de los diversos símbolos religiosos en la escuela pública, sin proselitismos y en espíritu de convivencia y diálogo intercultural. Considero, por tanto, que la decisión francesa no es la más acertada.
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