Jesús ZULET IZURA, caricaturista y comisario de la exposición
Autor polifacético, él prefirió definirse como caricaturista, exiliado y olvidado tras su regreso a nuestro país al comienzo de los 80, su obra gozó del aprecio del público en Venezuela y en buena parte del continente sudamericano. Es preciso advertir que frente a este olvido generalizado en nuestro país, figuras del calibre intelectual de Julio Caro Baroja, Jorge Oteiza o Martín Ugalde, según atestigua y documenta Félix Maraña, llamaron la atención e insistieron en la valoración de Otaño. Los apuntes que descubrimos de su vida, nos revelan una historia profundamente comprometida, de espíritu vital e inconformista, crítico apasionado y creativo apasionante.
Celedonio Otaño. |
Nace en Bilbao en el seno de una familia muy numerosa con 11 hermanos, hijo de médico que ocuparía el cargo de teniente-alcalde en el consistorio de Vitoria y que se dedicaría, entre otras cosas, a la fabricación de armonios. Muy vinculado al ambiente cultural de la época, aprende en el estudio del pintor Díaz de Olano de Vitoria. Recibe una formación religiosa con los jesuitas, estudia en Bélgica e imparte clases de filosofía en Caracas. Al estallar la guerra de 1936 decide volver a su país para ponerse a las órdenes del Gobierno Vasco. Cae prisionero en el cinturón de Bilbao. Consigue la libertad gracias a sus dotes para la pintura al realizar el encargo de un mural en el cuartel de Estella. Por sus facultades artísticas y por sus conocimientos de idiomas se vincula con la red de refugiados y evadidos del Gobierno Vasco, encargándose de la falsificación de pasaportes y del paso a Francia de muchos antifranquistas. Descubierto por la policía emprende el exilio y vuelve a Venezuela.
Allí desarrolla una rica actividad artística y cultural; se asienta profesionalmente como caricaturista, comenzando a destacar en la prestigiosa revista Élite que dirigió en una época Juan de Guruceaga y fue Jefe de Redacción el guipuzcoano Martín Ugalde y de importante vinculación con el mundo vasco. Fue cosechando reconocimiento, colaboró con Martín Garabato (1958-60), El Gallo Pelón o el Diario de la República. En los años cincuenta fundó sus propias secciones y publicaciones como El pájaro bravo. Cabe destacar el éxito de la exposición de caricaturas titulada 100 personalidades, en Caracas en la sala Pasapoga. Venezuela vive una época dorada gracias a sus recursos petrolíferos y cuenta con una prensa moderna y avanzada.
Martín Ugalde. |
Su creación gráfica se completa con una amplísima realización de retratos y paisajes. Lo mas característico de su pintura, junto con la variedad de temas y motivos, es la maestría para escoger la esencia de las cosas. Los suyo son cuadros con mucha luz... Sus retratos y autorretratos son muy expresivos y significativos, vivos, y en ellos se vislumbra su lado como caricaturista. Bien podría definirse como postimpresionista. En los últimos años de su vida regalaría numerosos apuntes y desnudos igualmente expresivos y vigorosos.
Su oposición a la dictadura de Pérez Jiménez le empujará a instalarse en Nicaragua. Allí encontraría a unos campesinos que enterraban cerámicas que llamaron poderosamente la atención de Cele. Descubriría en aquellos vertederos una verdadera fábrica de cerámica precolombina catalogada como Nicoya. Otaño, tras el análisis de miles de piezas diligentemente estudiadas y reproducidas en miles de fichas, se convertiría en algo mas que un arqueólogo aficionado. Sostiene Otaño que estamos ante la verdadera Grecia de América y llega a una conclusión: los indios nicaragüenses poseían su propia escritura, una escritura musical, mediante la cual se trasmitían sus atávicas tradiciones y conocimientos. Un diseño que canta y habla. El arte gráfico: caricatura, pintura y grabado constituyen el fundamento de la obra de Otaño, pero por tradición familiar cultiva también una gran afición a la música y el estudio de la escritura precolombina-musical sintetiza el encuentro de ambas pasiones artísticas culminando su experiencia vital desarrollada entre dos continentes.
La dictadura somocista obligaría a Otaño a abandonar buena parte de aquellos trabajos y a regresar a la tierra que le vio nacer. Su proyecto último, que no logró realizar, fue la creación de un museo precolombino en San Sebastián a partir de estas aportaciones.
Celedonio Otaño suscita un interés especial desde un triple prisma:
a)-su obra gráfica entroncada en las denominadas “artes menores” que lo sitúan como uno de los grandes creadores de la caricatura psicológica,
b)-su papel muy relevante entre los intelectuales del exilio venezolano donde se concentró una parte muy destacada del exilio vasco,
c)-y su pasión por la culturas precolombinas.
La historia de Otaño forma parte de manera notable de nuestra historia del humor gráfico. Esta historia del siglo XX está oculta, perdida y enterrada. La ocultación se extiende también a buena parte de las distintas especialidades vinculadas a las artes menores como el diseño gráfico, la ilustración, el grabado, la moderna infografía y, en general, todo el arte popular que configura la imaginería social y ese llamado “inconsciente imaginario” que arropa bajo sus pliegues nuestra verdadera forma de ser y nuestra propia historia.
El desarrollo del cine y de los modernos medios de comunicación, la propaganda y la publicidad conforman en los años 30 la edad de oro de las artes gráficas y arraigaron de manera especial en el alma popular. El cartelismo y los diferentes creadores visuales alcanzan su máxima expresión internacional en la gran guerra. Todavía nos pesa la losa de ese compromiso, algo superado perfectamente por la poesía y por otros campos de la cultura.
En la sociedad actual de la comunicación cabe suscitar la reflexión sobre el papel del arte en general, y de estas llamadas artes menores en especial. Y la cuestión central creo que habría que situarla en el proceso educativo. La capacidad de comunicación visual, lejos de desarrollarse en las escuelas y centros de educación es castrada y anulada. Es un hecho muy revelador que todos los niños son capaces de dibujar a su madre y de representar y expresar muy sentidos valores y al crecer son incapaces de volver a realizar grafías semejantes avergonzados de extraños complejos, es decir con el bloqueo definitivo de la simplicidad creadora. Otaño, y creo que es algo común en casi todos los humoristas gráficos, recelaba del arte elitista, misterioso, incomprensible... Entendía el arte como la herramienta clave en el desarrollo espiritual de todos y cada uno de nosotros, no como la capacidad exclusiva de iluminados especialistas, de castas sacerdotales, y como expresión de los distintos colectivos sociales. La capacidad artística es algo consustancial al ser humano.
No es extraño que Celedonio apueste por la caricatura desde una radical concepción de cual es el proceso de reconocimiento y de identificación del ser humano y concluya en el estudio de las raíces culturales de la civilización americana. Como bien señala Félix Maraña, es muy importante este intento de la tripleta de vascos: Larrea, Oteiza y Otaño que repararían en las culturas precolombinas ancestrales, camino emprendido por las vanguardias del arte moderno y por sus principales protagonistas como Gauguin y Picasso. Larrea es el primero que confiere valor de Arte a estas creaciones precolombinas. Larrea se vincula con el arte inca, Oteiza se orienta hacia el arte azteca y Otaño busca las raíces donde se entrecruzan las dos grandes culturas mesoamericana y sureña, la que nos reserva, según su propia expresión, mayores sorpresas.
Celedonio Otaño, profesional incuestionable, es justamente el ejemplo de lo que no puede ocurrir. Si las circunstancias históricas de tres dictaduras le acarrearon un forzoso peregrinaje; la desconsideración y el olvido por parte de una sociedad moderna supuestamente comprometida en la defensa cultural y en la promoción de sus ciudadanos constituye el remate mas incomprensible y posiblemente el más doloroso de su vida. La naciente Asociación de Ilustradores vascos, APIE, reclamamos la mínima reparación que se merecía y conseguimos que el Ayuntamiento de Bilbao le ofreciera una exposición homenaje en diciembre del 2004 y la publicación de un libro-catálogo. Hoy pueden encontrar “Otaño-ikusten ikasi-aprender a ver” en la colección Exposiciones del Ayuntamiento de Bilbao y como parte del programa bautizado “Bilbao Izan” para la recuperación de la historia y patrimonio bilbaínos y de nuestra cultura.
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