Josemari VELEZ DE MENDIZABAL AZKARRAGA
Traducción: Koro GARMENDIA IARTZA
Jatorrizko bertsioa euskaraz
Le hemos visitado en el caserío “Amenabar Goikoa”, en Beizama, donde lleva viviendo tres años, junto a su hija, su yerno y sus nietos. Este miembro de una familia de diecisiete hermanos es donostiarra de nacimiento, ordiziarra de corazón y ciudadano vasco dondequiera que ha estado. Pese a que en ocasiones haya tenido que vivir con una identidad oculta. Se trata de Mikel Garmendia Olaziregi, gudari del batallón Intxarkundia que en 1937 fue propuesto para comisario político, aunque no llegó a ostentar el cargo debido a que, camino de Torrelavega, fue capturado por los franquistas y condenado a muerte, como consecuencia de la traición de Santoña.
Mi interés por su persona germinó hace unos seis meses, cuando me comentaron que había leído un libro escrito por mí, disponible en Internet. Me dijeron, además, que incluso podía facilitarme más información sobre el personaje biografiado en dicha publicación. Efectivamente, Mikel fue compañero de celda de mi tío Jose Mari Azkarraga “Lur-Gorri” en Dueso y en Larrinaga, desde agosto a diciembre de 1937. Y a pesar de que Mikel y Azkarraga coincidieron pocas veces en prisión, aquél conocía desde hacía tiempo la trayectoria del segundo, puesto que Mikel, hijo del conserje del batzoki de Ordizia, vendía tanto en esta localidad como en Beasain revistas y diarios euskaldunes – “Eusko Langile”, “Amayur”, “Euzkadi”...-, en los cuales leía con asiduidad los artículos escritos por “Lur-Gorri”.
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Mikel Garmendia Olaziregi. |
“Lur-Gorri” permaneció encerrado en la zona de celdas de los bajos de Larrinaga, y Garmendia, con muchos otros compañeros, estuvo retenido en una amplia estancia del piso superior. Sólo podían verse en el patio. Mikel se acuerda perfectamente de los fatídicos días y noches de aquel diciembre de 1937. Recuerda, como si de ayer mismo se tratara, cómo preparaban los carcelarios la parafernalia del garrote vil. Con el miedo metido hasta los huesos, solía estar aguardando la fatídica orden de “Miguel Garmendia, con todo el petate”. En ocasiones, extenuado por tanta tensión, terminaba por quedarse dormido. Sacaron a “Lur-Gorri” "con todo el petate" el 16 de diciembre, y le fusilaron contra el muro de Derio. Mikel Garmendia corrió mejor suerte. En julio de 1938 fue conducido, junto con otros compañeros, a la prisión de Burgos.
Dejado atrás el horror de Larrinaga, en Burgos le metieron en un calabozo, donde coincidió con Joseba Rezola, Juan Ajuriagerra, Iñaki Unzueta, Luki Artetxe y Javier Artaza. Mikel aún conserva los cuadernos con los que Ajuriagerra le enseñó álgebra, llenos de ecuaciones de segundo grado resueltos con el método Rufini. En Burgos mantuvo asimismo una buena amistad con el hermano de “Lur-Gorri”, Emiliano. El primer día de enero de 1939 –y gracias a la intermediación del jesuita Nemesio Otaño-, a los presos vascos - salvo a los de la oficialía- les fue indultada la pena de muerte. A los oficiales –entre los que se encontraba Mikel- el indulto les llegaría el 24 de septiembre de 1939, día de Nuestra Señora de las Mercedes.
Trasladado a la prisión de Alcalá de Henares, permaneció allí hasta que 1943, que le dejaron libre. Tuvo que cumplir el servicio militar en el ejército español, y fue destinado a África: Tetuán, Tánger, etc. Alguien le comentó que podía regresar a la península, si se avenía a realizar trabajos forzados. Y así fue como llegó al maldito lugar que el régimen de Franco bautizó con el nombre de Valle de Los Caídos. Tuvo que someterse a terribles condiciones laborales. Pero se le apareció el ángel de la guarda, "vestido de ordiziarra". Cuando Andres Arana Matxain, de la empresa Bilore, fue a visitarle le preguntó “¿Quieres salir de aquí?”, Mikel respondió: “¿Y los papeles?”...
Al cabo de unos días, Arana le avisó “Ya tengo los papeles”, y así pudo salir del Valle de los Caídos, con documentación que le identificaba como Pablo Aguado Martín, palentino de nacimiento. Al amparo de dicha identidad, Mikel empezó a trabajar en una fábrica que las empresas Bilore y Jabones Chimbo, esta última de Bilbao, tenían en Fuentepiedra (Málaga). Allí se enamoró de una hermosa trabajadora. Y, sin casi darse cuenta, se acostumbró al modo de vida de la localidad malagueña: cuando, fuera de las horas de trabajo, no paseaba con su novia, jugaba a las cartas, como cualquier otro palentino lo habría hecho. Pero Mikel sabía que él era euskaldun, donostiarra, y que se apellidaba Garmendia. En 1948 tomó la decisión: confesaría su identidad a un amigo de partidas en el bar, ex policía. Este realizó los trámites necesarios para que pudiera recuperar su verdadera identidad. Atrás quedaban los requerimientos de el Diario Vasco y de la Voz de España, ordenando al prófugo Mikel Garmendia a presentarse de inmediato en el Gobierno Militar de Gipuzkoa.
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Mikel Garmendia, Gotzon Azkarraga y su hijo Oiher. |
El siguiente paso consistía en revelar a su prometida Virtudes quién era él realmente. Y al ver que la joven muchacha, una vez conocida la verdad, no se retractaba de su decisión de salir juntos, en 1948 contrajeron matrimonio. La pareja y las dos hijas nacidas en Andalucía vivieron allí hasta 1970, año en que ofrecieron a Mikel un trabajo en la fábrica de Bilore en Zaldibi.
Durante aquellos veintidós años, Mikel mostró a su mujer con toda claridad cuál era su verdadero ser. Le explicó cómo, antes de la guerra, vociferaba a los trabajadores de la CAF “¡Compre Euzkadi, periódico antiespañol!”, y que recibía un céntimo por cada ejemplar que vendía. Le reveló asimismo su participación en un comando en las cercanías de Pago Txiki, en el frente alavés de Ubidea-Ollerias-Elosu, prestando su apoyo al batallón de Intxarkundia, y que en las salidas nocturnas a los fascistas les solía quitar los banderines de la Falange. Que con una vieja cámara fotográfica AGFA retrataba las posiciones del enemigo; y que, de no ser por su amigo el comunista Jesus Larrañaga, en las lomas de Albertia le hubieran acusado de espía y fusilado en aquel mismo momento. Y que Cándido Saseta le prestó en una ocasión una pistola-ametralladora... y que al disparar el tercer tiro con aquel arma - que ni los gángsters habrían empleado en una habitación cerrada- se le encasquilló; que no estaban preparados para la guerra... ;que no hubo un ejército vasco... y... que había perdido a muchos amigos en aquella guerra...
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