Avanzar hacia la plena integración de la cultura de la prevención en la empresaEscuchar artículo - Artikulua entzun

Ignacio MURGIA MAÑAS, Director de Osalan
Fotografía: Arantza CUESTA EZEIZA
Itzulpena euskaraz

A estas alturas, casi nadie pone en duda que el objetivo fundamental de toda política preventiva debe ser el desarrollo de una cultura de empresa que procure las condiciones óptimas de seguridad, salud y confort para sus trabajadores. Sin embargo, y a pesar de que estamos avanzando en este terreno, hemos de reconocer que todavía nos queda mucho para llegar a unas cotas de satisfacción mínimas. El negro inicio de este año es clara prueba de ello.

Las estadísticas se encargan de demostrar, como digo, que aún nos encontramos lejos de conseguir que esa situación ideal -que no utópica- sea una realidad. Y éste es, aunque resulte duro reconocerlo, nuestro presente, pese a la constatación de que en los últimos cuatro años, desde el 2000, se ha reducido ininterrumpidamente el número de accidentes laborales.

Pese a ello, debemos huir de la autocomplacencia y continuar fomentando y exigiendo la integración de la prevención en la gestión de las empresas.

Pasados nueve años desde la entrada en vigor de la ley de prevención de riesgos laborales y a la vista de que los índices de siniestralidad siguen sin reducirse en los valores deseables, debemos reconocer que los objetivos propuestos en la misma no se han conseguido.

Se han detectado, entre otras cosas, una deficiente incorporación del nuevo modelo de prevención y, lo que es más grave, una escasa o nula voluntad de algunos empresarios por integrar el valor de la prevención en su empresa, limitándose éste al mero cumplimiento formal de la norma. Con esta actitud que yo considero errónea, estaremos lejos de favorecer el que la producción de bienes y servicios se realice en condiciones seguras y saludables; en definitiva, que esa producción sea de calidad.

No basta con el cumplimiento formal de las normas para eliminar los riesgos, aunque, sin género de duda, su incumplimiento es garantía total de fracaso en la prevención.

Si nos limitamos a cumplir formalidades administrativas inducidas por leyes, reglamentos, directrices, etc. nos estaremos circunscribiendo a una parte del complejo mundo de la prevención, acaso la menos importante y, sin duda, la que menos incidirá a largo plazo en el cambio de actitudes, conductas y hábitos frente al riesgo laboral.

Ciertamente, los constantes cambios a los que se ve sometido nuestro tejido productivo hacen que el enfoque de la prevención se encuentre, igualmente, en constante proceso de revisión y adaptación.

La introducción de nuevas tecnologías y nuevas formas de trabajo, la terciarización de la economía, la apertura de nuevos mercados, el fenómeno de la inmigración, las nuevas regularizaciones laborales, etc. afectan también a la prevención de los riesgos en el ámbito del trabajo. Pero todas estas circunstancias no pueden servir de excusa al empresario para hacer dejación de su responsabilidad. Porque hay un hecho incuestionable: detrás de cada accidente de trabajo se esconde un fallo o una ausencia de prevención.

Como indicaba al inicio de este artículo, es necesario integrar la prevención en todas las actividades de la empresa y en todos los niveles jerárquicos de la misma para que el empresario pueda responder con garantía a la obligación que le corresponde por ley, la de garantizar la seguridad y la salud de sus trabajadores. Este es, sin duda, un objetivo prioritario en la acción de Osalan y del Departamento de Justicia, Empleo y Seguridad Social en el que este instituto se enmarca.

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2005/03/04-11