Mikel Etxebarria

Delegado del euskera en la Oficina Europea de las Lenguas Minoritarias (EBLUL)

"Las lenguas minoritarias y regionales se deben proteger porque son patrimonio de toda Europa"Escuchar artículo - Artikulua entzun

Estibalitz Ezkerra
Traducción: Koro Garmendia
Jatorrizko bertsioa euskaraz

La mesa del despacho de Mikel Etxebarria está repleta de informes, documentos y papeles. La música clásica que ha escogido confiere al ambiente una calma poco habitual en su vida diaria, pero el sosiego pronto se ve interrumpido por las constantes llamadas telefónicas que recibe. En medio de la vorágine, se permite tomar un breve descanso para concedernos la siguiente entrevista.

¿Por qué situación atraviesa el euskera en comparación con el resto de las lenguas de Europa?

No es tarea fácil cambiar el panorama. La Oficina Europea de las Lenguas Minoritarias (European Bureau for Lesser Used Languages/EBLUL) trabaja en 15 Estados de la Unión Europea, y, obviamente, la realidad lingüística de cada país es distinta. En cualquier caso, en la Oficina Europea diferenciamos entre dos tipos de lenguas: las que consideramos minoritarias en sentido estricto (tales como el euskera, el catalán, etc.); es decir, lenguas locales que, en el supuesto de que dejaran de emplearse en tales ámbitos, se extinguirían por completo, y, por otra parte, las lenguas regionales de las minorías, que vendría a ser, por ejemplo, el caso de la minoría de habla griega de Italia. Si, por el motivo que sea, se dejara de emplear el griego en Italia, no por ello esta lengua desaparecería. Este tipo de situaciones son bastante frecuentes en las inmediaciones de las fronteras: hay una minoría rusa en Finlandia, otra minoría alemana en Noruega, etc.

Por otra parte, hay que tener en cuenta la propia realidad política del país. Comparando con otros países europeos, el Estado español es uno de los que más abiertos se ha mostrado ante la pluralidad lingüística. En España no sólo el castellano es oficial; también lo son el catalán, el gallego y el euskera. En Francia, por ejemplo, la situación es completamente distinta. La Constitución Francesa expresa con toda claridad que la única lengua de la República Francesa es el francés. Así como el Estado español, en su momento, ratificó el informe europeo sobre las lenguas regionales y minoritarias, el Gobierno francés decidió rechazarlo, porque contravenía lo dispuesto en su Constitución. Grecia no reconoce ninguna lengua más que el griego, y el hecho de emplear una lengua distinta es interpretada como desobediencia al Estado o analfabetismo. De hecho, el delegado de Grecia de la Oficina Europea de las Lenguas Minoritarias ha estado encarcelado durante seis meses por haber realizado unas declaraciones en las que proclamaba la existencia de otras lenguas (entre ellas, el macedonio).

En consecuencia, no cabe equiparar las lenguas minoritarias y regionales.

Efectivamente. Lo cual no significa que la situación por la que estamos atravesando sea buena. No debemos olvidar que si el euskera llega a desparecer, lo hará para siempre, y que con su extinción desaparecería todo el valor cultural que el euskera aporta a Europa y al mundo. Si en Italia dejara de emplearse el griego, aun cuando la lengua en sí no desaparecería del horizonte europeo, los italianos perderían uno de sus distintivos de diversidad cultural.

Situándonos en el marco del País Vasco, la situación del euskera varía considerablemente de una zona a otra.

Aquí tenemos tres realidades: la Comunidad Autónoma Vasca, Navarra y el País Vasco continental. La Oficina Europea de las Lenguas Minoritarias, al estar ceñida a la Unión Europea, actúa por Estados, no por lenguas. Por tal motivo, en el Comité del Estado español nos congregamos representantes catalanes, gallegos y euskaldunes. Los euskaldunes del País Vasco continental -que son, sin la más mínima duda, quienes más cruda realidad están viviendo, habida cuenta de que en Francia el euskera ni tan siquiera ha sido declarado lengua oficial- están integrados en el Comité de Francia. La situación de la CAV es bastante buena. Se detectan algunas carencias en los ámbitos de la Justicia y de la Sanidad, pero, en términos generales, contamos con los instrumentos indispensables para asegurar la supervivencia del euskera; es decir, con el sistema educativo y los medios de comunicación. La situación de Navarra es más problemática. La Ley Foral del Vascuence establece que el territorio navarro se divide en tres zonas: la vascoparlante, la mixta y la no vascoparlante. En la primera de ellas a los euskaldunes se les reconoce una serie de derechos; en la zona mixta la utilización del euskera depende en su mayor parte de que los ciudadanos manifiesten expresamente su voluntad; y en la zona no vascoparlante, tanto desde el punto de vista legal como administrativo, el euskera prácticamente ni tan siquiera existe.

Las circunstancias que rodean al euskera en Navarra han llegado a encender la alarma roja.

La Oficina Europea de las Lenguas Minoritarias es una organización no gubernamental, de modo que, aun cuando las lenguas están muy sujetas a la política, nosotros no podemos intervenir en ella. Nosotros no cuestionamos la Ley Foral del Vascuence. Se trata de una decisión política que en su momento se adoptó con el voto a favor de la mayoría. Lo preocupante -tal como hemos manifestado en Europa- es que el euskera, en Navarra, tenía una cierta protección legislativa y estaba presente tanto en la normativa como en la Administración, pero, a partir del año 2000, la Administración está menoscabando esa presencia. Antes se aceptaba que los carteles de los nombres de las calles de Pamplona estuvieran redactados en euskera y en castellano; ahora, sin embargo, están sólo en castellano. Se está produciendo un retroceso único en Europa.

¿En qué puntos entran en colisión las políticas lingüísticas de Navarra y de Europa?

El desarrollo de la política lingüística se podría comparar con subir por una escalera. En una escalera se sube, de vez en cuando se puede parar y descansar, o dejar de avanzar. Los pasos podrán ser mayores o menores, pero nunca se retrocede. La política lingüística de Europa va avanzando poco a poco. En los últimos veinte años ha elaborado múltiples informes, ha respaldado la pluralidad lingüística, y, paulatinamente, ha ido aprobando normas destinadas a proteger las lenguas minoritarias. Los procesos se pueden desarrollar con más agilidad o con menos, pero siempre en el sentido de avanzar. Y en Navarra está sucediendo todo lo contrario, se está retrocediendo. Pero no porque exista una presión social que justifique tal proceder. La gente no protestaba porque las señales viarias se encontraran en bilingüe; eso no ha ocasionado ningún problema. Lo que realmente nos preocupa es que las decisiones se han tomado intencionadamente. En Europa no pueden llegar a entenderlo. Esa conducta contradice total y absolutamente su política lingüística, que establece que, en la medida de lo posible, y atendiendo a la demanda social, las lenguas minoritarias deben ser protegidas.

Entre las medidas previstas para otorgarles dicha protección se encuentra la discriminación positiva, una medida que no todos los Gobiernos aprueban.

Las políticas lingüísticas diseñadas en los últimos años plantean la discriminación positiva como un principio básico y fundamental. Pero esta medida no significa que las iniciativas que se adopten en pos de las lenguas minoritarias lo sean en perjuicio de quienes desconocen esas lenguas. Si el planteamiento fuera ése, las lenguas minoritarias estarían siempre en la misma situación. En Navarra se está actuando justamente en el sentido contrario. Las autoridades no llegan a entender que el euskera es patrimonio cultural de todos los navarros, tanto de los que saben hablar en euskera como de los que no. Es a la Administración a quien corresponde declararlo patrimonio cultural. Defender el euskera no significa que se desprecien las demás lenguas. A nadie se le pasa por la cabeza que las discriminaciones positivas que se adoptan en el ámbito social y en el de bienestar vayan en contra de determinados sectores. Cuando se aprueba conceder unas ayudas a los disminuidos físicos y psíquicos para acceder a un piso, nadie manifiesta su disconformidad porque desfavorezcan a los que no son disminuidos. Pues con las lenguas sucede exactamente lo mismo.

Hay otra cuestión que merece ser tratada. En Navarra, el conocimiento del euskera se valora exactamente igual que cualquier otra lengua de Europa, por lo que para conseguir un puesto de trabajo en las zonas vascófona y no vascófona lo mismo da tener conocimientos de euskera que de inglés. Nos parece un criterio totalmente injusto e inaceptable. El euskera no se puede equiparar ni con el inglés, ni con el francés. El euskera es la lengua de Navarra, no así el inglés, que, aunque esté bien el conocerlo, no es una lengua propia de Navarra, ni parte de su cultura. Quisiera subrayar que en Europa se ha planteado que, de aquí en adelante, los europeos dominen tres idiomas: la lengua madre, la lengua del país en el que residen, y una lengua internacional. Y se ha acordado que, en el supuesto de que la lengua madre y la lengua del país de residencia sea la misma, la tercera lengua tendrá que ser la de un país vecino. No se han conformado con el conocimiento de dos lenguas. ¿Por qué? Porque un 10% de los europeos habla una lengua minoritaria. Es un dato importante.

¿El cumplimiento de qué mínimas condiciones aseguraría a una lengua su supervivencia?

El futuro de una lengua depende de muy diversos elementos, pero hay tres que podemos considerar absolutamente necesarios: contar con un mínimo número de hablantes, disponer de medios de comunicación que se desarrollen en dicha lengua, e introducir esa lengua en el sistema educativo. Una lengua que no cuenta con un número suficiente de hablantes o que carece de un sistema educativo efectivo y de medios de comunicación, es una lengua sin futuro.

Teniendo en cuenta esos tres factores, ¿cuál sería la propuesta de la Oficina Europea de las Lenguas Minoritarias?

La Oficina Europea elabora sus propuestas partiendo de la realidad local. Ante la próxima adhesión a la Unión Europea de cinco países, entre los cuales se encuentran Estonia, Letonia y Lituania, es muy probable que la próxima reunión de la Oficina Europea, que tendrá lugar en Alemania, sea escenario de arduos debates. En el caso de Letonia, el 80% de la población habla en ruso, desconoce su lengua madre. Ante tal situación, tras haber alcanzado la independencia, las autoridades decidieron incluir entre las condiciones para poder conceder la nacionalidad letona el conocimiento del letón. Hoy en día, las instituciones públicas publican toda su información en letón, en una lengua que la mayoría de la gente no entiende. Visto desde fuera, puede parecer una situación dura, pero nosotros consideramos que es necesario proteger sus derechos. Es indispensable proteger las lenguas minoritarias y regionales, porque son patrimonio de toda Europa.

¿Y cuál es su parecer respecto al euskera?

Lo que está claro es que el euskera debe ser reconocido como lengua oficial en el País Vasco continental, porque cuenta con un importante número de hablantes. Es obligado garantizar su presencia en la enseñanza, en la administración y en los medios de comunicación. El asunto sobre la conveniencia de crear un Departamento vasco no es de nuestra competencia; nosotros no nos metemos en cuestiones de índole jurídica.

En cuanto a Navarra, es imprescindible detener el retroceso que se está produciendo. No reivindicamos que su oficialidad se extienda a todo el territorio, pero sí que las autoridades dejen de actuar de un modo tan regresivo. La sociedad, sin embargo, mantiene una actitud abierta ante el euskera, una postura que habría que potenciar y desarrollar. Jamás olvidaré las palabras que Mitxelena pronunció en una conferencia. Mantenía que ante un problema dado se pueden adoptar actitudes muy dispares, pero lo que de ninguna manera se pueden aceptar son las posturas neutrales. A un enfermo le puedes ayudar a que se cure, le puedes suministrar un veneno, o, adoptando la que vendría a ser la postura neutral, puedes quedarte mirándole de brazos cruzados, pero eso no contribuiría a su curación. La postura neutral es tan perniciosa como la postura antagónica, porque ambas conducen a una muerte segura.

En este sentido, mantenemos una actitud optimista ante el futuro del euskera en Navarra. Vamos a presentar cinco sugerencias o consejos al Gobierno Foral: en primer lugar, que dejen de utilizar el euskera como arma política. Esta medida sería aplicable no sólo en Navarra, sino en todo el País Vasco. El euskera no es patrimonio de un partido político, sino de toda la sociedad, y, por tal razón, debe estar al margen de la política. En segundo lugar, convendría fundar una entidad destinada a diseñar y desarrollar una política lingüística para la Administración de Navarra, porque tal política no tiene que circunscribirse a los ámbitos de la educación y la cultura, sino extenderse a los hospitales, al transporte público, etc. En tercer lugar, habría que adoptar medidas de discriminación positiva para el euskera, lo cual no significa que perjudiquen a la lengua española. En cuarto lugar, convendría normalizar las relaciones entre los grupos y asociaciones que trabajan en pos del euskera y la Administración de Navarra, y, por último, en la zona no vascófona se debería posibilitar impartir la enseñanza en euskera, para que, quien lo desee, tenga la posibilidad de estudiar en euskera.

A nuestro juicio, éstas son las medidas que las autoridades navarras deberían adoptar. Sabemos que son muy generales y que a algunos les parecerán livianas, entre otras razones porque no plantean ninguna solución para las ikastolas alegales, pero, a nuestro entender, son medidas dignas de recibir la aprobación de toda la sociedad de Navarra.

Tratándose la Oficina Europea de las Lenguas Minoritarias de una organización no gubernamental, probablemente en ocasiones le resulte difícil que los Gobiernos lleguen a tomar sus propuestas en consideración.

La Oficina Europea jamás ha actuado, ni actuará, en contra de los Gobiernos, sino todo lo contrario: se dispone a colaborar en todo momento en defensa de las lenguas minoritarias. Nuestro cometido se limita a presentar sugerencias; no podemos pasar de ahí. Desempeñamos dos funciones: por una parte, tratamos de fortalecer la relación entre las lenguas minoritarias, de intercambiar información y experiencias, y de realizar visitas; y, por otra parte, hacemos un seguimiento a los programas que, en el seno de la Unión Europea, se están desarrollando en torno a las lenguas, y les comunicamos nuestra opinión al respecto.

A fin de cuentas, ejercemos como asesores. Estamos haciendo todo lo posible para que la Constitución Europea que se está gestando recoja la prohibición de discriminar por razón de la lengua. Sabemos perfectamente que no podemos obligar a ningún Gobierno a adoptar determinadas medidas, pero sí podemos llamarle la atención sobre lo que consideramos incorrecto y proponerle corregir su postura. El hecho de ser una de las ONGs más importantes de Europa y ajena al mundo de la política juega ampliamente a nuestro favor. Nuestra opinión es netamente profesional.

Según lo dispuesto en los informes elaborados por la UNESCO, son cada vez más las lenguas minoritarias que están al borde de la extinción. Debe de resultar desolador el querer y no poder salvarlas de su destino.

Desde luego. Produce una tremenda sensación de impotencia el acudir a los comités y ver que algunas de las lenguas que están representadas tienen ante ellas un futuro totalmente incierto, y ser consciente de que, en esa lucha por la supervivencia, algunas terminarán por desaparecer. Lamentablemente, ésa es la realidad. Las lenguas que apenas tienen hablantes, o las que no están presentes ni en el sistema educativo ni en los medios de comunicación, no tienen ninguna salida. Cuestión distinta es que algunas lenguas nacionales tengan un uso reducido. El finlandés, por ejemplo, es una lengua nacional, pero la mayoría de los habitantes de los países del norte de Europa emplea el inglés, a sabiendas de que su lengua, en Europa, no es más que su lengua madre.

¿Se muestra optimista ante el futuro del euskera?

Sí. Sigo con preocupación los casos del País Vasco continental y de Navarra, pero creo que hay razones para sentirse optimistas, porque el futuro del euskera se encuentra en buena parte en manos de los euskaldunes. El euskera dispone de unos mínimos instrumentos que favorecen su desarrollo, y no todas las lenguas minoritarias cuentan con ellos. Sin tales instrumentos, sin una televisión y sistema educativo en euskera, nos hubieran hecho falta grandes dosis de voluntad para impulsar el euskera. Pero la cuestión es que contamos con esos instrumentos, de modo que los principales responsables del futuro del euskera somos nosotros mismos. Si el euskera no avanza, no será porque no nos lo hayan permitido, será porque no hemos cumplido con nuestro deber.

Mikel Etxebarria Etxeita

Zornotza, 1959.

Licenciado en Historia. Es patrono de la Fundación Aurten Bai, y delegado de la lengua vasca en el comité del Estado español del European Bureau for Lesser Used Languages (Oficina Europea para las Lenguas Minoritarias). Entre 1992 y 1995 fue viceconsejero de Cultura del Gobierno Vasco, y en la actualidad ostenta el cargo de Jefe de Servicio de Acción Cultural de la Diputación Foral de Bizkaia.

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