A sus 83 años, y a pocos días de recibir la Medalla de Oro de Guipúzcoa, este reconocido empresario y mecenas cultural vasco le pide a la vida sólo unos años más de salud para poder ver, con sus propios ojos, concretados los sueños de su pueblo.
En un hotel de Santiago, Juan Celaya se dio el tiempo para conversar. Y entre cigarro y cigarro compartió el cariño y aprecio que le tiene a nuestro país. “Chile siempre me ha venido muy de cerca. Cuatro hermanos de mi abuela vinieron aquí muy jóvenes e hicieron su vida en Chile, los Emparanza. Luego llegaron dos hermanos de mi padre, uno de ellos murió al poco tiempo y el otro hizo también su vida en este país. Mi padre estuvo en Chile durante seis años como exiliado de guerra y recuerdo que cuando estaba de mal humor sólo hacía falta hablarle de Chile y mágicamente le cambiada la cara. Y eso los parientes directos. Por otra parte, hijos de Oñate nacidos allí e hijos de ellos, habían unos 500 cuando volvió mi padre a Euskadi, así que mi relación es muy cercana… cuando vengo a Chile me siento como en casa”.
Para más coincidencias fue un pariente vasco chileno el que inspirara la creación de una de sus más importantes empresas: Cegasa. “Hacia los años 20 mi padre tenía una sociedad de armaduras de paraguas. Un buen día llegó a Oñate un primo chileno, Urcelay, y conversando con él comentó que había trabajado un año en una fábrica de pilas en Alemania. A mi padre le quedó dando vueltas la idea en la cabeza y decidió formar la empresa”.
Negocios vs. cultura
Para Celaya, la jubilación definitivamente no está en sus libros. “Cuando tienes sociedades no te cabe en la cabeza este tema. Además que lo que he generado yo no lo he hecho sólo, sino con un equipo numerosísimo que trabaja conmigo hace 30 ó 40 años, estoy muy implicado con ellos. Vender, la verdad, es que no me cae nada bien”.
Molesto, porque siempre lo vinculen sólo a los fríos e impersonales números, señala: “ante todo soy un hombre, soy Juan Celaya Letamendi, hijo de Javier y de Jacinta, nacido en el caserío de Upainkoa. Entre otras actividades que he desarrollado están los aspectos industriales o económicos, pero ante todo está el hombre. No me limiten a mí sólo a la función empresarial. Me interesan muchas otras cosas y por muy encima de las pilas y el quehacer material de fábrica…me preocupa Euskadi”.
¿Qué le preocupa del País Vasco?
La idea de mantener la identidad de mi pueblo ante la realidad de la globalización. ¿Cómo va a ser el futuro de Europa y el mundo?, creo que esto nadie lo puede prever. Me gustaría que el pueblo vasco continuara, continuara nuestra cultura, nuestro idioma. Nosotros, que somos pocos, tendremos que sanearnos para mantener nuestro ser. Y esto se logra queriéndolo y teniendo ganas.
Pero para tener la respuesta del futuro del País Vasco hay que preguntarle al pueblo y esto se llama consulta. Yo no puedo admitir lo que está pasando allí y protesto con toda la violencia que puedo frente al hecho de que un grupo, llámese como se llame, diga que no va a permitir que mi pueblo se exprese. Si alguien va a impedir que yo emita mi opinión, sobre cualquier cosa, voy a querer que desaparezca de enfrente este obstáculo.
¿Y cuál es el papel que podría cumplir la diáspora en ello?
Creo que no existe la suficiente conciencia en Euskadi de la importancia de la diáspora. Pienso que no se ha trabajado bien este tema. En el País Vasco apenas llegamos a 3 millones de personas y fuera de él hay unos 5 ó 6. Ante la pequeñez nuestra es vital que se trabaje correctamente este punto con el objeto de conseguir la liberación de nuestro país. No voy a culpar a nadie, las razones son muchas, razones históricas, presiones… pero creo que un partido político, cualquiera que sea, no debiera dirigir el trabajo que se realiza con la diáspora, ya que ésta debe consagrarse a la unión de los vascos.
El sionismo en este aspecto lo ha hecho bien ¡por favor, no te confundas, no soy sionista!, pero nadie puede concebir a Israel sin el enorme apoyo que recibe del exterior y se mantiene gracias a ello.
Euskal Fundazioa
Celaya ha trabajado siempre en pos de la cultura vasca (Ikastolas, UZEI, expedición Tximist al Everest, ciclismo...), y hoy figura como promotor y presidente de Kulturaren Aldeko Euskal Fundazioa, cuyo objetivo es que la cultura sea el punto de conexión de todos los vascos. “Creo que debería haber una fundación que agrupara a todos, porque somos pequeños y la parcialización no nos conviene en ningún aspecto. Esto no quiere decir que exista un único medio, pero lo que sí pienso es que no es positivo que una función específica se divida en varias ramas, porque aún uniéndonos somos pocos.
Euskal Fundazioa es una institución que no hace más que repartir los fondos en las distintas parcelas de la cultura vasca, y como las necesidades son ilimitadas nos encontramos que lo difícil es priorizar. No estoy a favor del acaparamiento de nada, mi función es darle dinero a los “hacedores” y si pudiera dar más, más a gusto me quedaría. Me gustaría que alguien me asesorara, que me dijera esto debes darlo así y aquí”.
En pocos días más la Diputación Foral concederá a Juan Celaya la Medalla de Oro de Guipúzcoa, junto al obispo emérito de San Sebastián, José María Setién y al periodista Iñaki Gabilondo por ser “personas ejemplares para la sociedad guipuzcoana”.
¿Cómo recibes este reconocimiento?
Pocos días antes de venir a Chile me llaman y yo no tenía ni la más mínima idea para lo que era. Me extrañó. Como le dije al juez -muchas gracias…más gustosamente se recibe un premio, y de esta naturaleza, que una patada en la tripa. Os agradezco sinceramente y nada más. Tampoco me preocupo del por qué me lo dan a mí, la verdad es que no me gustaría estar en el lugar de aquéllos que entregan el premio”.
¿Cuándo podremos leer una biografía de Juan Celaya?
¿Una biografía? nunca lo he pensado. Sí me han dicho muchas veces que lo haga, pero tampoco creo que sea tan interesante.
Pinceladas
de una vida
Juan Celaya Letamendi, nacido en Oñati (Gipuzkoa) el 29 de agosto de
1920, es Doctor Ingeniero Industrial por la Escuela de Ingenieros de Bilbao.
La Empresa de pilas Cegasa
(1934) ha sido el antecedente a partir del cual ha desarrollado sus posteriores
iniciativas industriales, como: Tuboplast (envases de plástico) e Hidronor
(tratamiento de residuos). Es también partícipe en empresas
como Conservas Ulecia, vinos Lan, cartuchos CTL Activ, entre otras.
La actividad industrial de Celaya no se limita al País Vasco, sus fronteras
se extienden a: España, Francia, Inglaterra, Portugal, Estados Unidos,
Chile, Argentina, México y otros países.
Además su interés por las dimensiones sociales y culturales,
ha hecho que apoye diversas iniciativas, como las ikastolas, UZEI, Expedición
Tximist al Everest, entre otros.
Es también promotor y presidente de K. A. Euskal Fundazioa, donde lidera
este proyecto para crear un ámbito de encuentro de todos los vascos
en la cultura.
Uno de los galardones que ha recibido es la distinción Lan Onari, otorgado
por el Lehendakari, Juan José Ibarretxe. Y hoy sumamos la Medalla de
Oro de Guipúzcoa concedida por la Diputación Foral por ser “una
persona ejemplar para la sociedad guipuzcoana”.
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