RESUMEN:
El
hombre de hoy tiene la sensación de que las catástrofes
naturales se suceden en los tiempos actuales con una frecuencia,
fuerza y peligrosidad como nunca haya sucedido. Sin embargo, la
historia
natural de la Tierra nos dice que nuestro planeta se encuentra en
una de las fases más dulces y que la vida, en sus orígenes,
se abrió paso entre cataclismos más potentes que los
actuales.
Hay algo de inevitable en las catástrofes,
la componente de fuerza natural y otra componente más remediable,
que es el desastre que se produce entre las poblaciones humanas.
Los primeros hombres de la historia sabían acomodar su comportamiento
social a los ritmos naturales, para ello elevaban al rango de dioses
a las fuerzas de la naturaleza, por lo que se aseguraban una actitud
de respeto y adaptación, lo que les permitía una mayor
supervivencia. El hombre actual, más creyente en la tecnología
que en aquellos dioses, tiende a vivir o bien ignorando estas fuerzas
naturales o sintiéndose a salvo de ellas a través
de la tecnología, lo que eventualmente le obliga a pagar
un alto precio. (INDICE)
PRESENTACIÓN:
Cuando me pidieron que preparara un
artículo sobre el tema de las catástrofes naturales,
acepté gustoso mientras se agolpaban en mi mente imágenes
escalofriantes de dolor y desgracias, personas muertas o desvalidas
y los mensajes que una y otra vez en los medios de comunicación
incitan a la solidaridad internacional
Por mi recuerdo desfilaron las circunstancias
catastróficas de los terremotos de Turquía, las inundaciones
de Mozambique, las anteriores en Venezuela, Alemania y el Ganges
en la India, los recorridos
mortales de los huracanes Linda y el Mitz por Centro América...no
puedo olvidar los desastres que ocasiona el Niño en su visita
eventual a las costas y montañas de Perú...y de los
volcanes que en Filipinas, Bolivia, Colombia, etc., van dejando
estelas de poder y destrucción. Están también
en mi mente los fenómenos más vulgarmente asociados
al cambio climático y calentamiento de la Tierra, como la
desertización, grandes sequías que destruyen cosechas
y la esperanza de muchos pueblos, la regresión de los glaciares
y hasta la devastadora acción de los aludes primaverales.
¿Por dónde empezar?
La primera tentación fue recurrir
a la abundante literatura que se está publicando en estos
tiempos relacionando el evento oceanográfico llamado el Niño
con la mayor parte de los desastres que se producen. En el artículo
que el año pasado por estas fechas preparé para esta
misma publicación electrónica sobre este fenómeno
natural refería una relación de direcciones webs que
presentaban datos de países de diversas regiones del mundo
que relacionaban sus desastres naturales con el Niño. Sin
embargo, he estimado preferible no cargar más las tintas
sobre algo que es inevitable y ofrecer mis reflexiones sobre lo
que las catástrofes naturales tienen de evitable. (INDICE)
EL CONCEPTO
DE CATÁSTROFE NATURAL
Para poder al menos intuir los aspectos
evitables de una catástrofe natural es necesario analizar
los elementos que la componen.
Por
un lado se trata de una exhibición del inmenso poder y energía
de la Naturaleza que se concentra en el tiempo y el espacio. Por
lo general, la Tierra actúa como una bomba de calor que utiliza
el agua (estado líquido y vapor) como transmisor del calor
que difunde del ecuador a los polos. Por eso la mayor parte de las
catástrofes que se refieren a la bomba de calor, se traducen
en grandes descargas de agua o sequías persistentes. Hay
que añadir que la propia Tierra es una estructura no consolidada
que guarda en su interior calor y energía en órdenes
de magnitud inmensas... en realidad, debemos considerar que la parte
habitable de la Tierra es una fina corteza que descansa sobre estructuras
en permanente actividad y movimiento, las cuales liberan energía
a través del vulcanismo y de los seismos y la tectónica
de placas.
La segunda componente de las catástrofes
naturales se refiere a la ruptura de los equilibrios existentes
en la fina capa que compone la biosfera: cuando se produce el desastre
natural, no existe ser vivo en la biosfera capaz de convivir con
tal irrupción de energía: Se destruyen los ecosistemas
y los seres vivos.
La combinación de ambas componentes
conforman el sentido de una catástrofe natural: la concentración
en el espacio y en el tiempo de enormes cantidades de energía
que desbordan los niveles de tolerancia de los seres vivos sometidos
al evento. Cuando se despliega una inmensa energía pero no
se concentra a la vez en el tiempo y el espacio no se considera
catástrofe: la elevación de las montañas y
cordilleras desarrolla una gran energía pero a lo largo de
dilatados espacios de tiempo, por lo que no producen efectos nocivos
sobre los seres vivos. La catástrofe se define, sobre todo,
por los efectos nocivos que tiene sobre la biosfera y más
aún sobre el hombre.
La Energía obedece a las leyes
de la Física, por consiguiente, los procesos que liberan
energía natural en grandes dosis podrían ser de alguna
manera predecidos, aunque a los niveles de magnitud que nos referimos
es improbable que el ser humano pueda hacer algo para evitarlos.
Sin embargo, donde realmente se puede
actuar es en la ruptura de los equilibrios biológicos: el
ser humano podría utilizar lo que de previsible tiene el
modelo físico para minimizar los daños en los ecosistemas
y en sus asentamientos antes de que se produzcan los eventos de
liberación de energía. (INDICE)
LA VIDA
SE ABRE PASO ENTRE GRANDES PULSOS DE ENERGIA
Desde hace 5.000 millones de años,
en que la Tierra empezó a conformarse como un planeta, estas
irrupciones de energía han sido habituales. A medida que
se ha enfriado la corteza, se han reducido los acontecimientos liberadores
de energía. Quizá podemos afirmar que después
de 5.000 millones de años este es el período más
calmado energéticamente. Sin embargo, las pequeñas
muestras que necesariamente se producen provocan enormes desastres
para los seres vivos y sobre todo para el hombre ya que se ha extendido
y asentado por todos los rincones del planeta. Sin embargo hay que
dejar claro que en la evolución del planeta, la disipación
de la energía inicial y la propia acción de los seres
vivos han reducido los episodios de conflictividad para la vida
en la Tierra.
La actividad atmosférica de
la Tierra apareció hace 3.700 millones de años cuando
los gases procedentes de la actividad volcánica quedaron
pegados a la Tierra dotándose de una gravedad determinada que hizo
que se quedara con los gases más pesados y menos calientes
perdiendo el Hidrógeno y el Helio. Cien millones de años
de lluvias permanentes provocaron la formación de los océanos
contribuyendo más aún al enfriamiento de la Tierra.
En esta circunstancia, el planeta azul dio oportunidad al surgimiento
de la vida: el efecto invernadero era miles de veces superior al
de la atmósfera actual. La actividad energética de
la Tierra se apaciguó. Los seres vivos se consolidaron en
la Tierra y transformaron la atmósfera produciendo el oxígeno
atmosférico como un residuo biológico de la acción
de la fotosíntesis. La vida creó un mecanismo de defensa
por medio del ozono estratosférico. Posteriormente, los seres
vivos marinos captaron inmensas cantidades del CO2 atmosférico que se fue depositando en
los fondos marinos en forma de carbonatos, con lo que el efecto
invernadero de la atmósfera disminuyó progresivamente.
La litosfera cambia de forma permanentemente,
los continentes se desplazan independientemente yendo a la deriva
sobre la masa magmática interna. Hace 250 millones de años
se reunieron las tierras emergidas en un solo continente al que
se le ha denominado Pangea. Los desplazamientos de los continentes
continúan en la actualidad dando lugar a grandes seismos
y la formación de las montañas.
Desde el origen de la Tierra nuestro
planeta ha recibido la constante visita de masas estelares que incorporaron
sus masas y energías a las de la Tierra. Hace 65 millones
de años la llegada de un asteroide sobre la superficie de
la Tierra provocó una catástrofe difícilmente
reconocible de no haber sido por causar la extinción de la
mayor parte de los dinosaurios.
En la actualidad el planeta sigue
enfriándose y el equilibrio de la atmósfera y los
océanos condiciona gran parte de los desplazamientos de calor
configurando el clima.
La
tectónica de placas permite hacer previsiones de lo que sucederá
con los continentes: el Mediterráneo se cerrará, Australia
se fusionará con el Extremo Oriente. Sin embargo, lo más
relevante es que la actividad volcánica irá desapareciendo
paulatinamente, la Tierra se enfriará, por lo que no habrá
ni terremotos ni movimiento de las placas tectónicas. Dentro
de 4.500 millones de años el océano podría
cubrir la Tierra. La vida ya no existirá y el destino de
la Tierra estará ligado más que nunca al del Sol.
La vida natural ha estado condicionada
permanente por los cambios producidos por la disipación de
energía de la Tierra. A lo largo de la historia natural se
han producido pulsos de energía de manera continuada, algunas
de ellas produjeron la extinción en masa de los seres que
entonces habitaban la Tierra. En la actualidad se considera que
habitamos la Tierra solo el 1% de las especies que han existido.
Por consiguiente, se puede decir que la extinción es una
condición intrínseca a las especies biológicas.
Alguna teoría supone que cada 25 millones de años
se producen extinciones en masa de las especies vivas como consecuencia
de la aproximación al sol de una estrella gemela a la que
ya los científicos han denominado Némesis.
Aún se podría decir
más, la evolución de la vida se produce en razón
a que los equilibrios de la Biosfera se rompen periódicamente
permitiendo que especies poco significadas en un ecosistema puedan
sustituir a otras más significadas pero que no aportan ventajas
adaptativas en el nuevo ecosistema; como si la vida necesitara de
las catátrofes naturales para progresar.
Por
consiguiente, la adaptación al entorno cambiante, cuando
se considera como una estrategia a medio y largo plazo, es un valor
de inteligencia que permite superar con éxito los estados
conflictivos y catastróficos. Por otro lado, La catástrofe
ambiental es una discontinuidad en la evolución natural en
la que se enfatizan los mecanismos de la selección natural.
(INDICE)
LAS CATÁSTROFES
FUERON FORJA DE DIOSES Y LEYENDAS EN LA HISTORIA
Cuando el hombre dio sus primeros
pasos en la Tierra, seguía la ley natural de la adaptación
como medida de supervivencia: conocía el ambiente y los ritmos
naturales en que vivía y adaptaba sus normas de conducta.
En la prehistoria de Euskadi, los
primitivos buscaban refugio lejos del alcance de riadas, desbordamientos
e inundaciones. De esta forma encontramos las cuevas de Santimamiñe,
Amalda, Ekain, Galdames y muchas otras, en las laderas de los montes,
apartados de los cauces de los ríos y ensenadas marinas.
Los fenómenos naturales fueron
el origen de numerosos dioses, mitos y leyendas en la mayor parte
de las tribus y pueblos de la Tierra. Buscaban la forma de convivir
con ellos y procuraban evitar acciones que desataran su ira. Buscaron
explicación para la mayor parte de las catástrofes
naturales y si no la encontraban fabricaban una leyenda que permitiera
mantener en la memoria colectiva la necesidad de adaptar las pautas
de comportamiento a su presencia ocasional. De esta manera mitigaban
sus efectos y consecuencias.
La
erupción de Thera o Santorini (Atolón del Mediterráneo
griego que se formó como consecuencia de una erupción
volcanica) en el 17th siglo AC se ha relacionado con el derrumbamiento
de la civilización Minoica en la tardía Edad del Bronce,
con el Éxodo Bíblico, y con la destrucción
de la Atlántida.
Aunque las fechas de la explosión
del volcán son discutidas por los arqueólogos en relación
a las dinastías egipcias, de donde se obtienen numerosas
referencias, los modernos análisis de la acidez en los hielos
antárticos y de C14 permiten
centrar las fechas en el entorno del 1600 AC. Esta erupción
pudo causar una liberación de energía en forma de
calor superior a cualquier otro cataclismo de la prehistoria.
Mott Greene ha estudiado con detalle
los relatos de la Theogonia de Hesiodo y los compara con los acontecimientos
acaecidos con motivo de la explosión del volcán de
la isla de Thera. La batalla de Zeus y los Titanes, relatada por
Hesiodo es un detallado y pormenorizado reflejo de los acontecimientos
producidos por el volcán.
La erupción del volcán
debió de ser 10 veces superior a la del Vesuvio en el año
79 AC estimándose en más de 30-40 km3 de magma
que fueron erupcionados violentamente, con una columna de cenizas
de 36 km de altura que proyectó noche durante meses en el
Mediterráneo y permaneció en la atmósfera durante
varios años afectando a todo el hemisferio Norte. El enfriamiento
causado por el polvo estratosférico quedó reflejado
en los anillos de crecimiento de los árboles de Turquía,
Irlanda y en California,(USA) y en los hielos polares. Produjo un
tsunami (ola gigante) de alrededor de 10 m de altura.
Mi buen amigo Tim Wyatt explicó
estas razones en una conferencia de expertos en cambio climático
en la misma isla de Santorini, elverano de 1999. Pero no abandonó
la búsqueda de explicaciones en
la literatura mencionada... a través de los diálogos
de Platón, Timaeus y Kritias nos fue legada la historia de
la ciudad sepultada por el mar, la Atlántida. Los análisis
histórico-geológicos sitúan la desaparición
de la Atlántida en la erupción del Thera. La cultura
Minoica tuvo su declive precisamente en el entorno del siglo 17
AC, pudiendo ser el tsunami quien destruyó su poder naval,
pasando posteriormente el poder al continente griego.
Hay también quien relaciona
las plagas de Egipto, el sol se oscureció, surgió
fuego en el cielo, una nube de gases arrasaó los pueblos,
el mar se abrió, como los acontecimientos de la erupción
del Thera.
Si estos acontecimientos se relacionaron
por coincidencia en el tiempo o simplemente fueron recopilados por
las diversas culturas y utilizados anacrónicamente según
sus intereses no será fácilmente descifrable.
En diversas culturas del Oriente próximo
se recogen leyendas de algo similar a lo que la Biblia presenta
como la Torre de Babel, para la confusión de las lenguas,
e incluso hablan también de acontecimientos como el diluvio
universal. No sabemos el origen de estas historias, incluso podría
ser que el escritor sagrado las hubiera escuchado de otras culturas
y las plasmara en sus escritos. Lo que sí importa es que
las diferentes culturas recopilaron historias de catástrofes
naturales adosándoselo a sus dioses para que sus lectores
pudieran sacar conclusiones sobre la necesidad de conformar su conducta
según las creencias que les dictaban.
Por último, quisiera traer
a colación el sentido religioso y cosmogónico de los
egipcios: sus numerosos dioses estaban dotados de poderes y fueron
protagonistas de notables leyendas en las que se repartían
el mundo de lo natural: Shu, dios del aire, Tefnut, del fuego, Geb
de la tierra, Rha del sol, Isis del agua y la tierra fecunda, Seth
del desierto y la esterilidad y muchos otros incluso más
importantes que no mencionaré por no extenderme. Seth mató
por dos veces a Osiris y la diosa Isis, su esposa, le resucitó
una primera vez y sin embargo, la segunda debió pasar al
mundo de los muertos.
De
aquí quería destacar que la diosa Issis era la representación
del Nilo, el agua y la tierra fecunda y era quien daba la vida,
sin embargo Seth era un dios malo, el del desierto y la esterilidad.
La relación es perfecta cuando se conoce los efectos benefactores
del Nilo sobre las tierras de los alrededores. Las huertas y cultivos
que se mantenían a lo largo del Nilo usaban numerosos canales
para el regadío. En Egipto, el regadío conllevaba
la salinización de las tierras, de tal manera que solamente
se podía cultivar en las zonas que regularmente eran inundadas
por las crecidas del Nilo: el agua lavaba la sal que se depositaba
como una costra en la superficie y la regeneraba con ciemo que depositiaba
recuperando así la fertilidad de la tierra; era la acción
benefactora de Isis. Donde no llegaban las crecidas, las tierras
se volvían estériles por la sal acumuladay el desierto
se adueñaba de ellas; era el mundo de Seth. Los egipcios
entendieron cómo había que convivir con las crecidas
del Nilo y respetaron sus normas elevándolas a rango religioso.
Las diferentes culturas han sabido
convivir con los fenómenos naturales, con las catástrofes,
dándoles un lugar preferente entre los dioses, a quienes
temían y respetaban. (INDICE)
EL HOMBRE
ACTUAL CON SU TECNOLOGÍA PRETENDE SUPERAR A LOS DIOSES
Quizá sea el de los egipcios
el ejemplo que mejor nos puede introducir en este nuevo punto de
la reflexión. A ningún egipcio de la antigüedad
se le habría ocurrido construir sus palacios y tumbas en
medio de los campos de cultivo. Las regulares crecidas del río
y sobre todo las más irregulares dictaban cuáles eran
los límites del lugar del descanso diario o del eterno en
el mundo de los muertos. Tampoco a nadie se le habría ocurrido
que podría controlar las crecidas de Isis.
Cuando alcanzado el siglo XX DC se
construyó la presa de Assuán lo hicieron hombres que
habían olvidado el culto de Issis: el objetivo era controlar
las crecidas, aplicar un mayor regadío y sobre todo aprovechar
la producción hidroeléctrica del salto de la presa.
Ahora ya pueden los egipcios situar sus casas y palacios, sus hoteles
y ciudades en las mismas orillas del Nilo, mientras desplazan sus
campos hacia el desierto ya que los canales de cemento les llevarán
el agua que requieren.
Sin embargo, la presa se ha convertido
en un punto débil de la defensa nacional además de
ser un elemento transformador de los ecosistemas: las tierras de
cultivo se siguen salinizando como antaño, pero esta vez
no cuentan con la acción regeneradora de Issis, por lo que
el 35% de las tierras de cultivo de Egipto está siendo afectada
por un exceso de sal. Por otra parte, más de 100 millones
de toneladas de sedimentos, calizas y arena que antes fertilizaban
los campos de cultivo río abajo, rellenan el lago Nasser,
imponiendo un aumento importante en la importación de fertilizantes
artificiales. El bloqueo de los sedimentos tiene también
importantes consecuencias negativas para los fabricantes de ladrillos
y para los pescadores del Delta. Antiguamente las pesquerías
de la costa, sardinas principalmente, mantenían una importante
riqueza, pero se están agotando por la falta de fertilización
de las aguas costeras dependientes de los flujos de nutrientes procedentes
del Nilo. El mismo Delta está en franca regresión,
ya que es un equilibrio entre los depósitos que realiza el
río y los sedimentos que retira el mar: al faltar los aportes
del río el delta está desapareciendo. Por último,
los canales de irrigación son la fuente más importante
de la persistencia de una importante enfermedad parasitaria transmitida
por el agua que afecta a importantes colectivos de la población
provocando incluso la muerte: la esquistosomiasis.
Si aconteciera un sabotaje , lo que
no sería impensable en una región y país tan
inestables política y sociológicamente, con tantos
grupos extremistas, o una circunstancia no prevista rompiera la
presa de Assuan, serían inconmensurables las pérdidas
humanas y el desastre natural que se produciría. Si los antiguos
sacerdotes egipcios levantaran la cabeza sin duda dirían
que ellos ya lo habían advertido, que si no se respeta a
Issis llegaría el dominio de Seth.
Estos desastres naturales no son tan
infrecuentes, como no lo fueron entonces en el imperio egipcio.
De hecho, en la actualidad se especula sobre la causa de las inundaciones
de Mozambique y se piiensa que ha sido más debido a la liberación
del agua represada por Sudáfrica que a las lluvias propiamente
dichas, por importantes que fueran.
El hombre construye ciudades de grandes
edificios sobre inmensas fallas geológicas como la falla
de San Rafael: la península de California se desliza hacia
Alaska friccionando con el continente americano a través
de l gran falla de San Rafael, región donde se asientan ciudades
de las más populosas del mundo. La película americana
"Terremoto" anticipó lo que sería una gran
catástrofe natural en la ciudad de los Angeles.
Turquía y Grecia son dos países
que están asentados sobre una región tectónica
intensamente sísmica. La placa sobre la que descansa Turquía
se mueve hacia Europa mientras la de Grecia se desplaza
hacia Africa. Se han sucedido y seguirán aconteciendo permanentemente
terremotos en esta región y, sin embargo la construcción
de las casas no cumplen los mínimos de seguridad para estas
regiones. De ahí que los movimientos naturales se constituyen
en grandes catástrofe en gran medida previsibles y en cierto
modo evitables.
Cuando el hombre se asienta en una
región debería tener en cuenta las posibles circunstancias
de la naturaleza que podrían acontecer: asentamientos humanos
y fabriles en cauces secos de ríos o en las riberas inundables,
como sucedió en Extremadura, en el Lago de Sanabria, en Tous,
en Biescas y en tantos otros lugares... Hay muchísimos asentamientos
urbanos en el mundo, y no necesariamente en el tercer mundo, en
España son abundantes, que están ubicados en áreas
de alto riesgo de inundaciones, avalanchas, desbordamientos, sin
ninguna precaución, confiando en su suerte: no se respetan
los cauces ni se mantienen libres de elementos que puedan constituir
represas naturales.
Las
lluvias torrenciales que han desatado el desastre de Venezuela eran
menos previsibles por su alto grado de eventualidad pero los que
conocían la ubicación de los endebles ranchitos malplantados
en las barrancas de los alrededores de la capital podían
estimar que si tal evento sucedía la catástrofe sería
enorme: y fue la propia naturaleza quien había fabricado
las barrancas por la erosión por medio del agua.
La ciudad de Méjico, como dice
la canción, está edificada sobre una laguna que se
está hundiendo un metro cada diez años y pasa por
ser la ciudad más populosa del mundo.
Holanda ha construído ciudades
en los polders, protegidas por los diques sin atender las enseñanzas
bíblicas de Job cuando decía: "¿Quién
puso puertas al mar cuando impetuoso salía de su seno, diciéndole
de aquí no pasarás?".
Desde los hombres de la prehistoria
hasta nuestros días, pasando por todas y cada una de las
etapas y culturas hemos acumulado suficiente
conocimiento para saber cómo hemos de actuar, qué
normas de comportamiento debemos aplicar en relación con
las fuerzas de la naturaleza. Es probable que el hombre confíe
demasiado en que la tecnología podrá superar las inmensas
fuerzas desatadas de la naturaleza, los dioses tan temidos y respetados
en las culturas de antaño.
O quizá prefiramos probar la
fortuna pensando que nada acontecerá en nuestro entorno mientras
vivamos. ¿Autosuficiencia, estupidez o ignorancia?
Lo único seguro es que la Naturaleza
es muy poderosa y que muchas de sus exhibiciones de energía
podrían ser catástrofes humanas de mucha menor magnitud
si estuviéramos dispuestos a evitarlo. (INDICE)
Javier Urrutia, oceanógrafo
Fotografías: Páginas web de Cáritas, ENEE y Santorini |