El
último censo de los EE.UU. (año 2000) registra casi
60.000 vascos y vascas que viven en Norteamérica (California
acoge a cerca de 20.000, seguida por Idaho y Nevada con unos seis
mil cada una, y Washington y Oregon con dos mil cada). Esta cifra,
según se apuntó en el III Congreso Mundial de las
Colectividades Vascas, es la más alta jamás registrada
en un censo, «así es que parece que aumenta el número
de personas que se definen a sí mismos como vascos. No obstante,
en palabras de Pierre Etcharren, el presidente de N.A.B.O, el número
total de personas de organizaciones vascas afiliadas a esta Federación
de Centros Vascos Americanos "no llega al 10% del total de
vascos declarados a nivel nacional».
Con todo, las cifras apuntadas anteriormente son aun mayores, "toda
vez que en Norteamérica las mujeres de origen vasco pierden
su apellido al casarse y adoptan el del marido. Por eso es muy difícil
hacer un cómputo total de los vasco-americanos", asegura
Gloria Totoricagüena, profesora de Ciencias Políticas
y Sociología del Centro de Estudios Vascos de la Universidad
de Nevada (Reno).
Los representantes de la N.A.B.O reconocen que "necesitamos
que más vascos y vascas se unan a nuestras comunidades y
participen activamente. Necesitamos que trabajen por ser vascos».
Según John M. Ysursa, profesor del departamento de Historia
de la Universidad del Estado de San Diego y presidente cultural
de la N.A.B.O, para que la cultura vasca pueda prosperar en EE.UU
se requerirá esfuerzo y dedicación, y necesitaremos
la ayuda suplementaria de los que hasta ahora eran vascos periféricos».
"Las comunidades de la diáspora pueden proyectar la
cultura vasca en sus propias microcomunidades inmediatas, pero también
en todo el mundo», apunta Gloria Totoricagüena, para
quien "en el caso de los vasco-americanos, la influencia que
puedan tener a nivel político, más concretamente en
la intermediación política, quizá debería
aprovecharse mucho más".
Beñat Doxandabaratz
Argazkiak: Beñat Doxandabaratz |