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Teniente de Navío Julián Irizar,
comandante de la corbeta "Uruguay". |
El
pasado año durante los meses de julio y agosto, ocupó
amplio espacio en los medios la tarea que el rompehielos argentino
"Irizar" llevara a cabo en la Antártida, auxiliando
al buque alemán "Magdalena Olendorff".
Esta nave cumplía la misión de reabastecer a las bases
científicas rusas y relevar a su personal.
El 11 de Junio un campo de hielo le impide proseguir. Su capitán,
para evitar mayores riesgos decide resguardarse y el buque permanece
bloqueado por los hielos hasta el 18 de Julio cuando el rompehielos
de la Armada Argentina "Almirante Irizar" logra llegar
hasta él.
La nave argentina asiste al "Olendorff" y a su tripulación
y el 21 de Julio ambas emprenden el regreso.
Pero las rigurosidades atmosféricas y glaciológicas
son tan severas que el buque alemán debe permanecer en los
hielos hasta el verano antártico del 2003. Un médico
argentino queda con ellos y el "Irizar" luego de guiar
al "Olendorff" a una zona protegida, se dirige en busca
de aguas abiertas.
El 18 de Agosto luego de sortear serias dificultades, el rompehielos
llega al puerto de Buenos Aires donde es recibido con todos los
honores.
En el antepuerto lo espera la legendaria corbeta "Uruguay",
que cien años antes y al mando de un hijo de vascos, el Tte.
de Navío Julián Irizar realizara la hazaña
de rescatar de esos mismos hielos a otra expedición científica.
La historia nos dice que era la tarde del 8 de Octubre de 1903.
Primavera en Buenos Aires.
Parte para la Antártida la corbeta "Uruguay" ,
una vieja cañonera transformada, con la misión de
rescatar al Dr. Otto Nordenskjöld, a su grupo y a la tripulación
del barco "Antartic" que llevara a este científico
sueco a mares australes.
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Mapa del itinerario de la Uruguay |
Nordenskjöld había zarpado de Buenos Aires en Noviembre
de 1901, acompañado por destacados biólogos, botánicos,
cartógrafos y meteorólogos para realizar una serie
de observaciones en el Antártico. El capitán del "Antartic"
Carlos Larsen, un ballenero conocedor de los mares australes, lo
deja el 10 de Enero de 1902 en la pequeña isla de "Cerro
Nevado" (Snow Hill) a 12 km. de lo que hoy es la Base Marambio.
Allí el grupo emplaza la cabaña sueca que será
su vivienda. El reencuentro con Larsen se fija para fines de 1902.
Sin embargo, iban a pasar allí más tiempo del que
esperaban.
Cuando en el mes de noviembre de 1902 el "Antartic" retorna
para reembarcar a los miembros de la expedición, un "pack"
(capa de hielo muy gruesa propia de esas regiones) le cierra el
paso.
Tres integrantes de la tripulación desembarcan en Bahía
Esperanza y se proponen llegar por tierra hasta "Cerro Nevado"
(Snow Hill), lugar donde la expedición sueca ha pasado el
invierno antártico.
Estos hombres inician su camino tirando de un trineo con un mínimo
de provisiones. Pero el tiempo está nuevamente en su contra
. Grandes témpanos se interponen. El 7 de Enero de 1903,
desanimados, comprenden que no podrán llegar a su objetivo
y retornan a la bahía de donde partieron.
Allí permanecerán nueve meses aislados de sus compañeros.
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El Olendorf y el Irizar. Se ve claramente la
ruta del rompehielos en el pack del mar de Weddell. |
En tanto Larsen intenta llegar por el mar. Busca un canal costanero
que le permita entrar. Pero las condiciones climáticas empeoran,
el campo de hielo se cierra y no hay indicios de aguas abiertas.
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El barco queda aprisionado por los hielos. Día y noche trabajan
para salvarlo pero la presión lo destroza.
El 12 de febrero sus tripulantes lo abandonan y buscan amparo en
un témpano. Son veinte hombres con unos pocos víveres
y dos botes.
Luego de varios días a la deriva comprueban que son arrastrados
mar afuera. Aprestan los botes y tras siete horas de esfuerzo remando
contra la desesperación arriban a la isla Paulet donde quedarán
durante el resto del año 1903.
Alejados unos de otros, sin comunicación entre ellos, científicos
y marinos se preparan con los escasos elementos con que cuentan
para pasar otro invierno en un territorio hostil. Levantan construcciones
rudimentarias y tiendas de campaña y a pesar del frío
y la adversidad realizan parte de la observaciones que se habían
propuesto. Ante la falta de noticias tanto de Larsen como de Nordenskjöld,
el mundo se conmueve y se preparan varios grupos de rescate. Inglaterra,
Francia, y Suecia ofrecen su ayuda.
El gobierno argentino (en ese entonces era presidente Julio A. Roca)
no cuenta con elementos apropiados para una empresa de tal envergadura,
pero aún así encara la tarea. En los talleres del
puerto de Buenos Aires se transforma una modesta cañonera
en audaz ballenera antártica.
Con curiosidad, entusiasmo y algo de escepticismo, los porteños
observan los trabajos.
Entre los muchos marinos con experiencia en la navegación
de los mares australes, se otorga el mando al Tte. de Navío
Julián Irizar. Este brillante oficial es un hombre de sereno
valor y reconocida pericia técnica. Segundo Comandante será
el Tte. de fragata Ricardo Hermelo y Oficial de Derrota el Alférez
Jorge Yalour. El médico, otro descendiente de vascos, el
Dr. José Gorrochategui.
En esa tarde primaveral de Octubre de 1903 son muchos los que se
congregan en el puerto para verlos partir.
El día 20 llegan a Ushuaia. Allí, recogen información
dejada por Larsen en cuanto a planes alternativos que el capitán
noruego había dejado en caso de no regresar con los científicos.
La verdadera incógnita es saber si se cuenta con tiempo suficiente
para encontrarlos. Ante la urgencia, Irizar decide no esperar la
ayuda prometida por Francia y Suecia y parte hacia su destino antártico.
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Partida de la corbeta desde el Puerto de puerto
de Buenos Aires. |
Enfrentan un mar no por conocido menos peligroso, un paisaje donde
se imponen la soledad y el silencio, un territorio helado donde
es difícil distinguir el horizonte.
Según sus propias palabras:
"Las tierras se alejan, se hacen difusas, el cabo de Hornos
se va confundiendo con el cielo y el mar, de allí en adelante,
pocas veces volveríamos a ver el sol"
Al quinto día de navegación y con fuertes vientos
entran en un campo de niebla. Frente a ellos se alza una barrera
de hielo de 150 metros de altura, seis veces la medida del palo
mayor. Buscan incansablemente un paso en la interminable mole ...
y lo hallan.
El día 7 llegan a la isla Seymour , donde encuentran un
madero con la inscripción: "Sobral - Andersson. Octubre
de 1903".
Están en camino. Entre ese día y el 11, recogen a
los náufragos del Antartic y a los científicos suecos.
Irizar lo relata así:
"Resolví trasladarme a pie con el Teniente Yalour a
la estación de invierno de Snow Hill. Llegamos después
de siete horas de marcha y encontramos al Dr. Nordenskjöld,
al Teniente Sobral (único argentino integrante de la expedición
sueca) y al resto de los componentes del grupo.
El día 10 embarqué al Dr Nordenskjöld y zarpé
para la isla Paulet donde tomé al resto de la tripulación
del "Antartic", emprendiendo el regreso".
Conmueve la sencillez con que refiere los hechos este hombre que
a fuerza de habilidad y coraje, logra lo impensado.
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Al rescate del grupo de Nordensköld. |
Por fin y luego de soportar una tempestad que destroza parte de
la arboladura del barco, llegan a Buenos Aires. Es el 2 de Diciembre
de 1903.
Nordenskjöld nos cuenta:
"Más de cien mil personas se concentraron en el puerto,
el entusiasmo era inmenso, por las calles había extendida
una capa de flores y verdes hojas que habían sido arrojadas
desde los balcones y ventanas para celebrar nuestra llegada y ...
hace unas pocas semanas éramos unos pobres náufragos
abandonados entre los hielos eternos"
Todo es homenaje para estos hombres, para los que con inconmovible
esperanza aguardaron su rescate y para los que sin desmayo los buscaron.
Las mayores distinciones las recibe el comandante de la "Uruguay".
Este hijo de vascos nace en Capilla del Señor, localidad
de la provincia de Buenos Aires, el 30 de Enero de 1869. Su padre,
Juan José de Irizar es de Oñate, su madre Ana Bautista
de Echeverría, de Zumárraga.
Desde la lejana Guipúzcoa llegan al país como tantos
otros en busca de paz y trabajo.
Su padre se dedica a las tareas del campo, su madre, supervisa las
labores de la casa.
El sol de nuestra campiña alimenta la prosperidad de la familia.
Julián vive su infancia entre el campo y la villa, donde
en las afueras, su padre instala una fábrica de jabones.
Asiste a la escuela elemental de varones de su pueblo. Tempranamente
se inclina por el álgebra y las matemáticas. Crece
y sus intereses se definen. Su futuro será el mar.
Por ese entonces, la Escuela Naval recientemente fundada por Sarmiento,
se instala en Zárate, no lejos del lugar donde vive.
Ingresa en ella el 8 de Marzo de 1884 y durante cincuenta años
transita una serie de destinos que le darán premios y honores
pero también desengaños y amarguras.
El 17 de Junio de 1904 se casa con Encarnación Virasoro,
miembro de una antigua familia de la provincia de Corrientes.
El 8 de Enero de 1932 a los 62 años, se retira del servicio
activo.
Muere en Buenos Aires el 17 de Marzo de 1935.
De este hombre sereno, inteligente, culto, se dijo: "triunfó
en aquellas lides en las que solo valen la tenacidad, la paciencia
y la energía. Los éxitos ruidosos no perturbaron su
tranquilo carácter ni su modestia".
Habló a través de sus acciones y se dió a conocer
en sus realizaciones.
Cuando le dijeron "prepárese y vaya", se preparó
y fue.
La ciudad de Buenos Aires tiene un hermoso paseo que se llama Puerto
Madero. En uno de sus diques se encuentra amarrada la corbeta "Uruguay",
hoy museo naval.
Contra el ancho y oscuro río se destaca su silueta, frágil,
pequeña, protagonista de un hecho poco común.
En la calidez de sus bronces y maderas el tiempo no parece pasar.
"Izena duen guztia omen da" (Todo lo que tiene nombre
existe) dice un viejo refrán vasco. En este caso, el coraje,
la habilidad, la inteligencia y la solidaridad tienen nombre: Julián
Irizar y la "Uruguay".
(1) Mucho tiempo
después, en enero de 1965 una exploración aeronaval
encuentra el canal costero buscado por Larsen. Quiso la casualidad
que fuera mi marido el comandante de dicha exploración (La
Nación, 15 de Enero de 1965). |