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Procesos estructurales de cambio en la familia
* Original en euskera
Montserrat Rejado

El desarrollo de la sociología de la familia se ha realizado siguiendo los dientes de sierra que ha conocido la historia de la familia como institución, si bien con Durkheim el campo de la familia comenzó a ser una de las primeras sociologías especializadas.

En los años setenta, el modelo de la familia conyugal se ve contestado por todas partes y muchos investigadores, principalmente mujeres, comenzaron otra vez a interesarse por la vida familiar.

Esta renovación del interés se explica parcialmente por las alteraciones de la vida familiar, disminución de la fecundidad, disminución del número medio de niños por familia, aumento de los divorcios, etc. que despiertan interrogantes y preguntas en muchas sociedades. En este contexto, las reflexiones teóricas y metodológicas y varias investigaciones desarrolladas sobre la familia confirman la vocación empírica de este dominio sociológico.

Uno de los desafíos más importantes para los sociólogos de la familia ha sido encontrar una manera de analizar el problema de la familia como un hecho social, en su totalidad.

Habida cuenta de las mutaciones experimentadas, en los últimos tiempos, por la familia, debería aprovecharse para actualizar la lógica normativa que rige el trabajo en la esfera familiar. En relación con ello, debemos recordar que las leyes siempre pretenden definir los derechos y las obligaciones de los y las progenitores y cónyuges en aquellas legislaciones que tratan sobre el matrimonio, el divorcio y la seguridad de los ingresos.

Los numerosos estudios sobre las políticas familiares nos permiten conocer mejor cómo es la naturaleza de estas nuevas formas de regulación y nos ayudan en la promoción de la familia: las definiciones subyacentes del papel asistencial del Estado, de los roles de los padres y las madres, la plaza que ocupa la infancia y la articulación conjunta entre el universo de la familia, del trabajo y de los servicios.

La familia, espejo del cambio social
Para los sociólogos, la familia aparece, a menudo, como un lugar privilegiado para la observación del cambio social, pues es en ella donde antes y con más claridad se manifiestan muchos de los cambios sociales. Hay autores que, en las mutaciones de la familia perciben los síntomas de una crisis y un derrumbamiento de la institución familiar; otros, por el contrario, consideran que las familias han cambiado, se han adaptado a las mutaciones que ha experimentado la sociedad. Para todos, los retos a los que se exponen las familias deben mostrar cómo las mutaciones que se observan en el tejido social afectan a las relaciones familiares en sus tres componentes, es decir: conyugal, paternal y filial.

Procesos de cambio estructural
En la actualidad los procesos estructurales de cambio están convulsionando la realidad familiar. Entre otros factores de cambio describimos brevemente aquellos que más significativos:

1) Consolidación de la familia nuclear, habiéndose consumado la transición de la familia extensa a la familia conyugal, constituida por el padre, la madre y la descendencia dependiente.
2) Aspiración a una fecundidad baja, que se expresa en el deseo mayoritario de tener dos criaturas, normalmente, un hijo y una hija.
3) Reducción del tamaño familiar, constituyéndose la familia de cuatro miembros como; padre y madre más un par de hijos/as, en la familia modal.
4) Primado conyugal, en sustitución del primado de los hijos, que ya no son obligatorios ni imprescindibles. Por contra, se pone el acento en la relación afectiva que une a los cónyuges, en el desarrollo armonioso y en el bienestar de ambos miembros de la pareja.
5) Tendencia a la igualdad de los cónyuges, no sólo en el reparto de las tareas domésticas, que es lo que más a menudo se menciona ocultando otros aspectos más importantes, como es el reparto del poder y autoridad en las relaciones de pareja, la asunción conjunta de responsabilidades y la igualdad de oportunidades para el pleno desarrollo personal y social autónomo.
6) Prolongación de la vida matrimonial. Como consecuencia del aumento de la esperanza de vida son cada vez más las parejas que llegan a superar los 50 años de matrimonio.
7) Aumento de las rupturas matrimoniales: abandonos del hogar, separaciones y divorcios.
8) Tardía emancipación de los/las hijos/as, tanto en el plano de la convivencia como en el de la independencia económica que da el tener recursos propios.
9) Retraso en la nupcialidad y hasta de los proyectos de vida en pareja.
10) Aumento del celibatarismo: proporción de personas que no llegan a formar pareja estable para una determinada edad.
11) Aumento de las parejas infecundas, bien por elección expresa o por problemas de fertilidad.
12) Neolocación de los hijos/as, fenómeno generalizado por cuanto el casarse o formar pareja entraña buscar un hogar independiente del de los padres, aunque, a veces, cercano, pero también, y con mucha frecuencia, en otra población o incluso en otro país.
13) Aumento de los ancianos dependientes, es decir, sin autonomía suficiente para seguir llevando una vida independiente y que requieren por tanto de la supervisión, el cuidado o atención de otras personas.
14) Aumento de los hogares unipersonales, sean como proyecto de vida transitorio o final.
15) Desorientación en el ejercicio de los papeles de padre y de madre, en particular del ejercicio de la autoridad y de la función socializadora y educadora de los hijos o hijas.
16) Aumento de las uniones prematrimoniales de carácter más o menos experimental.
17) Desinstitucionalización del matrimonio tradicional, dejando el matrimonio canónico de ser la única vía legítima y legitimada para la iniciación de la vida en pareja.
18) Institucionalización de nuevas formas de iniciar la vida en pareja y legitimación social de nuevos tipos de parejas con diferentes fines, diferentes niveles de compromiso, diferentes maneras de oficializar la unión y diferente composición.
19) Esterilización voluntaria, tanto masculina como femenina, después de logrado el número de descendencia deseada.
20) Recurso a la fecundación asistida en caso de esterilidad.

Muchos de los elementos y de los procesos aquí mencionados se encuentran estrechamente unidos. A menudo, dos de los fenómenos aquí mencionados no son más que dos caras de la misma moneda o el resultado de contemplar un mismo fenómeno desde dos perspectivas distintas. En otros casos dependen unos de otros; la puesta en marcha de un proceso desencadena un nuevo cambio en otra parte del sistema.

Por ejemplo, la neolocación de los hijos se puede considerar como una consecuencia derivada de la consolidación de la familia nuclear, pero también como otra manera de manifestarse una misma realidad. Es claro, sin embargo, que el aumento de los hogares unipersonales depende, en gran manera, de la propia consolidación de la familia nuclear, que está abocada a generar hogares unipersonales en cuanto desaparezca uno de los cónyuges, ya que se pide a los/las hijos/as que abandonen el hogar.

Intervención política
El sociólogo puede examinar esta serie de elementos aquí enumerados con una cierta distancia valorativa, pero no el político, que deberá decidir de alguna manera qué es positivo y qué es negativo y desde qué punto de vista, esto es, desde qué valores. Puede intervenir pensando en el mantenimiento del sistema social o en su transformación, en incrementar la natalidad o en mejorar el estado de bienestar de los miembros de la familia.

Todo ello plantea el reto de diseñar y aplicar una política integral de apoyo a las familias y unidades de convivencia en toda su diversidad y proceso de cambio. Una política que necesariamente ha de enfocar el futuro con capacidad de anticipación y correcta elección del mejor escenario posible para, así, formular unas estrategias y objetivos que nos permitan una posterior planificación operativa de las distintas políticas sectoriales, tanto de promoción, protección y prevención.

Cambios sociológicos
Al mismo tiempo que las relaciones conyugales van adquiriendo autonomía, se van debilitando porque se basan principalmente en el componente afectivo. Con relación a este tema, más que las cifras de divorcio, son los motivos lo que nos interesa. El divorcio durante mucho tiempo fue algo prohibido, excepcional, marginal, el signo de una inestabilidad familiar, de una crisis del individuo y de la sociedad. Hoy en día, el divorcio se ha convertido en algo normal y en una opción individual.

Este hecho es el que nos obliga a observar, dadas las proporciones que han adquirido los divorcios hoy en día, que también se está produciendo una mutación cualitativa en la definición de la familia misma. En efecto, el proceso que se sigue después de una separación, pone en evidencia una paradoja, es decir, que la paternidad o maternidad, incluso la familia, sobrevive a la ruptura matrimonial y no significa, necesariamente, el final de la familia.

Por otra parte, se constata que el recurso a las nuevas tecnologías de la reproducción también provoca cuestiones de naturaleza idéntica, pero expuestas de manera diferente. Ante todo, estas tecnologías introducen varias rupturas entre la sexualidad, la reproducción y la filiación y, de este modo, entramos en la dimensión genética y social de la paternidad/maternidad.


Montserrat Rejado, Departamento de Justicia, Empleo y Seguridad Social
 

Euskonews & Media 216. zbk (2003 / 06-27 / 07-4)

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