Carbón y ferrerías en Castro Urdiales: a la sombra de Vizcaya (II de III)
Ramón Ojeda San Miguel

Asistiremos en Sámano a partir de las últimas décadas del Setecientos y primera mitad del siglo siguiente a un hecho bien documentado en otras comarcas cántabras: "La falta de liquidez de las comunidades en los momentos en que se les exigían tributos especiales, permitía a los ferrones actuar de prestamistas, entregando a censo (a 2,5 ó 3% de interés) grandes sumas a condición de que les fueran devueltas en carbón, o comprando de forma adelanta grandes cantidades de leña por la suma que las comunidades adeudaban" (1). Mancomunadamente los vecinos del lugar de Mioño declaraban en 1789 que "biéndose en el mayor apuro este referido pueblo y su comunidad" en razón de la falta de granos, no tenían más remedio que vender 1000 cargas de leña del monte de "Cueto de Resámano y la Calzada de Abajo" al arrendador de la ferrería de "Don Bergón", y a la vez que éste les adelantaba otros dos mil reales en empréstito, pero con la promesa de futuras talas y entregas de arbolado (2). Se abría así la nueva modalidad, antes comentada, que los regentes de las ferrerías del valle de Sámano van a utilizar en sus últimos tiempos de actividad. Del "Vortal de la Peña" salieron 1000 cargas para pagar algunos anticipos hechos por los ferrones en 1821 (3). Los regidores del Valle escrituraban en 1833 una obligación, manifestando que "careciendo de toda clase de recursos metálicos (...) por la cortedad de cosechas que tienen al pueblo en una aflicción notoria", además de entregar la leña correspondiente a la dotación reglamentaria, vendían a las dos ferrerías 6000 cargas de leña de encina "para cubrir las urgencias populares" (4).

Con la Guerra Carlista las cosas empeoraron aún más: "Que siendo producto de las calamitosas circunstancias presentes, los compromisos personales y pecuniarios, los riesgos vitales y de viviendas, y las coacciones y amenazas capaces en conjunto de constituir una sima de calamidades de difícil explicación por los frecuentes pedidos a mano armada de las facciones de los que tienen por divisa la bandera del pretendiente a la Corona y la necesidad simultánea de satisfacer las Reales Contribuciones al legítimo Gobierno, se encuentran los representantes de Sámano sin medio alguno". Para salir del apuro fueron a buscar a las ferrerías 5400 reales en monedas de oro y plata "a cuenta del número de cargas de carbonizables de leña vegetal que se van a señalar para cubrir dha suma en cinco términos de monte" (5).

En situación parecida se vieron los vecinos de Santullán, cuando en 1840 manifestaban haber recibido en los años de guerra 10350 reales con los que salir de las urgencias de manos de la compañía "Ocharan hermanos", a cuyo cargo estaba entonces una de las ferrerías samaniegas. Era tiempo de zanjar cuentas: "desde ahora hasta cuando pueda lograrse la total devolución, venden, ceden y traspasan a dichos las lechas de los propios de dicho lugar a proporción que vayan madurando, al respecto de un real de vellón cada carga (...), todo con arreglo a costumbre y según y corriente el precio y modo en la actualidad en el valle de Sámano, en que dichos señores tienen ferrería; pues si bien es verdad que por costumbre y ejecutorias el precio de dotación ha sido de medio real cada carga, y por las circunstancias de la guerra y mayor valor del fierro llegó a pagarse a uno y medio y dos reales" (6).

Está claro que en los años 30 y 40 del siglo XIX las cosas se habían complicado enormemente: faltaba leña, subían los precios del combustible, las haciendas locales estaban en bancarrota y empeñadas; pero los campesinos querían aprovecharse de las circunstancias que les brindaba el mercado amparados en el desmoronamiento del viejo aparato de Antiguo Régimen. El abogado de los hermanos Ocharan y de Manuel de Llano, los ferrones de "Don Gonzalo" y "Don Bergón", declaraba en el Juzgado de Castro en el año 1843: "que todas las leñas de los Montes comunes y propios de expuesto Valle (Sámano), son de la dotación de nominadas ferrerías, exceptuándose únicamente las precisas para el consumo de foguerío del Vecindario. Este además es deudor a los Señores Ocharan y Hermanos y a Don Manuel de Llano y Alcedo de considerables sumas de reales, y para la seguridad de ellas están hipotecadas las mismas leñas (...). Los señores a quien represento bien sabían antes de ahora los torcidos pasos que tenía dados la Justicia pedánea del valle de Sámano, y no ignoraban que faltando a su deber y a un solemnísimo pacto, perjudicaban a los dueños de las Ferrerías, vendiendo subrepticiamente leñas a cierto particular; pero nunca se persuadiron de la mala fé de los actuales Alcaldes de Ordenanzas y del regidor del Ayuntamiento Don José de la Helguera llegara al estremo de querer no sólo dejar indotados sus establecimientos, sino también burladas hasta las esperanzar del justo reintegro de las cantidades suplidas (...), han dispuesto que cada vecino tale dos carros de leña en los montes comunes y los conduzcan a esta villa de Castro-Urdiales para su veneficio en ella, causando de este modo los daños que son consiguientes a los derechos adquiridos por los dueños de las ferrerías" (7).

Como vemos, muchos problemas y resistencias. Pero todos los montes comunales y de titularidad pública de la Jurisdicción estuvieron sometidos a la prestación de dotaciones y fueron la fuente principal de aprovechamiento de las ferrerías. Únicamente hubo un caso especial: el monte más extenso el de Cerredo, privativo de la villa de Castro Urdiales, estuvo exento de las entregas obligatorias. Lo que no quiere decir, ni mucho menos, que de sus bosques no salieran leñas y carbones: "Yo, Don Ignacio de Murga y la Carrera, síndico Procurador Xeneral desta villa de Castro de Urdiales del Señorío de Vizcaya, Digo, que a dcha villa toca y corresponde en posesión y propiedad el Monte y Huerta de Zerredo con otros inmediatos a ella para el mantenimiento de las fogueras de sus vecinos y de los varrios y lugares que la componen; y así mismo para las fábricas y reparos precisos de sus casas, razones justas por las que, así los actuales capitulares desta villa, como los que subzediesen en sus empleos, no deven ni puedan hazer venta de las leñas de citados montes, por las necesidades que de ellas tienen sus vecinos y naturales, a fin de que con ellas saquen carbones para las ferrerías que están y se hallan fuera de la vecindad" (8).

El monte de Cerredo, por diferentes y repetidos privilegios, había sido desde los últimos tiempos medievales la garantía de la que se valían los castreños para lograr la leña y madera más necesarias en sus más inmediatas necesidades domésticas, y hasta comienzos del siglo XVII en la construcción naval de sus pequeños astilleros de rivera. Sin embargo, a pesar de estos privativos aprovechamientos, también es verdad que desde aproximadamente 1490 cada vez que el Concejo municipal castreño pasaba por apuros económicos y financieros en sus arcas recurría a la venta de maderas con destino a las siempre hambrientas ferrerías. Como es lógico, tales ventas se hicieron más repetitivas y de mayor calibre con la llegada del siglo XVIII. En el año 1714 estaban saliendo cientos de cargas en dirección a la ferrerías del vecino valle de Guriezo (9). Juan Tomás de Ugarte, vecino de Bilbao, escrituraba en 1718 la compra de 16.000 cargas de leña para carbón, a la vez que el Ayuntamiento, después de prometer una repoblación masiva de hayas, planificaba sacar a subasta otras 5.000 (10).

Las ventas y cortas llegaron a ser tan frecuentes que ya para mediados del siglo XVIII el Síndico de la Villa tuvo que reaccionar para poder garantizar el abasto de la Villa, restringiendo las sacas solamente a las ferrerías de la Jurisdicción: "que si se da lugar y permite, ha de zeder, como ha sucedido en notorio y grave perjuizio de dhos vecinos y naturales, quienes se verán precisados no sólo a pagar las leñas que se necesiten para las fogueras y casas a prezios exorbitantes, sino a no tener que quemar, ni con qué fabricar y componer sus casas por la mucha distancia que ay a los montes de otras jurisdiziones; por lo que otorgo, y conozco, como tal Síndico Procurador Xeneral desta dha Villa (...), que doi todo mi poder cumplido (...) a Don Francisco Antonio López Herrero, Procurador de causas en la Real Chancillería de Valladolid, para que en mi nombre y en representación desta villa, su acción y derecho, parezca ante el Señor Juez Mayor deste dho Señorío (...) a fin de que dhos actuales rexidores y capitulares, ni los demás que les sucedan, puedan vender, ni vendan, leña alguna de dho monte y huerta de Zerredo, ni de otros vecinos, propios desta villa a fin de que hagan carbón para las ferrerías estrañas desta vecindad" (11).

Sin embargo, poco debieron cambiar las cosas, pues sabemos que en 1775 seguían saliendo muchas leñas para la ferrería de Santullán y para las foráneas de Guriezo (12). Al siguiente año la ferrería de "Don Bergón" se llevó de Cerredo otras 2000 cargas (13). Y todavía en el año 1832 el Consistorio castreño respondía a un interrogatorio enviado por la Dirección General de Propios y Arbitrios, confesando, después de asegurar que se cuidaban las replantaciones, que habitualmente se vendía leña para las ferrerías de Otañes y valle de Sámano (14).

La documentación cualitativa hasta aquí manejada demuestra la voracidad de las ferrerías y las tremendas dificultades, con muchos intereses encontrados, que tuvieron desde comienzos del siglo XVIII para abastecerse de carbón. Ahora bien, el clima dibujado por nuestros fondos documentales notariales no permite responder una de las preguntas más importantes y controvertidas del tema: ¿el uso continuado de leñas condujo al final a una situación de deforestación, o al menos a una peligrosa decadencia de los bosques comunales?

Mientras para algunos investigadores las ferrerías sí acabaron provocando destrucción y reducción de la masa forestal, para otros, contrariamente, la presencia de la actividad siderúrgica y la forma en que se hacían las sacas junto con la legislación al respecto, retrasaron, o al menos desaceleraron, la disminución de los bosques comunales. La profesora Ceballos, siguiendo los planteamientos de Uriarte para Vizcaya (15), apunta los problemas de destrucción de los bosques, y señala que a punto de entrar en la década de los años cuarenta del siglo XIX el fiscal celador militar de montes afirmaba que las ferrerías de Sámano, Otañes, Santullán y Agüera seguían abasteciéndose de la leña de los montes comunales, divididos en porciones que se cortaban cada 10 años, y que las entregas se seguían haciendo por el viejo y primitivo sistema de las dotaciones, a 0,5 reales la carga, correspondiendo los gastos de corta, carboneo y acarreo por cuenta de las ferrerías (16).

Pero razón lleva el geógrafo Corbera al sostener que no existe base cuantificable, ni los mapas forestales lo indican, para afirmar la existencia de un grave problema de deforestación al llegar al siglo XIX. No obstante, y para acabar,, nuestros documentos y muchas fotografías de finales de aquel siglo y principios del XX con montes auténticamente "pelados", parecen dibujar una situación más acorde con el primero de los planteamientos: las ferrerías a partir del siglo XVIII contribuyeron de forma directa a la ruina del bosque.

BIBLIOGRAFÍA

ÁLVAREZ GONZÁLEZ, S. : Valle de Trucios, Bilbao, 1998.
CEBALLOS CUERNO,C.: Arozas y ferrones. Las ferrerías de Cantabria en el Antiguo Régimen, Santander, 2001.
CORBERA MILLÁN, M.: "El impacto de las ferrerías en los espacios forestales (Cantabria, 1750-1860)", Ería, 45, pp. 89-102.
CORBERA MILLÁN, M.: "Ferrerías en Cantabria, su relación con la costa el mar", Litoral Atlántico, nº. 2, Santander, 1999, pp. 45-51.
GARCÍA ALONSO, J.C.: "Los carboneros de los bosques de Cantabria", Litoral Atlántico, nº. 2, Santander, 1999, pp. 97-105.
OJEDA SAN MIGUEL, R. : El puerto de Castro Urdiales. Recursos técnicos, transporte y comercio (1163-1850), Santander, 2001.
OJEDA SAN MIGUEL, R.: "Las actividades no agrarias en Cantabria a mediados del siglo XIX: análisis a través del diccionario de Pascual Madoz", Altamira, tomo XLIX, Santander, 1990-91, pp. 75-109.
SARATXAGA GARAI, A.: Carranza, Bilbao, 1998.
URIARTE AYO, R.: Estructura, desarrollo y crisis de la Siderurgia tradicional vizcaína (1700-1840), Bilbao, 1988.


(1) Corbera (2001), p. 127.
(2) A.H.P.C., M. Gil Hierro Quintana, leg. 1813, fols. 164 y 165, 14 de febrero de 1789. Las Cuentas de Propios del Valla señalan la venta de 2.796 cargas a los ferrones Nicolás de Ocharan y Tomás Pérez en el año 1797, A.H.P.C., Cuentas de Concejos, leg. 265.
(3) A.H.P.C.,, Romualdo Antonio Martínez, leg. 1841, 29 de enero de 1821.
(4) A.H.P.C., Romualdo Antonio Martínez, leg. 1844, fols. 4 y 5, 16 y 18 de junio de 1833.
(5) A.H.P.C., José de Llano, leg. 1865, fols. 88 y 89, 9 de mayo de 1835 y fols. 148 y 149, 22 de agosto de 1835.
(6) A.H.P.C., José de Llano, leg. 1868, fols. 66 y 67, 14 de abril de 1840.
(7) A.H.P.C., Ildefonso Acha, leg. 1879, 22 de diciembre de 1843.
(8) A.H.P.C., Francisco Ventura Liendo Calera, leg. 1787, fol. 764, 28 de noviembre de 1756.
(9) A.H.P.C.,, José Antonio Palacios, leg. 1753, fol. 17, 26 de julio de 1714.
(10) A.H.P.C.,, José Antonio Palacios, leg. 1753, fols. 60 y 61, 8 de marzo de 1718.
(11) A.H.P.C., Francisco Ventura Liendo, leg. 1787, fols. 764 y 765.
(12) A.H.P.C., Joaquín de Mioño, leg. 1799, fols. 48 y 49, 24 de febrero de 1775.
(13) A.H.P.C., Nicolás Barañano, leg. 1807, fol. 17, 21 de noviembre de 1776.
(14) Archivo Municipal de Castro Urdiales, leg. 1039-doc.9.
(15) Uriarte (88).
(16) Ceballos (2001), p. 101.

Ramón Ojeda San Miguel, Universidad del País Vasco
 

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