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Muchos
han sido hasta ahora los autores que, aunque de una forma tangencial,
han mencionado la sobresaliente importancia de la siderurgia tradicional
riojana, fundamentalmente concentrada en la zona de Valvanera o
Tobía y en el Alto Valle del Oja. Apreciaciones que casi
siempre han venido de la mano de eruditos e investigadores riojanos,
puesto que muchos de los autores que han analizado hasta el momento
la siderurgia antigorregimental peninsular se suelen olvidar de
la importante trayectoria ferrona de la comarca de Ezcaray.
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Vista General del Valle del Oja en las cercanías
de Ezcaray. |
La falta de documentación anterior al siglo XVIII, fundamentalmente
debida a la desaparición de archivos municipales y por la
carencia de protocolos notariales para aquellas fechas, por ahora
hacen difícil un acercamiento hasta el tema. No obstante
contamos con algunos datos que reafirman la vieja actividad ferrona
en tierras riojanas. En el siglo XVIII el geógrafo Tomás
López reseñaba que entre "Los grandes, y elevados
montes que hay en toda la jurisdicción unos poblados de árboles
y otros de peñascos y malezas, abundan los minerales de cobre,
yerro, lápiz, plomo y demás metales, sin excluir dellos
el oro y la plata, y las infinitas cataduras, que se hallan en todas
las cuestas, y túmulo de escorias que por toda la Jurisdicción
están repartidas acreditan esta verdad dándonos un
testimonio de lo mucho que aquí se travajó
antiguamente en la fundición de metales, particularmente
en yerro, y en cobre, pues por los años 1400 se contaban
13 Ferrerías, de las cuales no quedó más señal
que la escoria" (1).
Más recientemente, Merino Urrutia comentaba
que "una gran parte del subsuelo de Ezcaray se halla constituido
por una gran escombrera de escorias, que supone una explotación
masiva de hierro, que presumo tuvo lugar en esa época romana"
(2). El mismo P. Anguiano,
en su "Compendio historial de la provincia de La Rioja",
publicado en el año 1701, afirmaba que cerca de Ezcaray "se
ven hasta oy onze ferrerías, en que no ha muchos tiempos
se beneficiaban las minas de hierro, de que abunda este territorio.
Esta villa, con sus aldeas, goza de privilegios
muy semejantes a los de Vizcaya, concedidos por los Reyes Católicos,
en orden a pechos y derechos; y sin duda se los concedieron así
para mantener mejor las ferrerías y que se poblase más
el Valle; como por ser antiguos vizcaínos los que ya vivían
en él" (3).
Por citar una última opinión sobre la antigüedad
de estas actividades, García de San Lorenzo Mártir,
en un trabajo monográfico sobre la villa
de Ezcaray, también señala que "La explotación
del mineral ezcarayense suele confundirse con el origen de la Villa,
y aunque decayó en algunas épocas, no se ha conocido
tiempo alguno en que no haya habido en explotación un ferrería
por lo menos" (4).
Sin embargo, las actividades mineras, siderúrgicas
y metalúrgicas en la cabecera del Oja a comienzos del siglo
XVIII parece que estaban bastante decaídas; solamente se
mantenía en la misma villa de Ezcaray un martinete de cobre
y una ferrería que se levantó en el año 1718
(5). A partir de esos momentos,
y sobre todo desde aproximadamente 1750, todas estas actividades,
junto con la importantísima pañería de la comarca,
conocerán un período de recuperación y crecimiento.
Algo de lo que también tomó cuenta Tomás López,
quien señala que, después de la construcción
de la primera ferrería en 1718, "prospera, y produce
en abundancia mucho y excelente fierro, a cuio establecimiento se
ha seguido el de varías claveterías, y una valaostreña
que lavorea mucha parte del yerro..." (6).
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| Restos de la ferrería de Posadas. |
No fue únicamente la villa de Ezcaray y sus aldeas el núcleo
en el que se instalaron ferrerías. Por todas
las estribaciones montañosas de la zona,
especialmente de la Sierra del San Lorenzo, es posible detectar
centros ferrones. Así, aunque no permaneció durante
mucho tiempo en activo, en la vecina localidad de Santurde funcionó
otra ferrería (7);
lo mismo que en Valvanera (8)
y San Millán de la Cogolla (9).
Aunque en otra provincia, la de Burgos, pero muy cerca de Ezcaray,
trabajaron otras ferrerías: una en la localidad
de Huerta de Abajo, denominada en el siglo XIX La Previsora, y otra
rotulada como La Constancia en Barbadillo de Herreros. Esta
última a comienzos del siglo XIX era propiedad de dos vecinos
de San Sebastián (10);
habiéndose incluso intentado a mediados de la misma centuria
la construcción de una nueva ferrería en este mismo
lugar entre varios socios de la ciudad de Burgos y de Ezcaray, algunos
de ellos ligados a la construcción de maquinaria textil (11).

Además de mineral de hierro, tampoco faltaba
el cobre en los montes que rodeaban a la villa de Ezcaray. Ya hemos
visto que Tomás López señalaba la existencia
a comienzos del siglo XVIII de un martinete de cobre; algo que también
remarcó hace ya algunos años Diego Ochagavía
(12). Ahora bien, este
establecimiento para batir cobre no permaneció muchos años,
puesto que el Catastro de Ensenada señalaba en el año
1752: "Que hay un martinete de una fragua de fundir cobre con
caldera propio del mayorazgo que goza Dn. Evaristo
Angel natural desta villa, cuio artefacto no está corriente
de algunos años a esta parte, tanto por falta de barquines
y de instrumentos correspondientes, quanto por no haver ofiziales,
ni comerzio, por lo que no produze utilidad alguna" (13).
El martinete de cobre parece que sufrió los desastrosos
efectos de la dura competencia del famoso y cuidado cobre de la
villa encartada de Valmaseda; hasta el punto de que no se volvió
a utilizar para fundir cobre. Así, sabemos por un documento
fechado en el año 1803 que "Dn. Evaristo Angel y Ortiz,
vecino de esta villa, y poseedor de un vínculo Mayorazgo
fundado por Dn. Martín Barrenechea, difunto
de la misma vecindad (...), dijo: Que a dho Mayorazgo, que posee
quita y pacíficamente, pertenece en todo dominio un Martinete,
destinado a vatir cobre, y de bastante años a esta parte
ha servido y sirve para beneficiar yerro..."
(14). Este martinete de
cobre, que más tarde pasó a ser utilizado en actividades
férricas, utilizaba una rueda hidráulica movida por
las aguas del río Glera y parece que estaba "sito en
el recinto de la Población de esta villa, frente al Calvario..."
(15)
Poco más sabemos de este establecimiento, salvo que todavía
a mediados del siglo XIX se conservaba el recuerdo
de su primera funcionalidad: "el de Ezcaray es un sulfureto
que se beneficiaba hace 60 años, y s elaboraba en un martinete
dentro de la misma villa, en el día se han convencido los
naturales de que no pueden beneficiarse" (16).
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| Aldea de Posadas. Pequeña
localidad de ferrones y pastores. |
No era ésta la única manufactura dedicada a la fundición
de cobre en el occidente riojano: en la vecina villa de Mansilla
el Catastro de Ensenada no indica también que a mediados
del siglo XVIII había "una mina de cobre que al presente
está cerrada por orden del Consejo, y una casa donde se fundía
dho metal que pertenece a los vienes del concurso de Dn. Juan Galindo
de la Parra, que dha mina ni casa no produze utilidad alguna"
(17). Con posterioridad,
el martinete de cobre de Mansilla volvió a entrar en funcionamiento,
puesto que en el año 1826 Sebastián
Miñano indicaba que "hay muchos minerales de hierro
y cobre que se cultivaron en lo antiguo, y este último metal
se fundía aún en el año 1770; pero en el día
no quedan más que sus vestigios" (18).
El martinete de Mansilla, en un principio explotado por el sacerdote
Francisco Galindo y luego por una Compañía en la que
participaban varios madrileños, comenzó a funcionar
a raíz del descubrimiento de seis minas de cobre en el año
1740. Bajo la dirección técnica del clérigo
alemán Pablo Antonio Poli se erigió una gran casa
en la que albergar varios pozos de cobre fundido, hornos, barquines
y un gran martillo, que utilizaba la energía hidráulica
proporcionada por las aguas del río Najerilla. Los problemas
surgieron aquí también pronto: "como no podía
la compañía vender el mucho cobre que sacaba, porque
en Valmaseda, que lo compraban, lo tomaban entonces muy barato del
extranjero, le faltaron fondos, o más bien cesó del
todo, repartiendo el cobre existente entre la compañía
y acreedores, despidieron al director, quien se colocó por
intérprete de lenguas en el Hospital del Rey de Burgos, donde
murió algunos años después" (19).
(1) Lópe
Toledo, J.M., "Relaciones topográficas de La Rioja",
Berceo, nºs. V, IX, X y XII, años 1947-49.
(2) Citado por Abad León,
Ezcaray cumbre de La Rioja, Zaragoza, 1979, p. 8.
(3) Ibidem, p. 14.
(4) García de San Lorenzo
Mártir, F. J., Ezcaray. Su Historia, Logroño, 1959,
p. 78.
(5) Lope Toeledo, ob. cit.
(6) Ibidem.
(7) Alarcón Román,
C., Conde López, S. y Rodríguez Collado, M., "Artesanías
riojanas", Etnografía española, nº. 6, 1987,
p. 211.
(8) Ibidem.
(9) Archivo Municipal de Haro, leg.
89, año 1856, Papeles-Ferrocarril Bilbao/Tudela.
(10) Archivo Histórico
Provincial de Logroño (A.H.P.L.), Prot. Not., Ezcaray, basilio
DE Mata, nº. 3073, 1808.
(11) A.H.P.L., Prot. Not., Ezcaray,
Hermenegildo García, nº. 2755, 1858.
(12) Ochagavía, D., "Notas
para la historia minero-fabril riojana", Berceo, nº. XXII.
(13) A.H.P.L., Catastro DE Ensenada,
C224, vol. 263, respuesta nº. 17.
(14) A.H.P.L., Prot. Not., Ezcaray,
Basilio de Mata, nº. 3073.
(15) A.H.P.L., Prot. Not., Ezcaray,
Basilio de Mata, nº. 3073, 1804.
(16) Madoz, P., Diccionario geográfico-estadístico-histórico
de España y sus posesiones de Ultramar, reedición, Logroño,
1985, p. 119.
(17) A.H.P.L., Catastro de Ensenada,
C. 358, vol. 421, respuesta nº. 17.
(18) Miñano, S., Diccionario
geográfico estadístico de España y Portugal,
Madrid 1826, tomo V, p. 395. Madoz, sin embargo fecha el cierre en
el año 1755.
(19) Madoz, P., ob. cit., p. 151.
Ramón
Ojeda San Miguel, Universidad del País Vasco |