Es
frecuente ver en la actualidad la organización de euskal
kultur asteak o semanas culturales vascas en los programas festivos.
Grupos y colectivos locales organizan este tipo de actividades con
un objetivo principalmente recreativo, a la vez que tratan de promover
la cultura vasca. Aúnan esfuerzos para organizar semanas
culturales que incluyen representaciones de teatro, conferencias
sobre historia, arte y cultura vasca, proyecciones de diapositivas
y videos, conciertos de música, bertsolari saioak, txalaparta,
exhibiciones de baile, etc. Este tipo de celebraciones se han venido
organizando regularmente durante los últimos 25 años.

No era tan frecuente encontrar este tipo de actividades en los
programas festivos de hace 40 años. Son precisamente esas
primeras euskal kultur asteak, celebradas en las últimas
décadas del Franquismo, las que van a centrar nuestra atención
en las siguientes páginas. Comienzan a celebrarse desde la
segunda mitad de la década de 1960 y se hacen frecuentes
sobre todo en los primeros años de la década posterior.
Su importancia radica en que constituyen un intento de afirmar la
existencia de la cultura vasca, frente a la aparente inexistencia
durante los 'años de silencio' anteriores. Representan además
la defensa de una visión de la cultura vasca diferente de
la que había predominado hasta ese momento.
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Fiesta. Programa de la Semana Vasca de San Sebastián
de 1930 |
Siguiendo la tradición de las euskal jaiak de finales
del siglo XIX y principios del XX, tras la guerra civil habían
vuelto a celebrarse tímidamente 'festivales vascos' que mostraban
sobre todo los aspectos más relacionados con el folklore,
como los grupos de baile y las bandas de txistularis. Esa era al
fin y al cabo la imagen de lo vasco aceptada oficialmente por el
régimen de Franco. Sin embargo, progresivamente las celebraciones
y festivales comenzaron a tener un creciente contenido vasco que
atrajo a numerosos jóvenes cada vez que se realizaba una
de estas actividades. Este contenido vasco era percibido por los
participantes en la progresiva inclusión de obras de teatro
en euskera y la participación de grupos de música
que cantaban en euskera. Así, lo que habían comenzado
siendo 'festivales folklóricos' en la segunda mitad de la
década de los cincuenta acabaron siendo denominados 'festivales
vascos' ya en la década posterior. Este tipo de festivales
se llevaron a cabo en lugares como Elgeta, Urretxu, Lazkao o Segura,
frecuentemente organizados por grupos juveniles católicos
como OARGUI o Baserri Gaztedia.
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Teatro. Representación de "Udaberriko
gau artan lorik ez". Fot. Andoni. |
Quizá lo más significativo es el valor que estos
festivales fueron adquiriendo para los grupos de jóvenes
que acudían a ellos. La Euskal Jaia organizada en
Deba en 1964 y 1965 por el OARGUI fue muy popular. La presencia
de txistulariak, bertsolariak, bailes vascos y teatro en
euskera atrajeron a numerosos jóvenes hasta que este festival
fue prohibido por el Gobernador Civil de Guipúzcoa en 1966.
A las autoridades franquistas, como a la mayoría de los participantes,
no se les escapaba la importante función simbólica
que tenía este festival. Para muchos de los que acudieron
a aquellos festivales, éstos constituían la oportunidad
de hacer oír su voz en un tiempo de silencio. Es más,
consideraban que eran ocasiones en las que adquirieron una cierta
conciencia política y en las que fue creciendo su sentimiento
nacionalista vasco.

Se observa en esas fechas una evolución del modelo festivo
y una creciente presencia de actividades consideradas de carácter
vasco en las fiestas patronales de pueblos y barrios. Al mismo tiempo
que cambió su significado y de actividades de tipo folklórico
pasaron a ser consideradas actividades de afirmación cultural,
aumentaron las referencias encubiertas a la situación política
a través del uso de determinados símbolos, ciertos
colores, referencias a personajes históricos y escenas significativas
de la historia del País Vasco. En cierta manera, el significado
que sus protagonistas otorgaron a estas actividades revela su actitud
ante la situación del momento: emerge así ante nosotros
una nueva generación de jóvenes que mediante su actividad
cultural pretendían demostrar la existencia de una cultura
propia, y a través de ello, de un pueblo. En palabras de
sus protagonistas, los festivales comenzaron a ser organizados 'desde
abajo' frente a las celebraciones oficiales organizadas 'desde arriba'.
Al menos en la percepción de los participantes, estos festivales
tuvieron un cierto sentido de alternativa no sólo cultural
sino también política: la organización de estas
actividades por parte de grupos y asociaciones juveniles permitió
ir ocupando unos espacios públicos que fueron quedando en
manos de grupos que proponían una alternativa al régimen.
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PrimerFestival Interncional de teatro de San
Sebastián |
Las euskal kultur asteak celebradas en las últimas
décadas del Franquismo pueden considerarse como un intento
de dar un paso más en ese proceso: en sus programas tienen
cabida más actividades, y además incluyen otro tipo
de actos más relacionadas con la promoción de la lengua
y con un concepto de cultura vasca diferente. Para comprender este
nuevo concepto de cultura vasca que tratan de promover, debemos
situarnos en el contexto más amplio del movimiento de recuperación
de la cultura vasca que comenzó hacia mediados de la década
de los cincuenta. Los cambios y transformaciones socio-económicos
que tuvieron lugar en la sociedad vasca en esos años desembocaron
en una redefinición de lo vasco que se distanciaba de lo
que había sido hasta entonces transmitido por el nacionalismo
vasco tradicional. La emergencia de una nueva generación
de jóvenes que no habían conocido directamente la
guerra pero que estaban experimentando todos aquellos cambios, supuso
una toma de conciencia de la necesidad de plantear nuevas soluciones
a los problemas de una sociedad moderna.
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Programa de "Umeen Euskal Jaia" en
Vitoria, el 13 de setiembre de 1970 |
En ese contexto se dio una profunda renovación de la literatura
vasca, jóvenes autores dieron a conocer sus trabajos a través
de las páginas de revistas como Egan o Jakin,
la lengua vasca se convirtió en el eje de las reflexiones
acerca de la cultura vasca, se organizaron las primeras campañas
de alfabetización, se crearon nuevas editoriales y se promovió
la producción de discos en euskera. Se daba así la
oportunidad de expresarse a las nuevas generaciones y sobre todo
se demostraba que la cultura vasca iba más allá de
la mera expresión del folklore regional pretendida por el
régimen de Franco. En la misma línea, las euskal
kultur asteak de los años setenta constituyen, en parte,
una reacción frente a la imagen oficial de la cultura vasca:
son temas de actualidad los que se discuten, obras de teatro modernas
las que se representan, y grupos de música nuevos los que
actúan, frente a la tradicional imagen de lo vasco como 'txistu
y tamboril'.
La primera Feria del Libro y Disco Vascos se había
celebrado en Durango en noviembre de 1965. Un año más
tarde, se organizó en Mondragón una de las primeras
euskal aste kulturalak, que incluía en su programa
una Feria del libro y disco vascos, un ciclo de conferencias,
la exhibición de la película Pelotari comentada
por sus directores, la representación de una obra de teatro
en euskera, txistulariak y dulzaineros, además de
la típica representación del folklore de la región.
Su programa resume las actividades que encontramos en las semanas
culturales de esos años, donde las Ferias del libro y disco
vascos constituyen un elemento central y muestran la pretensión
de llevar a la calle el mensaje de que existe una cultura vasca
que produce más que meros espectáculos folklóricos.
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Feria del Libro y Disco Vascos-Euskal`Liburu
ta Diskuen Azoka, de Durango. |
Encontramos ejemplos de este tipo de actos, sobre todo en la primera
mitad de la década de 1970, en Bergara, Ordizia, Fuenterrabia,
Elgeta, Aretxabaleta, Rentería, o la Jakintza Astea
de Urretxu. Las actividades organizadas se distribuían a
lo largo de la semana, con conferencias sobre historia, literatura
y arte del País Vasco, representaciones de teatro en euskera,
exposiciones de pintura y proyecciones de películas o diapositivas
entre semana y herri meza, conciertos y festivales de música
con la presencia de cantautores vascos durante el fin de semana.
Si bien la mayoría de actividades organizadas tenían
un fin principalmente recreativo, éste siempre iba unido
a la promoción de la lengua, eje del debate cultural en aquellos
momentos. Además, a través de las conferencias se
pretendía transmitir una serie de contenidos relacionados
con temas culturales -eran muy populares las conferencias sobre
etnografía y prehistoria-, pero que podían llegar
a tener dimensiones políticas -como por ejemplo las conferencias
sobre la tradición foral de las provincias vascas-.
De hecho, y debido en parte a las posibles connotaciones políticas
que muchas de las actividades organizadas en el marco de estas semanas
culturales podían adquirir, no siempre fue fácil organizar
este tipo de eventos. Los organizadores recuerdan que no resultaba
nada sencillo organizar una semana dedicada a la cultura vasca en
aquella época. Si bien estas actividades no estaban prohibidas,
si estaban muy controladas. Por esta razón a menudo se enmarcaban
dentro de alguna otra celebración, como los homenajes a personajes
ilustres de la localidad que proliferaron en esos años. Se
buscaba una persona conocida del pueblo a quien homenajear y alrededor
de este homenaje se organizaban toda una serie de actividades culturales
a lo largo de la semana. Loramendi, Jautarkol o J.M.Barandiaran
son algunos de los personajes que fueron homenajeados en estas ocasiones.
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Cartel de las fiestas de Zubieta de 1977. |
La asociación Ereintza también organizó varias
semanas culturales en Rentería durante los primeros años
setenta. El caso de las euskal kultur asteak de Rentería
constituye un buen ejemplo de la evolución de este tipo de
celebraciones, que adquieren un creciente compromiso social. En
una entrevista realizada a miembros de esta asociación en
Zeruko Argia con motivo de la organización de la euskal
kultur astea de 1975 -en la que uno de los temas centrales es
el de la educación en el pueblo-, éstos explican su
idea de una fiesta vasca y el contenido que le quieren dar. Manifiestan
la necesidad de evolución de estas semanas culturales, de
transformarse y cambiar junto con la sociedad de la que forman parte.
Para concluir, podemos decir que estas euskal kultur asteak
demuestran que las reflexiones de quienes alimentaron el debate
cultural en esos años también llegaron a la calle.
Así como algunos intelectuales lucharon por dar un contenido
distinto a la cultura vasca a través de sus obras literarias,
su teatro, o sus canciones más comprometidas, desde las asociaciones
y grupos juveniles llevaron a los espacios de lo cotidiano esta
nueva interpretación de la cultura vasca a través
de un tipo de actividad organizada 'desde abajo'. Fueron los miembros
de estas asociaciones quienes acudieron a los Gobiernos Civiles
a pedir permisos para organizar homenajes, y luego realizaron los
programas de las semanas culturales, dándoles un determinado
contenido. Fueron los participantes en aquellos grupos y asociaciones
quienes hicieron salir a la calle, a través de la fiesta
y la celebración, esta afirmación de la existencia
de una cultura vasca moderna.
Nota:
Estas páginas resumen parte de una investigación
más amplia que la autora lleva a cabo acerca del papel del
asociacionismo juvenil guipuzcoano en la promoción de la
cultura vasca en las últimas décadas del Franquismo.
En dicha investigación se realiza un análisis de los
aspectos culturales de la relación entre el espacio oficial
y los espacios de expresión alternativos creados por grupos
y asociaciones juveniles en las últimas décadas del
Franquismo.
Amaia Lamikiz, Departament
of History and Civilisation. European University Institute, Florence |