En
los últimos años y a velocidad casi de vértigo,
nuestra sociedad está cambiando en sus roles y en sus relaciones
sociales. La mujer viene siendo el motor de buena parte de estos
cambios, incorporándose al trabajo exterior a gran velocidad,
tratando de conseguir a marchas forzadas su parte de responsabilidad
en la gestión de este planeta, haciéndose ver en todas
las situaciones en las que, hasta ahora, tenía un papel secundario
o escondido, mejorando la forma de relacionarse en la sociedad y,
en definitiva, cambiando la cultura, si por cultura entendemos el
sistema de normas, valores, creencias y actitudes que tiene en común
la mayoría de los miembros de una sociedad.

A pesar de esta evidencia, la ciudad, que es el escenario principal
de nuestro modo de vida, no se acomoda tan fácilmente a estos
cambios. De forma sutil y continuada su diseño y forma de
funcionar afecta, más de lo que normalmente se percibe a
simple vista, a nuestra actividad y percepción cotidiana.
El espacio tiene esa peculiaridad de ser envolvente e inevitable,
lo que lo hace a veces invisible a nuestros ojos (Pernas). La realidad
construida viene determinada por los antiguos modos de vida, y la
que estamos construyendo ahora no termina de reflejar los nuevos.
Aunque a veces, sin una reflexión previa, no se perciba a
simple vista, el espacio construido siempre refleja la estructura
de poder y de valores que conforma nuestra sociedad. Y, en coherencia
con esa estructura, la posición de las mujeres refleja lo
poco que se ha avanzado en la igualdad real. En las últimas
décadas, se ha conseguido legitimar el derecho a la igualdad,
pero se ha avanzado poco en ese camino. Bajo el camuflaje de la
neutralidad, el espacio de nuestros pueblos y ciudades responde
con exactitud a la estructura de poderes e interacciones que rige
nuestra sociedad.
Si profundizamos en esta imagen de opaca neutralidad que envuelve
el entorno urbano, vemos que no existen prohibiciones explícitas
de acceso a determinadas zonas de la ciudad (como sí existen
en otras categorías de ciudadanos, por ej. de clase: urbanizaciones
privadas, equipamientos privados, incluso centros comerciales de
acceso restringido,...). Las barreras invisibles son tan fuertes
que no necesitan de apoyos materiales. El control real de la ciudad
es poderoso. Los espacios que las mujeres usan realmente están
bien delimitados en el mapa mental de todas las ciudadanas, con
especificidad de lugares y de tiempos. Si hiciéramos un balance
del espacio/tiempo útil, en contraste con el construido,
en las zonas urbanas utilizables por las mujeres (y por aquellos
que no recurren a la violencia como modo de relación con
sus semejantes), saldría a la luz la superposición
de mapas diferentes que definen el territorio de la ciudad. Cada
mujer aprende desde la infancia cuales son los lugares y los tiempos
en los que no puede hacer uso de la ciudad. Algunos jueces se encargan
de puntualizar de tiempo en tiempo, en caso de duda, estos espacios
prohibidos en sentencias inauditas que salpican extemporáneamente,
la corrección política de nuestro lenguaje. Hemos
superado la época en que la calle estaba formalmente prohibida
para todas las mujeres, salvo las 'mujeres de la calle', pero queda
mucho para que tomemos posesión de todo el espacio de la
ciudad.

Las ciudades y pueblos son símbolos de la acción
humana sobre el planeta; en muchos casos, testimonio de los más
grandes logros en la creación de espacios de convivencia
de excelente factura. En otros, son el testimonio en piedra de las
diferencias, de las desigualdades o de los fracasos en nuestras
relaciones cotidianas. La ciudad es una amalgama de espacios creados
mediante la alquimia política, económica y social
de sus habitantes, sobre la base de proyectos y planes elaborados
por técnicos y por los contados elementos en los que los
ciudadanos y ciudadanas delegamos nuestro poder de decisión.
El economista J.K.Galbraith describe la sociedad actual como una
'tecnoestructura', una suerte de burocracia en la que el control
de la 'toma de decisiones' se concentra en una casta de 'técnicos
especializados'.
En esta tecnoestructura o tecnocracia, hasta ahora el poder ha
estado en manos mayoritariamente de varones. Existen mujeres urbanistas,
incluso en mayor proporción que en otros sectores, pero los
puestos más altos del escalafón siguen teniendo perfil
masculino. Como ocurre en casi todos los ámbitos del poder
empresarial, político o social, se diseña desde una
aparente pretensión de universalidad, desde un colectivo
muy sesgado hacia una determinada forma de vivir la ciudad y escuchando
poco o nada a una parte mayoritaria de la población: las
mujeres.
Hay voces con altavoz y voces con sordina. Voces con altavoz como
las de algunos representantes de los sectores económicos
potentes, voces con sordina como las de las ciudadanas, los mayores,
los niños, etc. Ello se traduce en desequilibrios claros
a la hora de introducir criterios que definan la intervención
en la ciudad. Por ejemplo, se priman todos aquellos aspectos relacionados
con lo laboral, con el trabajo exterior. O se desdeñan los
problemas relacionados con la seguridad o con aspectos vinculados
a la reproducción y al mantenimiento doméstico. Sobrevalorando
todos los datos relacionados con el trabajo exterior y olvidando
la otra parte de la vida, se consigue una ciudad a medida del grupo
de ciudadanos volcado en el trabajo, que se desplaza en coche, que
no hace uso de los espacios públicos, que viaja a menudo
en avión... La cultura de la eficacia y de la velocidad impregna
los proyectos y las decisiones que van creando espacio urbano. Se
ha conseguido una ciudad para moverse más que para vivir.

La ciudad se diseña según un patrón masculino
implícito e inconsciente de usuario: personas independientes,
motorizadas, sin ningún problema de discapacidad o salud,
volcadas totalmente en el trabajo, sin responsabilidades de cuidado
de niños o mayores, ajenos a los procesos de mantenimiento
tanto de la propia ciudad como de su hogar. ¿No coincide
esta visión con el perfil de técnicos o políticos
de alto nivel, es decir, exactamente de aquellos que toman las decisiones
de hecho en la 'tecnoestructura' de la que hablaba Galbraith?.
Esto es producto de un sector en el que predomina el género
masculino. A veces incluso, las pocas mujeres que van accediendo
a puestos directivos no contribuyen a mejorar la situación.
Acceder al sancta sanctorum del poder exige de las incautas o tenaces
profesionales que lo logran el pasar por un proceso de asimilación
de tal dureza que, a menudo, se pierde la conciencia de su propia
condición, y de su diferencia. Como las antiguas vestales,
muchas veces el acceso al templo se consigue a costa de olvidar
ciertas posibilidades inherentes a la condición femenina.
Estas circunstancias hacen de nuestras compañeras una especie
de conversas al mundo masculino que intentan evitar la mínima
referencia a su género, incluso llegando a masculinizar su
título o profesión o separándose lo más
posible de cualquier referencia a su esencia como mujer. Afortunadamente
las últimas estadísticas reflejan un aumento rápido
de las mujeres en carreras técnicas, que redundará
en un inminente equilibrio en los puestos de trabajo, y, esperamos
que, en una actitud de las técnicas 'coronadas' respecto
del resto de las mujeres.
Con un número importante de mujeres en puestos técnicos
y, esperemos, en puestos directivos la situación cambiaré.
Por otra parte, ha saltado en pedazos para siempre la regla que
asignaba a las mujeres la responsabilidad del espacio interior,
y a los hombres el control del exterior. Las mujeres no pueden ser
ajenas a la creación y gestión de un espacio que utilizan
y habitan como sus compañeros masculinos.
Por
otra parte, los derroteros que ha tomado la vida en las ciudades
en los últimos tiempos no legitima la actuación de
aquellos que han tenido un papel importante en el proceso de toma
de decisiones respecto de su construcción, Los problemas
sociales, ecológicos y económicos se acumulan en las
zonas urbanas de nueva creación, incidiendo más en
las periferias de nuestras ciudades que en los barrios más
antiguos, en la ciudad clásica. Las soluciones planteadas
por los urbanistas no hace tanto tiempo se han convertido en los
problemas actuales. Por ello se propone dar una oportunidad a aquellos
grupos escasamente representados en la participación habitual
de los ciudadanos, escasamente involucrados en la toma de decisiones
y los vericuetos del poder y escasamente oídos por los políticos.
Posiblemente su visión de la ciudad sea más interesante
que la que los grupos de presión, unidos a urbanistas tecnócratas
y políticos escasos de proyecto, nos han brindado hasta el
momento. Ampliar el círculo de personas que opinan, se replantean
o profundizan en el modelo de ciudad sí ayudaría a
mejorar enormemente la actual situación y sus tendencias.
Para ello hay que reflexionar sobre las incomodidades, disfunciones,
inconvenientes, inseguridades y molestias que se acumulan en la
vida cotidiana de todos gracias a una planificación que no
tiene en cuenta las necesidades de muchos grupos de ciudadanos,
entre otros las mujeres,
Se argumentará que las mujeres no somos un grupo homogéneo:
es cierto. Existen mujeres con y sin trabajo profesional, amas de
casa, mayores, jóvenes, con y sin dinero...Sin embargo existen
invariantes o características que se pueden aplicar a casi
todas las mujeres y determinan su visión de las cosas: por
ejemplo, la mujer no utiliza la violencia como modo de defensa en
el espacio público. O, hoy por hoy, y en espera de tiempos
más igualitarios, las mujeres se ocupan mayoritariamente
del cuidado de niños, de mayores y de todos los elementos
más débiles de la sociedad. Las mujeres son, en cuanto
madres, las intérpretes primarias de las necesidades de los
niños y niñas. La total responsabilidad, cuando no
el trabajo en sí, derivada de las tareas de mantenimiento,
limpieza y avituallamiento de las casa recae sobre sus hombros.
Las mujeres son pues, la voz de los otros grupos infrarrepresentados,
sin voz. Evidentemente, no debemos permitir que esta situación
por injusta, permanezca en el tiempo, pero sí tratar de que,
a le vez, que se vayan cambiando las pautas de relación entre
género, se sea consciente de que la situación actual
es la que describimos aquí y tratar de que el espacio facilite
en vez de agravar la asunción de estas responsabilidades,
ya sea para las mujeres o para ambos géneros como pretendemos
que sea en el futuro.
No
es sólo para las mujeres para quienes la ciudad no funciona,
también para los otros sectores débiles de la ciudad:
el recorte de libertad y autonomía de los niños en
nuestra sociedad urbana no tiene precedentes en la historia. Hace
no tanto tiempo los niños jugábamos en la calle solos,
íbamos a la escuela sin necesidad de adultos como acompañantes.
Actualmente los niños han desaparecido de la escena pública.
En un estudio realizado a principios de los 90 en Inglaterra se
analizaban las costumbres infantiles en esta actividad diaria: ir
al colegio. Los resultados reflejan claramente como ha aumentado
la dependencia en los últimos 20 años. En 1971 iban
solos al colegio un 80% de los niños de 9 años y un
90% de los de 11 años de edad. En 1990, el porcentaje del
primer grupo había descendido al 30% y el grupo de niños
de 11 años que aun conservaba su autonomía no llegaba
al 55%.
La reclusión forzosa de los niños va acompañada
de la reclusión de los padres, o, para ser más precisos
de las madres sobre las que sigue recayendo la mayoría del
tiempo de cuidado infantil. Cuidado que ha pasado de ser una tarea
compartida por toda la comunidad a ser una carga asumida a duras
penas por los padres. Esta situación repercute asimismo en
la formación de los niños: conocer por sí mismos
el entorno, jugar, explorar sin tener a un adulto encima era un
elemento importante en el proceso de formación infantil.
Actualmente se sustituye la riqueza del entorno por el ordenador
o la televisión, sin poder imaginar qué consecuencias
tendrá en el futuro.
Otro
tanto podríamos decir de otros grupos simplemente centrando
nuestro pensamiento en ello: los mayores, los parados, la gente
con algún tipo de minusvalía o discapacidad. La ciudad
que estamos creando no funciona y esta disfunción se hace
más patente en su impacto sobre las vidas más complejas,
o más alejadas del modelo implícito que los planificadores
tienen en mente.
Decíamos que el espacio, si se analiza en profundidad, está
surcado por líneas de poder: es una cristalización
de la sociedad y de su división en roles desiguales. La construcción
de uno u otro tipo de ciudad facilita o impide el camino a la igualdad.
Hay que repensar la ciudad del mismo modo que se ha comenzado a
repensar la historia, incorporando a la mayoría olvidada,
a las mujeres.
El espacio construido delimita, moldea, condiciona o potencia las
actividades que se realizan en él. Si queremos que la ciudad
sirva al modelo de autonomía, de igualdad, de ciudadanía
con todos sus derechos, hay que encontrar el modo de hacer oir nuestras
necesidades específicas y concretas como mujeres en el proceso
de construcción de la ciudad.
El urbanismo de los últimos años se basa en una serie
de errores que, no por ser suficientemente reconocidos en los círculos
técnicos, han dejado de ser los ejes de diseño urbano
en la actualidad, por mera inercia y porque responden muy bien a
las expectativas económicas de la máquina productiva.
El primero es la división estricta de funciones urbanas en
oposición a la complejidad y a la mezcla de usos y personas
que caracterizaba la ciudad tradicional. En aras de solucionar problemas
higienistas y de contaminación industrial, la Carta de Atenas
y su mentor Le Corbusier, diseñan el urbanismo moderno, en
el que proponen una ciudad disgregada en la que las diversas funciones:
habitar, trabajar, comprar, divertirse.... se ubican en zonas predeterminadas
para ese uso exclusivo. Su desarrollo dará lugar a la ciudad
de los polígonos (residencial, industrial,...) o a su último
desarrollo con los actuales hipermercados y centros de ocio en medio
del campo.
Esta división de funciones implica grandes desplazamientos
entre una y otra actividad, y se vuelve subsidiaria del vehículo
privado como mejor forma de solventar las distancias. Los ciudadanos,
y sobre todo las ciudadanas deben simultanear a lo largo de la jornada
las diversas funciones. Con este modelo, necesitan emplear en estos
desplazamientos de una parte a otra de la ciudad una cantidad ingente
de tiempo y energía.
La ciudad disgregada que genera un urbanismo dependiente del automóvil
se muestra hostil a todas las personas frágiles o sobrecargadas
de trabajo: a las mujeres con doble jornada, a los mayores, a los
que tienen alguna discapacidad o enfermedad. Es decir, a la mayoría
de los ciudadanos.
Este modelo urbano se basa necesariamente en la dependencia del
coche privado y en grandes inversiones en carreteras y otras infraestructuras
del transporte. El espacio público, básico para valores
ciudadanos como la convivencia y el intercambio, se ha visto invadido
por el automóvil y sus consecuencias (ruido, contaminación,
ocupación física por el aparcamiento, imagen de la
ciudad). Algunos autores piensan qu el hecho de destinar básicamente
el sistema de calles y plazas de las ciudades a la circulación
rodada ha sido el error de fondo que ha dado lugar al declive actual
de nuestras ciudades.
El modelo urbanístico que, como decíamos, se sigue
utilizando inercialmente, está generando unos espacios decepcionantes
en su calidad urbana al precio de un consumo ingente de recursos
y energía y de producir un máximo de residuos inutilizables
en los ciclos naturales.
¿Cómo cambiar la forma de hacer ciudad? Estamos en
un proceso, sin tener aún soluciones claras y testadas de
cara al futuro, pero empiezan a concretarse algunos principios que
debieran devenir en cambios profundos en el planeamiento y en al
intervención en la ciudad, que llevarán seguramente
a mejores resultados.
Hasta ahora, el urbanismo se ha centrado en un par de objetivos
claros: la producción inmobiliaria y de infraestructuras
del transporte y el reparto equitativo de los beneficios de la urbanización
entre los propietarios del suelo. En el caso del urbanismo progresista,
la tendencia es concebir la función del urbanismo a modo
de dique de contención de una tendencia irreprimible a la
especulación. Debiéramos salir de este urbanismo defensivo,
para centrar los objetivos en crear o recuperar ciudad para todos
y todas. Salvar este planteamiento de visión estrecha de
la realidad que se reduce a repartos de plusvalías y solución
de problemas infraestructurales. Cuando se estudian los espacios
urbanos, surge la duda de cómo se puede llamar ciudad al
tiempo al tejido vivo que todos conocemos, que acumula experiencias
y vivencias múltiples, que refleja unos acuerdos mínimos
de la gente que convive en ellos; y, a la vez, a esta creación
fría y simple en la que difícilmente se conseguirá
la complejidad suficiente para una convivencia agradable.
Repensar las ciudades: un nuevo urbanismo
Como comentábamos antes, con toda la autoridad que nos da
el no haber sido como colectivo las mujeres responsables de la deriva
del urbanismo reciente, proponemos unas nuevas premisas
para repensar las ciudades del futuro:
- El uso de la ciudad es diferente por parte de los diversos
grupos de ciudadanos. En el momento actual, la división
de trabajos y roles sociales hace que el uso de la ciudad por
parte de hombres y mujeres sea muy distinto. En el futuro esperamos
que esta situación cambie, pero siempre seguirá
habiendo diferentes modos de vivir la ciudad. Una primera medida
sería lograr que la información urbanística
reflejara esa diversidad. Que los planes generales hablen
de habitantes, en vez de grupos específicos de ciudadanos
con necesidades diferenciadas es un error grave que se traduce
en inadecuación de los espacios planificados a posteriori.
Partiendo de la perspectiva de género, que constituye el
tema de esta intervención, destaquemos que existen pocas
estadísticas o información en la que el uso de la
ciudad se refleje según el sexo del encuestado. Las pocas
estadísticas segregadas dan fe de la situación desigual
que comentábamos.
- Incorporar al urbanismo y al diseño de la ciudad un
enfoque de género. Las antropólogas feministas americanas
utilizan un concepto muy interesante: el 'urbanismo situado'.
Es decir, hacer salir a las prácticas urbanísticas
de los temas de producción de suelo e infraestructuras
y reparto de beneficios para centrar su campo en conseguir unos
espacios que inciten a la convivencia y favorezcan el desarrollo
y el buen vivir de todas las personas que van a habitarlos. Partir
de la vida cotidiana y de todas las actividades y necesidades
que se desarrollan en su seno para definir los espacios que los
albergarán, sin olvidar aspectos tan importantes como el
cuidado de pequeños o demasiado mayores, la seguridad,
el ocio... dar valor a temas que actualmente quedan relegados.
La incorporación de la mujer al trabajo remunerado o exterior
ha supuesto cambios en la forma de concebir todas las formas de
trabajo y la organización de la vida en el hogar: son necesarias
transformaciones en ambos que favorezcan el reparto del trabajo
no remunerado, que inciten a la socialización, que eviten
situaciones de soledad o de estrés. Para ello hay que incorporar
nuevos planteamientos básicos a los pliegos de condiciones
de proyectos e ideas para la ciudad. Son necesarias acciones
positivas que favorezcan proyectos innovadores. Es bueno reflexionar
sobre las herramientas y normas que utilizamos a la luz
de ese nuevo prisma para ver en qué aspectos son válidas
y en qué aspectos convendría cambiarlos.
Para incluir este nuevo enfoque que parte de la realidad
de toda la vida cotidiana, es necesario primero hacer aflorar la
parte de esa vida cotidiana que es poco visible en los estratos
técnicos o incluso en los medios de comunicación.
Son necesarios estudios específicos sobre la realidad
de la vida cotidiana que no se refiere a los temas laborales. Pero,
sobre todo, es necesario dar voz a las propias mujeres para que
sean ellas las que expliquen cual es su relación con el espacio
de la ciudad, las disfunciones que conocen, los problemas que tienen
o los espacios que les resultan especialmente adecuados para desarrollar
su vida compleja intentando compaginar tantos perfiles como advertíamos
en las primeras páginas.
Como ciudadanas, el modo sería apoyar en todo momento la
reflexión colectiva sobre la ciudad, sobre el espacio, abriendo
cauces, tanteando instrumentos para la participación ciudadana,
haciendo surgir propuestas específicas que se puedan integrar
en el proyecto de ciudad o de territorio. En un símil muy
adecuado a la visión femenina del mundo: 'El que no llora,
no mama'. Si no nos quejamos, si no planteamos nuestra incomodidad
en el espacio urbano, lo más probable es que siga haciéndose
a medida de los que sí que influyen, hablan...
Como técnicas, impulsando los procesos urbanísticos
de modo que incorporen procesos de participación en los
que se oiga la voz de aquellos y aquellas que participan en menor
grado en los procesos habituales. Exigiendo información desagregada
según los diferentes tipos de ciudadanos y ciudadanas. Abriendo
espacios de participación para los diversos grupos, de modo
que el urbanismo de la diferencia, de la multiculturalidad aparezca
con toda su fuerza. Incorporando premisas al diseño que valoren
los aspectos escondidos de la vida cotidiana: la seguridad, la convivencialidad,
el disfrute de la naturaleza, el ocio, el cuidado de aquellos que
lo requieren, la tranquilidad, el silencio, la calma, el disfrute....
De este modo, escuchando y valorando lo diferencial como mujeres,
podremos incorporar propuestas específicas para integrar
en el proyecto ciudad. Reconvertir los instrumentos de planeamiento
existentes de modo que reflejen los resultados de procesos profundamente
democráticos, en los que se refleje la participación
de los diversos grupos que componen la ciudadanía. Ampliar
la gama de asociaciones que intervienen en la ciudad, en la actualidad
centrada únicamente en las asociaciones de vecinos cuando
existen.
Para verificar si estas propuestas corresponden a lo que las mujeres
o aquellos que, en un mundo más igual, se ocupen de lo que
actualmente recae sobre nuestros hombros, sería interesante
iniciar procesos de verificación de los nuevos instrumentos:
por ejemplo elaborando indicadores para evaluar la habitabilidad
de la ciudad desde el punto de vista de las mujeres o de los diferentes
grupos que componen el urbanismo de la diferencia. Los indicadores
tienen una doble función: por una parte sirven para medir
y verificar la idoneidad de una acción o instrumento para
corregir una tendencia. Pero tienen otra función importante:
la de ser instrumentos de sensibilización sobre una situación
dada, acelerando la puesta en marcha de mecanismos de intervención.
Otro sistema puede ser la puesta en marcha de otros sistemas
de evaluación, como puede ser la redacción de
Estudios de Impacto Social, con metodología paralela
a los Estudios de Impacto Ambiental. Por ejemplo, de cara a un proyecto
concreto, un informe de estas características podría
estudiar a quien beneficia y a quien impacta cada una de las intervenciones
que componen el proyecto.
En este proceso de virar el urbanismo de las plusvalías
hacia un urbanismo de las personas, el modelo de ciudad tendría
que basarse en ideas-fuerza como la proximidad y complejidad de
todas las actividades que se desarrollan en el entorno urbano, la
legibilidad y accesibilidad de los espacios, la seguridad y convivencialidad
en absolutamente todas las zonas urbanas, la permeabilidad y accesibilidad
a todos los equipamientos o focos de atracción no solamente
en coche, sino sobre todo a pie o en modos de transporte no motorizados,
con especial atención a las personas de movilidad reducida.
Y sobre todo, fomentar la mezcla de usos de forrma que se pueda
conseguir la deseada proximidad y accesibilidad que facilite la
realización de las diversas tareas que compondrían
una vida compleja y completa para ciudadanos y ciudadanas.

En resumen,
- Profundizar en las necesidades reales de todos los grupos de
población y utilizar estos conocimientos para desarrollar
políticas de uso del suelo y de transporte que aseguren
un acceso igualitario a los recursos existentes , al tiempo que
recojan las necesidades no satisfechas.
- Reconocer las diversas formas de exclusión o tratamiento
desigual que existe de hecho en la sociedad (tanto para minorías
como para mayorías).
- Activar la participación activa de aquellos sectores
de la población cuyas voces son difícilmente percibidas
en los procesos urbanísticos.
PREMISAS PARA REPENSAR LAS CIUDADES DESDE EL
GÉNERO
- Información urbanística
- Incorporación de nuevos planteamientos, "El urbanismo
situado":
- En los pliegos de condiciones de proyectos e ideas para la ciudad
- En la normativa y herramientas urbanísticas

- Acciones positivas que favorezcan proyectos innovadores
- Estudios específicos
- Participación en los procesos
- Procesos de verificación/ evaluación:
- Indicadores
- Estudios de impacto social
ACCIONES POSITIVAS
- Alemania. Bergkammen. 1991. Promoción
de 25 apartamentos realizados de acuerdo a las necesidades de
las mujeres
- "Mujeres replanifican" Hamburgo (Alemania)
1993 Proyecto subvencionado por la Administración en
el que mujeres urbanistas y usuarios trabajan juntos para adaptar
su construcción a las necesidades de las mujeres y sus
familias.
- "La fábrica de chocolate" Berlín
1984-87. Después de un proceso de planificación
y negociación, los grupos feministas se hicieron cargo
de los edificios de una sociedad inmobiliaria municipal, Se recupera
una vieja fabrica en el que se albergan numerosas actividades
para las mujeres: guarderías, apartamentos, talleres,..
- Experiencias de planeamiento municipal alternativo
en Noruega. Una perspectiva de las mujeres en el planeamiento
municipal (1989-92). Realizado por la Asociaciación de
Administración Local de Noruega y un equipo Interministerial
(de seis ministerios).
ESTUDIOS ESPECIFICOS
- "La ciudad amable de Tokio" (Japón), 1993.
El Comité de Arquitectos para las mujeres y la ciudad elaboran
un estudio para mejorar las condiciones los viajes en transporte
público
- "Remodelación del Centro Urbano de Birminghan"
(Reino Unido). 1994. Se trata de un trabajo de una organización
comunitaria de base popular montada por mujeres y para mujeres.
Surge a partir de la iniciativa del Consejo del Gran Londres y
de la organización Amigos de la Tierra, para planificar
las ciudades pensando en sus habitantes y no en los coches.
- Estudios sobre "Puntos negros"
PARTICIPACIÓN
- TALLERES EASW : fomento de la participación de la
mujer en los procesos de planificación de la ciudad :
- Otra mirada sobre Pamplona: la interpretación de la
ciudad desde el punto de vista de las mujeres . Concejalías
de la Mujer y Urbanismo . 1997
- II Jornadas de Urbanismo: Pamplona con mirada de mujer, Taller
sobre indicadores de ciudadania e igualdad: "Las mujeres
seguimos el Plan", Ayuntamiento de Pamplona : Concejalías
de Urbanismo y de la Mujer. 1998
- Participación de las Mujeres en la creación
del espacio habitable de Lorca . Concejalía de la Mujer
y Concejalía de Urbanismo del Ayuntamiento de Lorca.
marzo 2000
- Avilés,la ciudad que proponen las Mujeres. Concejalía
de la mujer del Ayuntamiento de Avilés. Noviembre 2000
- "Foro de Mujeres sobre Transporte y Desarrollo".Sheffield
(Reino Unido).1993. Se creo un Foro de Mujeres sobre Transporte
y Desarrollo. Mujeres técnicas de la Administración
quisieron crear un mecanismo que permitiera que les permitiera
mantener un dialogo continuado con las mujeres de la Comunidad,
y que pudieran asesorar en la política de planificación
y transporte. Se han desarrollado campañas sobre Seguridad
Vial, contaminación, etc.
- "Remodelación del Centro Urbano de Birminghan"
(Reino Unido). 1994.Se trata de un trabajo de una organización
comunitaria de base popular montada por mujeres y para mujeres.
Surge a partir de la iniciativa del Consejo del Gran Londres y
de la organización Amigos de la Tierra, para planificar
las ciudades pensando en sus habitantes y no en los coches.
PROYECTOS
- Proyecto "METRAC":Toronto (Canadá).1989.
Guía para realizar auditorias sobre la seguridad d"Proyecto
Abrete Sesamo". Haringiey (Reino Unido). Proceso en el que
se buscaba la participación de la comunidad en el entorno
construido. Se elaboró una encuesta sobre los temas de
accesibilidad a comercios, equipamientos, etc, concienciando al
barrio sobre el papel de la mujeres como cuidadoras.
- VAC-Comité Asesor de Mujeres para temas de construcción
de vivienda. Surge después de la Segunda Guerra Mundial
(1946 hasta la actualidad) en 300 municipios con motivo de las
labores de reconstrucción, para evaluar las necesidades
de vivienda, su accesibilidad, seguridad, flexibilidad.
INDICADORES. PAMPLONA 1998:
- DE IGUALDAD
- DE SEGURIDAD
- DE ACCESIBILIDAD
- DE SOSTENIBIILDAD
- DE RELACION
- DE HABITABILIDAD DE LA VIVIENDA
Isabel Velázquez/Aurora
Justo, Colectivo "Mujeres Urbanistas"
Jornadas "Arquitectura, Urbanismo y Vida Cotidiana" organizadas
por Emakunde en septiembre de 2001
Fotografías: Están publicadas en la
revista EMAKUNDE Nº37 |