Txaro Arteaga, directora de Emakunde
"Euskadi sigue siendo machista"
* Original en euskera
Ismael Diaz de Mendibil

Txaro Arteaga Me imagino que muchos de ustedes se han preguntado, igual que yo, por qué unos nacen en Oriente Medio, y sufren penurias, y otros nacemos en Occidente, y sufrimos bastante menos. Por qué unos nacen con la suerte de cara, y otros nacen estrellados. En alguna ocasión, he trasladado esta pregunta existencial al sexo de todos nosotros. ¿Por qué soy hombre, y no mujer? Algunos de ustedes pensarán que no hubiera cambiado en exceso su vida por una condición sexual u otra. Yo no estoy tan seguro, porque la mayoría de los hombres no somos maltratados, ni nos echan del trabajo por ser padres, ni estamos condenados a cocinar, ni planchar, ni a cuidar de nuestros mayores porque no queda otra, y con suerte, ni somos candidatos a hacer un anuncio de detergentes. ¿Que lo de los anuncios de detergentes en los que sólo aparecen mujeres es cosa del pasado? No lo crean, acabo de enchufar la televisión, y han aparecido una docena de mujeres alrededor de una caja de detergente, no sé si ha cambiado la sociedad, pero el anuncio desde luego no, porque no ha aparecido ni un hombre.

-Euskadi, siglo XXI. ¿La sociedad vasca sigue siendo machista?
Sí, los datos nos reflejan una sociedad machista. Por ejemplo, solamente un 32% de las mujeres trabajan fuera de casa, o dicho de otra manera, casi siete de cada diez mujeres son dependientes económicamente. En esta Comunidad tenemos 2000 denuncias por malos tratos al año, hay alrededor de 100.000 mujeres maltratadas. Más datos; si las mujeres obtenemos mejores resultados académicos que los hombres, ¿cómo se puede explicar que el paro femenino doble al masculino? De cada diez parejas en las que ambos trabajan, sólo tres dicen que comparten tareas... No se puede negar los avances realizados, pero queda mucho por hacer.

-En la punta del iceberg nos encontramos con la mayor lacra de la desigualdad: la violencia contra las mujeres.
Mi primera comparecencia parlamentaria sobre esta cuestión fue hace ya diez años. Por aquel entonces, existía permisividad social hacia la violencia contra las mujeres, y además parecía que no existía. No teníamos ningún estudio realizado, era una lacra invisible. Hoy en día, en cambio, hemos conseguido sacar a la luz el problema, ya que cada vez tenemos más datos. Ante este problema, nuestros primeros objetivos, junto al apoyo a las víctimas, son la sensibilización y la prevención en diferentes ámbitos sociales. Desde Emakunde pensamos que la violencia no se va erradicar hasta que no exista igualdad. Mientras no eliminemos la desigualdad entre hombres y mujeres, no erradicaremos la violencia.

-Y en su opinión, ¿la solución pasa por un castigo más ejemplar al maltratador?
Los castigos que marca la ley son suficientes, si se cumplen. Más que por ahí, la solución viene por eliminar las desigualdades existentes. Tú nunca pegas, ni maltratas a alguien que consideras igual a ti, o que te puede responder, o que se puede marchar... Si le maltratas, es porque consideras que es inferior a ti. Por el contrario, sí que se ha avanzado en la atención y en el apoyo a las víctimas. Emakunde coordina una comisión donde están involucrados todos los servicios que pueden atender y ayudar a la víctima. Desde la Ertzaintza y el poder judicial, hasta los departamentos de Sanidad y Asuntos Sociales.

-Saltando al campo laboral, según los estudios realizados por los propios empresarios, las mujeres faltan menos al trabajo que los hombres. A pesar de dichos datos, muchas empresas consideran que las mujeres son una carga que no pueden soportar, más si éstas son madres y tienen más de 30 años. En otros casos, a igual trabajo, mitad de sueldo... ¿Qué puede hacer la institución publica para atajar dichas injusticias en la empresa privada?
Yo creo que se pueden hacer muchas cosas, y sobre todo convencer a los empresarios de que la mujer es rentable. Hay que evitar los estereotipos, y las mujeres los están erradicando con su comportamiento en las empresas. Las que más están haciendo por cambiar la mentalidad del empresariado son las propias mujeres. Hay que hacerles comprender que la mitad del conocimiento del planeta está en los cerebros de las mujeres. Por lo tanto, si al empresario por fin se le mete en la cabeza eso, querrá aprovechar las mejores personas, sean hombres o mujeres. Precisamente hace escasas fechas conocíamos que una universidad norteamericana lleva 20 años estudiando lo que se llama el fenómeno del techo de cristal. Así se denomina al hecho de que la mujer no alcanza en los diversos ámbitos sociales, políticos, económicos o culturales, porcentajes superiores al treinta y tantos por ciento. Sin embargo, esa universidad, mediante un estudio pormenorizado, ha demostrado que las empresas norteamericanas con mayores beneficios son las que cuentan con más mujeres en los cargos directivos.

-Por sus palabras, intuyo que ningún país puede presumir de igualdad de género.
Así es. No existe, ni en el mercado laboral ni en ningún ámbito. Incluso entre los países nórdicos existen diferencias. Es digno de mención el caso de Suecia. Las empresas suecas, están obligadas por ley, a dedicar parte de su presupuesto a políticas de paridad dentro de la empresa, y si no lo hacen, son castigadas económicamente.

-Algo impensable de implantar por estos lares.
Sería difícil, pero algunas políticas que en breve se van a implantar en Euskadi, van por ese camino. Por ejemplo, retirar las ayudas publicas a las empresas que tengan comportamientos discriminatorios hacia las mujeres. Por ahí tenemos que ir. El camino es ese, y en ello estamos trabajando.

-Hablemos del trabajo en casa. A la hora de compartir tareas domésticas, ¿no hay también mujeres que se comportan de una manera machista?
Claro, pero, además es lógico, porque hombres y mujeres asumimos una misma cultura. El modelo universal es el masculino que es el de referencia, y muchas mujeres no han puesto todavía en entredicho esa cultura, pero lo harán, como ya lo estamos haciendo muchas mujeres, a la vez que muchos hombres. Además, las estructuras de la sociedad están organizadas para ese modelo, esto es, señora en casa y señor fuera de casa. Horarios de trabajo, de médicos, de ikastolas y escuelas... Aun así, mucha gente aspiramos a otro modelo, y aunque no lo tenemos fácil, lo estamos llevando a la práctica. Con él, hombre y mujer comparten tanto el trabajo remunerado como el no remunerado.

-Y siendo la educación un pilar fundamental en la igualdad de género, ¿qué modelo impulsa la escuela?
La escuela ha avanzado respecto al modelo anterior, porque era segregado. Así, la escuela ha impulsado el modelo mixto, chicos y chicas en el mismo aula. Pero, la escuela no está divulgando el modelo correcto, porque universaliza el modelo masculino de enseñanza, es decir, chicos y chicas están aprendiendo lo que es ser chico. Se están preparando para la vida pública, para ejercer una profesión..., sin embargo, están infravalorando totalmente todo lo que tradicionalmente hemos hecho las mujeres. Ahora no es que los chicos no sepan cocinar, es que no saben ni los chicos ni las chicas. Ya no se enseña a cocinar, a cuidar a nuestros familiares... En resumen, estamos en un modelo mixto, pero no estamos impartiendo un modelo coeducativo que es el que estamos intentando impulsar. Pero no sólo falla la escuela, también los padres y las madres o los medios de comunicación. Nos tenemos que dar cuenta de que el modelo social de roles nos está haciendo desgraciados a todos, ya que nos ha limitado a ambos sexos. No sólo a las mujeres, también a los hombres. Vosotros tenéis que ser los fuertes, listos y guapos. Tenéis que mantener a la familia, mandar... Todo esto ha limitado vuestro mundo afectivo. Muchos hombres sufren al no poder mostrar sus sentimientos, y en algunos casos ni siquiera saben hacerlo. Ese es el camino que tenéis que recorrer los hombres, tenéis que cuestionaros qué limitaciones os ha supuesto el modelo tradicional, y ahí nos podemos encontrar hombres y mujeres.

-Como usted apuntaba, hasta ahora las mujeres han cuidado de nuestros mayores. ¿Quién lo va a hacer en el futuro?
Parte del cuidado de las personas lo tenemos que compartir, y otra parte lo tenemos que socializar. ¡Que se desengañen!¡Las mujeres no vamos a soportar ese trabajo en solitario! El trabajo comunitario tiene que repartirse, y por supuesto, también tiene que haber más servicios públicos. Queda mucho por hacer, pero las administraciones públicas se han dado cuenta, y saben que deben gastar el dinero de otra manera.

-Toquemos poder. ¿Qué partido político va a dar el paso de presentar a una mujer como candidata a lehendakari?
A pesar de que tenemos una vicelehendakari, yo lo veo difícil. Es cierto que en la representación política femenina se ha avanzado mucho en los últimos años. También es cierto que cada legislatura la participación de las mujeres va en aumento, actualmente ronda el 35%, pero, pero... Más difícil tenemos todavía la entrada en el poder económico, que es el verdadero poder.

-Hablando de política, le pregunto por una decisión política. ¿Qué opinión le merecen las ayudas fiscales que reciben desde hace unas semanas las mujeres españolas? Recordamos que son 100 euros al mes para las madres que trabajan fuera de casa, y que tienen un hijo o una hija menor de tres años.
En líneas generales, yo no estoy a favor de las ayudas directas. Además, nadie tiene criaturas por esa cantidad económica. Me parece que es un engaño. En cambio, sí estoy a favor de que la administración sea capaz de gestionar servicios que cubran todas nuestras necesidades, y creo que en ese objetivo se deben invertir todos los esfuerzos. ¿Para qué quiere una madre 100 euros al mes, si luego no tiene una escuela infantil donde llevar a su hijo o hija? Lo único que me parece positivo del tema de las ayudas es que la clase política se ha dado cuenta que tiene que invertir en estas cuestiones. Otra cosa es que la inversión que se realice sea más o menos adecuada.

-Cambiando de tema, actualmente el feminismo no pasa por su mejor época. ¿Usted se considera feminista?
Por supuesto. Para mí el feminismo sigue siendo la base ideológica del cambio social que estamos viviendo. Intereses determinados han intentado desprestigiar el feminismo, sin conocimiento de causa, porque el feminismo es una acción que libera a todo el mundo: mujeres y hombres.

-Una vez expuestas las injusticias y desigualdades de género que se suceden en la sociedad. ¿Hay razones para ser optimistas?
Podía hacer demagogia, pero yo no soy nada demagoga. Yo siempre digo que esto es muy difícil y complicado, y que nos queda mucho camino por recorrer. Aunque no hay varitas mágicas, vamos dando pasos. La desigualdad de género está asumida políticamente, con lo que desde las administraciones se está trabajando, avanzando, pero, desde luego, necesitamos también una masa crítica que empuje en esa línea. Hay que exigir a las administraciones, pero también hay que exigirse a si mismo y a si misma. El mayor trabajo que podemos hacer es a nivel individual.

-Y después de todo lo dicho, ¿qué decir de las mujeres de los países en vías de desarrollo?
Lo único positivo es que las mujeres de cualquier punto del planeta están en pie de guerra. Muchas veces las mujeres de esos países son mucho más beligerantes que las de Occidente que creen que lo han conseguido todo. El futuro del mundo está en las mujeres.


Txaro Arteaga

Txaro Arteaga nació un día de primavera del mes de mayo, hace 58 años, "con lo que me queda nada para cumplir 59, y muy poco para los 60". Hija de una mujer "que ya trabajaba fuera de casa por aquel entonces", y de un hombre "que compartía las tareas domésticas", estudió secretariado. Sin embargo, su vida profesional nada ha tenido que ver con lo estudiado, "porque un buen día entré en Radio Popular-Herri Irratia por casualidad, y estuve allí 25 años". Así, su voz se convirtió en su herramienta de trabajo, no sólo por los micrófonos radiofónicos, ya que también hizo doblaje, "desde programas infantiles hasta Dallas". Desde hace 14 años todos los días pasa tres horas en el coche, tiempo que emplea en un recorrido que conoce de memoria Oiartzun-Gasteiz-Oiartzun. En Gasteiz dirige Emakunde, en Oiartzun codirige, junto al marido, su hogar.


Fotografías: Archivo Emakunde

 
Euskonews & Media 208. zbk (2003 / 04-25 / 05-09)

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