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La meteorología tradicional
* Original en euskera
Pello Zabala

Los vascos siempre han sentido un enorme interés por saber el tiempo que les espera. Y no es de extrañar, puesto que los pescadores tienen que salir a la mar, los leñadores adentrarse en el bosque, los campesinos saber cuándo llegará el momento de recoger la cosecha, etc. A todos les conviene conocer con antelación el tiempo de los días venideros.

Empujados por la necesidad

Si el hombre ha ido progresando es porque se ha sentido obligado a actuar ante las necesidades. Así, los campesinos, los pescadores y los pastores, cuyas profesiones están tan vinculadas a la naturaleza, han ido aumentando sus conocimientos sobre la predicción del tiempo, pero sin ni tan siquiera saber sobre qué versa eso que llaman meteorología. En cualquier caso, en algún que otro momento siempre hallado una buena pista en cada rincón y paraje.

Los conocimientos que actualmente poseemos sobre esta materia se los debemos a todas aquellas personas que se dedicaron en cuerpo y alma a hallar cualquier indicio que les permitiera acertar con el tiempo, empujados por la necesidad, y bajo la finalidad de no desperdiciar sus fuerzas. ¡Y eso que apenas tenían medios! En el campo eran las tareas y las prisas las que mandaban, por lo que los hijos de los campesinos no siempre podían acudir a la escuela. Los calendarios no empezaron a colgarse en nuestras cocinas hasta mucho más tarde.

Sin ápice de arrogancia

Nuestros antepasados eran gente humilde en su trabajo. En cuanto algún hijo lanzaba una apuesta, '¡a que mañana sale un día despejado!', el padre de familia no tardaría en apaciguarlo: ¡Mejor sería que añadieras si Dios quiere! Bien dicho, pero había que reconocer que era sumamente difícil predecir el tiempo. Mejor dejar esas cosas en manos de Dios...

Todos esos conocimientos que iban atesorando se plasmaban después en anónimos refranes en los que se recogía la sabiduría popular. Nos han legado un fastuoso tesoro que además no lleva rúbrica. El elegante y variopinto refranero sobre la meteorología consta de aproximadamente un millar de proverbios que se emplean en distintas zonas de la geografía vasca. El hecho de que muchos de ellos, más de 200, estén vinculados a santorales, da buena muestra de la estrecha relación que existía entre la iglesia y el calendario.

La sabiduría encerrada en los refranes

Goiz gorri, galgarri; arrats gorri, ongarri ("amanecer rojo, pernicioso; tarde roja, bienhechora"). Proverbios de este tipo encierran mucha sabiduría. Éste en concreto recoge en un solo refrán el significado de las nubes rojas, dado que los vascos, al igual que los antiguos habitantes de Babilonia y Persia, también dirigían su mirada hacia el cielo. Una sociedad tan ligada a la naturaleza, atribuye una función a cada generación: Gaztetan abestu, gizonetan gogoratu, zaharretan esaerak esan ("los jóvenes a cantar, los adultos a rememorar, y los mayores a refranear"). Por ese mismo motivo, estos refranes populares, en euskera, se llaman atsotitz o esaera-zahar, precisamente porque la vejez es la época más apropiada para lanzar este tipo de proverbios.

En todos estos refranes se descubre una especie de hilo conductor, y es que todos ellos desean que el tiempo sea el adecuado. Es decir, que el invierno sea invernal, y que el verano sea veraniego. Que cada estación se comporte como le corresponde. Y es que los desequilibrios, especialmente los del invierno, alteran por completo el transcurso normal de las demás estaciones. Negu bigunegiak, uda gogorregia ("Tras un invierno demasiado suave, llega un verano excesivamente duro"). Urte elurtsua, urte garitsua ("Año de nieves, año de trigo"). Eguberritan eguzkia, Pazkotan elurra ("Sol en Navidad, nieve en Pascua")...

De todos modos, dada la gran variedad de refranes sobre la meteorología que tenemos los vascos y que con tanta frecuencia empleaban nuestros antepasados, el tema del tiempo no sólo servía para saludar, sino también para entablar conversaciones. Un invierno como el que acabamos de tener, por ejemplo, daba lugar a un sinfín de comentarios, diálogos y conversaciones.

Los medios

Los medios de los que se servían nuestros antepasados eran bastante más rústicos y económicos que los actuales meteosat, radares, mapas del tiempo y demás. Se fijaba en todos los aspectos, con los cinco sentidos, para que en la siguiente ocasión no se le escapara ningún detalle que les permitiera adivinar el tiempo. Sus aliados más fieles eran sin duda el viento y la niebla, pero también los pájaros y las aves, las ovejas y el ganado, las mariposas y los mosquitos, los gusanos, los sapos y caracoles...

Era un buen augurio ver ya de madrugada a un mirlo golpeando con su pico a un caracol contra una piedra, porque ese hecho anunciaba la llegada de un día sano. Exactamente igual que cuando un tordo extraía un gusano de la tierra. Los gusanos embrollados en las layas o azadas indicaban que las sequías estaban próximas, pero cuando serpenteaban y se movían inquietas las lluvias no tardarían en llegar. También la actitud de los sapos era significativa: Zapoa klin klon, bihar eguraldi ona ("Cuando el sapo anda clin-clon, es que mañana tendremos un buen día").

Las mañanas brumosas convenía reparar en los limacos, gusanos y caracoles: si corrían a esconderse, magnífico, pero si se quedaban tranquilamente expuestos a la intemperie, las precipitaciones no andarían lejos.

En los caseríos, dondequiera que esté el ganado, siempre suele haber mosquitos alrededor. Cuando revoloteaban pacífica y tranquilamente, los augurios serán buenos, pero cuando se muestran latosos, pelmas, obstinados... señal de que se avecina tormenta. Euliak pikante, denpora txarra ("cuando las moscas pican, mal tiempo llega"), eulimandoak aserre, eurixe dator ("cuando las moscas se muestran enfadadas, lluvias llegan")...

El método más infalible que anunciaba la llegada de lluvias consistía en observar las telas de araña que colgaban de las vigas del desván. Si la araña estaba escondida en un rincón, el tiempo sería apacible, pero si se mostraba visible en la red que había tejido, ¡mal presagio! Armiarmak bistan, euria seguro ("cuando la araña se muestra visible, lluvia segura"), Armiarma pareten korrika, euria ondotika ("cuando la araña corretea por las paredes, no tardarán en llegar las lluvias").

Los pájaros pronosticadores

Kukua kantatzean, euri ta eguzki ("cuando el cuco canta, lluvia y sol"). El cuco suele cantar principalmente en época primaveral, en una estación en la que se combinan breves precipitaciones con momentos soleados. Su canto se escucha desde Cuaresma a San Pedro. Incluso había quienes se molestaban en contar durante cuánto tiempo cantaba: 20 astez kuku, San Pedrotan mutu ("si el cuco canta durante 20 semanas, mudo estará por San Pedro").

Kukuak txantxangorria iñude, eguterak masail bat añube. Los petirrojos tienen la facultad de pronosticar la llegada de las precipitaciones. Los días en que sopla viento del oeste, a través de su canto indica que en pocas horas andarás necesitado de un paraguas.

Tanto en el País Vasco peninsular como en el continental, se le suele prestar especial atención al pájaro carpintero, cuyo agudo y monótono canto anuncia la llegada de lluvias. Okilak kantetan, egarri da ta laster da euria ("cuando los pájaros carpinteros cantan, pronto llegarán las lluvias"). En el País Vasco continental se fijaban además en el lugar en que entonaba su canto, mientras que hacía se hacía lo propio respecto al zorzal: al igual que sucede con el pájaro carpintero, es muy importante averiguar dónde emite su monógono canto, si entre la maleza, anunciando la lluvia, si en las ramas más altas de los árboles, pregonando un día soleado... En otras zonas atribuyen similares facultades al mirlo: Zozoa sasi tartean kantuan, gaberako euria ("cuando el mirlo canta entre las zarzas, lluvia habrá al anochecer") .

Enarak goizean txio-txioka, eguraldi ona ("cuando las golondrinas pían, buen tiempo llega"). Enarak goian hara ta hona, luzaro eguraldi ona ("cuando las golondrinas revolotean en lo alto, perdurará el buen tiempo"). Enarak lur inguru, ekaitza seguru ("cuando las golondrinas vuelan por lo bajo, anuncian tormenta"). Enarak ur bazterrean, euria seguru ("cuando las golondrinas revolotean en la orilla, anuncian lluvia")... ¿Dónde suelen andar las golondrinas? Allí donde abundan las moscas y los mosquitos. Cuando hay anticiclones, los mosquitos vuelan en lo alto; cuando se levanta el viento, las depresiones que se forman las arrastran hacia zonas más bajas, y entonces también las golondrinas vuelan a ras del suelo...

Las aves

Se dice que cuando el gallo canta más de lo habitual anuncia cambios en el tiempo. Oiloa zorriketan hasiaz gero, eguraldia txartuko da (cuando el gallo se impacienta, el tiempo empeora"). Si canta durante las primeras horas de la tarde, o si al anochecer se sube a las ramas de los árboles, las lluvias no tardarán en llegar. Incluso puede que vengan acompañadas de tormentas...

Nuestros antepasados observaban asimismo el vuelo de los buitres, alimoches y milanos para saber qué vientos soplaban en las alturas y adivinar si se aproximaba algún cambio. También se fijaban en los ánsares, conscientes de que su marcha auguraba algún tipo de empeoramiento: Goian antzarrak, artzaiak egun txarrak! ("cuando los ánsares vuelan en lo alto, malos días llegan para el pastor).

El ganado

El comportamiento del ganado, de las cabras y de las ovejas, de los caballos y de las vacas, siempre era observado con la máxima atención: si permanecían en silencio o inquietos en el establo, si en los prados tiraban hacia arriba o hacia abajo... todo tenía un significado de cara a la previsión del tiempo. Behiak isilik badaude, laster eguraldi txarra ("si las vacas callan, mal tiempo se aproxima"). El burro es también un animal al que el campesino prodiga un cariño especial: Garagarrak egiten astua, laster da busti lastua ("cuando el burro rebuzna, poco tardará en mojarse la paja"), y a quien se le atribuían dotes predictivas: En los tiempo en que los animales hablaban, el burro solía decir: Gabaz intza, egunez bero, ifarra bela, egoa bero ("rocío de noche, calor de día, norte fresco, sur caluroso").

La actitud de los perros y gatos también tenía un significado respecto a la estimación del tiempo. Zakurra belar-jale, euria laster ("cuando el perro empieza a comer hierba, señal de que la lluvia se aproxima"). El gato, mucho más tranquilo, merodeaba junto al calor del fuego. Katua nortera begira aurpegi garbiketan, denpora txarra, surtera begiraten badeu, eurie seguru ("si el gato se limpia la cara mirando hacia el norte, mal día se avecina; si lo hace mirando al fuego, llueve seguro");. Katuak sutondora arrimetan badiez, eurie seguru ("si los gatos se arriman al fuego, llueve seguro"). Sin embargo, cuando salían fuera de casa, ya fuera a cazar o a tumbarse al sol, anunciaban buen tiempo.

Las estaciones

Se solía vigilar la evolución de las plantas de cada estación con mucho detenimiento, puesto que las hojas y la flor, y la posterior cosecha, dependían en gran medida del tiempo. Para su adecuado crecimiento y esplendor, estas plantas necesitaban lluvia en su justa medida, y un tiempo lo más sano posible. También los trabajos del campo y el ganado estaban supeditados a él. Algo ya sabía quien dijo aquello de Maiatzetik SanMieletara ardiak nere kontu; SanMieletatik maiatzera, nagusiaren kargu ("de mayo a San Miguel, ya me ocupo yo del rebaño; de San Miguel a mayo, que se ocupe el propietario"). Lo que realmente había que vigilar eran las tormentas, ya que al ser resultado del choque etre las altas y bajas temperaturas, todos los avisos serían pocos. Podían afectar a las flores y a los frutos y causar verdaderos estropicios.

Al padre de familia le encantaba aleccionar al más atento y responsable de sus nietos cuando, finalizadas ya las tareas del campo, se descalzaban ante el fuego que ardía en la chimenea. ¿Cuántos pájaros has escuchado hoy? ¿Has visto alguna nube? ¿Estaban cerca o lejos? ¿Y...? ¿Qué tiempo nos espera para mañana? Según la atención que el joven prestaba, las preguntas vendrían seguidas de una lección. Hoy el búho ha comenzado a ulular bastante temprano; me temo que no viene nada bueno para mañana... Era importante vigilar al búho y al cárabo desde muy de mañana. Pero si llegaba a escucharlos a primera hora de la tarde, mientras trabajaba en el campo -generalmente, en esas horas extraordinarias, ululando tres veces-, entonces podía estar seguro de que se acercaba un desagradable temporal.

Una universidad en la naturaleza

El hombre ha ido aprendiendo todo cuanto sabe en la escuela de la naturaleza, entre el ganado, las aves, los pajarillos, entre los árboles y las plantas, entre los vientos y las lluvias, las nubes y la niebla, entre las tormentas y los arco iris. Las actuales matrículas de la ciencia nos han demostrado que las lecciones que nos ha impartido la naturaleza tenían su punto de verdad. El tiempo era un factor clave de cara a las tareas que había que realizar en la naturaleza.

Deseoso de satisfacer su curiosidad, supo que allá por Castilla, en el mes de agosto, solían pronosticar el tiempo de todo el año. No llegó a aprender su nombre, Cabañuelas. Les llamó día augural y día natalicio, pero al ser agosto un mes de altas temperaturas y de muchos menesteres, decidió posponer la prueba hasta enero. Pocos confiaron en él y tuvo que abandonar su proyecto. Asimiló todo lo concerniente a las témporas tal y como le había sido transmitido por sus antepasados, pero el tiempo ya le había dado demasiados sustos. El segundo día de témporas le fallaba en demasiadas ocasiones...

En esto del tiempo, como en todas las cosas, la experiencia resulta fundamental.


Pello Zabala, Miembro de la Fundación EHKME
 


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