La
gran afluencia de inmigrantes europeos, mayoritariamente españoles,
italianos y franceses, arraigó la costumbre del umbroso parral
familiar y la producción de vino casero.
Al comienzo, durante el período de la colonia, la variedad
de especies fue muy limitada, diferentes moscateles que servían
para el consumo de mesa y en la elaboración de los mostos
de consumo particular. A principios del siglo XIX aparecen documentados
algunos viñedos: el de Bella Unión al norte del país,
instalado por Gibernau en 1830; la vid plantada en Mercedes en la
zona suroeste, por el sacerdote de la Peña; el viñedo
de Aguilar en la zona este y en el noreste, en las márgenes
del arroyo Tacuarembó, el viñedo plantado en 1850
por dos alemanes, tal vez el más importante de esos tiempos
por su extensión y por la calidad de sus uvas. Enmarcado
en el nacimiento de la industria en nuestro país, ya en la
segunda mitad del siglo XIX, la producción de vid se encara
con fines comerciales, experimentando con nuevas variedades (1).
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Pascual Harriague |
Pascual Harriague fue un pionero en el desarrollo de la vitivinicultura, iniciando
sus primeros ensayos con cepas de uvas criollas. Nacido en 1819
en Hasparren, Lapurdi, llegó al Uruguay en 1838, trabajando
en diversas actividades: primero como jornalero en los saladeros
del Cerro en Montevideo, luego de dependiente en un comercio de
San José, trasladándose finalmente a Salto en 1840,
instado por Juan Claviere, propietario del Saladero Quemado del
Ceibal a participar en sus negocios. Instala por su cuenta, una
curtiembre que con el tiempo transformó en el Saladero La
Caballada, donde se preparaba tasajo a gran escala, así como
toda clase de salazones, curtido de pieles, jabones y preparación
de grasas.
Los primeros ensayos con uvas criollas, realizados a partir de
1860, no tuvieron el éxito esperado porque las cepas resultaban
débiles y las cosechas logradas no justificaban la inversión.
Harriague desistió de sus viñedos hasta su contacto
con la vid que Juan Jauregui había desarrollado en Concordia,
ciudad Argentina en la margen opuesta del Río Uruguay, frente
a Salto. Un amigo lo puso en contacto con ese vasco apodado "Lorda",
quien había logrado aclimatar unas cepas traídas desde
los Bajos Pirineos (2).
El éxito obtenido con esta variedad de cepas tuvo un alcance
que nunca imaginaría; este éxito no se limitó
a la gran productividad de sus viñedos, ni a la continuidad
de su nombre identificando esa cepa en Uruguay. Con los años
se ha convertido, además, en un distintivo del vino nacional.
Las primeras plantas prendieron muy bien y pronto se extendieron
por 35 hectáreas de los terrenos del saladero; a los dos
años, se recogieron los primeros frutos de la que sería
una de las primeras industrias vitivinícolas del país
y considerada la precursora al norte del territorio. Por el año
1883 Harriague contaba con una bodega de 40 metros de largo y 14
metros de ancho, construida con paredes de piedra, con un piso subterráneo
a efectos de mantener la temperatura con niveles máximos
de 10°C; en ella se almacenaban 300 bordalesas de un vino de
color subido y bastante alcoholizado. La gran productividad de los
viñedos incentivó la incorporación de nuevas
terrenos e infraestructura, logrando así almacenar, en la
nueva bodega construida en 1885 con similares características,
400 bordalesas más. Sin embargo, tras la cosecha de 1889,
ambas bodegas resultaron insuficientes obligando la construcción
de una tercera de dimensiones algo mayores, 50 metros de largo por
16 de ancho . Hacia fines del siglo, el establecimiento llegó
a contar con una capacidad de 2000 bordalesas. Si bien inicialmente
Harriague buscaba cepas que le permitiesen la producción
de vino tipo burdeos, en su establecimiento se elaboraron además
blancos y claretes y, en la destilería que había anexado,
un coñac cuya fama trascendió fronteras (3).
El entusiasmo de Harriague no supo de límites y su impulso
innovador favoreció la producción futura de esa región.
A él se debieron también, los primeros olivos, las
moreras para el cultivo del gusano de seda, las frutillas y las
extensas plantaciones de naranjos. Murió en Bayona en 1894
con 75 años (4),
en el conocimiento de que la filoxera diezmaría todos los
viñedos de la prometedora producción nacional (5)
.
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Etiqueta donde se identifica la cepa cultivada
por Harriague (6) |
La cepa cultivada por Harriague se identifica con su nombre, pero
corresponde a la variedad Tannat, cepa que fue traída por
Jáuregui entre sus ropas, cuando partió hacia Argentina
desde su pueblo en los Bajos Pirineos. Pero la trascendencia lograda
por Harriague la incorpora en los libros sobre vinos, así
encontramos su definición en la "Guía de uvas
vitiviníferas" de Jancis Robinson: "Harriague:
nombre uruguayo para Tannat inspirado en el apellido de un pionero
vasco". En tanto que al informar sobre la variedad Tannat,
menciona que si bien puede deber su nombre francés al alto
contenido de tanino, la vid es de origen vasco y al igual que la
variedad Manseng, fue llevada al Uruguay por inmigrantes vascos
en el siglo XIX; donde cubre varios miles de hectáreas y
se denomina Harriague (7).
Dada la importancia que está tomando esta variedad como distintivo
del vino uruguayo a nivel internacional, se la denomina actualmente
con su nombre de origen: Tannat. En el mundo los viñedos de Tannat se limitan exclusivamente
a dos zonas, una en el suroeste de Francia, en los Pirineos Atlánticos
y otra en Uruguay, donde tiene mayor extensión. Esta particularidad
y la singularidad de los vinos que produce, intensos y potentes,
hacen que se utilicen estos para difundir el vino uruguayo. A nivel
de exposiciones internacionales se ha explotado la identidad del
tannat que atrae a los visitantes interesados en descubrirlo, permitiendo
a su vez el contacto con vinos de otras variedades y cortes expuestos
(8).
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Aviso publicado en revistas internacionales de
vino: "Descubra el sabor uruguayo en su vino más
típico: Tannat. El vino nació de una variedad
francesa y fue aclimatada a la mejor tierra en Sur América
para alcanzar su gran singularidad. Tannat, un vino de carácter.
Del Uruguay para el mundo" (9). |
Los vinos Tannat son la ventana al mundo de la industria vitivinícola
de Uruguay y eso no sería hoy posible sin el entusiasmo pionero
de Harriague y su contacto con aquellas varas traídas y cuidadas
por Jauregui desde su tierra. Si bien la importancia de Pascual Harriague en la vitivinicultura
uruguaya es muy trascendente, también hubo y hay otros vascos
vinculados a la misma. Entre ellos Andrés Mendizábal,
nacido en 1844 en Villafranca, quien llegó a Uruguay rehuyendo
de la milicia obligatoria. Continuó con su oficio de panadero,
hasta que al principio de la última década del siglo
XIX compró 83 hectáreas en los aledaños de
Montevideo. Fueron varias los intentos de explotación comercial
en su terreno, pero ya sea por la mala calidad del tabaco, por el
bajo precio de la alfalfa cosechada o por la cantidad de ratas que
se multiplicaban cuando criaba cerdos, debió suspender cada
uno de esos intentos y buscó, como alternativa, la explotación
de viñedos. Eran los tiempos de las plantaciones por estacas
ya que aún no se recurría a los injertos; a la segunda
cosecha se perjudicó con la devastación de la filoxera.
Sin embargo esto no desanimó a Mendizábal que recurrió
al injerto. En el año 1896 construyó casa y bodega,
obteniendo con los años una producción de aproximadamente
250.000 litros de vino. Murió en el año 1927 pero
sus hijos continuaron la producción por varios años
más, hasta que la absorción de los terrenos por la
creciente ciudad, obligó a la reconversión de los
mismos (10).
Durante el siglo XX se multiplicaron en Uruguay las hectáreas
destinadas a viñedos y surgieron nuevas bodegas en todos
los departamentos. Desde la última década se ha apostado
a la superación en la calidad de los vinos, a fin de lograr
su inserción en el mercado internacional. No todas las bodegas
han podido embarcarse en esta empresa que significa un incremento
en la producción para cubrir la demanda exterior. Hay quienes
concentran su esfuerzo en mantener la calidad y tradición
de su vino artesanal; tal el caso de los Vinos Zubizarreta, según
nos asegura su dueño en entrevista personal.
La trayectoria de los Zubizarreta en nuestro país comienza
con la llegada de Marcos Zubizarreta Uribarrena, guipuzcoano, que
como muchos otros viajó sin saber siquiera dónde bajaría.
Vino junto con su esposa, Leandra Oro Zabala, y dos hijos, instalándose
en Conchillas, localidad del departamento de Colonia, habitada principalmente
por ingleses que explotaban la piedra y arena para la construcción.
Mientras, la familia se multiplicó con siete hijos más;
variaron las actividades del padre, entre las que se cuentan el
trabajo en hornos de carbón y en lechería. Luego se
trasladaron a la periferia de Carmelo, también en el departamento
de Colonia, puerto de embarque de arena y piedra hacia Buenos Aires.
El hijo Pedro entró a trabajar como ayudante en un pequeño
viñedo establecido en la zona, propiedad de la familia Festi
Armani. Casado con María Festi, adquirieron una propiedad
con viñedos, donde elaboraron vino casero durante un par
de años. La gran recesión del momento hizo disminuir
el consumo de vino, en respuesta a lo cual, a partir del año
1934, se nuclearon junto a varias familias productoras de vino de
la zona. Dejaron la producción de vino casero en suspenso
trasladando toda la producción de uva a esa cooperativa.
En 1955, Pedro Zubizarreta y su hijo Pedro, nacido en 1933, adquirieron
una propiedad cerca de la Calera de las Huérfanas, sitio
donde los jesuitas, a principios del siglo XVIII, producían
cal para la construcción en Buenos Aires. Esta propiedad
contaba con 15 hectáreas de viñedos y un casco de
bodega con varios años de funcionamiento; la denominaron
Granja y Bodega "El Vasquito".
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Pedro Zubizarreta Oro (2º. der a izq). Pedro
Zubizarreta Festi (4º. der a izq)
en Granja y Bodega "El Vasquito". |
Independizados de la cooperativa, comenzaron nuevamente a elaborar
vino casero, abasteciendo a Carmelo, donde lograron una acogida
tal, que la demanda superaba los 100.000 litros de producción
inicial. Actualmente, el incremento de la producción hasta
1.300.000 litros les ha permitido extenderse por todo el departamento
de Colonia, llegando a zonas de Soriano, Salto, Montevideo y Maldonado.
Es una empresa familiar, donde hoy la responsabilidad está
compartida por Pedro Zubizarreta, nieto de aquel inmigrante vasco,
y de sus tres hijos. Si bien son más cabezas en la dirección
y una nueva mentalidad, se mantiene la misma meta: la satisfacción
de hacer un buen vino. El orgullo para Zubizarreta está en
la nobleza de su vino, saber que se mantiene la manera artesanal
de elaborarlo, basada en el conocimiento aprendido a través
del estudio y de años trabajados en el establecimiento. Ese
criterio se plasma en su dicho permanentemente comentado, que afirma
que dejará de ser bodeguero el día que sus hijos no
puedan beber su vino.
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Rosado Cabarnet " Euzko Deya" |
Pero los hijos, acostumbrados desde niños a acompañar
en la vendimia, se han incorporado con naturalidad a la bodega;
la hija mayor como Contadora y los dos varones aportando sus conocimientos
de Enólogos. Hasta el año 1980 los precios del vino
no se adecuaban al trabajo invertido, era necesario encarar un cambio.
La bodega apostó a la importación de cepas varietales
francesas, libres de virus y con ello lograron elaborar los vinos
de calidad que hoy marcan el rumbo de la producción uruguaya.
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Tinto de Cabarnet "Viñas Aitona" |
Varios son los vinos elaborados por estos descendientes de vascos,
pero deseamos destacar el Tinto Cabernet "Viñas de Aitona",
denominado así por los nietos en homenaje a su abuelo Pedro
(11) .
Muchos otros nombres vascos se vinculan a la vitivinicultura de
nuestro país, como los de Irurtia, Campisteguy, Aguirre.
Los casos que hemos presentado son sólo a modo de ilustrar
diferentes trascendencias en distintos momentos y con diversas proyecciones.
(1)
FRUTOS; Estela y BERETTA; Alcides, 1999 Un
siglo de Tradición. Primera historia de uvas y vinos del
Uruguay, Montevideo, Ediciones Santillana S.A.., pp. 14 -18.
(2) CARRAU, Juan, s/a
"El tannat: hace 160 años desembarcaba en Montevideo
Pascual Harriague", en Vino y Crianza, Año II,
N°6, dic. 1996, Revista semestral de Vinos, Montevideo, Castel
Pujol, p. 13; TABORDA, Eduardo, 1955 Salto de ayer y de hoy,
Montevideo, Intendencia Municipal, pp.274 -275.
(3) FRUTOS; Estela
y BERETTA; Alcides, ob. cit. pp. 126-127; TABORDA, Eduardo, ob.
cit. pp. 275 -276.
(4) TABORDA, Eduardo,
ob. cit. pp. 275 - 276.
(5) La filoxera es
un insecto plaga que ataca la vid, sólo siendo combatible
erradicando los viñedos para evitar su propagación
por plantas con raíz o madera vieja, ya que no ataca sarmientos
o maderas nuevas. FRUTOS; Estela y BERETTA; Alcides, ob. cit. pp.
26 - 27.
(6) ROBINSON, Jancis,
1996 Guide to wine grapes, Oxford, University Press, pp.
87
(7) ibídem,
pp. 87 y 182.
(8) FRUTOS; Estela
y BERETTA; Alcides, ob. cit. pp. 226-227
(9) ibídem,
p. 177.
(10) PONTAC, Ferdinand,
"Dos Hombres de trabajo" en Villa de la Unión.
Contribución al estudio de su historia, Tomo I, 1937,
Unión pp. 62 -63.
(11) Entrevista a
Pedro Zubizarreta realizada por Danilo Maytía en 1994, complementada
con datos proporcionados por la Cra. Mariela Zubizarreta.
Renée
Fernández y Danilo Maytía, Uruguay
Fotografías de los autores |