Transmisión intergeneracional del Argizaiola en Aia, año 1999
Rosa García-Orellán

Este trabajo muestra unos datos recogidos mediante relatos biográficos realizados en el contexto cultural vasco durante los años 1998 y 1999 (1), donde presento la diferente actuación intergeneracional hacia un gesto ritual en la cultura vasca como es la activación de la argizaiola en el espacio eclesiástico.

Ello lo voy a presentar través de dos informantes junto con mi trabajo de observadora participante. Por problemas de espacio en esta publicación, esta exposición no contiene un análisis de los datos enmarcados en un marco teórico más amplio.

Comenzamos por los relatos biográficos de Mari Karmen Lamberri, observamos que en ellos se refleja su vivencia y, como protagonista de las acciones sociales, la interpretación que ella les confiere. Estos hechos corresponden al período de su vida transcurrido durante los años 1935 a 1948 en el caserío (2)de la población gipuzkoana de Aduna. Vendré al momento actual de esta investigación en la que muestro como observadora participante en 1999, la activación de la argizaiola en la población gipuzkoana de Aia .

De izquierda a derecha: Mari Karmen Lamberri, Antonio Morcillo (su esposo), Rosa Garcia (autora antropóloga de este trabajo) Lugar: Iglesia de Santa Cruz - Rada (Nafarroa) 1999.09.04.6-13:00 antes de comenzar la misa.

Antes de sumergirnos en las vivencias, vamos a comenzar este trabajo con la reflexión que Claude Lévi-Strauss muestra a Didier Eribon en la entrevista que éste último realiza al Maestro (3).

"Les sociétés se mantiennent parce qu´elles sont capables de transmettre d´une génération à une autre leurs principes et leurs valeurs. A partir du moment où elles se sentent incapables de rien transmettre, ou ne savent plus quoi transmettre et se reposent sur les génération qui suivent, elles sont malades." (1988: 222)

El dinamismo de la cultura vasca, se refleja durante esta investigación en la cual me hallo con una religiosidad inmersa, en este caso, en el mundo femenino y transmitida a nivel intergeneracional (4).

Esta breve exposición refleja un comportamiento que se realiza en el espacio eclesiástico a consecuencia de la muerte de una persona de la etxe, vemos el comportamiento que se genera en el auzoa, así como el protagonismo que le corresponde a la mujer.

La mujer y su simbolización en la ocupación del espacio eclesiástico en dos poblaciones rurales: Aduna y Aia (Gipuzkoa).

La casa está representada en la Iglesia mediante la silla con las iniciales de la misma. Solamente las mujeres la pueden utilizar, demostrando de este modo simbólicamente la relación de pertenencia de la casa a la mujer.

 
Parroquia de San Sebastian Aia: 1999.12.06. Misa de las ocho. Acudo con Ester Ibarburu. 07:40. Horas

La silla, junto a la activación de la argizaiola (que simboliza al difunto de la casa), nos muestra una acción ritual, que en 1999, en la población rural de Aia, se prolonga durante un año entero.
En ella se va a dar la doble vertiente: la de la etxe y la del auzoa, siendo imprescindible que sea la etxe quien inicie dicha acción ritual.

La situación actual (año 1999) de Aia respecto a la activación de la argizaiola, es una auténtica excepción en el contexto cultural vasco. Este gesto simbólico prácticamente ha desaparecido en todas las iglesias tanto urbanas como rurales; sin embargo, en el comportamiento cultural de la mujer vasca el difunto sigue estando en la casa.. Esto lo expondré con su testimonio. Para ello comenzaremos por la experiencia biográfica que se remonta al periodo 1935-1945 en la población gipuzkoana de Aduna.

1.Culto en la iglesia.- Aduna 1935-1948.

Siguiendo su memoria, Mari Karmen Lamberri nos introduce en el diferente modo de ocupar el espacio eclesiástico los miembros de la casa. Los hechos ocurren durante el periodo arriba citado.

Ego: Y en la Igleisa...
Mª Carmen: sí, si, allí tenían sus sillas y todo, los reclinatorios tenían dos asientos uno para estar de rodillas, y si te sentabas se bajaban.
Ego: ¿Dónde se ponían los hombres?.
Mª Carmen: Adelante, y las mujeres detrás, había muy pocas familias.
Ego: ¿Tu donde te ponías?.
Mª Carmen: Donde mi tía Maritxu siempre.
Ego: En esas sillas de reclinatorios.
Mª Carmen: Los chavales teníamos otras sillas eran de mimbre con un respaldo de madera, a los niños nunca nos mandaban poner de rodillas, y los niños con las mujeres, y los niños al hacerse grandes con diez, doce años iban con los hombres, y las niñas al hacerse grandes con las mujeres en sus reclinatorios.
Ego: Allí tenían las velas para los muertos.
Mª Carmen: Sí, yo tenía aversión a las velas, no me gustaba nada, tanta velita, y esas de enroscar esa llevaba mi abuela, ella llevaba sus velas, la tía Maritxu llevaba dos blancas, pero la abuela llevaba dos amarillas que se enroscaban e iban soltando.
Ego: Y tu madre donde se ponía.
Mª Carmen: En el sitio de la tía mayor...


Euskal Herria Informantes 1999:14

El texto refleja cómo se reproduce en el templo la ocupación espacial que tienen en la etxe todos sus miembros.

  1. En la distribución espacial dentro del templo, los hombres se sitúan delante y las mujeres detrás. Así lo manifiesta Mari Karmen en la conversación telefónica mantenida con ella el 2000.01.26,3 - 17:44, del mismo modo expresará que respecto al hecho de colocarse atrás las mujeres en la iglesia con las sillas, significa para ella, que las mujeres eran las que mandaban y por eso estaban atrás. Este hecho lo considero muy importante puesto que es la propia persona que vive la ocupación de este espacio quien le da esta significación.
    Realizando una mirada desde el exterior a la ocupación de las personas en este mismo espacio se pueden señalar otro tipo de interpretaciones, pero en esta investigación la finalidad es la de mostrar las vivencias y la interpretación de las mismas desde los propios actores sociales. Es ella la que vive así esta ocupación de espacios.
  2. La etxekoandre, Agustina, es quien lleva las velas amarillas de enroscar, sin embargo la tía Maritxu lleva dos velas blancas; (Mari Karmen) no recuerda la finalidad de las velas blancas de la tía.
  3. Los niños y niñas hasta los diez o doce años están todos en el grupo de las mujeres; a partir de éstas edades, los niños se van con los hombres y las niñas tienen que ocupar ya su reclinatorio diferente, la biología seguida por la norma comunitaria marcan ambas un rito de paso establecido en el ciclo vital.
  4. Niños y niñas no se arrodillan, para ellos hay una silla especial cuyo asiento es de mimbre.
  5. La madre de Mari Karmen, que es nuera en el baserri, se coloca en el reclinatorio de la tía mayor, significando de este modo su categoría relacional en el espacio eclesiástico.

2.-Hombres y Mujeres a la salida de Misa Mayor. Aduna 1935-1948.

Este relato es de gran importancia y nos muestra la diferencia de comportamientos entre los hombres y las mujeres. Los hombres se quedan en la plaza tomando el amaiketako (5) y reunidos alrededor del frontón y en ellos se expresa "el cierre" del culto en la iglesia; sin embargo las mujeres regresan a sus casas en silencio y en actitud de continuidad con dicho culto.

Mª Karmen: ..Antes a jugar el partido, el cura rezaba el angelus y los hombres jugaban a la pelota, y los hombres se quedaban hasta la una o así, luego ya cogía todo el mundo camino para su casa, y estaban en la plaza y las cuadrillas que hacían los corritos, no entraban a los bares, había una sidrería a la plaza, sacaban las botellas de sidrería e iban bebiéndolas allí fuera, en la sidrería no había asientos, había dos bancos corridos y la gente bebía allí fuera.
Ego: Y las mujeres no bebían también.
Mª Karmen: No, no, no, las mujeres salían de misa y sin quitar las mantillas ni nada al caserío y sin decir nada, además era mucho respeto, la madre iba por delante, y la hija por detrás, nunca iban a la par hablando, y eso, iban callando, callando, no era alegre eso.

Ibid:14

Los comportamientos son consensuados en el grupo de forma jerárquica: la etxekoandre marca la pauta a seguir por el resto de las mujeres de la casa y los hombres tienen sus propias normas.

  1. Los hombres juegan a la pelota, el juego físico no es de las mujeres, ni en este espacio ni en este momento.
  2. Los hombres toman la sidra en la plaza, reunidos en grupos.
  3. Las mujeres a la salida de misa se retiran a sus casas con las mantillas puestas, van en fila y no se habla, la etxekoandre va por delante y por detrás van las hijas. Una vez más, el comportamiento cultural como miembros se manifiesta en estos gestos tan diferenciadores en los que se desarrollan las individualidades.

3.-Culto en la iglesia de Aia año 1999.

 
Parroquia de San Sebastian Aia: 1999.12.06.1-Misa de las ocho. Acudo con Ester Ibarburu. 08:10.Horas

A continuación, y siguiendo mi diario etnográfico, voy a mostrar cómo se produce el culto en la iglesia de Aia, en una misa de sábado a las ocho de la mañana. Ester Ibarburu, que ha nacido en Aia el año 1941, será quien me introduzca en el grupo de mujeres y podré presenciar una transmisión del argizaiola de una generación a otra.
Recogido en el documento etnográfico: Pablo-Enea 1999.12.06,1.20:08

La mañana está fría y salgo de Pablo-Enea a las siete, llego a Aia a las ocho menos cuarto. Preparo en el coche la cinta de casete, y salgo del coche a las ocho menos diez. Observo a dos mujeres con una bolsa de compra y zapatillas, tendrán setenta años y a paso rápido se dirigen hacia la iglesia, no veo a Esther, yo les saludo y voy detrás de ellas.

Entramos en el templo el suelo es todo de madera, y en la última fila de atrás están colocadas las sillas con las iniciales de la etxe grabadas y delante una especie de recipiente negro, que al principio pensé que sería de hierro, luego comprobé que era de madera donde está colocada la filomenak, una vela cilíndrica.

Una de las mujeres, deja el bolso y se dirige al confesionario donde coge cerillas y una velita pequeña, la enciende y comienza a encender todas las filomenak,... Voy a salir a buscar a Esther, pero ella viene también a buscarme a mí. Nos saludamos, ella le explica a la mujer que me interesan estas cosas, la mujer dice en castellano que saque tranquilamente fotos. Yo ya me dirijo con Esther hacia el centro de la iglesia, y ambas nos ponemos de rodillas en un banco, yo hago las mismas cosas que ella. Son las ocho menos cinco, y delante nuestro hay mujeres y dos hombres de unos setenta años. Viene el sacerdote a oficiar la misa...ha sido oficiada en euskera.

Yo sigo el ritmo de Esther, al finalizar la misa ambas nos dirigimos al resto de las mujeres. Me presentan a una mujer de treinta años, ayer enterraron a su madre, es hija única y está con su tía, la hermana de la madre difunta, y me dicen: Hoy ha venido a encender el argizeiolak, ya que ayer enterraron a la madre. Yo le doy dos besos. Esther le entrega delante de mi dos mil pesetas, y le dice en castellano para misa, mil son de la casa de mi primo y las otras mil de mi casa. ..Las otras mujeres están rodeando a la más joven quien en todo momento está al lado de la tía, le hablan en euskera, y yo le digo a Esther. ¿Teneís silla de vuestra casa?.

Esther: Claro que tenemos, pero no nos colocamos en ella porque no tenemos ningún difunto, cuando los hemos tenido, si viene la madre, ella es quien se coloca, y si no viene la madre lo hago yo, y se enciende la filomenak!. Todas las mujeres sabemos qué difuntos tienen que tener, y si no hay una mujer de la casa las otras te encienden, yo también he encendido por otras. Incluso antes por difuntos ponían una tabla y allí se echaban los responsos...Hemos tenido un cura joven que nos quiso quitar las sillas y las velas, pero las mujeres nos negamos y yo la primera que me negué, aquí dejé la silla en la iglesia, aunque antes llegaban hasta la mitad de la iglesia, ahora solo están en la última fila, pero se siguen encendiendo por todos los difuntos un año, este cura está de acuerdo con eso, dice que está bien que se siga la tradición.


Euskal Herria Informantes anexo: 1-2

Para comenzar la activación del argizaiola se requiere la presencia de la representante de la casa del difunto. Una vez iniciado este acto, el gesto del mismo recae sobre todas las mujeres del auzoa, quienes activarán el argizaiola en todas las celebraciones eucarísticas durante un año, Este es el consenso aceptado.

  1. Es la misa de un sábado a las ocho de la mañana; las mujeres, que acuden en zapatillas, tienen edades superiores a los setenta años. Una mujer activa todas las argizaiolak de la comunidad.
  2. A mi me presenta Esther al grupo de mujeres.
  3. Las mujeres de Aia no permiten que desaparezca el espacio ritual del argizaiola.
  4. La mujer joven cuya madre enterraron ayer acude a esta primera misa junto con su tía. Estamos ante la transmisión de un gesto ritual hacia las nuevas generaciones de mujeres. La continuadora en la etxe de la difunta es la hija, y por ello acude a la primera misa para iniciar el argizaiola. Si bien también está presente la hermana de la difunta, la transmisión le corresponde a la hija como continuadora de la casa.
  5. A partir de esta misa el resto de las vecinas se responsabiliza del argizaiola de la difunta que acaba de fallecer. La argizaiola será encendida en todas las misas que se celebren en el templo; estamos ante una doble vertiente: la responsabilidad de la casa iluminando el alma del difunto y también la responsabilidad social.
  6. Existe la costumbre consensuada entre los vecinos de entregar mil pesetas por cada casa para que sea la seguidora de la casa de la difunta quien encargue las misas.

Si bien nos hallamos en una zona rural, con sus peculiaridades propias de comportamiento en los auzoas, no obstante, al igual que las zonas urbanas, el grupo se relaciona inmerso en dos niveles: individual y social. Como individual entra en la posibilidades que le proporciona el abanico social, y como social existe en función de los gestos individuales; a ello hay que añadir que el contexto cultural se halla inmerso tanto en la individualidad y la diferencia como en la grupalidad y la homogeneización.

Estos hechos que aquí muestro, nos llevan a reflexionar en la necesidad inherente al anthropos de realizar una continua construcción de nuestro universo representativo, que, partiendo de una ancestral diacronía y sometida a fuertes influjos sincrónicos, nos permite renovar el diálogo que en este caso se da ante la muerte, y que es transmitido a nivel intergeneracional.


(1) GARCÍA-ORELLÁN Rosa: Etnografía y relatos biográficos en Euskal Herria y Galiza 1998-1999 (sin publicar). Para una contextualización mas amplia de la cultura vasca se halla en
GARCÍA-ORELLÁN Rosa (2001): Hacia el encuentro de mi anthropos: la muerte dínamo estructural de la vida. Edit. U.P.V./E.H.U. Bilbao.
(2) Mª Karmen Lambarri nace en la población gipuzkoana de Tolosa en 1935, y hasta 1948 va a vivir entre Tolosa -kalean- y Aduna -basarrian-. La propia informante me pide que no se cite el nombre del caserío donde transcurre una parte importante de su infancia.
(3) LÉVI-STRAUSS Claude et ERIBON Didier (1988): De près et de loin. Edit. Odile Jacob. Paris.
(4) Para estudiar la religiosidad de la cultura vasca en la primera mitad del siglo veinte es interesante revisar las ya clásicas obras entre otras de:
BARANDIARAN José Miguel (1974) Obras Completas. Edit. Gran Enciclopedia Vasca.
CARO BAROJA Julio (1971): Los Vascos. Ediciones Istmo. Madrid.
LECUONA, Manuel (1985): "La religiosidad del pueblo de Oiartzun" nº47, Anuario de Eusko-Folklore. Vitoria. Imp., Li. Y Enc. Del Montepío Diocesano (1ª edición 1924). 2ª ed. Anuario de la Sociedad de Eusko-Folklere.IV. Donostia. Eusko Ikaskuntza.
(5) Amaiketako: almuerzo.


Rosa García-Orellán, doctora en antropología social y cultural por la U.P.V./E.H.U.
Fotografías de la autora


Euskonews & Media 198. zbk (2003 / 02 / 7-14)

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